Historia Verdadera del México Profundo/15
15. LA CONQUISTA.
La historia del “descubrimiento” de América, su violenta conquista y su injusta colonización durante los últimos cinco siglos, ha estado en manos de los vencedores y de los hijos de los hijos de todos los europeos que han seguido llegando a México, para hacer fortuna a través de los “nativos” y sus al parecer, inagotables recursos naturales. Ayer el oro y la encomienda,[1] hoy el petróleo y el salario mínimo, pero la historia se repite. El conocer la historia, libera a los pueblos de cíclicos y repetitivos errores. Resulta imprescindible que los mexicanos debamos conocer nuestra “verdadera historia”, para que no siga habiendo vencedores y vencidos, dominados y dominadores, colonizados y colonizadores.
“No fue así lo que hicieron los Dzules (españoles) cuando llegaron aquí. Ellos enseñaron el miedo; y vinieron a marchitar las flores. Para que su flor viviese, dañaron y sorbieron la flor de los otros.” (Libro de Chilam Balam de Chumayel)
El mundo de los conquistadores.
España venía de la expulsión de los árabes, quienes habían dominado la península a lo largo de ochocientos años.[2] Los reinos de Castilla y Aragón apenas en 1479 se habían unido para formar un solo reino a partir de la boda de Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, por lo cual eran una corona “nueva, pobre y con territorios desbastados” y hombres en armas. Por otra parte Europa había perdido el paso comercial al Oriente por la toma de Constantinopla[3] y del cercano Oriente por los Turcos. La economía de Europa en aquellos tiempos dependía del comercio de las especias y de múltiples objetos de consumo que importaba de aquellas lejanas tierras. Los “mercaderes” desde todas las grandes ciudades europeas y especialmente Venecia y Londres dominaban totalmente el comercio.
“Fue Cristóbal Colón, Financiado por mercaderes venecianos, y no por las escasas y modestas joyas que pudo haber tenido la Católica Isabel, quien abrió el camino a nuestro continente.” (José María Muría. 1982)[4]
Inmediatamente después del encuentro accidental del Cem Anáhuac (Norteamérica) y del Tahuantinsuyo[5] (Sudamérica), los españoles inician la invasión, destrucción, saqueo, explotación y exterminio de los pueblos “descubiertos”, con el permiso divino de la iglesia católica y el apoyo legal de la corona española.
“En 1493, el Papa español Alejandro VI, árbitro supremo de la cristiandad, cedió a España los territorios vistos por Cristóbal Colón y sus compañeros, y “todas las islas y tierras firmes que se descubrieren hacia el occidente y mediodía” del meridiano distante cien leguas de las Azores y Cabo Verde, para reducir “a los habitantes y naturales de ellas a la fe católica” y recoger, como premio de la cruzada, “oro, cosas aromáticas y otras muchas de gran precio, diversas en género y calidad.” (José María Muría. 1982)
La búsqueda de vías alternas de comunicación con China y la India, significó más tarde para Europa, más que mantener el comercio, una fuente de poder continental y mundial. La tecnología oriental era muy superior a la europea, no sólo por la brújula, la pólvora, la cerámica, la seda, el papel y la aleación de los metales; sino la antigua y superior tecnología en la navegación, recuérdese que China y la India, son dos civilizaciones mucho más antiguas que la europea. Un ejemplo es que en 1400 d.C. el total de la flota china ascendía a 3500 barcos, de los cuales 400 eran de guerra, 400 mercantes y 2700 guardacostas.[6]
“Probablemente, los barcos más seguros del mundo, y también los de mayor calado, eran chinos, y a partir de la época de los Sung, los mercaderes chinos viajaron a puntos muy distantes de sus propias aguas. Ibn Battuta, que visitó a la India y China en el siglo XIV, escribió que en sus tiempos todo el comercio entre Malabar y el sur de China se hacía en barcos chinos....Los navegantes árabes estaban familiarizados con las largas travesías oceánicas y disponían de barcos seguros. Es interesante observar que los árabes que tuvieron contacto con la gente de Vasco de Gama no se mostraron impresionados por las naves europeas; admiraron su recia construcción, pero los juzgaron poco manejables y lentos....En conjunto, es probable que los árabes deban colocarse al lado de los chinos entre los pueblos marítimos que en el siglo XV habrían podido circunnavegar África y quizá cruzar el Pacífico si lo hubiesen intentado.” (J.H. Parry. 1989)[7]
De esta manera es interesante entender que los pueblos de Asia tenían una tecnología muy superior a la europea y que al ser apropiada por los europeos, se usó con fines comerciales, militares y de expansión. Las tecnologías que Europa copió de Asia y que le sirvió más tarde para invadir y apropiarse del planeta entero, los asiáticos a pesar de haberlas inventado, a pesar de tener el poderío militar y marítimo, no intentaron adueñarse y someter al planeta.
Las concepciones de la vida y el mundo, la guerra y el poder, entre los europeos y el resto del mundo han sido totalmente diferentes. De modo que la “heroica” empresa de “descubrir el nuevo mundo”, no fue más que una aventura comercial y guerrera, financiada por los voraces mercaderes y llevada a cabo, por los españoles más pobres e ignorantes de la obscura Edad Media, a cualquier precio y sin ningún escrúpulo. “Es imposible imaginarse a los exploradores del siglo XV buscando el Polo Norte. Eran hombres prácticos, igual que los gobernantes y los inversionistas que financiaban sus viajes, y sus objetivos también prácticos: principalmente, establecer contactos con países no europeos concretos, países cuya existencia era conocida, países de cultura avanzada e importancia comercial, países cuyos habitantes podían suministrar mercancías valiosas y de cuyos gobernantes podía recabarse alianza y apoyos políticos. La exploración podía revelar otras ventajas, huelga decirlo: pesquerías no explotadas e islas fértiles donde había feudos y tierras cultivables a disposición de quien quisiera apoderarse de ellos. Con todo, hasta las islas eran mejores si estaban habitadas, preferiblemente por gentes dóciles y laboriosas... En su mayor parte, los exploradores no buscaban tierras nuevas, sino rutas nuevas para llegar a tierras conocidas... Así pues, la originalidad y la importancia de los viajes del siglo XV no consistían tanto en revelar lo deshabitado y lo desconocido como vincular, por medio de rutas marítimas utilizables, regiones separadas de lo habitado y conocido... la experiencia de Colón no era del todo distinta; pero, obviamente, no ocurría lo mismo en el caso de sus habitantes. Colón no descubrió un mundo nuevo; estableció contacto entre dos mundos, ambos habitados, ambos ya viejos en términos humanos.” (J.H.Parry. 1989)
La razón del "Descubrimiento".
El “descubrimiento del Nuevo Mundo” en 1492, marca el inicio de la búsqueda del poder de los “comerciantes o mercaderes”. La invasión de América, África y posteriormente Asia, por las coronas europeas, generalmente estaba financiada y alentadas por los mercaderes, pues debemos de recordar que “la iniciativa privada” no existía en aquellos tiempos. La lucha frontal entre “el Estado y el Mercado” inicia con la invasión de América en 1492 y termina a finales del siglo XX con la imposición del neoliberalismo económico y la globalización económica.
Si bien es cierto que los conquistadores españoles traían los pendones de la corona española, eran totalmente financiados por mercaderes. Esa fue una de las razones por las cuales la corona española no tuvo el control total de los conquistadores españoles, ya que no eran soldados, ni era la alta nobleza. En cambio, era la escoria de una España sumida en la pobreza y la ignorancia, pues acababan de terminar a un alto costo la guerra de reconquista con los árabes. Este tropel de hombres sin educación y deseosos de enriquecerse a través del saqueo y la explotación, fueron financiados y usados por los mercaderes para iniciar la conquista del mundo. Sin embargo, finalmente fueron los anglosajones quienes cumplieron con la misión histórica que los “mercaderes” les asignaron de ser “el brazo armado” del Mercado para conquistar al mundo, primero desde Inglaterra y después desde Estados Unidos.
“Una vez vide que, teniendo en la parrilla quemándose cuatro o cinco principales y señores (y aun pienso que había dos o tres pares de parrillas donde quemaban a otros) y porque daban muy grandes gritos y daban pena al capitán o le impedían el sueño, mando que los ahogasen, y el alguacil, que era peor que un verdugo, que los quemaba, no quiso ahogarlos, antes les metió con sus manos palos en las bocas para que no sonasen y atizoles el fuego hasta que se asaran de espacio como él quería. Yo vide todas las cosas arriba dichas y muchas otras infinitas. Y porque la gente que huir podía se encerraba en los montes y subía a las sierras huyendo de hombres tan inhumanos, tan sin piedad y tan feroces bestias, extirpadores y capitales enemigos del linaje humano, enseñaron y amaestraron lebreles, perros bravísimos que en viendo un indio lo hacían pedazos en un credo, y mejor arremetían a él y lo comían que si fuera un puerco. Estos perros hicieron grandes estragos y carnicerías. Y porque algunas veces, raras y pocas, mataban los indios algunos cristianos con justa razón y santa justicia, hicieron ley entre sí, que por un cristiano que los indios matasen habían los cristianos de matar cien indios.”
“...muchas fuerzas e violencias e vejaciones que le hacían, comenzaron a entender los indios que aquellos hombres no debían de haber venido del cielo.” (Bartolomé de las Casas. 1552)[8] De esta manera la invasión europea, no fue generada por un espíritu humanista y científico. Tampoco fue el ejercicio pleno de la autoridad de la corona española. Fue una empresa comercial y guerrera, protagonizada en parte por los “inversionistas”, ricos comerciantes que deseaban encontrar primero, una nueva ruta para comerciar con Asia y después, saquear de las tierras “descubiertas” los metales preciosos y explotar hasta el exterminio a sus habitantes. El mismo Colón será impulsado por la codicia y la ambición. La “Historia oficial” hispanista nos lo ha presentado como un explorador humanista. Nada más falso que eso.
Cristóbal Colón, que recientes investigaciones demuestran que no era genovés, sino al parecer era un judío catalán. Quien fue asesorado por los mercaderes, hace firmar a los reyes Católicos, el 17 de abril de 1492, las llamadas Capitulaciones de Santa Fe,[9] en las que pidió los títulos de, “Almirante Mayor de la Mar Océano, Virrey y Gobernador General” de las tierras que descubriera, el derecho de terna (presentación de tres nombres) en los nombramientos de regidores, el décimo o 10% de todas las mercancías que se negociaran en las Indias, derecho de exclusividad en los pleitos que surgieran por las mercadurías indianas, y de contribuir con un ocheno u octava parte 12.5% de los gastos de armar naves comerciales, obteniendo entonces el mismo porcentaje de los beneficios. Como se aprecia, su avaricia y la de los mercaderes que financiaban la expedición, fue muy grande y eso a la larga fue lo que hundió a Colón y distanció a los mercaderes de la Corona española.
Los compañeros de la aventura de Colón eran la gente más pobre y los condenados a cadena perpetua, que veían en el viaje la única posibilidad de salir de las mazmorras. Al tiempo los españoles que se fueron a “hacer la América”, fueron los campesinos sin tierra, presidiarios, mercenarios y la baja nobleza empobrecida, quienes buscaban ante todo, la fortuna inmediata y desmedida a cualquier precio.
“Como los hombres no somos todos muy buenos, antes hay algunos de mala conciencia, y como en aquel tiempo vinieron de Castilla y de las Indias muchos españoles pobres y de gran codicia, e caninos e hambrientos por haber riquezas y esclavos...” (Bernal Díaz de Castillo) [10]
La historia hispanista nos habla de un grupo de valientes e intrépidos “soldados” y exploradores, que venían a descubrir un mundo primitivo y salvaje en favor del progreso y la cristiandad. Que arriesgaron sus vidas en favor de la religión y de la humanidad. Este puñado de hombres heroicos, nos los han pintado como un grupo compacto de “soldados”, dirigido por un líder respetado por todos. La realidad encubierta nos dice todo lo contrario. “Había muchas deudas entre nosotros, que debíamos de ballestas a cincuenta, y a sesenta pesos, y otros de una espada cincuenta, y de esta manera eran tan caras todas las cosas que habíamos comprado, pues un cirujano, que se llamaba maestre Juan, que curaba algunas malas heridas y se igualaba por la cura a excesivo precio, y también un medio matasanos que se decía Murcía, que era boticario y barbero, que también curaba, y otras treinta trampas y tarrabusterías que debíamos, demandaban que las pagásemos de las partes que nos tocaban.”(Bernal Díaz del Castillo). Este pasaje confirma la estructura privada rígida de la expedición en que ni las heridas corren a cargo del común, Se explica mejor la codicia de los soldados al reparar en que no había un verdadero cuerpo de ejército, sino una asociación.” (Silvio A. Zavala. 1933)[11]
La filosofía de la conquista.
Los españoles estructuraron una filosofía que justificara y legalizara la invasión, destrucción, sometimiento y explotación de los pueblos indígenas. Legitimar la injusticia, la atrocidad, el genocidio, fue el objetivo de juristas, teólogos, religiosos, nobles, comerciantes y aventureros. Generar la riqueza a partir del despojo y el crimen, fue “razón de Estado”.
“Y tenga vuestra majestad por muy cierto que según la cantidad de tierra nos parece ser grande, y las muchas mezquitas que tienen, no hay año que, en lo que hemos visto, no maten y sacrifiquen de esta manera tres o cuatro mil animas. Vean vuestras reales majestades si deben evitar tan gran mal y daño, y cierto seria Dios Nuestro Señor muy servido, si por mano de vuestra reales altezas estas gentes fueran introducidas e instruidas en nuestra muy santa fe católica...” (Hernán Cortés. 1519) La primera idea fue que los indígenas no eran “seres humanos”, sino animales. La segunda, que al estar ausentes del Dios europeo y la religión católica, eran producto del demonio. Tercera, que lo “Universal Humano” es para el europeo su cultura y él mismo; por lo que los indígenas y su cultura resultaban inferiores. Cuarta, desde sus mismos orígenes, los pueblos europeos han vivido en un mundo de amenazas, rivalidades, guerras, invasiones y saqueos; por lo que el “derecho de guerra y conquista” era el que tenía el pueblo vencedor de hacer uso en provecho y beneficio, indistintamente de los hombres, tierras y propiedades del pueblo conquistado.
“Las personas y bienes de los que hayan sido vencidos en justa guerra pasan a los vencedores. Los vencidos en justa queden siervos de los vencedores, no solamente porque el que vence en alguna virtud excede al vencido, como los filósofos enseñan, y porque es justo en derecho natural que lo imperfecto obedezca a lo más perfecto, sino también para que con esta codicia prefieran los hombres salvar la vida de los vencidos (Que por esto se llaman siervos: “se servare”) en vez de matarlos: por donde se ve que este género de servidumbre es necesario para la defensa y conservación de la sociedad humana...” (Juan Ginés de Sepúlveda. 1490-1573)[12]
La civilización europea tiene sus bases en el pensamiento judeocristiano, la cultura grecolatina y la cultura germánica. Del primero se desprende que, “Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza y lo hizo para gobernar sobre los seres y las cosas, usando al mundo y matando a los animales en su provecho”. De la segunda se argumenta, “El hombre grecolatino” tiene como misión: que debido a su supuesta “superioridad racional”, debe dominar, transformar y explotar a la naturaleza”. De la tercera se inspira la pasión y vocación militarista, que se torna agresiva, con su perpetúa voluntad de dominio, alimentada por sus voraces impulsiones explotadoras, desde sus más remotos orígenes, hasta nuestros días. Por lo tanto, los indígenas estaban condenados “legalmente” a la esclavitud y a la explotación por medio de las armas y con la bendición de Dios, sin ningún derecho. Por primera vez en la historia de la humanidad se estigmatiza a un “pueblo y a una cultura” como inferior y como esclava “a natura”.
Desde la llegada de Colón a las Antillas, donde los indígenas fueron brutalmente exterminados en muy pocos años, el conquistador primero y después el colonizador, impusieron su derecho de apropiarse de lo que no les pertenecía, y en honor de este supuesto derecho; masacrar, mutilar, violar, herrar, robar, esclavizando y explotando a los pueblos invadidos; justificando estas acciones, como una empresa “civilizadora, evangélica y heroica”, como resultado de una supuesta superioridad religiosa, racial y cultural.
El problema para América y México, es que se sigue repitiendo este esquema, gracias a muchos cambios de forma, pero el fondo colonizador de las relaciones sociales, culturales, económicas y políticas, sigue siendo el mismo del Siglo XVI al siglo XXI.
“En el año de mil y quinientos y diez y siete se descubrió la Nueva España, y en el descubrimiento se hicieron grandes escándalos en los indios y algunas muertes por los que la descubrieron. En el año de mil y quinientos y diez y ocho la fueron a robar y a matar los que se llaman cristianos, aunque ellos dicen que van a poblar. Y desde este año de diez y ocho hasta el día de hoy, que estamos en el año de mil quinientos cuarenta y dos, ha rebosado y llegado a su colmo toda la iniquidad, toda la injusticia, toda la violencia y tirana de los cristianos que han hecho en las Indias, porque del todo han perdido todo el temor a Dios y al rey, y se han olvidado de sí mesmos. Porque son tantos y tales los estragos y crueldades, matanzas y destrucciones, despoblaciones, robos, violencia y tiranías, y en tantos y tales reinos de Tierra Firme, que todas las cosas que hemos dicho son nada en comparación de las que se hicieron; pues aunque las dijéramos todas, que son infinitas las que dejamos de decir, no son comparables ni en numero ni en gravedad a las que desde el dicho año de mil y quinientos y diez y ocho se han hecho y perpetrado hasta este día y año de mil quinientos y cuarenta y dos, y hoy, en este día del mes septiembre, se hacen y cometen las mas graves y abominables. Porque sea verdad la regla que aquí pusimos, que siempre desde el principio han ido creciendo en mayores desafueros y obras infernarles.” (Bartolomé de las Casas. 1542)
La “historia oficial” hispanista evita difundir el pensamiento y la crítica de personas como Bartolomé de las Casas. Más aún, alienta que el común de la gente no investigue las mismas fuentes, pues al leer de manera crítica y analítica estos textos, el lector encuentra las mentiras, aberraciones y cinismo de los que los escribieron. El propio Cristóbal Colón, Hernán Cortés o Bernal Díaz del Castillo, en sus escritos relatan sus atrocidades.
“Al leer los escritos de Colón (diarios, cartas, informes), se podría tener la impresión de que su móvil esencial es el deseo de hacerse rico (aquí y más adelante digo de Colón lo que podría aplicarse a otros; ocurre que muchas veces fue el primero y que, por lo tanto, dio el ejemplo). El oro, o más bien la búsqueda del oro, pues no se encuentra gran cosa en un principio, está omnipresente en el transcurso del primer viaje. En el día mismo que sigue al descubrimiento, 13 de Octubre de 1492, ya anota en su diario: ‘No me quiero detener por calar y andar muchas islas para fallar oro’ (15.10.1492). ‘Mandó el Almirante que no se tomase nada, porque supiesen que no buscaba el Almirante salvo oro’ (1.11.1492). ‘Incluso su plegaria se ha convertido en: -Nuestro Señor me aderece, por su piedad, que halle este oro.-’(23.12.1492).” (Jacques Lafaye. 1991)[13]
Con base en este principio ideológico y filosófico, los europeos encontraron la justificación por “derecho” terrenal y divino, de la conquista y colonización, no sólo de América, sino del mundo entero. Pues a partir del siglo XVI, los europeos invadieron América, África, Asia y Oceanía. Destruyendo culturas y religiones, subordinando economías y mercados, esclavizando y exterminando pueblos enteros; todo en favor de sus intereses económicos y políticos, amparados por su religión.
La “historia oficial” ha sido hispanista desde 1520, cuando el propio Hernán Cortés escribe –Las Cartas de Relación-, que son una visión totalmente parcial de los sucesos, pues tenían la intención de justificar a Cortés ante el rey de España, por haber traicionado al gobernador de Cuba, quién le subrogó la concesión para robar oro de las costas del Golfo de México en lo que hoy conforma el territorio nacional. La historia hispanista sigue poniendo a Hernán Cortés como un gran héroe.
“Pero el adversario que más inquietaba a Hernán Cortés era Diego Velázquez; y no sin razón, ya que el gobernador envió, en cuanto pudo, a Narváez en su persecución. La preocupación por dar a su situación una apariencia legal nos instruye acerca de la importancia del respeto a las formas jurídicas en las conquistas.” (Jacques Lafaye. 1991)
El conquistador.
Hernán Cortés fue un hombre de su tiempo. Hijo de un hidalgo pobre, de joven fue expulsado de la Universidad de Salamanca donde quería estudiar derecho, por sus bajos resultados académicos. Más tarde se prepara para partir a una expedición a Italia, pero es tundido por un marido ofendido, pues escriben sus biógrafos con gran eufemismo, “que gustaba de visitar lechos de mujeres casadas”, lo que lo hace estar en cama por meses y a los 19 años zarpa a hacer fortuna a América y desembarca en la isla de Santo Domingo en 1502, en las nuevas tierras actuó como escribano, agricultor, granjero y más tarde como conquistador.
“Los principios de su estancia (Cortés) en el Nuevo Mundo como las circunstancias de su travesía, precedida por un vagabundo picaresco, contribuyen a presentárnoslo como un emigrante bastante oscuro.” (Jaques Lafaye. 1991)
Acompañó más tarde a Diego Velázquez en 1511 en la conquista de Cuba. Fue luego secretario del mismo y más tarde alcalde de Santiago de Baracoa. A pesar de que tuvo dificultades con Diego Velázquez, pues sedujo a la hermana de la novia del gobernador, Catalina Juárez Marcaida (a quien estranguló en su casa de Coyoacán en 1522), y no aceptó casarse con ella, huyendo de la ley se refugió en una iglesia. Al casarse posteriormente en 1514 con Catalina, logró que Velázquez fuera su padrino.
Es importante señalar que siendo gobernador de la isla de Cuba Diego Velázquez, obtiene la concesión de la corona española para ir a “rescatar oro” [14] a las costas de los que hoy es el territorio de México. Trata de subrogar la concesión primero con Baltasar Bermúdez y finalmente lo hace con Cortés.
“Diego Velázquez decidió poner en pie –a su costa, de acuerdo con el procedimiento habitual- una expedición. Pensó en confiar el mando a uno de sus compatriotas de Cuellar, Baltasar Bermúdez, pero éste puso condiciones que disgustaron a Velásquez; el gobernador, airado, lo echó en términos violentos como era su costumbre. Entonces, según Las Casas, Amador de Lares lo convenció para confiar el mando a Cortés –con el cual había de repartir los beneficios de la expedición. Pero aquí debemos ceder la palabra a Gómora (es decir, al propio marquez), de acuerdo con el cual, Baltasar Bermúdez rechazó el mandato porque Velásquez le reclamaba una participación de tres mil ducados; tras ese fracaso, Cortés fue sondeado, a condición de que tomara a su cargo la mitad de los gastos, ya que “tenía dos mil castellanos de oro en compañía de Andrés de Duero, mercader”, es decir, tenía un socio comanditario. Vemos aquí, en una escala modesta, cómo empezaba a ser invertido el capital comercial en las empresas coloniales.” (Jaques Lafaye. 1970)
La invasión. En esta situación llega Hernán Cortés a las costas de Quinta Roo en 1519, con 11 barcos, 553 aventureros y 110 marineros, más un centenar de negros e indígenas caribeños. Había salido prófugo de la ley de Cuba, pues el Gobernador de la isla, Diego Velázquez, sabiendo de los planes de traición del flamante capitán, mandó detener a Cortés, pero éste adelantó su partida para evitar ser detenido y encarcelado.
Esta es la razón por la cual, ante la proximidad de un motín en la expedición ya anclada en las costas de Veracruz, aquellos que no querían a Cortés como capitán, pugnaban porque la expedición retornara a Cuba y entregaran preso a Cortés y que el gobernador Velásquez les asignara a otro capitán. Hernán Cortés mandó barrenar y no quemar las naves para evitar la lucha entre españoles y su probable encarcelamiento.
“Alzado” de hecho con la armada, pero reconociendo en sus cartas sus deberes públicos y privados hacia Diego Velázquez, salió Cortés de la isla de Cuba. En la costa de Veracruz, antes de la penetración militar a la Nueva España, el rompimiento, ya franco, cobró maticéis jurídicos. Cortés había celebrado cuantiosas operaciones de rescate; la facción velasquizta se daba por satisfecha y temerosa del gran número de los indios pedía el regreso a Cuba; don Hernando y los soldados proletarios, incitados por la riqueza, deseaban, por el contrario, penetrar en empresa de pacificación y conquista de las tierras (saqueo y despojo N. A.). La vuelta a Cuba podía significar para el capitán su ajusticiamiento por rebelde.” (Silvio Zavala. 1991.)[15]
El gobernador Velázquez, había logrado obtener la “concesión de rescatar oro” de lo que hoy es México, lo que se debe entender como un saqueo para no usar eufemismos. Es importante mencionar que salvo los dos primeros viajes de Colón, la invasión de América, fue una empresa popular y no de la Corona de España. En efecto, los inversionistas y los aventureros personalmente financiaron las expediciones, unos con sus propios recursos y otros con sus vidas. La corona española otorgaba la concesión mediante un cabildeo que se hacía en la corte y su “costo” era el 20% de lo robado le pertenecía a la corona, el famoso “quinto real”, el 80% restante, se dividía entre los cortesanos, inversionistas y aventureros, según la inversión que cada uno hubieran negociado en la “empresa”. Los españoles previamente habían realizado dos expediciones a las costas de México; la de Francisco Hernández de Córdoba (1517) y la de Juan de Grijalva (1518); sabían pues, de la existencia de aquellas tierras, sus riquezas y de sus habitantes.
“Es, pues, un hombre (Cortés) fuera de la ley (el gobernador había lanzado una orden de arresto en contra de él, sin efecto a doscientas leguas de Santiago de Cuba), el que salió de San Cristóbal, a mediados de febrero de 1519.” (Jacques Lafaye. 1991)
Cortés al llegar a Isla Mujeres, se enteró de que en Chetumal vivían dos españoles, que en 1511 habían naufragado en los arrecifes de Alacranes, viajando de Panamá a Cuba y mandó a rescatarlos.
Ocho años después del naufragio los dos españoles conocían a la perfección la lengua Maya. Mientras Jerónimo de Aguilar se mantuvo español, Gonzalo Guerrero se asimiló total y plenamente a la cultura maya. Gonzalo Guerrero es un oscuro personaje en “la historia oficial”, un traidor para la visión hispanista de la historia. Gonzalo Guerrero compró su libertad, se hizo hombre libre y se incorporó al ejercito maya y llegó a ser “nacon” (Jefe de guerreros) y desposó a una doncella de la alta nobleza maya llamada Zazil Há bajo sus costumbres y su religión, teniendo tres hijos de ella, que son los primeros mestizos de México y tal vez, lo más importante, enseñó a pelear a los mayas contra los españoles y murió luchando contra la invasión española. Gonzalo Guerrero es el símbolo del extranjero que al venirse a vivir a estas tierras y en nuestra cultura, no sólo da lo mejor de sí y se entrega en su defensa, sino que ofrece su propia vida en ello.[16] Cuando llegan por Jerónimo de Aguilar, inmediatamente se va con los españoles, pero cuando llegan por Gonzalo Guerrero, éste le manda dar las gracias a Cortés, y argumenta que ya tiene familia y que él se queda a vivir con los mayas.
Cuando Cortés llega a Tabasco, ahí le regalan a la Malinche, quien sabe hablar náhuatl y maya, por lo que se hace el “puente” lingüístico. Malinche en lengua maya pone al tanto a Jerónimo de Aguilar y éste en español a Cortés de la situación que se vive en el imperio azteca. Que ese año 1519, es el año uno caña y que su llegada coincide con la profecía de que cada 52 años se esperaba el anunciado regreso de Quetzalcóatl. Que él llegó por el Oriente, es blanco y barbado, que traerá la nueva era de Quetzalcóatl y que castigará a todos aquellos que transgredieron su filosofía y religión. Que el Tlatócan (supremo consejo mexica) y Moctezuma II lo estaba esperando con verdadera preocupación y gran temor.
Se cumple la profecía.
En efecto, Moctezuma II y el Tlatócan estaban al tanto de las expediciones y naufragios de los españoles en estas tierras. Había sido anunciado el fin de la usurpación mexica de Huitzilopochtli por Quetzalcóatl a través de los llamados “presagios funestos”. Diez años antes, una espiga de fuego (cometa) cruzó por el cielo de la Gran Tenochtitlán; un día sin explicación lógica el templo de Huitzilopochtli ardió hasta destruirse completamente; otro día a plena luz, sin lluvia o trueno, ardió de Xiuhtecuhtli;[17] un día el agua de la laguna que circundaba a la ciudad hirvió sin explicación; en algunas ocasiones se escuchaba por las noches en las calles de Tenochtitlán, el grito desgarrador de una mujer, que lloraba por sus hijos que iban a morir; un ave encontrada en el lago, tenía un espejo en la cabeza, en donde Moctezuma vio la llegada de los españoles; le llevaban a Moctezuma hombres deformes que en su presencia desaparecían. Sea como fuera, la dirigencia mexica y muchos pueblos antiguos del mundo, conocían de las artes adivinatorias; además que ya estaba dicho en la tradición oral, lo que sucedería. Lo cierto es que una parte de los dirigentes mexicas, vieron con temor en la llegada de los españoles, el fin de su trasgresión filosófica y religiosa.
La conquista de México fue más bien una guerra civil entre indígenas, con profundas raíces filosóficas, religiosas y viejas heridas entre los pueblos por la dominación mexica, que una epopeya heroica de un puñado de españoles guiados por un “intrépido y valiente capitán”.
Hernán Cortés supo aprovechar las debilidades estructurales del sistema indígena que estaba en un momento de gran poder material, pero de suma debilidad filosófica y religiosa. El mito hispanista de que, gracias al valor y la superioridad en armas, caballos y religión, le dio a Cortés la victoria, es producto de la ignorancia y la colonización mental en la que hemos vivido estos últimos quinientos años. El costo de la partida de los toltecas, el cisma religioso filosófico ideológico que inició Tlacaelel y que le dio gloria y poder a los mexicas, lo vino a pagar Moctezuma Xocoyotzin.
Los pueblos que no transgredieron la milenaria norma de Quetzalcóatl y que se mantuvieron leales a la milenaria tradición Tláloc-Quetzalcóatl; como fueron los pueblos mayas de la península de Yucatán y sur de México; los zapotecas y mixtecas en Oaxaca, los purépechas en Michoacán, los tlapanecas en la montaña de Guerrero y los tlaxcaltecas de Tlaxcala. En principio no tomaron a los españoles como Quetzalcóatl y se mantuvieron en rebeldía, tanto de los mexicas primero, como después, de los españoles. No es casual en nuestro tiempo, encontrar en estas regiones y pueblos de México, la más fuerte resistencia cultural, que los llevan a ser en su conjunto “La Reserva Espiritual de México” y corazón palpitante del “México Profundo”.
Cortés buscó y logró la alianza de los tlaxcaltecas, quienes primero los combatieron, pero hábilmente Cortés se hizo pasar primero, como el capitán de Quetzalcóatl, es decir, el rey de España, y después por el mismo Quetzalcóatl, tan esperado y temido por sus transgresores. Cortés aprovechó la profecía de Quetzalcóatl y la trasgresión pensamiento, provocando una guerra civil y religiosa en el Anáhuac. Es claro, que un puñado de aventureros, mal armados, sin entrenamiento y disciplina militar, llenos de pugnas, ambiciones y rivalidades internas; iban a vencer, por ellos mismos, al poderoso mundo indígena y en especial al temido y formidable imperio mexica, que contaba con cientos de miles de guerreros, perfectamente entrenados y organizados, con una larga tradición y experiencia militar. El número de los indígenas, arrollaba cualquier superioridad tecnológica militar de los españoles de aquellos tiempos. España para esos tiempos tenía aproximadamente 9 millones de habitantes, en lo que hoy es México se calcula que existían entre 20 y 25 millones de habitantes.
“En España, y en toda Europa, no existían entonces conglomerados urbanos siquiera comparables con México, que, aunque hay quien le asigne hasta millón y medio de habitantes, lo más probable es que anduviera por el medio millón (Londres no pasaba de 40 mil y París, la ciudad más grande, apenas llegaba a 65 mil), y eso sin contar las demás poblaciones del Valle, que iban muy a la zaga, como Texcoco, Aztcapozalco, Ixtapalapa, Tacuba, etc., que totalizaban más del millón y medio.” (José Luis Guerrero. 1990)
Cortés supo hábilmente engarzar el problema religioso y las rivalidades de los indígenas, para asumirse como el capitán de Quetzalcóatl, llegar a Tenochtitlán con miles de aliados indígenas, pasando antes a la ciudad sagrada de Cholula y hacer la primera gran matanza, para fortalecer la alianza con los tlaxcaltecas, pues en ese momento eran sus rivales. Para los mexicas, el conflicto era religioso y la guerra era religiosa. Ellos no se estaban enfrentando a un enemigo invasor y depredador, ellos estaban en medio de un gran cisma religioso filosófico y en una guerra civil.
“Esa desproporción, sin embargo, era sólo aparente: aparte de que pronto el número de indios aliados fue tan grande que la conquista realmente se puede decir que no lo fue, sino más bien una guerra civil de la que se aprovecharon unos pocos invasores extranjeros, dado que ambos peleaban más en terreno religioso que en el militar, la concepción española de la guerra les confería una fuerza demoledora, en tanto que la mexicana paralizaba a sus creyentes, haciéndoles actuar en forma tan inadecuada que era tanto como dejarlos inermes, como iremos viendo.
Es que los españoles -analiza brillantemente Soustelle- hacían una guerra "total": para ellos no había sino un Estado -la monarquía de Carlos V- y una sola religión posibles. Los mexicanos fueron vencidos porque su pensamiento, regulado sobre una tradición pluralista en el orden político y religioso, no estaba adaptado al conflicto con el dogmatismo del Estado y de la Religión unitarios." (José Luis Guerrero. 1990)
En efecto, mientras que para los mexicas la llegada de los españoles significaba el cumplimiento de una profecía milenaria, que traería su desplome ideológico religioso, en el que podía existir todavía alguna negociación; para los españoles implicaba una extraordinaria conquista militar y religiosa, que les traería riqueza personal y poder político.
Mientras que para los aztecas la guerra religiosa representaba la oportunidad de tomar vivos a los enemigos, para sacrificarlos a Huitzilopochtli en el Templo Mayor. Un enemigo muerto en el combate era una torpeza y una pérdida para sus dioses; para los españoles en cambio, la guerra significaba el extermino del infiel en el campo de batalla, con la ayuda de Santiago Apóstol en favor de la Cristiandad y de la Corona.
Moctezuma y el Tlatócan, trataban con seres mágicos y divinos, mensajeros y embajadores de Quetzalcóatl. No fueron cobardes y sí diplomáticos. Ellos buscaban una negociación. Nunca dejaron de creer en la validez y fuerza de Huitzilopochtli en contra de Quetzalcóatl. Los mexicas creían estar en una lucha religiosa y mágica; los españoles estaban empeñados en una empresa comercial guerrera. Unos hablaban de Quetzalcóatl Cristo rey de España; los otros hablaban de Huitzilopochtli Tezcatlipoca Tlacaelel. Los aztecas buscaban una negociación religiosa ideológica honorable, los españoles buscaban la destrucción dominación riqueza. Unos eran gente noble y educada, los otros eran gente ignorante, sin escrúpulos y ávida de riqueza a toda costa.
La entrega de los Mexicas a los españoles.
Finalmente, y contra la voluntad popular y de muchos dirigentes y sacerdotes mexicas, El Tlatócan ordenó a Moctezuma recibir en Tenochtitlán a Cortés, el capitán de Quetzalcóatl. Existe documentado por el propio Cortés y Bernal Díaz, un hecho, que revela claramente qué sucedió en la conquista. Moctezuma manda llamar a todos los Señores que le tributaban en el Cem Anáhuac, y delante de los españoles les dice que por fin había llegado aquél que tanto esperaban y que le debía obedecer y tributar al rey de España, como hasta entonces la habían hecho a él. Esto es, que el poderoso imperio azteca, sabedor de la trasgresión que habían realizado sus antepasados al mando de Tlacaelel, aceptaban su usurpación ideológica y religiosa, entregándose a la voluntad del dios mítico y milenario de los pueblos del Cem Anáhuac. En voz del propio Moctezuma y mandado tomar su discurso a través del escribano por Cortés, ya que el tlatoani le dijo que sería un evento muy importante, Moctezuma les dice a sus Señores tributarios, que para el efecto había mandado traer de todo el imperio:
“Hermanos y amigos míos, ya sabéis que de mucho tiempo acá vosotros y vuestros padres y abuelos habéis sido y sois súbitos y vasallos de mis antecesores y míos, y siempre de ellos y de mi habéis sido muy bien tratados y honrados, y vosotros asimismo habéis hecho lo que buenos y leales vasallos son obligados a sus naturales señores; y también creo que de vuestros antecesores tenéis memoria como nosotros [los mexicas ]* no somos naturales de estas tierras, y que vinieron a ella de muy lejos tierra, y los trajo un señor [Quetzalcóatl]* que en ella los dejó, cuyos vasallos todos eran. El cual volvió desde ha mucho tiempo y halló que nuestros abuelos estaban ya poblados y asentados en esta tierra, y casados con las mujeres de esta tierra y tenían mucha multiplicación de hijos, por manera de que no quisieron volverse con él ni menos lo quisieron recibir como señor de esta tierra [la trasgresión de su filosofía y religión]*; y él se volvió, y dejó dicho que tornaría o enviaría con tal poder, que los pudiese constreñir y atraer a su servicio. Y bien sabéis que siempre lo hemos esperado [con temor]*, y según las cosas que el capitán [Cortés]* nos ha dicho de aquel rey y señor que le envió acá [Carlos V]*, y según la parte de donde él dice que viene [del otro lado del mar, del Oriente, a donde se fue Quetzalcóatl y de dónde regresaría, según la profecía]*, tengo por cierto, y así lo debéis vosotros tener, que aqueste [el rey de España]* es el señor que esperábamos [Quetzalcóatl], en especial que nos dice que allá tenían noticias de nosotros, y pues nuestros predecesores no hicieron lo que a su señor eran obligados [Tlacaelel y sus transgresiones]*, hagámoslo nosotros [reinstalar la filosofía y religión de Quetzalcóatl], y demos gracias a nuestros dioses [nótese que hasta aquí, los Aztecas pensaban que el problema era entre dioses “menores”, Quetzalcóatl-Huitzilopochtli, pero que la estructura de Tloque Nauhaque, el dios todo poderoso, seguía en pie y que los españoles no eran invasores-conquistadores, pues ellos creían que después de la “rectificación”, los españoles o enviados de Quetzalcóatl, se regresarían por donde vinieron]*, y demos gracias a nuestros dioses porque en nuestros tiempos vino lo que tanto aquéllos esperaban. Y mucho os ruego, pues a todos es notorio todo esto, que así como hasta aquí a mi me habéis tenido y obedecido por señor vuestro, de aquí adelante tengáis y obedezcáis a este gran rey [Carlos V]*, pues él es vuestro señor, y en su lugar tengáis a este su capitán [Cortés]* ; y todos los tributos y servicios que hasta aquí a mi me haciades, los haced y dad a él, porque yo asimismo tengo de contribuir y servir con todo lo que me mandare; y demás de hacer lo que debéis y sois obligados, a mí me haréis en ello mucho placer” [Esta es la entrega del imperio azteca a los españoles, sin derramar una sola gota de sangre ]*. Lo cual todo lo dijo llorando con las mayores lágrimas y suspiros que un hombre podía manifestar, y asimismo todos aquellos señores que le estaban oyendo lloraban tanto, que en gran rato no le pudieron responder. [El dolor y sufrimiento de Moctezuma y sus Señores tributarios, es lógico entenderlo, pues significaba la aceptación tácita de su histórica equivocación, al transgredir la filosofía y religión de Quetzalcóatl, y la demostración de la caída de Huitzilopochtli, el dios usurpador de los aztecas]*. Y certifico a vuestra sacra majestad, que no había tal de los españoles que oyese el razonamiento, que no hubiese mucha compasión.
Y después de algo sosegadas sus lágrimas, respondieron que ellos lo tenían [a el rey de España]* por su señor, y habían prometido de
Y después de algo sosegadas sus lágrimas, respondieron que ellos lo tenían [a el rey de España ]* por su señor, y habían prometido de hacer todo lo que les mandase; y que por esto y por las razones que para ello les daba, quedan muy contentos de hacer, y que desde entonces para siempre se daban ellos por vasallos de vuestra alteza y desde allí todos juntos y cada uno por sí prometían, y prometieron, de hacer y cumplir todo aquello que con el real nombre de vuestra majestad les fuese mandado, como buenos y leales vasallos lo deben hacer, y de acudir con todos los tributos y servicios que antes al dicho Mutezuma hacían y eran obligados, y todo lo demás que les fuese mandado en nombre de vuestra alteza. Lo cual todo pasó ante un escribano público, y lo asentó por auto en forma, y yo lo pedí así por testimonio en presencia de muchos españoles.
Pasado este auto y ofrecimiento que estos señores hicieron al real servicio de vuestra majestad, hablé un día al dicho Mutezuma, y le dije que vuestra alteza tenía necesidad de oro para ciertas obras que mandaba hacer, y que le rogaba que enviase algunas personas de los suyos, y que yo enviaría asimismo algunos españoles por las tierras y casas de aquellos señores que allí se habían ofrecido, a les rogar que lo que ellos tenían sirviesen a vuestra majestad con alguna parte.” (Hernán Cortés, segunda carta relación del 30 de Octubre de 1520). (* Texto anexado por el autor para hacer más explícito el contenido)
Este testimonio desmitifica toda la “proeza guerrera” de los aventureros españoles, y aclara, la verdadera tragedia de los mexicas. Sí existió posteriormente la gran matanza y lucha, fue solo por la torpeza criminal y la ambición desmedida de los españoles. Poco después de este hecho, Cortés manda tomar prisionero a Moctezuma, quien los había hospedado en su propia casa y lo tortura para que entregue el oro que poseía.
La gran matanza y el origen de la guerra.
En esos momentos llega a Veracruz Pánfilo de Narváez, quien el gobernador de Cuba había mandado con 19 navíos y mil cuatrocientos hombres a tomarlo preso, por haber salido prófugo de Cuba y haberlo traicionado junto con todos los inversionistas que habían financiado la expedición. Sin embargo, Cortés con mucha astucia para corromper a los nuevos aventureros, que no soldados; pues Velázquez casi despobló Cuba para formar la expedición de captura, y gracias a que Narváez se creía invencible, mandó a un notario, un capellán y cuatro hombres armados a acordar la rendición de Veracruz al mando de Sandoval, quien a su vez los mandó a Tenochtitlán. Cortés los deslumbró con la ciudad, que en ese momento estaba a sus pies y los regresó cargados de oro, en calidad de cómplices para subvertir a la expedición de captura y que más tarde se pasarán con él por el oro ofrecido y prometiéndoles infinitas ganancias. La misión se logró con mucho éxito. Insistimos, para comprender la historia, hay que entender que los españoles[18] no eran soldados adiestrados y disciplinados. Eran parias en busca de fortuna y todas las atrocidades y traiciones, que hicieron contra los indígenas y como entre ellos mismos; solo demostraba la calidad humana, moral y ética, que guió todos sus actos en la Conquista y la Colonia.
“La sorpresa, de hecho, no existió sino para Narváez: cuando Cortés atacó por fin Cempuala en una noche de tormenta, aunque un centinela los había puesto sobre aviso, los de Velásquez apenas si quemaron una poca de pólvora para salvar las apariencias, celebrando al día siguiente su derrota con tanto descaro de pífanos y tambores que hasta sus vencedores llegaron a sentirse molestos.” (José Luis Guerrero. 1990)
La historia hispanista dice que Cortés salió de Tenochtitlán y dejó a Alvarado al mando de los hombres que se quedaron en la ciudad de Tenochtitlán. Esto, para lavar las manos de sangre y de torpeza criminal al conquistador, pues según esta versión afirma que cuando Cortés estaba en Veracruz, la nobleza mexica le pidió a Alvarado permiso, para realizar una festividad en Templo Mayor de Tenochtitlán. Por la tarde llegaron más de cinco mil mujeres y hombres, la clase dirigente, ricamente ataviados con oro y totalmente desarmados, para bailar en la gran plaza. Los españoles al ver esto, mandaron cerrar las cuatro puertas de la plaza amurallada y a cuchillo mataron a mujeres y hombres para despojarlos de sus joyas. “Inmediatamente cercaron a los que bailaban, se lanzan al lugar de los atabales [tambores]: dieron un tajo al que estaba tañendo: le cortaron ambos brazos. Luego lo decapitaron: lejos fue a caer su cabeza cercenada.
Al momento todos acuchillan, alancean a la gente y les dan tajos, con las espadas los hieren. A algunos les acometieron por detrás; inmediatamente cayeron cabezas; les rebanaban la cabeza, enteramente hecha trizas quedó su cabeza.
Pero a otros les dieron tajos en los hombros: hechos grietas, desgarrados quedaron sus cuerpos. A aquéllos hieren en los muslos, a éstos en las pantorrillas, a los de allá en pleno abdomen. Todas las entrañas cayeron por tierra. Y había algunos que aún en vano corrían: iban arrastrando los intestinos y parecían enredares los pies en ellos. Anhelosos de ponerse en salvo, no hallaban a donde dirigirse.
Pues algunos intentaban salir: allí en la entrada los herían, los apuñalaban. Otros escalaban los muros; pero no pudieron salvarse. Otros se entrometieron entre los muertos, se fingieron muertos para escapar. Aparentaron ser muertos, se salvaron. Pero sí entonces alguno se ponía en pie, lo veían y lo acuchillaban.
La sangre de los guerreros cual si fuera agua corría: como agua que se ha encharcado, y el hedor de la sangre se alzaba al aire, y de las entrañas que parecían arrastrarse.
Y los españoles andaban por doquiera en busca de las casas de la comunidad: por doquiera lanzaban estocadas, buscaban cosas: por si alguno estaba oculto allí…” (Informantes de Sahagún).
En el siguiente relato indígena encontramos una tenue muestra de las matanzas que hacían los españoles. Este fue el gran error de los españoles, pues muchos de los mexicas desde el primer momento querían exterminar a los españoles, sobre todo, aquellos fanáticos de Huitzilopochtli, pero el Tlatócan no lo permitió. Pero al darse la matanza la gente del pueblo reaccionó enérgicamente y se fueron a las armas.
“Y cuando se supo afuera, empezó la gritería: ¡Capitanes, mexicanos... venid acá! ¡Que todos armados vengan: sus insignias, escudos, dardos! ... ¡Venid acá de prisa, corred: muertos son los capitanes, han muerto nuestros guerreros!... ¡Han sido aniquilados, oh capitanes mexicanos!
Entonces se oyó el estruendo, se alzaron gritos, y el ulular de la gente que se golpeaba los labios. Al momento fue el agruparse, todos los capitanes, cual si hubieran sido citados: traen sus dardos, sus escudos.
Entonces la batalla empieza: dardean con venabolos, con saetas y aun con jabalinas, con arpones de cazar aves. Y sus jabalinas furiosos y apresurados lanzan. Cual si fuera capa amarilla, las cañas sobre los españoles se tienden.” (Informantes de Sahún).
Los españoles entonces se refugian en la casa de Moctezuma y le ponen grilletes. Estando rodeados los invasores al frente de Alvarado, dice la historia escrita por los españoles, que Cortés regresó y que mansamente lo dejaron entrar al cerco. Que la ciudad estaba desierta y que entraron sin ningún problema.
Esto es realmente imposible de creer e ilógico. Es difícil entonces explicar, por qué Cortés inmediatamente después de llegar al centro de la ciudad, trata de salir del cerco. Todo Tenochtitlán estaba en pie de guerra y el Tlatócan, había depuesto a Moctezuma y había nombrado en su lugar a Cuitláhuac como nuevo Tlatoani. Es una mentira que los mexicas dejaron entrar a Cortés a la ciudad, donde por las calles, resultaba un fácil blanco militar.
Lo más lógico de suponer, es que Cortés “venció” a Narváez y al regresar a la ciudad de Tenochtitlán, él mismo ordenó la matanza. Carnicería absurda, pues como ya sabemos, en primer lugar, que el propio Moctezuma juró obedecer a los españoles, y en segundo lugar; para los anahuacas el oro no tenía el valor que los españoles le daban; por lo cual hubiera bastado que los españoles les hubieran pedido el oro, y seguramente todos lo hubieran entregado sin resistencia.
El misterio de la "noche triste"
Sea como fuere, cercados los españoles y Moctezuma depuesto por el Tlatócan, los mexicas tenían rodeados a los españoles y sus aliados. Cortés intentó huir una noche en la que caía una gran tormenta, cuando fueron descubiertos y diezmados, en la famosa batalla de “La Noche Triste”, (el nombre oficial de la batalla, revela el origen de quien la escribió, pues fue triste para los españoles, más no para los mexicas). Sorprende encontrar en nuestros días como la cultura dominante a través de la SEP,[19] mantienen en los libros de texto el concepto de “La Batalla de la Noche Triste” y nos demuestra que el Estado mexicano es eminentemente hispanista y colonial. La historia oficial, miente y es tendenciosa. Deforma y coloniza a los niños mexicanos a través de sus maestros y sus libros de texto.
“La derrota tuvo proporciones de exterminio: aunque Cortés pretende reducir a 150 los españoles muertos, Bernal Díaz menciona 870, es decir, la gran mayoría, amén de los más de los indios aliados. La victoria pues fue aplastante para los mexicanos aun del punto de vista español, y, como siempre, sólo mediante el auxilio divino pudieron explicarse el no haber sido totalmente liquidados. Con un poco más de escepticismo para aceptar aliados sobre naturales podríamos preguntarnos: ¿Por qué, en realidad, no los ultimaron?” (José Luis Guerrero. 1990).
La “verdadera historia” es que Ixtlilxóchitl, hijo de Netzahualpilli y nieto de Nezahualcóyotl fue despojado del Señorío de Texcoco en 1516 por Moctezuma II, quien impuso a su sobrino Cacamatzin, quien era hijo de su hermana, una de las cientos de esposas de Netzahualpilli. Esta imposición puso en pie de guerra a Ixtlilxóchitl y cuando llegó Cortés inmediatamente se alió a los enemigos de Moctezuma poniendo a sus servicios a trescientos mil guerreros. Cortés usó a Ixtlilxóchitl durante todo el conflicto armado, y él y los historiadores hispanistas le han negado la gloria de los hechos de armas, para adjudicárselos a Cortés y sus filibusteros.[20] En efecto, el verdadero artífice de la derrota de los mexicas fue Ixtlilxóchitl y no Cortés, sencillamente porque para 1520 Cortés no tenía las posibilidades para comandar a casi medio millón de anahuacas que se enfrentaron a los mexicas, toda vez que no tenía la posibilidad de comunicarse clara y explícitamente en lengua náhuatl y no conocía las estrategias y tácticas guerreras de los anahuacas. Las dificultades de las diferencias culturales, lingüísticas y guerreras hacían imposible que Cortés o cualquier español pudiera comandar a los ejércitos tlaxcaltecas, texcocanos, xochimilcas, etc., que se pusieron del lado de los españoles.
Ixtlilxóchitl fue el que comandó a los cientos de miles de guerreros anahuacas, el que ordenó el corte de agua que abastecía a Tenochtitlán y sobre todo, el que planeó el rescate de los españoles de Tenochtitlán, cosa que la historia oficial hispanista calla. Ixtlilxóchitl la madrugada de la huida atacó primero por agua a los mexicas, de modo que al contraatacar los españoles pudieron salir del sitio. Ixtlilxóchitl también mandó a un ejército de cien mil hombres a proteger la retirada española en los llanos de Otumba. Cortés en la desesperación, pues había perdido la artillería y a la mitad de los filibusteros, quienes se ahogaron al caer al agua debido a que venían cargados del oro que se habían repartido en la víspera, ordena cargar contra el ejército que los iba a recatar. Los texcocanos retroceden y la historia hispanista toma este hecho como una de las más grandes victorias de Cortés.
Gracias a Ixtlilxóchitl los españoles se refugiaran en Tlaxcala y no los persiguieron y acabaron los mexicas. Otro mito es que Cortés y sus hombres armarán y construirán tres barcos, para asediar con posterioridad a Tenochtitlán. Las naves fueron mero adorno en la batalla de Tenochtitlán porque el lago tenía muy poca profundidad y las técnicas de lucha se daban en miles de pequeñas canoas de uno y otro bando. El arma más poderosa de los invasores fue la viruela. Nunca en el Anáhuac se había sentido una catástrofe de las dimensiones que tuvo esta pandemia. Poco hablan “las fuentes hispánicas de Ixtlilxóchitl y de la viruela”, para presentar a “los conquistadores” como héroes de una “proeza civilizatoria” de occidente.[21]
“Ixtlilxóchitl, prácticamente fue el verdadero conquistador de Tenochtitlán, pues gracias a él Cortés dispuso de tropas poco menos que ilimitadas -casi medio millón de guerreros- contra los, cuando mucho, 50 mil de Cuauhtémoc.” (José Luis Guerrero. 1990).
Para poder plantear una respuesta descolonizada debemos entender que la invasión de los españoles, para los mexicas significaba un conflicto religioso-ideológico. Puede ser probable que los mexicas, orgullosos de sí mismos, fieles a su dios tutelar Huitzilopochtli, conscientes de la trasgresión a Quetzalcóatl, practicantes de los prohibidos sacrificios humanos; hayan decidido altivamente inmolarse en Tenochtitlán y aceptar el castigo divino que representaba la lucha en contra de los enviados de Quetzalcóatl, porque ellos sabían que sus vecinos ante los acontecimientos y temerosos de la fuerza de Quetzalcóatl, se estaban uniendo a “Cortés-Quetzalcóatl-Carlos V” para caer sobre ellos.
La caída del águila y la guerra de resistencia.
Sea como fuere, la ciudad de México Tenochtitlán cayó después de resistir 80 días heroicamente. Sin agua, alimentos y sin ningún auxilio posible, peleando casa por casa, cientos de miles de aliados indígenas y un puñado de españoles tomaron la ciudad el 13 de Agosto de 1521. Cuauhtémoc fue hecho prisionero y se concluyó el sitio.
Sea como fuere, la ciudad de México Tenochtitlán cayó después de resistir 80 días heroicamente. Sin agua, alimentos y sin ningún auxilio posible, peleando casa por casa, cientos de miles de aliados indígenas y un puñado de españoles tomaron la ciudad el 13 de Agosto de 1521. Cuauhtémoc fue hecho prisionero y se concluyó el sitio.
“Y cuando aquellos fueron hechos prisioneros, fue cuando comenzó a salir la gente del pueblo a ver dónde iba a establecerse. Y al salir iba con andrajos, y las mujercitas llevaban las carnes de la cadera casi desnudas. Y por todos lados hacen rebusca [de oro] los cristianos. Les abren las faldas, por todos lados les pasan la mano, por sus orejas, por sus senos, por sus cabellos.” (Texto anónimo de Tlatelolco. 1528). Lo que vino después, solo pudo ser posible por la barbarie española y la confusión y rencor de los aliados indígenas. Los españoles encabezaron el saqueo, destrucción y ejecución de los mexicas, para quienes no existió ninguna compasión. Las atrocidades que cometieron, tanto los españoles como sus aliados indígenas no han sido documentadas cabalmente, pero resulta muy fácil deducirlas.
“Fue cuando le quemaron los pies a Cuauhtemoctzin.
Cuando apenas va a amanecer lo fueron a traer, lo ataron a un palo en casa de Ahuizotzin en Acatliyacapan.
Allí salió la espada, el cañón, propiedad de nuestros amos.
Y el oro lo sacaron en Cuitlahuactonco, en casa de Itzpotonqui. Y cuando lo han sacado, de nuevo llevan atados a nuestros príncipes hacia Coyoacan.
Fue en esta ocasión cuando murió el sacerdote que guardaba a Huitzilopochtli. Le habían hecho investigación sobre dónde estaban los atavíos del dios y los del Sumo Sacerdote de Nuestro Señor y los del Incensador máximo.
Entonces fueron hechos sabedores de que los atavíos que estaban en Cuauhchichiloco, en Xaltocan; que los tenían guardados unos jefes.
Los fueron a sacar de allá. Cuando ya aparecieron los atavíos, a dos ahorcaron en medio del camino de Mazatlán... Allá ahorcaron a Macuilxóchitl, rey de Huitzilopochco. Y luego al rey de Cuhulacan, Pizotzin. A los dos los ahorcaron.
Y al Tlacatécatl de Cuauhtitlan y al mayordomo de la casa Negra los hicieron comer por los perros.
También a unos de Xochimilico los comieron los perros.
Y a tres sabios de Ehécatl, de origen tetzcocano, los comieron los perros.” (Texto anónimo de Tlatelolco. 1528)
Cortés mandó destruir piedra sobre piedra a la ciudad de Tenochtitlán, la ciudad más grande y mejor urbanizada de aquellos tiempos en todo el planeta, para de sus escombros, fundar la capital de la Nueva España.
Significando con ello, la destrucción y negación de la civilización vencida, que inmediatamente fue proscrita y perseguida hasta nuestros días. La civilización anahuaca, una de las seis civilizaciones más antiguas de la humanidad y con origen autónomo, fue condenada aparentemente a desaparecer. El siguiente texto nos da una idea de lo que sucedió:
“Ixtlilxuchil [aliado texcocano de Cortés] fue luego a su madre Yacotzin y diciéndole lo que había pasado [la derrota de los mexicas] y que iba por ella para bautizarla, le respondió que debía haber perdido el juicio, pues tan presto se había dejado vencer de unos pocos de bárbaros como eran los cristianos, a lo cual respondió don Hernando [Ixtlilxuchil ] que si no fuera su madre la respuesta fuera quitarle la cabeza de los hombros, pero que lo había de hacer aunque no quisiese, que importaba la vida del alma [Cristo-Quetzalcóatl ]; a lo cual respondió ella con blandura que la dejase por entonces, que otro día se miraría en ello y vería lo que debía hacer; y él se salió de palacio y mandó poner fuego a los cuartos donde ella estaba aunque otros dicen que porque la halló en un templo de ídolos. Finalmente ella salió diciendo que quería ser cristiana y llevándosela para esto a Cortés con grande acompañamiento la bautizaron y fue su padrino el Cortés y la llamaron doña María por ser la primera cristiana.” (Códice Ramírez)
La conquista de México no terminó el 13 de agosto de 1521 con la caída de Tenochtitlán. Los pueblos invadidos mantendrán una resistencia permanente, desde la insurrección del Mixtón (1541),[22] Caxcanes[23] hasta la del EZLN[24] en 1994. Unas veces intermitentes, violentas y explosivas, otras de manera permanente, subterránea y silenciosa, pero la resistencia siempre estará presente en estos cinco siglos de ocupación colonial.
La Guerra de la Gran Chichimeca, durante el período colonial. Las múltiples rebeliones de los indígenas mayas y yaquis durante el siglo XIX y principios del XX, son las más famosas, pero no necesariamente las únicas o las más importantes. La historia oficial de los criollos, desterró y desvaloró las historias regionales. Dentro de ellas, se encuentran muchas rebeliones indígenas. Por lo general muy violentas y sangrientas, pero sin una organización de carácter regional de mayor trascendencia. Generalmente fueron sofocadas a sangre y fuego, con todo el poder del Estado y los rebeldes exterminados con saña inaudita, de la misma manera que hicieron sus antecesores durante la invasión y conquista.
Lo interesante y novedoso de la rebelión de los indígenas mayas de Chiapas y el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional en 1994, es que es una insurrección armada que declara la guerra al gobierno federal, pero no combate. Lo segundo es que, por primera vez en estos cinco siglos de invasión colonial, los indígenas han procurado extender su levantamiento a otros pueblos indígenas y se vinculan con la sociedad civil no indígena, además de darle un carácter internacional a su lucha.
Crimen de Lesa Humanidad.
La estabilidad cósmica y la armonía social en el que habían vivido, por lo menos durante tres mil años fueron rotas violentamente. El universo y el mundo se colapsaron de súbito. De poseer la calidad de ser humano, de vivir como pueblos soberanos y pueblos libres, de ser herederos de una civilización de más de siete milenios, los indígenas pasaron violenta y rápidamente a bajar a la calidad de animales. Su nueva condición era de ser derrotados y esclavos. Su religión, su lengua y su cultura, pasaron a ser perseguidas y negadas. “Tras la caída de los dioses y el desquiciamiento del orden cósmico, vino la perturbación del orden humano, la conversión violenta de los señores de la tierra en servidores de los conquistadores, y la alteración de sus tradiciones y formas de vida. La violencia y el cambio substituyeron la estabilidad del orden antiguo, de manera que la irrupción cotidiana de la violencia acentuó la sensación de vivir una alteración del tiempo, un “tiempo loco”, una era de cataclismo total...” (Enrique Florescano. 1987)
Los mexicanos contemporáneos, por efecto de la colonización mental y cultural que hemos sufrido a lo largo de estos cinco siglos, no podemos dimensionar cabalmente el tamaño de la tragedia que vivieron nuestros antepasados y lo que ha significado y significa para nosotros como pueblo y como seres humanos. Y por efectos de la educación colonizada, al parecer no nos importa. El sistema educativo oficial, los medios masivos de difusión, los intelectuales, artistas e investigadores están de tal manera deformados, que unos refuerzan la colonización y los otros no tienen la capacidad de romper la inercia de la colonización mental. Pero esta “hecatombe” cimbró totalmente el mundo indígena conocido hasta antes de la invasión, el mundo de nuestros Viejos Abuelos y nos sigue marcando hasta nuestros días.
Otros pueblos en la historia de la humanidad han sufrido cataclismos
similares y al paso del tiempo han logrado recuperarse. Sean por
causas humanas o producto de la naturaleza. Pero la diferencia
sustancial con nuestro pueblo fue la saña brutal, la violencia
deshumanizada y la absoluta intolerancia, con la que sistemáticamente
los conquistadores primero y después los colonizadores, destruyeron la
cultura y la identidad de los vencidos a través de borrar su memoria
histórica, desaparecer sus lenguas, minimizar y desvalorizar sus
conocimientos, despojarlos de los espacios físicos, sagrados, sociales y
religiosos, y destruir y perseguir a su milenaria religión, matar a sus
sacerdotes y destruir sus templos. Nunca en la historia de la
humanidad se ha quitado a un pueblo, durante cinco siglos, su
condición de seres humanos y su cultura. Este drama no sucedió hace
cinco siglos, por desgracia es la cotidianidad en la vida nacional de
muchos mexicanos. Ahora matizado y subliminal, pero con el mismo objetivo y resultado. Oprimir, enajenar y explotar al pueblo de la
civilización vencida.
“Mis dedos están rígidos por la edad. Ya no puedo escribir. La humanidad ignorará siempre lo que ha sido de este gran pueblo. Nuestra civilización le ha asentado un golpe tan duro que no podrá levantarse y puede ser que jamás se sepa que gran altura intelectual había alcanzado.” (Fray Bernardino de Sahagún)
El desconocimiento del pasado indígena, la incapacidad de “recordar”, la vergüenza por la raíz indígena, el desprecio a lo propio y la exaltación de lo ajeno, el ser educados -en la casa y en la escuela- como “extranjeros incultos en su propia tierra”, se pueden explicar solamente a través de la sistemática negación del pasado. Porque la negación del pasado es la negación de sí mismo. Sí un pueblo no conoce su historia no se conoce a sí mismo. Es ajeno a su destino. Porque, como persona, familia y pueblo… somos lo que recordamos.
“El primer efecto de la Conquista sobre la memoria indígena fue la destrucción de ese sistema estatal de control sobre el pasado. El segundo fue la represión de todo intento de los vencidos para expresar y articular su memoria. A partir de la Conquista la trasmisión del pasado indígena se produjo en un campo de tensión creado por la sola presencia del conquistador, en un clima de represión general que ahogó las formas de recordación del pasado distintas a las impuestas por el vencedor. A ello se debe que la mayor parte de los sistemas ideados por los indígenas para preservar y transmitir su pasado se hicieran ocultos, se disfrazaran a menudo con ropajes cristianos, o se encerraban en prácticas secretas.” (Enrique Florescano. 1987)
Lo que se evita decir a toda costa en la sociedad mexicana, es que se conforma con un pequeño grupo de vencedores y una inmensa mayoría de vencidos. Se esconde la verdad y se disfraza de un “romántico encuentro” de dos culturas. A los poseedores del dinero, los criollos neo colonizadores no les gusta que los vencidos-colonizados se les recuerden su pasado. Y mucho menos, la forma deshumanizada en la que han tratado de destruir a la civilización conquistada. Esta es a razón por la cual la mayoría del mexicano común desconoce su “historia verdadera”.
Una visión y opinión de esta realidad fue expresada por Carl Bovallius, Investigador Sueco, Miembro de la Academia Sueca de Antropología y Geografía, quien en 1881 hizo un viaje de exploración e investigación en Centroamérica; entre otros lugares visitó las islas de Zapatera y Ometepe en el Lago de Nicaragua.
Una visión y opinión de esta realidad fue expresada por Carl Bovallius, Investigador Sueco, Miembro de la Academia Sueca de Antropología y Geografía, quien en 1881 hizo un viaje de exploración e investigación en Centroamérica en su libro Antigüedades Nicaragüenses; entre otros lugares visitó las islas de Zapatera y Ometepe en el Lago de Nicaragua.
“En verdad que al leer los escasos relatos de los postreros días de esas gentes, uno se siente tentado a sostener que en desarrollo armónico de las facultades mentales, eran superiores a esa nación que, por su caterva de aventureros sanguinarios y rapaces glorificados en la historia con el nombre de "Conquistadores", lleva sobre si la ignominiosa responsabilidad de ser la exterminadora de aquella civilización. Porque fue de veras tan rápido y radical ese exterminio, mediante el fanático vandalismo de sacerdotes "cristianos" y los sangrientos crímenes de una soldadesca codiciosa, que la historia no sabe de otro caso similar. Débese a eso que el investigador de la relativamente moderna cultura de la América Central se ve obligado a recorrer caminos más trabajosos y llenos de lagunas que el estudiante de las civilizaciones de Egipto y de la India, desaparecidas miles de años ha.
Pese a ello, es tanto ya lo que se sabe en nuestros días que podemos afirmar que los pueblos indígenas de la América Central estaban muy adelantados en política y materia social, así como en las ciencias y las artes. Más aun así debemos seguir estudiándolos hasta obtener un conocimiento más profundo de su cultura, indagar con empeño en todo el país con el fin de descubrir los ídolos enterrados o que la celosa vegetación guarda ocultos en las casi impenetrables selvas que ahora encubren muchos de los sitios antes ocupados por populosas y florecientes ciudades y templos artísticamente decorados.” (Carl Bovallius. 1886) [25]
- ↑ La encomienda fue una institución socio-económica mediante la cual un grupo de individuos debía retribuir a otros en trabajo, especie o por otro medio, por el disfrute de un bien o por una prestación que hubiese recibido. La institución del Siervo sujeto a un Señorío estaba establecida en toda Europa. En Castilla y Aragón durante la Edad Media, se trataba de territorios, inmuebles, rentas o beneficios pertenecientes a una orden militar a cuyo frente se encontraba un comendador. Constituyeron auténticas circunscripciones de las órdenes. En América, con la aplicación de las Leyes de Burgos se pretende limitar los abusos de los españoles sobre la población indígena, se buscaba que el encomendero tuviera obligaciones de trato justo: trabajo y retribución equitativa y que evangelizara a los encomendados. Sin embargo, a partir de la secularización del imperio español, estas obligaciones fueron omitidas transformándose la encomienda en un sistema de trabajo forzado para los pueblos originarios en favor de los encomenderos.
- ↑ La invasión comienza en 711 d.C. y termina en 1492 d. C al caer Granada, el último reducto de los árabes en la península española.
- ↑ La caída de Constantinopla fue en 1453 bajo el mando del otomano Mohamed II.
- ↑ José María Muría. Conquista y colonización en México. SEP/FCE. Méx. 1982.
- ↑ Significa literalmente “las cuatro regiones que se integran”, pero que simbolizan el continente.
- ↑ Fuente: “Cuando China controlaba los mares” Louise Levathes. 1994.
- ↑ John Horace Parry (nacido en Handsworth, Birmingham, Inglaterra, el 26 de abril de 1914 - murió en Cambridge, Massachusetts en agosto de 1982) fue un distinguido historiador marítimo, que se desempeñó como profesor de historia y asuntos oceánicos en la Universidad de Harvard.
- ↑ Bartolomé de Las Casas O.P. (Sevilla, 24 de agosto de 1484[1] – Madrid, 17 de julio de 1566) fue un fraile dominico español, cronista, teólogo, obispo de Chiapas (México), filósofo, jurista y apologista de los indios. De acuerdo a Antonio de Remesal, quien fue su primer biógrafo, Las Casas nació en Sevilla en 1474, pero las investigaciones de Helen Rand Parish y Harold E. Weidman de 1976, determinaron que la fecha más probable del nacimiento del fraile fue el 11 de noviembre de 1484 en Triana. Siendo niño conoció a los Reyes Católicos, y a Cristóbal Colón, pues su padre Pedro de las Casas, participó en los viajes del almirante. En 1499 tuvo la oportunidad de conocer a un indio, el cual fue traído por Colón y regalado a su padre como esclavo. Las Casas estudió latín en Salamanca o Sevilla. Su primer viaje a las Indias Cacicazgo de Higüey. El 15 de abril de 1502, siguiendo los pasos de su padre que había participado en el segundo viaje de Colón, llega a La Española. Durante 1503 se dedicó a extraer oro, participando en la campaña de conquista del gobernador Nicolás de Ovando, y bajo las órdenes del capitán Diego Velázquez de Cuéllar en el Cacicazgo de Higüey, por tal motivo recibió una encomienda en la Villa de la Concepción de la Vega, la cual administró hasta 1506. Conoció en el primer viaje a Cristhian Falcon quien con él se unieron a la lucha cual administró hasta morir en 1566 falleció en la presa de los indios.
- ↑ Las Capitulaciones de Santa Fe son los documentos suscritos el 17 de abril de 1492, en la localidad de Santa Fe (Granada), por los Reyes Católicos, que recogen los acuerdos alcanzados entre los reyes y Cristóbal Colón relativos a la expedición a las Indias por el mar hacia occidente. En este documento se le otorgan los títulos de almirante, virrey y gobernador general en todos los territorios que descubriera o ganase durante su vida, así como la décima parte de todos los beneficios obtenidos, nombrando como herederos a sus sucesores de forma vitalicia. También se le concedió un diezmo de todas las mercaderías que hallase, ganase y hubiese en los lugares conquistados. Están firmadas por el secretario de Fernando y hombre de confianza, Luis de Santángel. El original de las Capitulaciones no se conserva, lo que se conserva en la actualidad, en el Archivo General de Indias, es un testimonio autorizado dentro de la unidad Patronato con la signatura PATRONATO,295,N.2, y un asiento en un registro cedulario en la unidad Indiferente General con la signatura INDIFERENTE,418,L.1,F.1R-1V, y en el Archivo de la Corona de Aragón, un registro de Cancillería dentro de la unidad Archivo Real (Real Cancillería), con la signatura ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN, REAL CANCILLERÍA, REGISTROS, NÚM.3569, en los folios 135v-136v.
- ↑ Bernal Díaz del Castillo (Medina del Campo, España, 1496 - Guatemala, 1584) fue un conquistador español y cronista de Indias. Larga vida tuvo este español de Medina del Campo, pese a que participó en mil batallas como conquistador del Nuevo Mundo. Pasó a las Indias como soldado de Pedrarias Dávila y luego radicó en Cuba. Participó en las tres grandes expediciones, que, sobre tierras hoy mexicanas, partieron desde esa isla: la descubridora de Francisco Hernández de Córdoba en 1517, la exploradora de Juan de Grijalva en 1518, y la conquistadora de Hernán Cortés en 1519, narrando años después de haberlo vivido, lo que allí ocurrió. Participó en una multitud de acontecimientos de la Conquista, no sólo en lo que hoy es México, sino también en países como Guatemala y Honduras. Bernal Díaz del Castillo fue encomendero de Chamula y Micapa en la provincia de Chiapas, así como también lo fue de Teapa, en la provincia de Tabasco. Vivió un tiempo en la villa del Espíritu Santo donde fue Regidor. Después vivió en la ciudad de Santiago de Guatemala y en este lugar, con muchas dificultades, logró obtener un empleo del que vivió el resto de su vida.
- ↑ Silvio Arturo Zavala Vallado (Mérida, Yucatán; 7 de febrero de 1909) es un historiador, diplomático y erudito mexicano. El 7 de febrero del 2011, cumplió ciento dos años de vida.[1] Sus padres fueron don Arturo Zavala Castillo y doña Mercedes Vallado García. Realizó sus estudios básico y medio superior en escuelas de su tierra natal: “Consuelo Zavala” y “Escuela Modelo”. Se graduó del Instituto Literario de Yucatán y después, de la entonces Universidad del Sureste, hoy Universidad Autónoma de Yucatán y finalmente en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.
- ↑ Juan Ginés de Sepúlveda (Pozoblanco, Córdoba, 1490 – 1573) fue un “humanista”, filósofo, jurista e historiador español del siglo XVI. Su interés por Aristóteles le llevó a traducir su Política (1548), y la defensa del sometimiento de las culturas inferiores que contiene este libro le influiría después a la hora de sostener la legitimidad de la Conquista de América en función de infundir a los indios una cultura superior y cristiana. Escribió el “Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios”.
- ↑ Jacques Lafaye (21 de marzo de 1930 - ) es un historiador y antropólogo francés especializado en estudios hispánicos e historia de la cultura de España y Latinoamérica con importantes contribuciones entre las que destaca su libro Quetzalcóatl y Guadalupe (1974), prologado por Octavio Paz. Esta obra ha sido identificada como una investigación clave en el estudio de la identidad mexicana y como un completo análisis del periodo colonial en México. Además, ha ocupado cargos en instituciones donde se ha preocupado por impulsar los estudios sobre Latinoamérica. Algunos de estos puestos incluyen: Secretario general de la Société des Américanistes de Paris (Musée de l’Homme), Profesor de la Universidad de Estrasburgo y del Institut d’études ibériques et latinoaméricaines de la Sorbonne, y también consultante de la UNESCO).
- ↑ Los españoles le llamaban “rescatar y pacificar” con mucho eufemismo a saquear y colonizar.
- ↑ Silvio Arturo Zavala Vallado (Mérida, Yucatán; 7 de febrero de 1909) es un historiador, diplomático y erudito mexicano. El 7 de febrero del 2011, cumplió ciento dos años de vida. Sus padres fueron don Arturo Zavala Castillo y doña Mercedes Vallado García. Realizó sus estudios básico y medio superior en escuelas de su tierra natal: “Consuelo Zavala” y “Escuela Modelo”. Se graduó del Instituto Literario de Yucatán y después, de la entonces Universidad del Sureste, hoy Universidad Autónoma de Yucatán y finalmente en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México.
- ↑ Extranjeros como Gonzalo Guerrero han llegado a México y han dado lo mejor de sí mismos y su vida por forjar una nación. No solo hombres de armas como Francisco Javier Mina, sino hombres de las letras y las artes, como León Felipe o la Pléyada de intelectuales que llegaron como refugiados de la Guerra Civil española.
- ↑ Deidad del fuego, Señor del año.
- ↑ Es necesario hacer una aclaración. Cuando nos referimos en la historia de la conquista y la colonización de “los españoles”, no nos referimos al noble pueblo español de ayer y de hoy. En cambio nos referimos a un puñado de facinerosos delincuentes que escribieron con sangre e injusticia una de las más tristes páginas de la historia humana.
- ↑ Secretaria de educación pública del Gobierno Federal de México.
- ↑ Filibustero (en francés flibustier, en inglés freebooter, en holandés vrijbuiter; "que se hace del botín libremente", también podría proceder del inglés fly-boat, "tipo de velero rápido") era el nombre que recibía el pirata que en el siglo XVII formaba parte de los grupos que actuaban en el mar de las Antillas. Su característica especial, que lo diferenciaba de otros piratas, era que no se alejaban de la costa, la bordeaban y saqueaban las localidades costeras. El último triunfo de estos piratas fue la toma de Cartagena de Indias en 1697, con la ayuda de una flota de corsarios franceses. Desde entonces su número disminuyó rápidamente, y no se encuentran referencias históricas de ellos a partir del siglo XVIII.
- ↑ Ver: “Mitos y fantasías de los aztecas, los españoles y la conquista de México”. Guillermo Marín. www.toltecayotl.org sección libros.
- ↑ La Guerra del Miztón o Mixtón fue una serie de enfrentamientos bélicos entre varias tribus indígenas —denominadas de forma genérica chichimecas— pertenecientes a la audiencia de Nueva Galicia, al poniente de la Nueva España, que se sublevaron contra el ejército español a mediados del siglo XVI. Durante esa época, varios pueblos indígenas ya habían sido conquistados previamente por los españoles, pero unidos rehusaron el sometimiento y se levantaron en armas.
- ↑ Los Caxcanes, aunque otros grupos combatieron en la guerra de resistencia contra los españoles, en la guerra Mixton, los Caxcanes fueron el “corazón y alma” de la resistencia.
- ↑ El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) es una organización armada mexicana de carácter político-militar. Su inspiración política es el marxismo y el socialismo científico, y su estructura militar es la guerrilla. Su objetivo es a «subvertir el orden para hacer la revolución socialista y crear una sociedad más justa» (indigenismo). Salió a la luz pública en el estado mexicano de Chiapas el 1 de enero de 1994 cuando un grupo de indígenas encapuchados y armados ocuparon varias cabeceras municipales el mismo día en que entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, desestabilizando el sistema político mexicano y cuestionando sus promesas de modernidad. Su objetivo era el derrocamiento del presidente elegido y el establecimiento de un gobierno socialista en México, haciendo alusión al estilo de Cuba, Vietnam o Angola. Tras la represión militar de la que fue objeto su revolución decidió emprender una actividad política manteniendo un carácter de izquierda radical. Su mando tiene por nombre Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General (CCRI-CG) del EZLN.
- ↑ Carl Bovallius. Nicaraguan Antiquities (Antigüedades Nicaragüenses), 1886, páginas 6 y 7