Historia II:Fracaso de Carlos V en Alemania
Carlos V, desembarazado de la lucha con Francia y con los turcos, aprovechó la ocasión para hacerse dueño de Alemania. Guerreó con los príncipes luteranos, cuyo ejército fué sorprendido y se desbandó. Los dos príncipes más poderosos cayeron prisioneros y fueron encerrados (1547). Entonces Carlos obligó a los países protestantes de Alemania a restablecer el antiguo culto católico.
Francisco I, enfermo y debilitado, murió en 1547. Su hijo Enrique II, alto y robusto, buen jinete, cazador y justador en los torneos, tenía poco carácter y era incapaz de resolverse por sí mismo. Las gentes que le rodeaban se disputaban por dirigirle. Unos le aconsejaban la guerra, otros la paz.
Los príncipes alemanes se inquietaron al ver a Carlos V demasiado poderoso. Secretamente pusiéronse de acuerdo con Enrique II e hicieron con él un tratado contra el emperador. Censuraban a Carlos V sus trabajos "para hacer caer a Alemania en una bestial e insoportable servidumbre como había hecho con España". Enrique prometió darles dinero para costear un ejército, y, en cambio, los príncipes alemanes prometieron a Enrique ocupar las ciudades del Imperio donde se hablaba francés, Metx, Toul y Verdun, que eran llamadas los Tres obispados (1552).
Un príncipe luterano, Mauricio de Sajonia, buen capitán, ambicioso, indiferente en religión, había mandado el ejército de Carlos V contra los otros príncipes. Había logrado que el emperador le confiriese la dignidad de Elector y una parte de las tierras confiscadas a su primo. Cuando tuvo lo que quería, Mauricio se alió en secreto con los luteranos, y de pronto, en pleno invierno, reunió un ejército de infantes y avanzó rápidamente hacia el Tirol, donde el emperador se encontraba. Carlos V no tenía ejército y estuvo a punto de caer prisionero. No tuvo tiempo más que para huir atravesando las montañas cubiertas de nieve.
El hermano de Carlos V, Fernando, tenía miedo a una invasión turca, y ordenó hacer una tregua con los príncipes alemanes (1552). La guerra siguió entre Enrique II y el emperador.
El ejército francés llegó delante de Metz. Los moradores no querían dejarle entrar, y entró con engaños. Luego un príncipe lorenés al servicio del rey de Francia, el duque de Guisa, fué a poner la ciudad en estado de defensa. Mandó reparar las murallas y destruir los arrabales.
Carlos V reunió un gran contingente de tropas y puso sitio a Metz. Estaba enfermo y hubo de ir en litera. Su ejército permaneció dos meses delante de la ciudad y disparó muchos cañonazos. Pero acampaba en un terreno inundado por las lluvias y carecía de víveres. Las enfermedades debilitaron pronto a los soldados, de suerte que los generales no se atrevieron a ordenar el asalto. Carlos se decidió por la retirada. Muchos soldados, las piernas heladas y no pudiendo andar, quedaron abandonados en el barro (1553).