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I. Una nueva etapa en la época de la agonía del capitalismo

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I. Una nueva etapa en la época de la agonía del capitalismo

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1. Las características que distinguen a la presente etapa histórica han sido determinadas a partir de la disolución de la Unión Soviética y de la restauración del capitalismo que se encuentra en curso, en distinto grado, en Rusia, en China y en el conjunto de los ex estados obreros degenerados. Aunque nunca hayan salido del marco de la economía capitalista mundial, como tampoco habrían podido hacerlo, su desaparición ha ampliado geográfica y socialmente la dominación del capital en una escala sin precedentes. La restauración capitalista ha reforzado la competencia dentro de la clase obrera mundial al reintegrar al mercado mundial a centenares de millones de trabajadores. La expropiación del capital, al limitar esa competencia por medios revolucionarios, había significado un progreso de la lucha de la clase obrera contra la clase capitalista por el reparto del ingreso mundial.

2. La restauración del capital en los ex estados obreros puso fin a una larga serie de tentativas del proletariado para acabar con los regímenes burocráticos con métodos revolucionarios. Las revoluciones políticas contra las burocracias gobernantes de todos los ex estados obreros, entre 1953 y 1989, debutaron como una rebelión de las fuerzas productivas que se habían desarrollado en el marco de la economía planificada contra su deformación y estrangulamiento por parte de las burocracias contrarrevolucionarias. Sin embargo, a partir de las crecientes alianzas económicas, políticas y diplomáticas de la burocracia contrarrevolucionaria con el imperialismo, esas revoluciones se fueron transformando, objetivamente, en una rebelión de fuerzas productivas contra el capital mundial. La restauración capitalista significa, de conjunto, o sea con independencia de los resultados parciales y relativos que pueda tener en este o aquel país, una regresión histórica de las fuerzas productivas impuesta por las relaciones sociales existentes. El ingreso de los regímenes burocráticos al sistema internacional de la deuda externa; los acuerdos cada vez más frecuentes de sus gobiernos con el FMI; los tratados internacionales que comprometían a la burocracia con la defensa de la propiedad y del mercado capitalistas (Helsinki, 1975, cesión de Hong Kong, 1982), fueron otras tantas manifestaciones de la tendencia de la burocracia a la restauración capitalista. La desintegración de los aparatos de estado en China y en Polonia, en el marco de la "revolución cultural", uno, y de las ocupaciones de fábrica de finales de los 70, el otro, marcaron los puntos de viraje que dejaron a los regímenes sociales "transitorios" sin una tercera opción entre la restauración del capitalismo y la revolución proletaria. Estas crisis revolucionarias no solamente reflejaron el agotamiento del socialismo en un solo país sino también el impasse de conjunto del capitalismo mundial. Tuvieron lugar cuando el llamado boom económico internacional de la posguerra se había agotado y una década después de la crisis internacional de 1971-75 que inició una declinación económica relativa muy prolongada y extensa.

3. La restauración del capitalismo, que se encuentra en las etapas iniciales, ha ampliado el radio de explotación del capital internacional. La apertura de los ex estados obreros le ha ofrecido al capital una nueva posibilidad de explotación, que involucra a centenares de millones de personas (China) o la posibilidad de apropiarse, además, de un sofisticado parque tecnológico (Rusia). Pero este principio de salida a la saturación del mercado mundial ha sido acompañado por una mayor saturación de ese mismo mercado mundial. Ocurre que en estrecha relación con esta ampliación se ha intensificado la competencia entre los monopolios capitalistas internacionales que procuran la conquista de esos nuevos mercados y un nuevo reparto del mercado mundial. La mayor movilidad geográfica ganada por el capital ha acentuado la competencia dentro del proletariado a nivel internacional. La competencia entre los trabajadores se manifiesta, indirectamente, por medio de la explotación de fuerzas productivas y trabajadores más baratos, y, en una forma directa, en la ola de inmigrantes hacia las metrópolis. En los países atrasados se agrava la sobrepoblación relativa que resulta de la quiebra de la pequeña producción y de la crisis agraria, en tanto que en las metrópolis se manifiesta un marcado retroceso social. Como el capital encara la restauración capitalista con los métodos que le son propios, se han reforzado también sus tendencias fundamentales: concentración de la riqueza en un polo y de la miseria social en el otro; acentuación de la anarquía económica y, por lo tanto, de las crisis financieras y comerciales; liquidación de los estratos intermedios y de la pequeña producción; incremento de las crisis agrarias y de los estallidos campesinos; un mayor bloqueo del desarrollo independiente de las naciones atrasadas. En última instancia, impulsando nuevas guerras y nuevas revoluciones. Con la restauración capitalista, la crisis histórica del capitalismo no se ha atenuado sino que se ha agudizado. Es que el derrumbe de los estados obreros degenerados se procesa en el marco de las tendencias de la crisis capitalista mundial. Desde la ex Alemania oriental a Rusia se desenvuelve un verdadero retroceso en el nivel de civilización. En China, la invasión del capital extranjero ha explotado el desnivel entre la economía mundial y el atraso histórico de China para dar lugar a un desarrollo tan explosivo como unilateral, pero que provoca, junto a una enorme polarización de la riqueza, la demolición de la economía estatal, todavía mayoritaria, y una gigantesca crisis agraria. Las economías más avanzadas, por su lado, sufren una seguidilla de crisis financieras cada vez más amplias e intensas, que arrastra a monopolios y naciones enteras a la bancarrota y a la explosión social y política. Por primera vez se encuentra amenazada la supervivencia de la Unión Europea como entidad política. La crisis histórica del capital ha avanzado varios peldaños, y ello ha reforzado la tendencia a la creación de situaciones revolucionarias y de revoluciones sociales. Se pone de manifiesto, de este modo, la tendencia del capital hacia su propia disolución.

4. La etapa abierta por el derrumbe de los estados obreros degenerados ha disuelto el sistema de relaciones internacionales establecido por los acuerdos de posguerra y, con ello, ha generado crisis internacionales cada vez más profundas. El agotamiento de la arquitectura diplomática de la llamada guerra fría es una expresión de una nueva etapa en las relaciones entre las clases sociales en su conjunto. Los partidos que respondían al aparato internacional manejado por Moscú han fracasado en su prolongado intento por reconvertirse en partidos reformistas nacionales y de un modo general se encuentran en desintegración. Asimismo, se han venido abajo numerosos estados clientes de la burocracia rusa, en especial en los Balcanes, Medio Oriente, Asia Central y Africa. La restauración capitalista en la ex URSS no solamente ha provocado una desorganización económica generalizada, sino que ha hecho saltar todos los antagonismos nacionales soterrados de su estado policial. Las naciones de Asia Central y del Cáucaso se han convertido en un gigantesco campo de disputa para el imperialismo mundial. En el plano de las relaciones políticas internacionales, la nueva etapa se caracteriza por crisis estatales y guerras generalizadas en todos los continentes.