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Historia V:Ruptura de Lutero con el Papa

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Capítulo 5 – La crisis religiosa en el siglo XVI
Ruptura de Lutero con el Papa

de Charles Seignobos


El Papa León X tenía entonces necesidad de dinero para construir la Iglesia de San Pedro. Cedió al arzobispo de Maguncia por ocho años el derecho de predicar una indulgencia, a condición de obtener la mitad de los beneficios. Los peregrinos que iban a visitar la tumba de San Pedro en Roma obtenían el perdón de la penitencia que les había sido impuesta por la absolución de sus pecados, y este favor, concedido para el Papa, se llamaba indulgencia. León X prometía a los fieles que dieran dinero para la construcción de San Pedro, la misma indulgencia que hubieran obtenido yendo a Roma.

Un monje dominico, Tetzel, fué a predicar la indulgencia a Alemania del Norte. Decía a los alemanes que podían, sin moverse, pagando una suma proporcionada a sus recursos, librarse, no solamente de las penitencias por los pecados en esta vida, sino de las penas del Purgatorio después de muertos. Podía obtenerse hasta el perdón de las penas de los parientes ya difuntos. "En cuando el dinero ha sonado en la caja, decía, el alma sale del Purgatorio".

Lutero predicó contra esta manera de comprender el perdón de los pecados. Luego, según la costumbre de la época, escribió una lista de noventa y cinco proposiciones acerca de la cuestión de la penitencia, la puso en la puerta de la iglesia del castillo de Wittemberg y se manifestó dispuesto a sostenerlas en discusión pública. Luego las envió a su obispo (1518). Tetzel replicó; algunos teólogos de la Universidad de Leipzig le acusaron de herejía.

La Curia papal, informada de aquella disputa, mandó a Lutero ir a Roma y ordenó a sus superiores que le prendieran. Pero el Elector de Sajonia, Federico, fundador de la Universidad de Wittemberg, se interesaba por sus profesores y defendió a Lutero. Después de largas negociaciones, para no indisponerse con el príncipe, el Papa consintió en no perseguir a Lutero.

La disputa volvió a empezar muy pronto por una discusión en la Universidad de Leipzig (1519). Allí, Lutero manifestó que sólo la palabra de Dios es infalible. Sus adversarios mostraron que era esta doctrina de Juan Hus, condenada por el Concilio de Constanza. Lutero replicó: "Es cierto que entre las proposiciones de Juan Hus las hay enteramente cristianas y que la Iglesia universal no puede condenar".

Lutero, acusado de herejía, se acostumbró a la idea de que era la Iglesia la que se había engañado. De donde llegó a considerar al Papa, no como cabeza de la Iglesia, sino como enemigo de Dios, el Anticristo. Hasta entonces Lutero no había escrito más que en latín, y solamente se dirigía a los teólogos. Empezó a tener esperanza de que los príncipes y los nobles alemanes iban a librar a la Iglesia de Alemania de la dominación de los italianos de Roma. Publicó entonces, en alemán, un llamamiento: "A la nobleza cristiana de nacionalidad alemana". Decía en él que los eclesiásticos no son superiores a los otros cristianos y no deben tener el privilegio de explicar solos la Sagrada Escritura, que los seglares también pueden juzgar acerca de lo que es verdadero. Pedía la reunión de un libre concilio, sin el Papa, para librar a Alemania del "régimen diabólico de los romanos", organizando una Iglesia alemana que no enviase más dinero alemán a Italia.

Lutero fué muy pronto el hombre más conocido de Alemania. Tuvo partidarios sobre todo entre los caballeros nobles de los campos y los artesanos de las ciudades.

El Papa ordenó quemar los escritos de Lutero y le intimó para que se retractase antes de dos meses (junio de 1520). La bula de condenación fué enviada a los territorios de Alemania. Pero la Universidad de Wittemberg y el príncipe se negaron a hacerla pública. Lutero, seguido de los estudiantes de la Universidad, fué a la puerta de la ciudad y quemó la bula del Papa ceremonialmente (diciembre de 1520). El Papa excomulgó a Lutero y envió un legado para pedir a los príncipes alemanes que le castigaran.