Fiesta de Don Juan del Buen Retiro
Yo he visto una memoria que Cosme Loti hizo del teatro y apariencias que ofrece hacer a Su Majestad en la fiesta de la noche de San Juan; y aunque está trazada con mucho ingenio, la traza de ella no es representable, por mirar más a la invención de las tramoyas que al gusto de la representación. Y habiendo yo, señor, de escribir esta comedia, no es posible guardar el orden que en ella se me da; pero haciendo elección de alguna de sus apariencias, las que yo habré menester de aquéllas para lo que tengo pensado, son las siguientes:
El teatro ha de ser en el Estanque. La primera vista el bosque oscuro con todo el adorno que él le pinta de formas humanas, en vez de árboles, con trofeos de armas y caza.
El carro plateado que ha de venir sobre el agua y la senda para que anden junto a él los que le han de venir acompañando con música.
La nave de manera que de él se pueda saltar al tablado.
La nube en que ha de venir Mercurio o un arco del cielo, en que venga como embajador de Júpiter.
El trocarse todo el monte en palacio con jardines y edificio suntuoso, fuentes y corredores.
El confundirse todo esto a su tiempo y quedar todo destruido; correr fuego las fuentes y abrasarse todo, volviendo a servir la nave.
La diversidad de animales vivos o imitados de que se ha de llenar a su ocasión el tablado.
La mesa que se ha de aparecer cubierta de viandas, saliendo muy suntuosa de debajo de la tierra.El juguete del cochino en que se ha de transformar el gracioso y la mona para el otro gracioso. El gigante. Advirtiendo vuesa merced que yo no doy orden para obrar esto, ni la disposición de las luces, ni pinturas de la fábrica, ni perspetivas, porque todo esto queda a su ingenio (de Lotti), que lo sabrá disponer y ejecutar mejor que yo lo sabré decir. Lo que suplico a vuesa merced es que si esto ha de tener efeto se me dé, desde luego, la orden, porque yo me desocupe de otras cosas y acuda a la de más obligación, que es servir a vuesa merced, a quien nuestro Señor guarde como deseo.
Abril, 30 de 1635 años.
Don Pedro Calderón de la Barca.