Flor de un día
Apariencia
Yo dí un eterno adiós a los placeres cuando la pena doblegó mi frente, y me soñé, mujer indiferente al estúpido amor de las mujeres. En mi orgullo insensato yo creía que estaba el mundo para mi desierto, y que en lugar de corazón tenía una insensible lápida de muerto. Mas despertaste tú mis ilusiones con embusteras frases de cariño, y dejaron su tumba las pasiones y te entregué mi corazón de niño. No extraño que quisieras provocarme, ni extraño que lograras encenderme; porque fuiste capaz de sospecharme, pero no eres capaz de comprenderme. ¿Me encendiste en amor con tus encantos, porque nací con alma de coplero, y buscaste el incienso de mis cantos?... ¿Me crees, por ventura, pebetero? No esperes ya que tu piedad implore, volviendo con mi amor a importunarte; aunque rendido el corazón te adore el orgullo me ordena abandonarte. Yo seguiré con mi penar impío mientras que gozas envidiable calma; tú me dejas la duda y el vacío, y yo, en cambio, mujer, te dejo el alma. Porque eterno será mi profundo que en ti pienso constante y desgraciado como piensa en la vida el moribundo como piensa en la gloria el condenado.