Historia VI:Intervención de Felipe II en Europa

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Historia VI:Conquista de Portugal
Capítulo 6 – Política de Felipe II
Intervención de Felipe II en Europa​
 de Charles Seignobos


D. Antonio había huido a las islas Azores, habitadas por portugueses, y en ellas fué reconocido rey y continuó la guerra. Apoyole la reina Isabel de Inglaterra, y de Francia le fué enviada una flota. La reina madre, Catalina de Médicis, que pretendía tener derechos sobre Portugal, había dado el dinero. La flota francesa fué vencida, los prisioneros franceses fueron tratados como piratas, se decapitó a los que eran nobles, se ahorcó a los soldados y a los marineros.

Felipe II se encontró por esto frente a la reina de Inglaterra y al rey de Francia. Granvela le aconsejaba la declaración de guerra. Felipe no se decidió, pero empezó a apoyar a los enemigos de la reina de Inglaterra y del rey de Francia en sus reinos. Así comenzó a intervenir en los asuntos de Europa.

En los Países Bajos, había nombrado gobernador a un hábil general, el príncipe italiano Alejandro Farnesio, hijo de la «gobernadora» Margarita. Le permitió hacer que volvieran los soldados españoles y alistar tropas italianas (1582). Desde este momento el ejército español reconstituido rechazó a las tropas de los belgas rebeldes y recuperó poco a poco todas las comarcas del Sur.

A Francia, Felipe II envió, en calidad de embajador en París, a un señor belga, el conde de Tassia, que se puso de acuerdo con el duque de Guisa, enemigo de Enrique III.

En Inglaterra, Felipe II apoyó a los católicos ingleses que conspiraban para destronar a la reina Isabel y sustituirla por María Estuardo (véase Capítulo IX).

El duque de Anjou, a quien habían llamado los católicos belgas, era un príncipe frívolo y vanidoso. No se entendió con sus nuevos súbditos e intentó sorprender la ciudad de Amberes. Sus soldados entraron en ella y empezaron a saquear, pero los de la ciudad los rechazaron, rompieron las esclusas y el duque de Anjou se vió obligado a salir de Bélgica (1585).

Las provincias católicas de los Países Bajos, sintiéndose incapaces de resistir a los españoles, ofrecían a Enrique III reconocerle por rey. Enrique recibió a sus diputados, pero no osó decidirse. El ejército español reconquistó la mayor parte de los Países Bajos. En el Norte, Guillermo de Orange, después de haber escapado a cinco tentativas de asesinato, fué al fin muerto por un católico del Franco Condado (1584).