Historia VIII:Restablecimiento de la autoridad real

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Capítulo 8 – Luchas interiores en Francia
Restablecimiento de la autoridad real

de Charles Seignobos


Enrique IV estaba decidido a restablecer el poder absoluto del rey. No lo hizo de una vez, porque había de combatir a excesivos adversarios. Decía "Todo se hará poco a poco, París no se ha hecho en un día". Pero cuando se vió libre de la guerra, cambio de tono.

El Parlamento de París se había negado a registrar un edicto. Recibió colérico a sus delegados. "Soy rey, quiero ser obedecido. Se trata de oponerse a mi voluntad. Soy rey. Quiero ser obedecido". Cuando los enviados del Parlamento le presentaron quejas contra el edicto de Nantes, respondió: "He hecho en otro tiempo vida de soldado y ahora soy rey, y rey que quiere ser obedecido".

Enrique IV encontraba a Francia arruinada y el Tesoro vacío. Las aldeas estaban quemadas o abandonadas, los labradores habían pedido sus ganados y no podían cultivar la tierra. Los caminos estaban reventados, los puentes en ruinas. Los soldados licenciados se habían hecho bandidos, vagaban por el país, saqueaban las granjas y detenían a los mercaderes. Los habitantes de las ciudades no atrevían a salir. Los obreros carecían de trabajo y mendigaban.

Durante las guerras, el rey había pedido mucho dinero a los príncipes y a los banqueros de otras naciones. Había cesado de percibir los impuestos. Parte de ellos los había dado en prenda a sus acreedores, que por su cuenta los cobraban, y el resto los había arrendado a financieros. De 10 millones de escudos de tributo, el rey no percibía más que 2 1/3 y como gastaba 8 1/3, el déficit era de 6.

Durante las guerras, los gobernadores habían tomado la costumbre de no obedecer al rey, y aun algunas intentaron entenderse contra él con los príncipes extranjeros.

Terminada la guerra (1598), Enrique se ocupó de restablecer el orden. Mandó ahorcar a algunos bandidos y los actos de bandidaje se hicieron raros. Los aldeanos volvieron a sus faenas.

El duque de Saboya se entendía con España. Enrique IV le hizo la guerra y le obligó a ceder a Francia la Bresse, el Bugey, el país de Gex (estos territorios forman hoy el departamento del Ain). En cambio le cedió el marquesado de Saluces en Italia (1601).

Uno de los compañeros de Enrique IV, Biron, gobernador de Borgoña, era muy jugador y siempre estaba falto de dinero. Púsose de acuerdo con el duque de Saboya, cuando Enrique IV le hacía la guerra. El duque prometió dar a Biron la Borgoña y su hija en matrimonio. Enrique IV lo supo y perdonó a Biron, a condición de que no iniciara nuevos tratos.

Enrique IV había prometido casarse a su favorita Enriqueta de Entragues. Pero se casó con una princesa italiana, sobrina del papa, María de Médicis (1600). El hermano de Enriqueta conspiró con Biron para hacer entrar un ejército español en Francia y destronar a Enrique IV. El secretario de Biron notificó al rey este complot. Enrique llamó a Biron y le prometió perdonarle, si confesaba. Biron respondió que no necesitaba ser perdonado. El rey ordenó prenderle y que le juzgase el Parlamento, el cual le condenó a muerte. Biron fué decapitado (1602). Enriqueta y su hermano conspiraron de nuevo. Fueron condenados a muerte, y el rey los indultó.

Enrique IV había tomado como consejeros a hombres de todos los partidos: ligueros, que habían combatido contra él, como Villeroy, realistas, católicos, protestantes.

El principal consejero protestante era Maximiliano de Rosny, a quien el rey hizo duque de Sully [1]. Nombróle primero Superintendente de Hacienda (1599), luego Gran Maestre de artillería.

Sully mandó hacer cuadros de los impuestos que el rey había de percibir. Luego mandó anular los tratos hechos con los financieros y arrendó los tributos a un precio más alto. Mandó revisar los créditos, descubrió algunos que no eran regulares y los anuló.

Los ingresos aumentaron de tal modo que el rey pudo, no sólo pagar todos sus gastos, sino reducir en diez años la Deuda de 350 millones a 225 y reunir un tesoro en metálico para hacer la guerra.

Enrique IV tenía por sistema economizar lo más posible. Licenció casi todo su ejército y no conservó más que cuatro regimientos de infantería francesa, algunas compañías de gendarmes (jinetes cubiertos con armadura de hierro) y cuatro compañías de caballería ligera (provista de armas de fuego). Prefería emplear su dinero en reunir armas y un tesoro con que poder preparar un ejército en caso de guerra.

Para aumentar sus rentas, Enrique intentó crear riquezas nuevas. Los trajes de lujo de los señores y de las damas se hacían entonces con telas de seda o terciopelo de fabricación italiana o con paños finos de Inglaterra. Su adquisición suponía dinero.

Sully habría querido impedir que el dinero saliera de Francia, prohibiendo a los franceses usar trajes de lujo. No era aficionado a la industria, porque los obreros son peores soldados que los campesinos. No atendía más que a las labores del campo, diciendo: «La labor y el pasto son las dos tetas del Estado».

Enrique IV, por el contrario, trató de establecer en Francia las industrias que enriquecían a los países extranjeros. Mandó plantar moreras en las Tullerías, En Fontainebleau, y edificar locales para la cría del gusano de seda. Hizo crear en París fábricas de telas de seda, de oro y de la plata, y tapicerías. Dió a los fabricantes el monopolio de la venta de sus productos en Francia. Mandó venir obreros de Italia para que enseñasen a los franceses a hilar y tejer la seda. Mandó buscar también obreros que enseñasen la fabricación del cristal.

Gustaba a Enrique IV tener buenos caminos. Nombró a Sully gran veedor. Sully mandó plantar árboles a los largo de los caminos principales, por lo común olmos, que más tarde se llamaron «Rosny».

Enrique intentó también tener canales. Entonces se empezó el canal que une el Loire al Sena.

Quería el monarca utilizar su poder para hacer de nuevo la guerra a la casa de Austria. Se había aliado con los príncipes protestantes de Alemania. En 1610. con motivo de la herencia de territorios disputados entre varios príncipes alemanes, se declaró en favor de los protestantes contra el emperador, y reunió un ejército de 40.000 hombres. Iba a salir para conducirlo a Alemania, cuando fué asesinado.

Un católico fanático, probablemente loco, Ravaillac, que había ido desde Angulema a París pidiendo limosna, creyó que Enrique iba a hacer la guerra al Papa y decidió matarle para salvar la religión católica. No tenía siquiera dinero para comprar un cuchillo. Robó uno en una posada y fué a apostarse en una calle por donde el rey había de pasar. Enrique llegó en una carroza muy pesada que caminaba al paso. La calle era estrecha y no tenía acera. Ravaillac se subió al estrobo de la carroza y dió al rey dos cuchilladas. Enrique murió casi inmediatamente (1610). Ravaillac sufrió el tormento por espacio de trece días, para lograr que denunciase a sus cómplices, pues no se quería creer que no los tuviera. Luego fué descuartizado vivo.


Referencias

  1. Sully, ya viejo, mandó escribir un libro, Las economías reales, en el que aparecía habiendo hecho tomar al rey las medidas más importantes de su reinado. Sully se atribuía una representación y una importancia que no había tenido. De esta suerte se hizo más célebre ante la posteridad de lo que en su tiempo había sido.
Capítulo VIII