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Figuras americanas/06

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SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ




Esta notable mujer vió la luz en Méjico en 1614 y murió en la misma ciudad en 1695. Durante su vida tuvo gran notoriedad; el tiempo transcurrido desde su muerte no ha sido bastante para que su justa celebridad se extinga ni se borre, pues se funda en su saber y su talento del que dejó gallardas muestras cultivando la literatura.

Décima musa la llamaban los mejicanos y todos los españoles de su tiempo; mas conocida por la monja de Méjico, figura con este nombre en las crónicas y los anales del siglo XVII. Dos tercios de siglo tuvo excitada la atención de los que en ella admiraron sucesivamente: primero la gentileza y gracia de su juventud, después la inspiración de la verdadera poetisa, por último la discreción, la caridad y las virtudes de una ancianidad respetable y respetada. Su consejo era tenido en mucho, y hasta los virreyes la consultaban en los casos arduos ó dudosos.

Educada por un sacerdote que era tío suyo, aprendió latín, estudió la retórica y la filosofía, cursó la teología y fué muy cursada en las letras humanas y divinas. Santa Teresa de Ávila fué en parte su modelo, sin que esto sea decir que no tuviere originalidad. Al contrario, su personalidad literaria es tan distinta de cualquiera otra, que no se asemeja en la forma ni en el fondo á los mismos modelos que imitaba. Dejó sonetos de bellísima estructura y composiciones poéticas inmejorables en los diversos géneros que cultivó. Su naturalidad inimitable, su facilidad espontánea, su lógica irrebatible, se ve y se admira en sus versos que pueden saborearse hoy con tanto deleite como cuando los produjo. Son de los que no envejecen, pues planteaba y resolvía problemas que no son de un pueblo ni de un siglo, sino de todos los países y de todas las generaciones.

En prueba de ello, vamos á copiar algunas de sus Redondillas contra las injusticias de los hombres al hablar de las mujeres:

Hombres necios que acusáis
A la mujer sin razón,
¿No veis que sois la ocasión
De lo mismo que culpáis?
Si con ansia sin igual
Solicitáis su desdén,
¿Por qué queréis que obren bien
Si las incitáis al mal?
......................................
¿Qué humor puede ser más raro
Que el que, falto de consejo,
Empaña él mismo el espejo
Y siente que no esté claro?
......................................
Opinión ninguna gana
Pues la que más se recata,
Si no os admite es ingrata,
Y si os admite es tirana.
......................................
¿Cuál mayor culpa ha tenido
En una pasión errada?
¿La que cae de rogada
O el que ruega de caído?
¿O cuál es más de culpar,
Aunque cualquiera mal haga,
La que peca por la paga
O el que paga por pecar?
......................................
Dejad de solicitar,
Y después con más razón
Acusaréis la afición
De la que os fuere á rogar.

La joven poetisa tuvo la desgracia de perder su novio, muerto poco antes de la fecha fijada para el casamiento; murieron también sus padres y su tío, y entonces distribuyó su fortuna entre los pobres de Méjico y se hizo monja.

En el convento de San Jerónimo, donde tomó el velo y profesó, fué querida y respetada por sus modestas virtudes y por su gran saber.

La fama de sus méritos y de su sabiduría llegó á ser universal. Desde la pobre india hasta el altivo virrey; desde el arzobispo de la diócesis hasta el personaje más desconocido, se acercaban á ella para consultarla sobre casos graves particulares ó públicos. No obstante su apego al estudio y á la soledad, bajaba muchas veces al locutorio á fin de conferenciar con los que querían hablar con ella.

Dos veces fué nombrada abadesa y ambas veces renunció. Sus compañeras la elegían por unanimidad; con todo, no admitía. Su renuncia no se fundaba en lo espinoso del cargo, pues más lo hubiera sido para cualquiera otra, sino en su modestia y en su sencillez.

Falleció en su convento el día 22 de enero de 1695. Sus obras se publicaron en un tomo, con el título de Poesías de la madre Juana Inés de la Cruz (Madrid, 1670); figuran también en la Biblioteca de autores españoles, editada por Rivadeneira, tomo XLII (Madrid, 1853). Ugalde y Parra, en su Origen del teatro español, cita á sor Juana como autora de comedias.

La cierto es que sobresalió bastante en la poesía lírica, habiendo cultivado todos ó casi todos los géneros. Compuso magníficos sonetos, sextillas primorosas y redondillas tan acabadas como las citadas más arriba; pero pecó de gongorismo (fruta del tiempo) en algunas ocasiones.

Méjico, país tan fecundo en poetas admirables, no ha producido hasta hoy una poetisa tan notable como la célebre monja.