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Historia X:Victorias de los suecos

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Capítulo 10 – Restauración católica en Austria
Victorias de los suecos

de Charles Seignobos


El ejército del emperador, desorganizado por la partida de Wallenstein, no hizo nada. El sueco avanzó hasta Sajonia. Encontró al fin, cerca de Leipzig, a los imperiales mandados por Tilly, y se dió la batalla de Breitenfeld (1631). Tilly atacó a las tropas de Sajonia, aliadas de los suecos, y las puso en fuga. Pero la infanteria sueca, dando media vuelta tranquilamente, como en un campo de maniobras, fué a ponerse de frente por la parte amenazada. Gustavo Adolfo llegó con las reservas que habían quedado a retaguardia. Luego la caballería sueca, que mientras tanto había dispersado a los jinetes enemigos, volvióse contra la infantería imperial y rompió sus filas. El ejército imperial, medio deshecho, perdida su artillería, no pudo resistir más.

Gustavo Adolfo atravesó toda Alemania sin encontrar resistencia y llegó hasta las proximidades del Rin, a Maguncia. Los pastores le celebraban como enviado de Dios, y fué el héroe del partido protestante. Todos los príncipes de esta religión se aliaron con él.

Tilly se situó en un campamento atrincherado para impedir que el ejército sueco pasase el Lech y entrase en Baviera. Gustavo Adolfo mandó tender un puente sobre el río y forzó el paso. Tilly fué herido mortalmente. Los suecos podían entonces ir sobre Viena.



Asustado el emperador, se decidió a pedir auxilio a Wallenstein, que ya había intentado entenderse con el rey de Suecia. Wallenstein se comprometió a armar un ejército y pronto le hubo reunido, porque los soldadods se alistaban gustosos bajo su mando. Pero no aceptó éste sin poner sus condiciones: el emperador prometió dejarle dirigir la guerra como le pareciera, sin que interviniese su confesor en los negocios.

Wallenstein no quería correr el riesgo de una batala. Llevó un ejército frente a los suecos, a un campamento que rodeó de trincheras defendidas por 300 cañones, y allí permaneció varios meses. Gustavo Adolfo, que ya no tenía víveres, intentó tomar por asalto el campamento enemigo, fué rechazado y se retiró. Wallenstein fué a poner su ejército en cuarteles de invierno al territorio del Elector de Sajonia.

Gustavo Adolfo llegó en auxilio de su aliado y atacó al ejército imperial en la llanura de Lutzen. Cargó con un regimiento de caballería. Como veía muy poco, se introdujo sin darse cuenta en medio del ejército enemigo y cayó muerto. Los suecos, que habían tenido noticias del suceso, se arrojaron sobre el enemigo y le pusieron en fuga (16 de noviembre de 1632).

Un príncipe luterano, Bernardo de Sajonia-Weimar, tomó el mando de las tropas. Pero no tenía suficiente autoridad para mantener reunidos los contingentes de los otros príncipes. El ejército se dividió y Bernardo se retiró a Alemania del Sur.