Historia XVIII:Formación de la Ciencia

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Historia XVII:Los europeos en Rusia
Capítulo 18 – Movimiento intelectual en Europa en el siglo XVII
Formación de la Ciencia​
 de Charles Seignobos


Las Ciencias


El Renacimiento había consistido en imitar o comentar a los escritores antiguos. La Reforma había producido teólogos ocupados en estudiar la Sagrada Escritura. En el siglo XVII se empezó a crear la Ciencia.

Los que se dedicaban a las Ciencias eran todavía muy pocos en número. Las Universidades no se interesaban casi más que por las lenguas antiguas, por la Teología y el Derecho. Los profesores, habituados a la escolástica, no querían adoptar los métodos nuevos de trabajo. El clero vigilaba todas las enseñanzas y desconfiaba de cualquier novedad, considerándola una herejía. Pero algunos particulares trabajaban por gusto en pro de la Ciencia y comunicaban sus trabajos a unos cuantos amigos. La Ciencia estaba aún bastante poco adelantada para que un hombre, aun trabajando solo, pudiera aprender todo lo que se sabía útil. Bastábale conocer el latín para leer todas las obras relativas a estas materias, porque los libros científicos estaban escritos en latín. Los sabios del siglo XVII fueron, pues, casi todos aficionados. Se ocuparon, sobre todo, de Matemáticas, de Física y de Ciencias naturales. Húbolos sobre todo en los países de Europa occidental, preparados por el Renacimiento y la Reforma.

Empezáronse a fundar algunas instituciones que hicieron posible la labor científica. Interesaba la observación de los astros, porque se creía aún en la Astrología, y se imaginaba que el destino de cada persona depende del astro que se ha encontrado en cierto punto del cielo en el momento de nacer él. Un noble danés, Tycho Brahé, obtuvo del rey una islita, donde se edificó un castillo en el que trabajó veinte años (1597). Fué luego a Praga, al lado del emperador Rodolfo, que se ocupaba de Astrología. Los Gobiernos empezaron a ver los resultados prácticos que se podían obtener de la Astronomía, por permitir reconocer la posición de un barco en el mar libre, y fundaron observatorios oficiales, a fin de estudiar el cielo. Colbert mandó crear en Francia el Observatorio de París (1667-1671), al cual hizo venir a un italiano, Cassini. En Inglaterra se construyó, próximo a Londres, el Observatorio de Greenwich (1667).

Para el estudio de los animales y de las plantas, se crearon en Italia jardines botánicos en algunas Universidades, en Padua, en Pisa. —Se plantó uno en Holanda, en Leyden.— Enrique IV mandó hacer un jardín en el Louvre, y más tarde se hizo en París un Jardín de Plantas (1626).

Se puso de moda tener gabinetes de Historia Natural en que se reunían plantas y minerales curiosos. Se empezaron a crear establecimientos llamados museos, el más célebre de los cuales fué el British Museum de Londres. Se reunieron también herbarios; es decir, colecciones de plantas desecadas. Los viajeros empezaron a traer plantas de las lejanas tierras de América y de las islas de la Sonda.

Los que de ciencias se ocupaban estuvieron en un principio aislados. Las Universidades les eran hostiles, y las Academias fundadas en Italia no se ocuparon más que de literatura hasta mediados del siglo XVII. Colbert fundó en Francia una Academia de Ciencias, en la que ingresaron sabios extranjeros que él había llamado a Francia. Contaba servirse de ellos, sobre todo para hacer el mapa de Francia y para perfeccionar los oficios. De esta suerte los académicos no se eligieron entre los profesores, lo cual les permitió trabajar según otros métodos que las Universidades. En Inglaterra, un grupo de aficionados fundó en Londres una Sociedad que el rey Carlos II tomó bajo su protección, y que vino a ser la Sociedad real. Se ocupaba de Filosofía y sobre todo de Ciencias, y pronto se hizo célebre por los trabajos de Newton.

Para comunicarse sus observaciones, los sabios empezaron a fundar los periódicos científicos. En Francia, Colbert autorizó la publicación del Journal des Bavants (1665). Una revista análoga se fundó en Leipzig (1682). Otras, en Holanda, fueron escritas principalmente por protestantes franceses emigrados.

Los hombres de Ciencia adoptaron entonces una manera enteramente nueva de trabajar. En vez de estudiar los libros para buscar en ellos el saber de los antepasadas, empezaron a observar los hechos. Así empezó la Ciencia fundada en la experiencia, cuya teoría formuló Bacon (véase esta página).

Esta ciencia nueva no se dirigía ya a las gentes de las Universidades. Para hacerla accesible al público, los sabios empezaron a escribir en el idioma del país. Galileo escribió la mayor parte de sus obras en italiano. La Ciencia se desligó a la vez de la autoridad de la tradición y del uso tradicional del latín, y se hizo moderna por el idioma como por el espíritu.