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Historia del colegio de San Gregorio de Valladolid

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Historia del colegio de San Gregorio de Valladolid
de Vicente de la Fuente


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En cumplimiento de la comisión que el Sr. Director tuvo á bien confiarme, he visto y examinado detenidamente la obra titulada Historia del Colegio de San Gregorio de Valladolid, que los Sres. Acero y Abad, nuestros correspondientes, han presentado á esta Academia, á fin de que tuviera á bien conocerla, examinarla y apreciar su mérito y valor histórico.

Consta la obra de dos volúmenes en folio, manuscritos, con la foliación seguida, conteniendo 1358 páginas, comenzando el segundo á la 569. La obra es inédita, y copia de la original que conservaban los expulsados colegiales, y que debió desaparecer en medio de las vicisitudes políticas de 1834 y las malas condiciones con que se hizo la exclaustración, en la cual más se buscaban las alhajas de la sacristía, y los títulos de propiedad y rentas, que los libros de las bibliotecas, ó documentos de los archivos. Mérito tuvo el gobernador civil de Valladolid, D. Castor Ibañez de Aldecoa; el cual, en 1862, tuvo el buen gusto de mandar sacar esta copia, presentada ahora á nuestra Academia, según expresa la página primera de ella, que dice «Historia del Colegio de San Gregorio de Valladolid copiada de la manuscrita que tenían y conservan los PP. que fueron colegiales en el mismo.»

El Sr. Aldecoa, respetando la propiedad particular, adquirida al cabo de ventiocho ó más años, tuvo el buen sentido de hacerla copiar y guardar en el archivo de la Diputación provincial, y ojalá que muchos gobernadores y corporaciones provinciales y municipales hubieran imitado tan buen ejemplo.

El origen y la índole de esta obra están descritos en la portada de ella, que dice así: «Estos tres libros historiales de los hijos ilustres de este insigne colegio, los escribió el P. M. Fray Gonzalo de Arriaga, hijo del convento de San Pablo de Burgos, Colegial y Rector que fué de dicho Colegio, quien se dedicó á escribir las vidas de los hijos insignes de su casa y del Colegio, dividiendo su historia en seis libros en lo perteneciente á los hijos de su casa, y los otros tres últimos en lo respectivo á los del Colegio; por lo que, en llegando en estos tres últimos á tocar colegiales hijos de Burgos, se remite á los libros citados con esta frase: Sr. P.291 de quien dijimos. Y toda la obra está escrita de su propio puño, como se evidencia cotejando la letra de uno y otro tomo con la de varias firmas y apuntaciones suyas, que se conservan en el Depósito de su convento. Contiene los sucesos más memorables desde el año 1488, en que empezó la fundación del insigne Colegio de San Gregorio de Valladolid, hasta el 1634.» Hasta aquí la portada. Resulta pues que el autor es el P. Fray Gonzalo Arriaga; que la Historia del Colegio de San Gregorio solamente es la mitad de la obra, pues la otra mitad trataba del Convento de San Pablo de Burgos; y que se debió escribir á mediados del siglo XVII, pues acaba en 1649.

Del P. Gonzalo Arriaga dió noticia D. Nicolás Antonio, pero no de esta obra. Dice que fué natural de Burgos, calificador del Santo oficio, Rector del Hospital de la Pasión y luego de Santo Tomás de Madrid, y que murió en 1657. Publicó una Vida de Santo Tomás, por los años de 1648 á 1651. Pero de esta historia de su convento de San Pablo en Burgos y Colegio de San Gregorio en Valladolid nada dice. Esto hace más apreciable el manuscrito y su presente copia. La última fecha, que da el libro, es la de 1649; por ella se ve que concluyó su trabajo pocos años antes de su muerte, ocurrida en dicho año de 1657.

Si las biografías de los Padres colegiales de San Gregorio fueran contemporáneas, y el P. Arriaga las hubiera escrito como coetáneo y testigo, ó bien ocular ó siquiera auricular, su libro sería de gran valor; pero no sucede así, pues son en su mayor parte noticias tomadas de las crónicas de la orden. Mas no carecen de mérito, y en general están escritas con buen criterio, como se ha podido observar en la lectura de algunas de las más difíciles y delicadas, como son entre oras las de los PP. Valverde y Carranza.

Con respecto al primero procura vindicarle de la nota de haber contribuído á la muerte del Inca Atahuallpa, conjeturando que aquel atropello fué cosa muy pensada, y calculado por Pizarro y sus paniaguados, contando con la malevolencia del intérprete contra el Inca; y luego se halló muy cómodo, para declinar la odiosidad, el echar la culpa al fraile, y darle colorido religioso, según las ideas de aquel tiempo.

A Carranza trata con benevolencia, y describe con fuertes colores las peripecias de su persecución, y en especial la de su poco decorosa prisión, aunque con cautela, por no tropezar con el Santo Oficio, y teniendo en cuenta, como no podía menos, que al fin fué condenado á abjurar algunas proposiciones.

Pero este conjunto de biografías de personas más ó menos célebres, y al estilo de casi todas las llamadas «historias de universidades, colegios y conventos», más bien que historia del colegio de San Gregorio, debiera llamarse con más exactitud «Historia de los Colegiales», ó mejor dicho «Catálogo de ellos y de lo que hicieron después de haber estado en el colegio,» pues de lo que allí hicieron y de lo que allí pasaba, casi nada se dice. Por ese motivo la parte verdaderamente histórica del colegio, la constituyen los nueve primeros capítulos del libro cuarto y principio de esta copia, en que trata del origen, fundación y vicisitudes del colegio en los tiempos de la Reina Isabel, y las biografías de los primeros colegiales hasta los últimos años de su reinado.

Conveniente sería la publicación de ellos y honroso para la Diputación; la cual, aunque ya no se albergue en el bello recinto del histórico y monumental colegio, pero al fin contribuye al sostenimiento de aquel edificio, centro administrativo del gobierno de la provincia, y una de las más preciadas joyas que adornan aquella capital, que ha tenido la honra de saber respetarlas y conservarlas, sin dejarse dominar por las demoledoras insinuaciones de fanáticos estúpidos y codiciosos especuladores.

El conservar esta copia en su archivo es honra para aquella Diputación, pero el publicarla añade á esta el mérito de ilustrarla en vez de tenerla oscurecida. Una triste experiencia acredita que estos libros suelen desaparecer de nuestros archivos, merced á la rapacidad de curiosos, de conciencia poco limpia, que luego, ni los usan, ni dejan manejarlos, por ocultar su usurpación. El mejor medio de evitar tales abusos es el de publicar esos manuscritos. Hecho esto, importaría poco, ó menos, la desaparición de esta copia, que está plagada de erratas, las cuales á veces truecan el sentido, y necesitan ser corregidas con esmero al imprimirlas.

La publicación de este libro, que apenas costaría de dos á tres mil pesetas, reduciéndose á los primeros y principales capítulos indicados, sería poco gravosa para una Corporación tan ilustre é ilustrada como la Diputación provincial de Valladolid. La Comisión provincial de Monumentos parece que es la indicada para gestionar en este sentido, cumpliendo con su misión, pues las Diputaciones provinciales harto tienen que hacer sin meterse en empresas literarias, y ojalá todas, y en todas las provincias, trabajaran en tal sentido, como hacen algunas con honra suya y de sus respectivos países.

Aquí debiera yo dar por terminada mi comisión, sometiendo este dictamen á la superior ilustración de la Academia con la acostumbrada fórmula de a resolver con mejor acierto.

Pero creo no llevará esta á mal que, tomando pié del anterior dictamen, llame la atención sobre uno de los varios filones de riqueza literaria oculta, ó inexplorada, que debemos tener en cuenta, pues ya que no podamos utilizarla, como sería de desear, por el estado penoso de nuestra situación económica en general, conviene por lo menos que, al poner el pié sobre ciertas ruinas, sepamos que se pisan tesoros literarios.

Casi todos nuestros colegios, lo mismo los llamados mayores que los menores, los seculares que los regulares y sobre todos los de las órdenes militares, tenían tres fuentes de riqueza histórica, hoy día despreciada y casi perdida. Tales eran las llamadas Informaciones de limpieza de Sangre; los libros de sus juntas, que llamaban Actas de Capilla, á diferencia de los de Universidad que se llamaban Actas de Claustro; y el libro de tomas de posesión de becas, que solían llamar Libro de Varones ilustres del Colegio. En el libro de Recepciones se anotaba la toma de posesión, expresando la edad, patria, calidades y demás que aparecían de la información de nobleza ó limpieza de sangre de cada colegial, y á veces la firmaba el nuevo con el rector y secretario. Después iban añadiendo sus ascensos y méritos, por lo que se solía llamar al libro de «Varones ilustres.»

En las atropelladas supresiones de colegios hechas en 1837 á 1844, se perdieron casi todos estos libros é informaciones, vendidos á los pasteleros y cartoneros al peso y por arrobas. Lo que sucedió con el archivo de Uclés es deplorable. Las informaciones de limpieza de los colegiales de San Pedro y San Pablo de Alcalá, vendidas al peso, las rescató en parte nuestro difunto compañero el Sr. Muñoz, dando un sobreprecio. Los libros de varones ilustres de los colegios de Málaga y de Verdes en Alcalá, con noticias de las recepciones de los colegiales y sus ascensos, los compró el Sr. Carderera, y me los regaló, al ver mi nombre entre los de los últimos colegiales del titulado de Málaga en Alcalá, y yo creí de mi deber devolverlos á la Universidad de Madrid.

La orgullosa indolencia de los colegiales mayores de Alcalá desde el siglo XVII, hizo que no continuaran los fastos de aquella Universidad, que sus antecesores habían confiado a Alvar Gómez de Castro, con tanta honra suya como de su fundador y de las letras españolas. Así que se publicaron las biografías de sus hijos ilustres, cuanto menos los hechos, méritos y escritos de sus catedráticos, que en parte recordó Moez de Itúrbide, pero que poco apreciaban ni pagaban ellos, llevando sobre sí el oprobio, los últimos, y seudo reformados de haber dado para cohetes al polvorista Torija los 70 códices, que había salvado de ser destruídos su fundador Cisneros.

Aún pudiera hablarse de otra fuente ignorada de riqueza biográfica que había allí, cual eran las relaciones de méritos de los opositores á cátedras, que en Alcalá se presentaban impresas y se repartían al claustro y al público, medio de publicidad al que no se llega hoy día. Tres tomos de ella coleccionó y encuadernó el que suscribe, siendo bibliotecario de la Complutense, la cual es hoy la Facultad de Derecho de Madrid.

Triste es el tener que recordar tanta incuria y tales despilfarros; pero este recuerdo y esta censura son el castigo que la historia tiene para ignorantes é indolentes. Por lo que sucedió con los colegios de Alcalá se puede conjeturar de otros muchos y de otras Universidades, y yo pudiera recordar no pocos más.

Y como estos tristes recuerdos deben servir, no de maligna difamación, sino de corrección saludable, para algo bueno y de utilidad práctica, mi objeto en la ampliación de este dictamen, á propósito de los colegiales de San Gregorio de Valladolid, es llamar la atención sobre los restos de estas fuentes históricas de biografía literaria, con la frase del Evangelio «Colligite fragmenta ne pereant,» y aun publicarlos, si fuere posible, y lo merecieren, como se propone acerca de los hijos ilustres de este Colegio. Y, ora se publiquen, ora queden inéditos, que se conserven siquiera con el debido aprecio.


Madrid 12 de Mayo de 1887.


VICENTE DE LA FUENTE.