Exposición del Libro de Job/Capítulo 25 exposición

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Exposición del Libro de Job (1779) de Fray Luis de León
Capítulo XXV exposición

1. Y respondió Bildad, el de Suhí. Responde Bildad a Job, y no responde al propósito ni le redarguye de falso en lo que de hecho dice, sino en lo que se imagina él que quiere decir. Job decía que Dios en esta vida muchas veces no azota a los malos, y decíalo para que de su azote no arguyesen que él lo era, como en realidad de verdad lo argüían. Mas parécele a Bildad que decir esto Job, es decir que Dios es injusto y no sabe concertar entre sí, hacer justicia Dios y ser azotado Job, no siendo malo. Y ansí no cura de probar que castiga aquí Dios a los malos, sino prueba y afirma que Dios es poderoso y grandísimo, y que es desatino tenerse delante de él por justos los hombres. Porque le parece que, siendo esto cierto, no se compadece con ello lo que Job afirma, del pasar en esta vida sin castigo los malos y de estar sin culpa él, estando como está castigado; y le parece que no condenarse por malo Job es condenar a Dios por injusto. Y ansí vuelve por la justicia de Dios, contra la cual ni Job decía ni se colegía de su dicho con verdad cosa alguna.

Pues dice:

2. Poderío y pavor con Él; hacedor de paz en sus alturas. Como diciendo, si fuere ansí como dices, no sería Dios como es. ¿No sabes que es poderoso y espantable y hacedor de justicia? Poderío y pavor con él: quiere decir, no que tiene poder solamente, sino que es la fuente de la majestad y poder; y no sólo dice, poder de fuerza, sino de gobierno y de mando; y ansí que Dios tiene el imperio de todo, y la fuerza para ejecución de su imperio, y que lo tiene, no prestado ni con miedo, sino propio y que está con él, esto es, que le viene de suyo. De lo cual, lo primero, le hace grandísimo, y lo segundo, espantable y pavoroso, y ambas a dos cosas demuestran claramente que es justo. Porque, aunque a las veces gobierna y manda la maldad, pero nunca la viene de suyo el mandar; sola la justicia y la verdad es natural para el mando.

Por donde decir que la Divinidad es emperadora de suyo, es decir que es justísima. Y conforme a esto añade y dice que es hacedor de paz en sus alturas, que es decir, que pone en orden y gobierna con rectitud las criaturas más altas; como arguyendo que, si pone en lo poderoso concierto, no dejará desconcertado lo flaco; y si da ley a los ángeles, no consentirá que vivan sin ella los hombres; y si ordena a los inmortales, no querrá que los mortales anden sin orden, y sería visto quererlo, si no hubiese castigo, con que lo que se desordena se emiende.

Y dice en el mismo propósito:

3. ¿Por ventura tienen cuento sus escuadrones? ¿Y sobre quién no se levanta su luz? No hay número, dice, de sus escuadrones. Prueba el infinito poder de Dios por la majestad de su casa, y por la muchedumbre sin cuento de sus ministros demuestra su grandeza sin fin. Y llama escuadrones a las criaturas de Dios, por las diferencias de ellas y por la orden que cada una tiene en su género, y por la fortaleza de todas y por la presteza con que acuden a los llamamientos y mandamientos de Dios. Porque cada género de cosas, ordenado por sus subjetos y especies, es como un escuadrón de soldados concertado por sus hileras. Y como el escuadrón, a un tocar de trompeta y a una seña que el capitán hace, acomete o se retira, o se extiende o se aprieta o se tuerce por diferentes maneras, ansí a las escuadras de las cosas criadas, con un silbo las mueve Dios por do quiere.

Por manera que en decir escuadrones, significa que es Capitán Dios y Gobernador; y en decir que no tienen cuento, demuestra que se gobiernan todas con Él, como lo declara diciendo: ¿y sobre quién no se levanta su luz? Porque el gobierno es guía, y la guía luz, y ansí queda averiguado, siendo Luz de todo, ser el gobierno general de las cosas. Síguese:

4. ¿Y en qué manera se justificará varón con Dios? ¿Y cómo se limpiará nacido de mujer? Aplica lo dicho a lo que pretende, y concluye diciendo: Pues si a Dios le es natural el ser señor y el ser justo, y es, por mejor decir, el señorío y la justicia misma, ¿cómo se justificará el hombre con Dios? Adonde lo que dice con Dios, vale tanto como comparado con Dios y entendido ansí concluye bien y dice verdad, porque no hay comparación con el que es de suyo justo, y el que participa y mendiga de otro su bondad y justicia; pero no habla a propósito, porque ni se duda de ello ni se concluye el intento de que Job es malo por ser Dios más justo que él y más bueno.

O vale con Dios tanto como en los ojos y en el juicio de Dios, y esto hacía más al propósito, porque era decir que Dios juzgaba a Job por malo. Mas no se colige bien de lo dicho; que no se sigue que Dios, por ser Él infinitamente justo, juzga por malo a todo lo que no es Él; porque en este juicio no pide a las criaturas que tengan con Él otra tanta justicia, sino aquella sola que a cada una es debida según su razón, ni las mide por lo que es Él en sí, sino por lo que deben ser ellas. Y como en lo natural, en que son infinitamente menos perfectas que Dios, si tienen lo que a su medida conviene, Dios las tiene por buenas y las llama ansí, como se escribe en el Génesis, ansí en lo mortal, dado que no igualan con infinitos quilates a Dios, si tienen lo que suelen y les demanda, son tenidas de Dios por justas.

Ansí que Bildad, de haber asentado que Dios es la justicia, no concluye bien que en su juicio todos los hombres son malos. Bien es verdad que tendrían trabajo todos, sí por todo rigor lo llevasen; no porque Él es justo de suyo, ni porque nos pide que seamos tan justos, sino porque en eso mismo que nos pide y debemos ser hacemos mil faltas y pasamos nuestra ley y faltamos de nuestra medida, en cuanto en esta vida vivimos. Que, aunque el justo puede hacer y hace algunas obras perfectas, otras también hace que no son ni perfectas ni buenas; porque ninguno se apura tanto aquí que no tenga alguna imperfección o pecado ligero. Mas esto no lo niega Job, ni contradice a lo que afirma y pregona de sí, que es no haber pecado de manera que mereciese tan grave y riguroso castigo.

¿Y en qué manera se justificará varón con Dios? ¿Y cómo se limpiará nacido de mujer? Lo que decimos varón, en el original es una palabra que significa el olvido; y lo que decimos nacido de mujer, según la propiedad de su origen, quiere decir muy nacido de mujer. Y contrapone bien estas dos cosas en el hombre, con las dos que dio a Dios con quien le compara. En Dios puso poderío y luz de justicia; pone en el hombre error de ceguedad, y flaqueza: ceguedad, en darle nombre de olvido y desacuerdo, que es un género de no saber; flaqueza, en nombrarle hijo de una cosa tan flaca, que los hijos a los padres salen, y lo vil no puede engendrar fortaleza. Y como en Dios puso el poderío y la justicia en lo sumo, ansí al hombre da extremo de ceguedad y flaqueza. Que olvido y desacuerdo no es ignorar como quiera, sino es un no saber en que no queda rastro de ciencia; y nacer muy hijo de mujer, no es el mal ordinario, sino mal en hábito y mal lanzado en los huesos. Y si la mujer en las Letras Sagradas es flaqueza y liviandad y melindre, el hijo de ésta ha de ser lo puro de ello y la flor. Y si son en ellas mismas llamados hijos de una cosa, los que tienen mucho de ella y los que la poseen con gran excelencia, como hijo de guerra al belicoso y de paz los que son muy pacíficos, cierto será que llamar al hombre de mujer hijo, es llamarle extremado en todo lo que dice mujer, en miseria, en vileza, en poco ser y sostancia. Y si hijo es esto, muy hijo, y por hábito hijo, y en los tuétanos hijo, como el original de este verso denota, ¿qué no será?

Mas prosigue:

5. He; hasta la luna no esclarece, y estrellas no son limpias en sus ojos.

6. ¿Cuánto más varón gusano, y hijo de hombre gusano? Es argumento que llaman de lo más a lo menos, por manera de negación, y es buen argumento; porque lo que falta a quien más le conviene, no se hallará en quien menos le compete. La luna y las estrellas, que son moradas de luz, ante Dios son escuras; luego más lo será el hombre mortal y el hijo de padre mortal.

Pues dice: Veis, hasta la luna, que es decir, veis hasta la luna misma, que tan pura y blanca se nos muestra, no esclarece, conviene a saber, en sus ojos (que se traspasa del fin del verso esta palabra al principio), y no es clara en sus ojos si, como dijimos, la compara consigo; que si la mide por lo que a ella conviene, tiénela por buena y por clara.

Y las estrellas, que son también cuerpos de luz, no son limpias en sus ojos; esto es, en su comparación no se tienen por luces. ¿Cuánto más varón gusano?, esto es, corruptible, que significa por el efecto la causa, porque de la corrupción nace el gusano. Y hijo de hombre gusano, esto es, corruptible también, de manera que por sí y de su linaje es miseria.

Pero de ser corruptible, ¿cómo se arguye que es pecador el hombre? Argúyese, lo uno, porque lo corruptible es mudable, y lo mudable flaco, y lo flaco es ocasionado a faltar; lo otro, porque la corrupción del hombre nació del pecado, como San Pablo dice: Por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte. Y ansí acordarle al hombre que se convierta en gusanos y que nació de padres gusanos, es decir que de nacimiento es pecador el hombre.