Exposición del Libro de Job/Capítulo 13 exposición
1. Veis; todo esto vio mi ojo, oyó mi oreja, y lo entendió.
2. Cual saber vuestro sé yo también, no menos yo que vosotros. Veis, dice, que no soy yo ignorante, ni conozco de Dios menos que vosotros, pues alcanzo lo que he referido; que es la conclusión que pretendió sacar a luz de su plática, y para cuyo fin se pasó a decir las grandezas de Dios que él sabía. Y dice que por sus ojos vio lo que ha dicho, por causa del hecho público y ordinario que suele ser cual él cuenta; y dice que lo oyó por razón de lo secreto que debajo de aquello público profetiza.
3. Mas yo cierto al Omnipotente hablaría, y gustaría de argüir con el Alto. Como si dijese, con vosotros es perdido el hablar, porque andáis muy lejos de la verdad; con Dios hablaría de buena gana, que sabe mi inocencia. Ansí que en decir desea hablar con Dios, dice que no gusta de hablar con ellos, y la razón es lo que añade:
4. Que cierto vosotros componedores de mentira maestros de vanidad vosotros todos. La palabra original quiere decir apegar y juntar unas piezas con otras, como hacen los ensambladores o los que labran taracea. Y ansí dice graciosa y verdaderamente a sus compañeros, que son oficiales y maestros de componer mentiras y engaños con destreza y artificio; y dícelo porque juntan lo verdadero con lo falso, y de todo hacen una razón vistosa y aparente.
Decían de Dios que era sabio y que se gobernaba con justicia, y que aborrece los malos y es amigo de los buenos, y que ni en la maldad podía haber bien ni mal en la bondad; y debajo de estas cosas de verdadera y hermosa vista, o junto con ellas, ayuntaban un grande engaño, esto es, la condenación de un hombre inocente. Mas lo que añade, maestros de vanidad, puédese trasladar también médicos inútiles, conforme a lo cual los condena no sólo de falsos razonadores, sino también de consoladores necios que, viniendo a consolarle, en lugar de esforzarle el corazón con razones blandas y piadosas, le afligían más con dichos falsos y pesados.
Y por eso desea lo que se sigue:
5. ¡Quién hiciera que callando callárades, y fuera para vosotros sabiduría! Como diciendo, porque si hubiérades tenido silencio, a todos nos fuera ganancia; porque yo no padeciera y vosotros ganárades reputación. Y porque no parezca que los nota de poco sabios y de no bienintencionados injustamente, pruébalo luego, y antes que lo pruebe les pide atención y dice:
6. Escuchedes, pues, el mi argumento, y a barajas de mis labios dad atención. Mi argumento es la razón que tengo para decir de vosotros lo que digo; y lo mismo llama barajas de sus labios, que ansí se nombran, cuando contienden dos entre sí acusándose y defendiéndose, las razones que ambos se dicen.
7. ¿Por ventura en favor de Dios razonaréis mentira, y por él razonaréis engaño? Vía por una parte Job que éstos, por defender a Dios, le condenaban a él sin culpa; y por otra entendía que, aunque le llamaban pecador y culpado, sabían para sí lo contrario por la noticia particular que de él tenían, sino que, por mostrarse celosos de Dios, se esforzaban a hablar contra su misma consciencia. En lo cual había todos estos errores y males: lo uno, que en lo público le condenaban por malo, sabiendo en lo secreto ser bueno; lo otro, que aunque hablaban otra cosa, en su corazón tenían a Dios por injusto, pues le parecía que su justicia no se defendía, sino condenando al que carecía de culpa; lo tercero y último, que pensaban agradar a Dios en esto y como lisonjearle, como si Él oyera sólo lo que publicaba la boca, y no vía lo que el pecho encubría, lo cual era tenerle, demás de por injusto, por ignorante. Pues toda esta revuelta de errores disimulados con demostraciones diferentes de la verdad, como la entendió Job, la descubrió, y echa en plaza o se la pone a ellos ante sus ojos sin rodeo ni velo, para que con la vista de su maldad se confundan.
Y ansí comienza: ¿Por ventura en favor de Dios?, y en decir por ventura no se duda de lo que se dice, antes según la propriedad de la lengua se afirma. Pues dice, que son tan faltos de juicio y de seso que, para abonar a Dios, mienten; ni siendo menester que Job fuese malo para que Dios fuese bueno, ni conociendo que por el mismo caso que presumían defender a Dios con mentira, quedaban convencidos en sí mismos tener a Dios por injusto.
Y lo mismo, por diferentes palabras, dice en lo que se sigue:
8. ¿Si faces de Él levantaréis, y en favor de Él haréis juicio? Levantar faces en la propriedad del original es, en el juicio, tener más respecto a la persona que a la razón de la causa. Y ansí les dice que hacen como los malos jueces, que por respectos de favor, y no por los méritos del proceso, juzgan y sentencian los pleitos.
Y lo que dice en la primera parte del verso, repite por palabras más claras en la segunda. O digamos de otra manera; que ya en este verso les descubre la intención con que se mueven a mentir en favor, a su parecer, de la causa de Dios, que es pensar le agradan en ello, y imaginar se contenta de semejante defensa, y querer ganar favor con Él por este camino; porque levantar faces no solamente se dice en lo que toca al juicio, mas también algunas veces es, haciendo honra a alguno, darle placer y contento.
Y conforme a esto les dice: Estáis tan ciegos que creéis agradar a Dios y ganar tierra con Él, pleiteando por Él y defendiendo su causa en la manera que he dicho, esto es, hablando lo que no sentís; y no veis que en eso mismo le ofendéis mucho más, pues en vuestra alma le condenáis por injusto. Porque lo defendido con falsedad, ese que le defiende, dentro de sí le condena. Y si presumís agradarle, también le hacéis grande ofensa, porque le juzgáis por tan ignorante, que oye vuestras palabras y no os penetra los corazones, o se contenta de la vista exterior sin curar de la verdad de las cosas.
Y de cualquiera manera viene bien a pelo lo que luego se sigue:
9. ¿O aplacerále al que nada se le asconde, o será engañado como hombres con vuestras astucias? O como otra letra dice: ¿Si por ventura bueno, cuando escudriñare a vosotros, si como mentís por hombre, mintiéredes agora por Él? Porque, o dirá, cuando Dios os tomare cuenta, ¿pensáis que os será bueno, o que os ha de valer esto que hacéis agora? ¿Imagináis os ha de recibir en servicio, que le defendéis a tuerto o a derecho, y que mentís por Él como se miente acá por un amigo para salvarle? O, siguiendo el hilo del segundo sentido, podrá decir: ¿Y pensáis que, cuando Dios escudriñare lo secreto del pecho, no echará de ver vuestro engaño? ¿Y creéis que el celo y servicio aparente le empañará la vista, para no ver que no decís tanto bien dél en lo público, cuanto juzgáis mal de Él mismo en lo retirado y secreto? O imagináis que como un amigo cuando en su defensa mentís, precia el testimonio público, y no mira ni cura de lo que os queda en el pecho, ¿ansí Dios también se contenta de vuestra defensa aparente?
Y conforme a esto se sigue:
10. Arguyendo argüirá a vosotros, porque en ascondido sus faces levantáis. No, dice, será ansí como lo fantaseáis en vosotros, por más que le lisonjeéis y que levantéis sus faces, esto es, por más que le respetéis por defuera y por más que encubráis vuestra intención en lo hondo del alma, arguyendo la argüirá, esto es, la verá y sacará en público, y convencerá y condenará por malvada. Mas si os reprendiere de ella por ser mala, ¿pero por la lisonja que le hacéis os librará de la pena?
Antes dice:
11. ¿Por ventura en conmoviéndose no os asombrara, y espanto suyo no os caerá en somo? Como si dijese: Mal engañados estáis, seréis gravemente punidos, y caerá sobre vosotros su espanto. Porque preguntando dice, y pareciendo que duda de ello lo afirma y les hace cierto el castigo.
Y ansí añade abiertamente afirmando:
12. Memorias vuestras palabras de polvo; alturas de lodo vuestras cervices. Memorias llama todas estas razones de ellos con que a su parecer habían adelantado mucho su partido con Dios, pregonándose celadores de su defensa y su honra. Y lo mismo llama altezas, porque con aquella demostración de celo aparente se entonaban e hinchaban. Y dice que son polvo que lo lleva el aire y lodo que lo huella el pie; que es decirles que ansí como la verdad de aquellas razones era muy diferente de la muestra de ellas, ansí el suceso sería muy otro de su pensamiento; y que de donde esperaban gracia con Dios sacarían indignación y desgracia, y abatimiento y desprecio de donde se prometían honra y favor.
Mas porque le pudieran decir que si le retraían de sus razones era de piedad y por excusar que Dios, ofendido de ellas, no le hiriese con nuevo y mayor azote, les dice:
13. Poneos silencio, y hablaré yo todo lo que me viniere a las mientes; o como dice la letra, y venga sobre mí cualquier cosa. Esto es, no cuidéis de mí, ni por excusar mi daño me queráis persuadir que soy malo, y que debo confesarlo y callarme: hablaré yo, esto es, yo quiero hablar a mi riesgo todo lo que me diere la voluntad, y venga lo que viniere. Y da la razón por qué quiere ansí hablar.
14. ¿Para qué levantaré carne mía con dientes míos, y pondré mi alma en mis palmas? Como diciendo: En hablar desahogo el corazón, que callando se abrasa en dolor y se consume. Pues ¿a qué fin tengo de acrecentar mi miseria callando, y estar como despedazándome a mí mismo y comiéndome vivo? O digamos ansí: dice quiero hablar porque no puedo callar, que estoy ansí rabiando de dolor, que me querría despedazar con los dientes; y traigo el alma en las manos, que es, como decir solemos, traigo el alma en la boca o estoy boqueando, para significar el último mal y trabajo.
15. Ves, mataráme; en Él esperaré, pero argüiré mis caminos delante de Él. Y Él a mí también será salvación, que no delante del malvado. Diréis, dice, matarte ha; mate en buen hora, en Él esperaré; que es decir, estoy seguro, no me quitará la vida para condenarme, sino para descansarme y tornarme a mejor vida a su tiempo, y ansí la muerte será mi descanso.
Mas lo que se sigue, pero argüiré mis caminos delante de Él, si entendemos el argüir por reprender, como se entiende en muchos lugares, y entendemos que dice Job lo que él siente, tiene mucha dificultad decir que reprenderá sus caminos, quien ha dicho hasta agora que carece de culpa, y que no le reprendió su consciencia jamás. Por donde, o diremos que argüir aquí es poner en juicio y en cuestión el examen de sus obras y vida, cosa que desea hacer Job delante de Dios y la pide y suplica; o podemos decir que refiere en ello lo que sus amigos le dicen o podían decirle, ansí como hizo en las palabras de arriba, por manera que diga: Veis, esto es; mas como vosotros decís, matarme ha Dios, respondo que eso es lo que espero y deseo.
Mas mejor será, como también decís, que arguya mis caminos, que confiese mis pecados a Dios, que le pida perdón, que me convierta a él, y que ansí fenecerá mi trabajo.
Pues a eso, dice, también respondo que:
16. Oíd sonido de mi palabra y mi razón en vuestras orejas. Esto es, respondo, lo primero, que me estéis muy atentos a lo que decir os quiero, y lo segundo, que:
17. Si me pusiere en juicio, sé que yo saldré por justo, esto es, que no tengo caminos que argüir, ni obras malas de que, como decís, acusarme; antes estoy de ello tan lejos, que aquí agora delante de vosotros me pondré, si necesario fuere, en juicio, o como el original dice, ordenaré juicio aquí luego, pareceré ante el tribunal soberano, propondré mi negocio, pediré que sea hecho cargo, y profesaré que estoy presto a pasar por lo juzgado, y saldré libre, como veréis, como Dios quiera responderme y oírme.
Y por eso añade:
18. Mas ¿quién barajará conmigo? Venga, que ¿por qué callaré y moriré?; o como otra letra dice, que agora callaré y moriré. Mas no quiere, dice, parecer en juicio, ni viene a él, ni veo quien me oiga ni hable; y ansí habré de callar y morir. O digamos que aquí, volviendo Job sobre sí y encogiéndose de lo que había pedido, diga: Mas ¿con quién tengo de trabar pleito? ¿Con Dios y con su grandeza? Más vale callar y morir; o hará que calle y que muera, esto es, sola la vista de su majestad será bastante para, asombrándome, quitarme la lengua y la vida.
Y ansí añade bien:
19. Pero dos cosas no hagas conmigo; entonces de tu presencia no me asconderé.
20. Tu palma alueña de mí, y fortaleza tuya no me asombre. No me toques, dice, ni me espantes; y como en otra parte dice, ponga aparte el poder y no meta consigo más de la justicia, y ansí escoja la parte que quisiere, o de preguntarme o de responderme.
Y esto es lo que dice:
21. Hable, y yo responderé, o hablaré y vuélveme respuesta. Y dicho esto, y como ya concertado con Dios, comienza su pleito, cuyo principio es pedir a Dios que le haga cargo de sus pecados si algunos tiene. Y no se ha de entender que es soberbia esta de Job, ni impaciencia, sino seguridad y confianza que le nacía del testimonio de su buena consciencia, y de lo que de sí y de Dios conocía por particular gracia y don suyo. Y, aunque se conocía sin pecado y se veía afligido, no tenía a Dios por injusto; porque sabía que era Señor por una parte, y sapientísimo gobernador por otra, y que se podía mover Dios a dar trabajos a los hombres, sin que hubiese culpa en ellos, por otras causas muy justas.
Pues dice:
22. Como cuántas maldades y pecados a mí, rebeldías mías y delictos míos házmelos saber. Y repite pecados y maldades por tres o cuatro palabras, dando a entender y diciendo que de los pecados grandes y de los pequeños, de lo granado y de lo menudo, ansí de lo que se peca por flaqueza o poco saber, como de lo que se ofende por malicia y de industria, quería que le hiciese cargo Dios. Mas como no le responden, añade:
23. ¿Por qué faces tuyas encubres, y me cuentas como enemigo de Ti? Esto es, ¿por qué no me respondes y te encubres de mí, como hace un hombre de otro a quien aborrece y tiene por enemigo?
24. ¿Hoja arrojada quebrantarás, astilla seca perseguirás? No es, dice, tu honra tomar competencia con cosa tan vil; y ya que no te inclines por mí, por lo que debes a Ti y a tu mismo respecto, no debes tomar tan a pechos el hacer mal a una cosa deshecha, ni mostrar el tesón de tu ira y furor sobre una hoja caída y seca.
25. Que escribes amarguras contra mí, y me haces poseedor de vanidades de mi niñez. Esto, con lo demás que se sigue, se puede entender en dos maneras: o que sea como forma de demanda o petición, según que en la Sagrada Escritura las palabras del tiempo futuro tienen fuerza de mando, y que diga ansí: No hagas eso, Señor (que es lo que he dicho, herir y asconderse, castigar y no dar razón del castigo, mostrar braveza contra una cosa sin resistencia y rendida), sino antes, Señor, escribe, esto es, pon por escrito amarguras contra mí (que llama bien ansí los pecados y las acusaciones de los pecados), y hazme poseedor de las faltas de mi niñez. Yo, dice, no conozco pecado alguno, ni le quiero admitir en mi casa; si le tengo, cualquiera que sea, aunque sea una mocedad mía, méteme en su posesión; esto es, haz, Señor, que yo le conozca, y castígame luego.
26. Ponme los pies en un cepo, y ciérrame todos los pasos, y húndeme, si te place, en la tierra; que es decir, encarcélame en honda mazmorra y azótame a tu voluntad. O de otra manera, y es porque decía que Dios, siendo él una hoja caída y una astilla seca, le quebrantaba y seguía, agora, particularizando esto mismo y las condiciones de este quebrantamiento, diga y escriba, lo uno, que escribe contra él amarguras, que son los azotes y miserias que pasa y que le imprime Dios en el cuerpo y en el alma; lo otro, que le mete en posesión de los pecados de su niñez (porque entiende el pecado original común y primero, que como si fuese suyo proprio y por su industria adquirido, ansí lo pone Dios y a su cargo), y me maltratas, dice, y afliges por él, como si hecho por mis manos fuese.
Lo otro, pónesme los pies en el cepo, que era la enfermedad grave que padecía y que le tenía tollido; o, por mejor decir, el cepo es una pena miserable que del pecado primero nace, que es una extraña inhabilidad que en el hombre queda para no poder dar paso en cosa digna de cielo y de mérito. Y lo mismo es el tomar las sendas o caminos, que añade.
Y lo que dice en el verso último:
27. Mas como podredumbre seré consumido, como manto comido de polilla, es la otra grave pena del mismo pecado, que es la obligación a la muerte. Y ansí, siguiendo este hilo, parecerá bien decir que en el verso 24, cuando dice que quebranta Dios una hoja caída, no se queja por sí solo, sino generalmente por todos, a quien Dios por los pecados primeros hizo sujetos a trabajo y miseria. Por manera que la memoria que hacía de su trabajo particular, le llevó la lengua a lamentar el común, y la vista de su mal proprio despertó en él la memoria de la calamidad general; y como quien vía que de aquella frente nacía este arroyo, y que la condición miserable de todos le hacía a él también miserable, tratando de sí, trata de ella juntamente.
Y es como si de esta manera dijese: Mas ¿por qué me querello sólo de mí, y digo que como a enemigo me tratas? No digo más de mí, que de todo esto que es hombre, que con todo esto que es hombre, que con ser nada y vileza y menos que una hojarasca flaquísima, llueves sobre él amarguras; sonle proprios y suyos los pecados cometidos por otros: primero es amancillado que nazca; aún no tiene uso de razón, y ya es señor y poseedor de pecado y de culpa, ni puede por sí dar paso en el bien, ni aun el camino o la senda que guía a él no la sabe; como tollido y preso y cargado de cepos y hierro, ansí vive, y al fin se convierte en podre y se consume, y como vestidura se apolilla y viene a menos, hasta que últimamente muere y fenece.