Jácara del MelladoJácara del MelladoPedro Calderón de la BarcaJácara
Jácara
(Sale el MELLADO, con grillos, y
la CHAVES llorando, y un MÚSICO.)
MÚSICO:
Para ahorcar está el Mellado
por cobrar de otros la renta,
y la Chaves le lloraba,
que su mal la desconsuela.
MELLADO:
Repita usted ese tono,
aunque el alma me penetra.
{{Pt|CHAVES:|
Repita usted esa letra,
que quiero hablar en su abono.
MÚSICO:
Para ahorcar está el Mellado...
MELLADO:
¿Soy yo verdugo, menguado?
¡Qué lindo modo de hablar!
¿Estoy yo para ahorcar
o para ser ahorcado?
MÚSICO:
Por cobrar de otros la renta...
CHAVES:
Ya ningún hurto le afrenta,
que él ajusta su descargo,
y de lo que está a su cargo
dará muy presto la cuenta.
MÚSICO:
y la Chaves le lloraba...
MELLADO:
Con razón, que yo le daba
aun más de lo que podía,
y cuando no lo tenía,
para dárselo, lo hurtaba.
MÚSICO:
Que su mal la desconsuela.
CHAVES:
Mi llanto no le desvela.
Y aunque ve que es cosa llana
que le han de ahorcar mañana,
no me alivia ni consuela.
MÚSICO:
Para estar en un tablero
son famosos él y ella,
que es la Chaves linda dama
y el Mellado linda pieza.
MELLADO:
No llores, que el llanto fragua
en mí dolor más crecido.
CHAVES:
Toda mi vida he tenido
el ser tierna como el agua.
Deja que a puro llorar
me ahogue en mi propio amor.
MELLADO:
En otra parte peor
me tengo yo de ahogar.
MÚSICO:
Confesó un millón de culpas,
pero todas tan ligeras,
que solamente le han dado
un credo de penitencia.
MELLADO:
No llores, que es burla, hermana.
CHAVES:
Mañana el pueblo te mira.
MELLADO:
Si eso no fuere mentira,
que a mí me ahorquen mañana.
CHAVES:
¿Por qué lo has imaginado?
MELLADO:
Sé estas cosas de experiencia,
porque desde otra sentencia
estoy muy disciplinado.
MÚSICO:
Piensa el Mellado que es burla,
y bien el Mellado piensa,
que el decirle que le ahorcan
es sólo por darle cuerda.
CHAVES:
¿Has visto lo que nos cansa?
MELLADO:
Pues a fe que si me enfado...
MÚSICO:
Yo callaré...
MELLADO:
¡Lo que ha estado
en un paso de garganta!
CHAVES:
Sólo el no morir contigo
sentiré, mas no soy digna.
MELLADO:
Ya que te precias de fina,
haz que te ahorquen conmigo.
CHAVES:
Es mi garganta muy tierna.
MELLADO:
Yo temo en caída tanta
que a la nuez de mi garganta
se le quiebre alguna pierna.
CHAVES:
Ya que es cierta tu partida,
muere muy arrepentido.
Que allá te enmiendes te pido:
no hurtes en la otra vida.
MELLADO:
Prenderanme luego allá
si acaso al infierno voy,
que en él, informado estoy,
que hay más corchetes que acá.
CHAVES:
Eso no te dé cuidado,
que podrías escaparte;
que en sagrado han de enterrarte,
y te valdría el sagrado.
MELLADO:
No me librará su imperio:
acá también le tenía;
pero yo iglesia pedía
y me han dado cimenterio.
(Dentro.)
ALCAIDE:
Recójanle al calabozo.
MELLADO:
Esta voz habla conmigo.
CHAVES:
¡Oh cuánto siento yo, amigo,
que mueras ladrón, tan mozo!
MELLADO:
Antes dicen en la villa
que a mí ninguno me iguala.
CHAVES:
¡Y teniendo voz tan mala
te meten en la capilla!
MELLADO:
Hoy ha de ser.
CHAVES:
¡Qué pesar!
¿Que colgado te he de ver?
MELLADO:
Paciencia. ¿Qué le he de hacer?
No me tengo de ahorcar.
CHAVES:
Vivirás en mi memoria.
MELLADO:
Tuyo seré eternamente.
LOS DOS:
Señor músico insolente,
cante ahora nuestra historia.
(Vanse.)
MÚSICO:
Mañana al Mellado cuelgan,
y es muy justo que le pongan
donde le dé el sol un día,
que ha mucho que está a la sombra.
Súpolo de un escribano,
muy erudita persona,
porque al decírselo echaba
sentencias de aquella boca.
No se perderán sus culpas
y presto se sabrán todas,
que sólo porque parezcan
mañana se las pregonan.
En viendo que capeaba
dije: él parará en la horca,
porque era señal de muerte
andar tentando la ropa.
Hablen dél con mucho tiento,
y sepan que desde ahora,
en su casa, si la tiene,
no se ha de mentar la soga.