Fœderis Arca
Fœderis Arca
Hay un asilo en mi pecho
que las dudas no combaten,
ni los placeres alegran,
ni entristecen los pesares.
Oscuro como una tumba,
invisible, inexpugnable,
ni en él penetran las risas,
ni de él se escapan los ayes.
¡Dios y yo tenemos sólo
de ese sepulcro la llave,
sepulcro que es paraíso
con apariencias de cárcel;
y Dios y yo solamente,
en señalados instantes,
vemos lo que allí se oculta,
ó mejor, lo que allí yace!
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¡Una mujer no besada,
una interrumpida frase,
la memoria de algun sueño,
el suspiro de algun ángel,
hojas de flores marchitas,
ecos de dulces cantares,
brisas, estrellas, aromas,
relámpagos, huracanes,
todo lo que el alma crea
y en el alma se deshace,
tiene allí rumor y vida,
cuerpo, sombra, espacio y aire,
y flota en un oceano
sin escollos ni oleaje,
con la eternidad por puerto,
y la esperanza por nave!
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¡Cuando al peso de la duda
el espíritu se abate;
cuando del dolor la nube
lluvia de lágrimas trae;
cuando el rencor ó la envidia
ó la adulación cobardes,
por amigo me pretenden
ó me señalan por mártir;
cuando el sol de mi ventura
pienso que puede eclipsarse,
del asilo de mi pecho
donde no penetra nadie,
abro la escondida puerta
y en él me refugio amante,
como se refugia un niño
en los brazos de su madre!
Madrid, 1872