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Historia X:Paz de los Pirineos

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Dos primeros ministros gobernaban entonces en nombre de su rey: Mazarino en Francia en nombre de Luis XIV, Luis de Haro en España en nombre de Felipe IV. Ambos quisieron discutir personalmente las condiciones de la paz.

Fueron a instalarse cerca de los Pirineos y allí permanecieron cuatro meses (agosto-noviembre de 1658). Estaban en medio del río Bidasoa, que señala la frontera entre Francia y España, en una islita que ha conservado el nombre de Isla de la Conferencia, en la que se había levantado un edificio.

Se estaba casi de acuerdo acerca de los sacrificios que España debía hacer. Pero la discusión fué larga a causa del príncipe de Condé. Había sido condenado a muerte en Francia, y sus bienes estaban confiscados. El rey de España, que le había tomado a su servicio, ponía su honor en hacerle devolver títulos y tierras. Mazarino no quería aparecer como tratando de igual a igual con un príncipe sublevado contra su rey. Por último, el príncipe de Condé envió a pedir perdón al rey y le mandó a decir que «querría poder rescatar con su sangre las hostilidades en que había tomado parte dentro y fuera del reina». Se le devolvieron entonces sus bienes y sus títulos, y se firmó el tratado de los Pirineos (1658).

El rey de España cedió dos trozos de los Países Bajos, el Artois (el Paso de Calais), el territorio de Montmédy y Thionville en la región del Mosela. —Cedió el Rosellón (Pirineos Orientales), lo cual dió a Francia todos los Pirineos como límites por la parte de España.

Para reconciliar a las dos familias, el rey de Francia había de casarse con la hija del rey de España. Se prometió a esta princesa una dote de 500.000 escudos, mediante la cual renunciaba a todos sus derechos a la herencia paterna. Pero Mazarino sabía que España no tendría dinero para pagar aquella dote.

El emperador había perdido su poder en Alemania, España estaba arruinada. Francia, ensanchada a expensas de la casa de Austria, venía a ser el Estado más poderoso de Europa.


Capítulo X