Estancias: XXXI
Apariencia
Releyendo mis versos, una tarde dorada,
-versos donde contuvo mi pena su alarido-
impasible a mi viejo dolor, no sentí nada...
Y comprendí el encanto del alma volandera
-¡Árbol sonoro y libre, por cada Primavera
de musicales hojas nuevamente vestido!