Gratia Plena
Todo en ella encantaba, todo en ella atraía.
Su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar.
El ingenio de Francia de su boca fluía.
Era llena de gracia como el Ave María,
¡Quién la vió no la pudo ya jamás olvidar!
Ingenua como el agua, diáfana como el día,
rubia y nevada cual margarita sin par,
al influjo de su alma celeste, amanecía.
Era llena de gracia, como el Ave María,
¡Quién la vió no la pudo ya jamás olvidar!
Cierta dulce y amable dignidad la investía
de no se que prestigio lejano y singular.
Más que muchas princesas, princesa parecía
Era llena de gracia como el Ave María,
¡Quién la vió no la pudo ya jamás olvidar!
Yo gocé el privilegio de encontrarla en vía dolorosa;
por ella tuvo fin mi anhelar y cadencias arcanas halló mi poesía.
Era llena de gracia, como el Ave María,
¡Quién la vió no la pudo ya jamás olvidar!
¡Cuánto! ¡Cuánto la quise! Por diez años fue mía,
¡pero flores tan bellas nunca pueden durar!
Era llena de gracia, como el Ave María
y a la fuente de Gracia de donde procedía se volvió,
¡Como gota que se vuelve a la mar!