Historia XI:La vida intelectual

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Historia XI:Las Compañías de comercio
Capítulo 11 – Las Provincias Unidas en el siglo XVII
La vida intelectual​
 de Charles Seignobos


Hasta el siglo XVII, Holanda no había tenido escritores ni artistas célebres. A partir de la fundación de las Provincias Unidas, se encontró en condiciones excepcionales, que hicieron de ella muy pronto uno de los centros de la vida intelectual de Europa.

No había en Holanda un poder común para regir la religió ni la imprenta. Cada ciudad hacía por sí sus reglamentos de Iglesia y su policía de las publicaciones. Los burgueses que gobernaban estas ciudades se interesaban mucho más por el comercio que por la religión o la literatura. Quería tener en su ciudad población numerosa que consumiera los géneros y pagase las contribuciones, y se preocupaba poco de las opiniones de sus subordinados.

El calvinismo siguió siendo la religión del Estado. Pero las ciudades dejaron introducirse la tolerancia religiosa. Los católicos siguieron siendo muy numerosos. Se habían promulgado edictos prohibiendo su culto, pero no se aplicaban con rigor. Limitábanse las cosas a no confiar cargos a los católicos y a impedirles que enviasen sus hijos a las escuelas de jesuítas. Se dejaba también a las pequeñas sectas protetantes y a las comunidades judías tener sus reuniones de culto. Las gentes de los otros países, perseguidas por su religión, encontraban un refugio en Holanda. Así, en tanto los otros Estados imponían a sus súbditos la misma religión, en Holanda vivían a la vez calvinistas, católicos, israelitas, anabaptistas e independientes.

Tenían todas las ciudades la facultad de prohibir la venta de los impresos y ninguna reconoció oficialmente la libertad de imprenta. Pero de hecho los impresores eran casi libres, porque, caso de que se les impidiera imprimir en una ciudad, podían ir a otra. Los burgueses del Consejo no tenían interés en perseguir la imprenta, que hacía ganar dinero a su ciudad. De aquí resultaba una tolerancia bastante parecida a la libertad, pudiéndose publicar en Holanda casi todo lo que se quería. Los extranjeros hacían imprimir allí las obras que escribían contra su propio gobierno. Holanda llegó a ser el país de los libelos y de las gacetas, escribiéndose lo más importante de estos géneros en francés. Los Elzevir, establecidos en Amsterdam y en Leyden, llegaron a ser los impresores más célebres de Europa.

La ciudad de Leyden, como recompensa al asedio que sostuvo en 1574, había obtenido una Universidad. Se trató de hacer que fueran a enseñar en ella los eruditos más célebres de la época. Fué designado un belga refugiado, Justo Lipsio, y más tarde Saumaise, a quienes se trató con consideraciones que entonces no conocían los profesores. Escalígero percibió un sueldo considerable para la época, sin verse obligado a explicar curso. Cuando Saumaise abandonó Holanda, la flota le rindió honores. Aquellos eruditos holandeses fueron sobre todo filólogos que estudiaban la antigüedad. Luego Holanda fué el país de los filósofos, donde Descartes fué a establecerse para vivir tranquilo. Spinoza era un judío de origen portugués, nacido en Amsterdam (véase cap. XVIII).

En la segunda mitad del siglo XVII comenzaron los trabajos de los naturalistas holandeses. En Leyden tuvieron principio los estudios sobre la electricidad, y fué inventada la "botella de Leyden". En el siglo XVII, Holanda fué también patria de los grandes pintores (véase cap. XVIII). Ningún país reunió en un territorio tan pequeño tantos escritores, sabios y artistas.


Capítulo XI