Exposición del Libro de Job/Capítulo 36 exposición
1. Y añadió Eliú, y dijo: Como dicho habemos, Eliú estaba persuadido que Job, si bien en lo pasado de la vida había sido inocente, en lo presente era gran pecador, pues juzgaba y decía que era injusto Dios, o que no atendía al bien o al mal obrar de los hombres para repartir en ellos el castigo o el premio. Lo cual, si Job no lo decía ansí, a Eliú le parecía decillo, coligiéndolo falsamente de algunas palabras suyas, y que Job dijera con mucho verdad y muy diferente propósito, como vimos arriba.
Y ansí Eliú, cuanto dice no es propriamente contra lo que Job siente o afirma, sino contra lo que él se imagina que dice. Y en efecto, prueba en el pasado y en este capítulo aquello de que Job no tiene duda ninguna, que Dios es justo, y que tiene providencia y que reparte el castigo y la pena.
Y a lo que acerca de esto ha dicho, añade agora lo que sigue:
2. Espérame un poco, y demostrarte he que todavía por Dios razones. Pídele de nuevo atención porque son nuevas razones las que quiere decirle, y dícele que le espere, esto es, que le atienda que quiere demostrarle más su propósito, porque se le ofrecen otras diferentes razones en defensa de la justicia y providencia divina.
Y ansí dice:
3. Levantaré mi saber de lueñe, y a mi Facedor daré justicia. De lueñe, dice, por decir que quiere tratar este negocio muy de su raíz y principio, y mostrar la justicia de su Hacedor desde sus causas primeras.
Y da autoridad a sus dichos afirmando estar llenos de verdad y de peso, y ansí añade:
4. Que verdaderamente no mentirán palabras mías; perfecta sciencia se te probará a ti. Perfecto, dice, y verdadero será cuanto agora dijere. Mas lo que pusimos perfecta sciencia se te probará a ti, en la primera letra dice de esta manera, perfecciones de sciencia contigo; que o lo refiere a Job o a sí mismo. Si a Job, es ironía y mofa disimulada, como si más claro dijera: aunque vos sois gran sabio y perfecto en toda sciencia a lo que a vos os parece, lo que agora os diré contra vuestra sentencia, no lo alcanzaréis vos y será verdadero y muy cierto. Mas si habla de sí mismo Eliú, loa su saber y quiere decille que es verdad lo que le dice; porque quien habla con Job, que es el mismo Eliú, es la perfección de la sciencia; que son palabras bien conformes a la arrogancia con que dio principio a esta su habla, como arriba dijimos. O no habla de su saber de los dos, sino pone lo que confiesa Job y aquello en que conviene con él, y en ello, como en fundamento, edifica sus argumentos. Porque dice perfecciones de sciencia contigo, o como pone Sant Hierónimo, perfecta sciencia se aprueba a ti, que es decir, tú convienes conmigo en que Dios tiene perfecta sciencia y noticia de todo, yo contigo concuerdo en dar a Dios la perfección del saber. Pues, esto presupuesto, entra en la razón que pretende y pone otra proposición también cierta, para de ella y de la pasada concluir su argumento.
Y dice:
5. Dios no desecha poderosos, como sea Él poderoso. O como está en el hebreo: Ves; Dios grande no despreciará a grande, fuerte de corazón; que es decir que ama a su semejante por la regla universal y necesaria que todas las cosas se inclinan a las que convienen con ellas. Por manera que pone por fundamento dos cosas: una, que Dios tiene perfecta noticia de lo que pasó acá bajo; otra, que ama lo que le es semejante. La primera pone como concedida por Job; la segunda como clara y manifiesta de suyo, y dellas después saca su intento a luz por consecuencia necesaria.
Dios, dice, no desprecia poderosos, como sea Él poderoso. En todo es poderoso Dios y aventajado sobre todas las cosas; mas el poder de que aquí propriamente se habla, no es en fuerzas de cuerpo, sino en capacidad de ingenio y en valor de virtud; y eso declaró el original en lo postrero que dice, fuerte de corazón; como diciendo, cuando digo que Dios grande no desprecia los grandes, hablo de las fuerzas del corazón, hablo del entendimiento y del ánimo. Porque, a la verdad, a esto sólo da nombre de grandeza y de sabiduría la Sagrada Escritura, porque el que sirve a sus vicios, por grande que sea en lo demás, vil es y muy bajo; y ansimismo ignorante y ciego quien no sabe ser hombre, aunque en lo demás tenga sciencia.
Y dice: Ves; Dios grande no desprecia a grande, como diciendo: Ves, esto es, manifiesta cosa es y que se ve con los ojos que, si Dios tiene valor de ánimo, no puede aborrecer a los que le parecen en ello; y si sabe y entiende, no le desplacen los que tienen entendimiento y saber, y que, en una palabra, ama todo aquello que le imita y que se le asemeja.
De que colige lo que luego dice, y añade:
6. No vivificará a impío, y juicio a humillados dará. Porque si Dios conoce lo que hacen los hombres y ama y se inclina a los que le son semejantes, necesariamente se sigue que tiene providencia de ellos y que favorece a los buenos que se le parecen, y aborrece porque no se le parecen los malos; que es lo contrario de lo que sentía Job, a lo que Eliú falsamente entendía.
Y éste es el argumento nuevo y la sabiduría sacada de lueñe y la razón traída de su raíz y principio, que Eliú prometía. Tú afirmabas, dice, que al bueno el serlo no le sirve, ni al malo le daña el ser malo, que es negar cuidado en Dios, y premio y castigo. Pues mira y confiesa tu engaño; ¿por ventura Dios no lo conoce todo, como tú me concedes? ¿No es evidente que todo lo semejante se ama? Pues si Dios conoce y ve y da vida y ama y favorece por la regla natural y común a lo que se le parece, convencido quedas de que Dios, sabio y bueno, ama y favorece a los sabios y buenos, y por la misma razón desama y desecha a los malos injustos.
No vivificará a impío; esto es, no consentirá que levante cabeza, no le salvará del trabajo, no le dará salud ni vida que dure, al fin ha de caer en muerte perpetua. Pero dará juicio a humillados. Humillados llama la Escritura los justos y buenos, porque la virtud los trae humildes con el proprio conocimiento, y porque son tenidos en poco y de ordinario maltratados, y no se oponen a quien los maltrata, antes, recogidos en sí, callan y sufren y esperan. A éstos, dice Eliú, que dará juicio Dios, porque los salvará y hará justicia. Que esta palabra de juzgar y de hacer juicio en la Escritura, hace muchas veces significación de favor y salud.
Y ansí lo declara añadiendo:
7. No aparta sus ojos del justo, y reyes en trono asienta perpetuamente, y serán ensalzados; esto es, porque siempre favorece a los justos hasta colocarlos para siempre como a reyes en trono, donde serán ensalzados. No aparta sus ojos del justo, quiere decir, tiene siempre con él cuenta, y como acá decimos mira siempre por él; que quien estima una cosa, no aparta los ojos de ella, y el que guarda a uno, mírale.
Y ansí por el semblante del que guarda, significa aquí Eliú el cuidado que Dios tiene.
No aparta sus ojos del justo. Gran clemencia de Dios atender tanto a una cosa tan baja, y gran buena suerte del bueno ser continamente de Dios mirado. Lo mismo dice David: Los ojos del Señor sobre los justos, y sus oídos a sus ruegos. Que si el mirar el sol una sierra la fertiliza, y si la virtud de sus rayos cría oro y plata en el centro, los ojos de Dios mirando siempre, ¿qué fructos o qué riquezas no engendrarán en el alma a quien miran?
Por lo que se sigue se entiende, y reyes en trono asienta perpetuamente, y serán ensalzados, porque de grado en grado la sube a reino perpetuo. Ennoblécela primero en sí con dones, semblantes y condiciones de reina; digo, con virtudes y merecimientos que cría en ella generosos y heroicos; pónela sobre su cuerpo y hace que huelle lo que precia la carne; dala el cetro de las pasiones, ensálzala encima de toda adversidad y trabajos; aspira al cielo solo y sus bienes; todo la es vil sino Dios, y, finalmente, hecha reina en la condición y en el hábito, pásala al lugar do es reina, y con los que viven allí, que son todos reyes, asiéntala en su trono, clara, resplandeciente, hermosa.
Dice más:
8. Y si aprisionados en cepos o en cadenas, enredados sean con sogas de miseria, que se ha de leer ansí enteramente. Y si fueren aprisionados en cadenas, y si fueren enredados con sogas de miseria, conviene a saber, estos humillados y estos justos que dice; si esto aconteciere, sucederá lo que dice luego después, porque se ha de entender que responde Eliú aquí a lo que vio se le podía oponer. Decía que Dios mira, favorece, ensalza en real trono a los justos: dijera alguno; al contrario, cada día vemos a muchos buenos caídos y miserables y opresos. Respóndele ansí; si eso aconteciere a los justos, si el cepo les prendiere los pies y si los cordeles de la miseria, que ansí llama a la calamidad y fortuna adversa, los apretaren, que es verdad que acontece, ¿qué?
Dice:
9. Y notificará a ellos sus obras, y delictos de ellos de violencia. Hácelo, dice, con particular amor y advertencia, para que conozcan algunas faltas que tienen y para purgarlos de los que pecaron, pues ninguno, por justo que sea, pasa sin faltas y sin pecados la vida.
Y notificará a ellos sus obras, esto es, verdad es que les envía desastres, mas es para notificarles sus obras, esto es, las obras imperfectas y faltosas que hacen ellos. Que sin duda es uno de los fines para que Dios ordena trabajos al justo, para que abra los ojos en cosas en que los traía cerrados; que ansí como el regalo y el descanso hacen seguridad en el ánimo, ansí la adversidad y desastre engendran recato en él, haciéndole que mire por sí y se examine y que entre en cuenta consigo, en que toca lo que se le ascondía antes y reconoce sus faltas.
Y delictos de ellos de violencia; esto es, y notifícales por medio del trabajo en que los pone, sus delictos de violencia, quiere decir, adonde pasaron la igualdad, y usaron de violencia y de fuerza. O como otra letra dice, y delictos de ellos porque prevalecieron, esto es, cuando sus delictos de los justos prevalecen y crecen. Porque les acontece a los que Dios por suyos tiene, que se descuidan y sueltan a los sentidos la rienda y se dejan correr al mal, como si no los criara Dios para el cielo; y usan de fuerza y quebrantan la justicia y se desordenan en la templanza y modestia. Pues entonces azótalos Dios, dice Eliú, no para deshacerlos, porque son de metal escogido, sino para abrirles los ojos, haciéndoles que reconozcan su camino perdido.
Como lo declara diciendo:
10. Y torceráles oreja para castiguerío; y dirá que se tornen de maldad. Torcer oreja, en la Escritura, es dar aviso y señaladamente haciendo algún sentimiento y dolor; que es manera de hablar de que usan también los latinos, sacada del uso con que solemos advertir a los niños con un repelón, o con tirarles ligeramente la oreja. Y son sin duda como repelones que da Dios a los suyos los trabajos a que en la brevedad de esta vida los sujeta, para despertar su niñez, o por mejor decir, para, despojándolos de ella, dalles juicio entero y perfecto de hombres. Porque no se puede dudar sino que cuan lejos uno está del grado de virtud que es perfecto, tantos son los quilates que tiene menos de hombre; y ansí Dios, que no descansa con los suyos hasta llegarlos al estado de perfecto varón, mientras que ve en ellos resabios de niños, siempre les tuerce la oreja, y agora con unos y agora con otros dolores, los apura de sus miserias y los allega a Sí mismo, Bien sumo y dignísimo de ser buscado de todos.
De donde sucederá lo que luego se sigue, que:
11. Si oyeren, y cumplieren, acabarán sus días en bien, y sus años en gloria, o en deleites, como dice otra letra. Si oyeren, dice, y cumplieren, esto es, si obedecieren a la voz que les llama. Y si la oyeren primero, porque en esta manera de llamamientos en ambas a dos cosas podemos poner estorbo nosotros, en oír y habiendo oído, en seguir y obedecer al que llama. Que de los malos dice David que no quisieron entender por no hacer bien. Y en otra parte, que tupieron sus oídos como áspide por no dar entrada a la voz del encanto. Y oído habían, a los que dice otro Psalmo: Hoy, si habéis oído su voz, no queráis endurecer vuestro corazón.
Y ansí acontece que algunos, aunque Dios les envíe trabajos, no advierten que Dios los envía ni a qué fin los envía, y aquestos tales no oyen. Otros hay que lo advierten, mas aunque lo entienden, no se mueven a ir do los llaman, y éstos desobedecen al llamamiento de Dios. Y por contraria manera, los que abren los oídos a Dios para oírle y tienen el corazón blando y dispuesto para ir tras su voz, los que en los azotes oyen el lenguaje divino, y los que sirven a lo que oyen y voluntariamente lo siguen, éstos, como Eliú aquí dice, fenecen sus vidas en bien; porque las remata el descanso y mueren para vivir, y viven, aun antes que mueran, dichosos, y su fin es comienzo de sus bienaventurados y gloriosos deleites.
Mas, al contrario, dice:
12. Si no oyeren, pasarán por espada, y serán consumidos en necedad, esto es, sucederles ha todo al revés; que no fenecerán en bien, sino en desventura; no prolongarán sus días, sino su remate será la brevedad de esta vida; no morirán para vivir, sino para morir más de veras; no pasarán a la gloria y a los deleites, sino a la ignominia y tormentos. Si no oyeren, pasarán por espada. Si no me oyéredes y a ira me moviéredes, el cuchillo tragará vuestras carnes, dice el profeta Esaías. Porque con nombre de cuchillo y de espada significa la Sagrada Escritura la postrera calamidad y miseria.
Si no oyeren, pasarán por espada, y con justa razón, porque no oír a Dios es gran culpa; lo uno, cuando es Él el que habla, a cuya voz habíamos de tener abierta la puerta siempre (que ¿quién no oye a quien ama?; ¿y quién es más digno de ser amado o que amar ansí nos importa?); lo otro, por la misma cualidad de la voz, que es bañada en amor toda. Ábreme, dice, esposa mía, hermana mía, paloma mía, que traigo llovida mi cabeza, y las guedejas de ella con las gotas de la noche.
Y no sólo blanda, sino ansí clara y sonorosa que, si no es de industria, no se puede pasar; porque si lo consideramos como debemos, nos llama a Sí con cuanto en nosotros hace, y por defuera nos representa. Por la orden que en las criaturas puso nos llama; por la hermosura dellas, y por sus virtudes hechas para nuestro provecho; por el sucederse las noches y días; por las tinieblas y por la luz; por los buenos y malos tiempos; por la salud, por la enfermedad, por las menguas o por los dotes del cuerpo; por el alegría interior, por la abundancia del regalo, por las sequedades y males; por todo nos dice que miremos a Él, que conozcamos su poderosa mano, que sigamos sus leyes y nos dejemos llevar de su gobierno sabio y santísimo.
Pero vamos mas adelante:
13. Y hipócritas provocan a ira, no vocearán cuando los aprisionare. Da razón de lo que agora decía, que, si no oyeren, pasarán por espada. Porque dice ser de hipócritas (y por hipócritas entiende fingidos de corazón, como dice el original a la letra, hombres que en la prosperidad se mostraban buenos con apariencias fingidas, y tenían en el corazón solamente a sí mismos); pues de estos tales, dice, cuando los aprisiona Dios y, con la adversidad los azota, no vocear, esto es, no volver su voz a Él y sus ruegos, ni darse por entendidos que es de Dios el castigo, y que de Él ha de venir el remedio; que es, o no conocer su lenguaje, o endurecerse para nunca seguirle. Pues porque estos sordos y duros son fingidos hipócritas, y aunque confiesan a Dios con la boca, en lo secreto del corazón le aborrecen, por eso provocan la ira de Dios y han de pasar por espada, como arriba decía.
Porque grande ofensa es, un hombre, ni azotado, querer confesarse de culpa, y derrocado, tener ánimos altos, y hollado de Dios, traer bandos con Él, y sujeto, no querer sujetársele, y cuanto es de su parte, el medio de la tribulación, que se escogió para enviarle conocimiento y salud, y volverle en daño suyo y obligar por él a Dios que les destruya y deshaga. Que como en la lucha, cuando el que cae debajo se rinde y pide al vencedor que perdone, la clemencia le da la mano luego y le pone en sus pies; mas si forcejea por mejorarse y, vencido, no quiere conocer que lo es, con eso mismo enciende al contrario en ira, que de nuevo le hiere y maltrata; ansí el furor de Dios se enciende contra los que derrueca para sanarlos, y derrocados forcejean para nunca ser sanos.
Y ansí les sucede lo que luego dice, que:
14. Morirá en tempestad su ánimo dellos, y su vida entre los afeminados. Morir en tempestad es morir antes de tiempo, súbito y de improviso, y antes que la edad se madure; y como las tempestades vienen como sin pensar, en verano, porque el verano es tiempo alegre y sereno, y destruyen antes que se sazonen los frutos, y es mal que viene de golpe y de presto.
Y vese esto ser ansí, por la primera letra que dice: Morirá en su mocedad, y entre los afeminados, adonde se dice por rodeo lo mismo. Porque morir entre afeminados es morir al tiempo que la edad sirve a los deleites torpes, que son los años del hombre, verdes y mozos; y es justa pena de su maleficio que mueran antes de tiempo los que, siendo azotados, no conocen el tiempo de su remedio. Que como el que pone fuerza por ablandar o por enderezar una cosa, si no la endereza, la quiebra, ansí Dios no aguarda más cuando ve que es trabajar sin provecho.
Y, a la verdad, los malos siempre mueren mozos, porque nunca llegan a tener seso de ancianos y, canos son niños; y siempre mueren temprano, porque es breve esta vida, por larga que sea, y no les queda otra después; y siempre acaban sin razón, porque nunca maduran; y siempre su muerte es tempestad y torbellino espantoso, que lo asuela todo de golpe. Estos son los que no dan oídos a Dios.
Mas de los que le oyen, dice:
15. Librará de angustia al pobre y en la tribulación descubrirá la oreja de ellos. Descubrirá la oreja, porque las hará oír y entender, y esto en la tribulación, que como dijimos es excelente maestra.
Dice:
16. También te salvará de boca de angustia; anchura no cimiento so ella, y descanso de tu mesa lleno de grosura. Algunos dicen que muda la persona y que, como quien habla con sólo Job, no habla propiamente con él, sino generalmente con todos, prosiguiendo los bienes que hace Dios a los buenos, afligidos, que se le rinden. Pero los que dicen esto no tienen razón; porque en el verso de arriba, que habla con todos, se dice la misma sentencia, y ansí conviene que en este presente no se repita de balde, sino que se aplique a lo particular. Y además de esto aquella palabra también lo convence, porque tiene gran fuerza y es como si más claro dijese: Y lo que hace Dios con sus pobres, contigo, con cuan desesperado y aborrecible te muestras, también lo hará, si te sujetas a Él.
Y se ve lo mismo en lo que después de esto se sigue, que casi todo se gasta en hablar con sólo Job, y en persuadirle que sufra y se sujete a paciencia. Pues dícele que él también será librado si oyere a Dios en este su azote y le obedeciere y siguiere. Y para persuadírselo más, no dice que será librado ansí, simplemente, sino con palabras que cada una encarece. Dice: También te salvará de boca de angustia. Dice de boca para señalar que estaba lanzado en ella y que la tenía presente. Como diciendo: y ansí no de cualquiera miseria, sino de esa que agora padeces, que te tiene en la boca, que te aprieta y te despedaza.
Y librándote della, ¿qué? Te pasará, dice, a anchura no cimiento so ella, esto es, a un abismo de anchura, como si dijésemos a anchura sin suelo ni término. Porque la anchura que hace Dios cuando le place, en el alma, es un espacio infinito y una plenitud que no se compara. Y el descanso, dice, de tu mesa lleno de grosura. Mesa en estas letras es alegría, es socorro y defensa. Pusiste, dice David, mesa delante de mí contra todos los que me persiguen; o es lugar de acuerdo y consejo. Dice Isaías [Ordena la mesa; atalaya el atalayador, come y bebe; levantad vos los señores; ungid escudo.]
Y conforme a esto dice que estará llena de grosura su mesa porque no habrá falta ni cosa flaca en todo lo que fuere su alegría, su amparo, su descanso y consejo: todo abundante, todo lleno, todo cabal y perfecto; que es una bienandanza cifrada, la cual define: Bien perfeccionado con un amontonamiento de bienes.
Prosigue:
17. Tu causa juzgada como de malo; causa y juicio recobrarás. Y dice tú, que agora eres tratado y condenado como gran malhechor, si mi consejo sigues, si reconoces a Dios y te humillas a Él, saldrás por bueno y por justo, y ganarás este tu pleito perdido, y absolverte ha quien te condena agora; porque la humilde conversión a Dios y el amor para con Él encendido, todo lo repara y recobra.
O si no es esto, dice aquí Eliú una cosa bien diferente, a que ayuda mucho el original, que ansí dice: Juicio de impío cumpliste; causa y juicio se sustentan, o están en pie. Que es acusarle que, si no se rinde a Dios con paciencia en esta calamidad que padece, y si cumple juicio de impío, esto es, si prosigue en lo que ha comenzado y se ha con Dios como los malos hacen, cuando son castigados (que como tiene dicho, ni reconocen su culpa, ni alzan su ánimo a Dios, ni le llaman, ni le suplican, antes se quejan de Él y le acusan, y convierten la medicina que les ordenaba Dios en ponzoña), que si esto hace, o por mejor decir, si en ello persevera e hinche del todo la medida del malo, siguiendo su condición en los trabajos y su estilo y ingenio, que pondrá en pie la causa y juicio, esto es, que justificará más lo que Dios hace con él y apoyará y abonará más su justicia, para que el mundo claramente conozca cuán justamente le destruye Dios, para sacar a luz tanta maldad encubierta.
Pues dice, y prosigue:
18. No te venza ira a ser opresor, ni te incline muchedumbre de dones. Algunos quieren decir que en este verso y el siguiente, que es: Depón tu grandeza sin tribulación, y a todos robustos en fortaleza, no avisa Eliú a Job de lo que hacer debe en su trabajo presente, sino antes le reprende de los desafueros suyos de la vida pasada con que le da agora en rostro; y que no te venza vale tanto como si no te venciera, y ansí lo van repitiendo en esta forma: Si no te venciera, si no te inclinara, si depusieras tu grandeza y si resistieras con fortaleza a los malos (que llaman robustos) como diciendo que padece por esto.
Mas este sentido es ajeno de lo que trata Eliú, el cual, como al principio se demostró, nunca fue de parecer que Job pecara en lo pasado, sino que en lo presente pecaba, no sujetando su juicio al de Dios y pidiéndole cuenta, que, a lo que Eliú colegía, era negar su providencia y justicia. Que es insistir en el consejo mismo de arriba, que sufra su azote con reconocimiento humilde y no se deje vencer de la ira, o con que Dios le castiga, o que se enciende en él por ser castigado, ni le lleve este enojo a ser opresor, esto es, a ser del todo malo, negando la justicia y providencia divina. Ni te incline, dice, muchedumbre de dones; esto es, ni el dolor de los dones y bienes muchos que poseías, de que agora Dios te despoja, te incline a sentir mal de él, como sientes.
O sin duda hay aquí una comparación encubierta, como diciendo: Ansí como el regalo y las mercedes y perdones de Dios nunca han de inclinar a descuido, ansí el castigo y ira suya nunca debe engendrar impaciencia. A que ayudan mucho estas mismas palabras en la manera que el original las escribe que dice ansí: Que ira no te mate en abundancia, y muchedumbre de perdones no te haga declinar.
Antes, dice:
19. Depón tu grandeza sin tribulación, y a todos robustos en fortaleza; esto es, antes esta humilde sujeción y reconocimiento que digo, no sólo cuando estás en miseria, mas en todo tiempo y en toda fortuna lo debes, sin tribulación, y en medio de tu mayor fortaleza. En la prosperidad es justo depongamos nuestra grandeza delante de Él, y en lo más fuerte y más próspero de nuestra vida derroquemos a sus pies todo lo robusto de nuestros pensamientos y bríos.
Bien es verdad que hay otra letra muy diferente, que dice: ¿Por ventura preciará tu clamor, no oro, ni todas las fortalezas poderosas? En que habiendo en lo pasado Eliú avisado a Job, que se humille, le amenaza agora, si no lo hace y si persevera en ser contumaz, que no habrá poder ni intención, ni precio o redención que le salve. Si llevas, dice, tu soberbia impaciencia adelante, cierto puedes estar que Dios no preciará tu clamor, esto es, no preciará el ruego y las voces de ninguno que intercediere y clamare por ti; no estimará oro ni dones, no serán parte con él fortalezas poderosas, esto es, fuerzas ningunas, por grandes y poderosas que sean.
Y con esto conforma bien lo que luego le dice:
20. No alargues la noche, porque no subirán por ellos los pueblos. Porque quiere decirle que no duerma seguro, y como decimos, a sueño suelto, confiando que bastará la comunidad de su pueblo a librarle, aunque se levante y se conjure toda para su defensa.
Y ansí cierra esta su amonestación con aquello en que se suma diciendo:
21. Guarda; no mires a maldad, que comenzaste a seguirla por la afición; esto es, guárdate, no prosigas el mal comenzado y de que tomaste ocasión en la calamidad que padeces, y hiciste tóxico de lo que ordenaba Dios para tu bien y provecho. Y la maldad comenzada era no humillarse a Dios, querer entrar a juicio con Él y penetrar sus consejos y argüirle, a lo que Eliú entendía, de injusto, cosas muy ajenas de la naturaleza de Dios. Y ansí le torna a convidar a que mire quién Dios es, y enséñaselo como con el dedo, diciendo:
22. Ves: Dios alto en fortaleza suya; ¿quién como Él legislador?, o enseñador, como dice otra letra. En que afirma de Dios dos cosas que son claras, y de ellas arguye la tercera por encubierta manera. Afirma que es alto y fuerte de suyo; arguye que es sumo Maestro de saber y de ley; porque ser alto significa ser sabio, que la alteza del lugar es señal de conocimiento en la Sancta Escritura. ¿Quién, dice David, como el Señor nuestro, que mora lo alto y mira a lo bajo en la tierra?
Ansí que ser alto es ser sabio, y ser fuerte es ser poderoso y ser bueno, porque la bondad prevalece. Pues lo que es sabio y fuerte y bueno no puede ser tirano ni injusto, y cuanto uno tiene de lo primero, tan lejos está de esto segundo. Por donde se sigue ser sapientísimo maestro Dios, y legislador justo y rectísimo, pues es alto sobre todo y poderoso más que todas las cosas. Y de estos mismos principios nace que ni podemos ni debemos escudriñar sus juicios.
Y ansí, dice:
23. ¿Quién podrá escudriñar caminos de Él, y quién le dirá: Obraste maldad? Que cierta está la dificultad de alcanzarle siendo tan alto, y la imposibilidad de hallar desigualdad en Él, siendo justo legislador y maestro.
Dice más:
24. Miémbrate que no sabes obra suya, de quien cantaron varones. Que es razón con que le persuade lo que agora ha dicho, esto es, que no presuma de escudriñar los secretos de Dios, ni le pida cuenta y razón de sus hechos; pues no sabe ni conoce estas obras suyas visibles, tratadas, contadas y cantadas por todos; que es argumento fuerte, traído de lo que es más fácil de hacer y no se hace, a lo que es dificultoso y muy arduo.
Miémbrate, dice, esto es, trae a la memoria y advierte que no conoces, ni preguntado sabrías dar razón de esta su obra, que los hombres vemos y traemos en la lengua y la boca, obra que es pública y notoria y que a ninguno se asconde.
Como afirma y añade:
25. Todos los hombres lo vieron, cada uno mira de lejos; porque todos la ven, los de lejos y cerca, porque es esto natural y visible. Mas, aunque la ven y conocen todos, pero todos la miran de lejos, porque ninguno de ellos la penetra y entiende. Y si en esto que conocemos, ninguno entiende los intentos de Dios ni el artificio con que los compuso ni las causas de ser y de no ser que les pidió, ¿qué locura es querer alcanzar sus secretos?
Y ansí, dice:
26. Ves; Dios grande sobre sciencia nuestra, número de sus años innumerable. Como diciendo, de do podrás colegir que Dios vence nuestro saber, y que sería, no grande como es, sino limitado y pequeño, si pudiese de nuestro angosto ingenio ser entendido, y que sería poco su saber, si en lo que hace alcanzásemos siempre los fines que tiene.
Y número, dice, de sus años innumerables. Como vive más que nosotros, sabe más que nosotros; y como su vida ni tuvo principio ni tendrá nunca fin, ve, y alcanza todo lo venidero y pasado, y atiende a todo juntamente y concierta lo que hace con todo; y ansí no pueden ser entendidos sus fines de nosotros, que juzgamos por sólo lo que tenemos presente.
Por manera que de la eternidad de la vida de Dios saca Eliú el conocimiento claro que tiene de todas las diferencias de tiempos y cosas, y de esto infiere que las templa a todas entre sí y las concierta unas con otras y hace de todas ellas una dulce armonía. A lo cual se sigue que nuestra vista corta, y que se extiende apenas a lo descubierto y presente, no puede alcanzarle, y que ansí es gran presunción juzgarle ni querer entrar en cuenta con Él. Y porque hizo memoria de la grandeza y poder que Dios tiene, como por ocasión, diviértese a decir algo de las obras naturales que ha hecho, que demuestran lo mucho que sabe y puede; y dice señaladamente de la lluvia, de las nubes, del relámpago y trueno; y dícelo de manera que son también ejemplos claros y argumentos de su propósito. Porque como Dios suspende unas veces la lluvia, y otras en gran copia la envía, y no sabemos la razón que le mueve ni a lo uno ni a lo otro; y como cubre a tiempos con nubes el cielo, y a tiempos le descubre puro y sereno, y no sabemos la causa, ni de la serenidad ni nublado; y como truena unas veses y lanza rayos, y no sabemos por qué; ansí los días y vida del hombre los gobierna Dios con diferentes sucesos, unos prósperos, otros adversos, unos claros, otros turbios y tristes, y algunos mortales y de postrera calamidad, y no hay que pedirle cuenta ni alcanzar lo que hace, como en lo demás no se alcanza.
Pues dice:
27. Que quitará gotas de lluvia, y derrama lluvia a manera de ríos; esto es, quita el agua cuando quiere, y envíala con abundancia cuando es servido y le place.
La cual lluvia, dice:
28. Manará de nubes, que lo cubren todo por cima, como cuando el agua es general acontece; al revés de cuando es a manchas, que no se extienden ni lo cubren todo las nubes.
Y el extenderlas le es fácil, y por eso dice:
29. Si quisiere extender nubes como pabellón suyo, como si más claro dijese: Extiéndelas cuando quiere, porque las extiende con la facilidad que un pabellón se desplega. O dice esto de pabellón para significar los nublados muy cerrados y negros, cuales suelen ser en los días de calor y de estío; que uno es el nublado de invierno, sosegado y igual, y otro el del estío, súbito y tempestuoso y escuro.
Y ansí dice Eliú que también, si quiere, extiende las nubes como pabellón cerrado y escuro; esto es, que no sólo envía nubes de invierno, sosegadas, sino también, si quiere, turbiones y tempestades de verano.
A lo cual siempre acompaña lo que añade luego:
30. Y relampaguear con lumbre suya de arriba; también cubijará extremos, o raíces de mares. Éstos son los relámpagos que con las nubes del estío vienen, y en medio de su escuridad resplandecen, y su resplandor a manera de culebra torciéndose, en un punto cuela de parte a parte cuanto determina la vista.
Y por eso dice que cubijará raíces de mares, porque llega al parecer hasta donde el mundo se acaba. O dice, que cubijará extremos de mares, porque en el agua aparece como en espejo otro nublado, y su escuridad, y sus relámpagos y resplandor, se pinta en ella semejante y por la misma manera.
Y dice:
31. Que por éstas juzga a pueblos y da mantenimiento a muchos mortales.
Juzga a pueblos, esto es, castiga los pecados comunes por medio de las nubes y de las lluvias de que habla, quitándolas y dando con la sequedad malos años. Y da mantenimiento a muchos mortales, al revés, mandando que llueva; y dice, a muchos, por decir a todos, o por significar con cuán poca cosa sabe hacer y hace tan grande abundancia; que, si se considera, es maravilla grandísima con unas gotas de agua, rociada la tierra, sacar a luz tantas diferencias y tan provechosas de cosas.
Y finalmente concluye, y dice:
32. En manos asconde luz y manda que torne a venir.
33. Anunciaré dello a su amigo, que posesión suya, y que a Él se levanta. Que, según la cualidad y muchas significaciones de las palabras originales, se puede decir también en esta manera: En las encombadas asconde la luz, o la lluvia, y manda sobre ella, por el que ocurre y se opone. Anunciará della a su pastor el ganado, nariz en alto levantando. Y cada una de estas letras tiene conveniente sentido; que, como iba diciendo que por medio del agua y de las nubes castiga los pueblos y da de comer a los hombres, declara luego en qué manera usa de ellas en esto.
Y dice que los castiga ascondiendo, esto es, encerrando, para que no descienda en las nubes, el agua o la luz, que levanta los vapores que llueven, deteniéndola y como apretándola con las manos, para que no los levante. Y dice que los sustenta y mantiene, mandando después que desciendan; lo cual manda por el que ocurre y se opone, conviene a saber, rogándole y suplicándole que lo mande y la envíe. Porque como los pecados de los hombres cierran los cielos y esterilizan los años, como Moisés en el Deuteronomio demuestra, ansí los ruegos de los buenos remedian los temporales y traen la lluvia a su tiempo, como Elías lo hizo.
Y dice aquí la letra primera que desta lluvia que viene, da, conviene a saber, Dios, aviso a su amigo, esto es, al que se opuso pidiéndola; o porque es posesión suya el que lo pidió, que es decir, porque es su amigo, y levantó su corazón y sus ruegos a él; o porque le enseña y demuestra que es negocio que está en su mano sola el levantar el agua y el darla, el asconder la luz y el hacer que se demuestre después.
O en otra manera, y conforme a la letra segunda: Anuncia de ella, esto es, da señales de la lluvia que viene, a su pastor el ganado, movido por instinto natural que Dios en él puso, y las señas son nariz en lo alto levantado. Porque cuando la sazón del tiempo va inclinando a ser húmeda y cuando llover quiere y antes que llueva, los bueyes sienten luego la mudanza del aire, y lo dan a entender alzando en alto la nariz, y abriéndola y atrayendo el aliento para sí con más fuerza. De que dice el poeta:
[Porque o la grulla luego, alzando el vuelo,
como el vapor del valle se levanta,
le huye, o la becerra, vuelta al cielo,
atrae el aire a sí...]
Otras declaraciones diferentes se dan en este lugar; pero ésta, a mi juicio, es la más natural y mejor.
Madrid, 27 de octubre de 1590.