Flores que en
mil novecientos quince nació,
y de un sublime doctor
su nombre heredó.
Donde su gente sencilla
honrando su fe.
en torno a una piedra imponente
se unió.
Y edificó un pueblo bendito
que parece esconderse
no para no saludar,
sino para no aparentar.
Flores, pueblo donde
la gente es amistosa.
Flores, de día y de noche
con su sabor y su luz.
Reciben de todas partes
a los veraneantes
que por su línea férrea,
puentes y caminos
pasean entre Río Segundo
y Quebrada Seca
en medio de los valles
de la Soledad y el Edén.
Flores, el cantón más pequeño
en el centro del país
Flores, grande
por sus tradiciones,
la cultura y la paz.
Reflejo de belleza que existe
en todo su entorno,
donde lo más valioso y querido
de Flores es su gente,
que respeta el pasado
y trabaja en el presente
sin dejar de mirar jamás
hacia el futuro.
Flores, tierra siempre fértil
y de agricultores.
Flores cafetaleros, jocoteros
y emprendedores.
Que desde sus distritos
de San Joaquín y Barrantes,
Llorente y todos
sus hermosos barrios,
brindan con pasión
su talento y educación
al trabajo y la paz
de todo Costa Rica.