Julieta y Romeo/Acto 2/Escena 3

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Julieta y Romeo: Tragedia en tres actos (1849)
de Víctor Balaguer
Acto 2, Escena 3

ESCENA III.
JULIETA. ROMEO.
ROMEO.

Y porqué no?—El mundo, que te ofrece
esposa y compañera de Romeo?
errante proscripcion; de tierra en tierra
vagar maldita, sin hogar, sin techo,
cual réprobo demente que en sus iras
el anatema desafió del cielo…
Huir!… huir!… envenenar las flores
no mas que con el soplo de tu aliento,
y nunca, nunca mas crecer la yerba
donde pose una vez tu pié ligero;
Á un esposo asesino de tu hermano
enlazada con círculo de hierro,

y siguiéndole siempre, como al crimen
la sombra del atroz remordimiento!…
Tal es tu porvenir, tal tu destino,
esposa siendo solo de un Montecho,
mas si la mano aceptas de don Alvar
un porvenir te aguarda placentero.
Libre y feliz y alegre y opulenta,
entre bailes y fiestas y torneos,
verás rendirse y adorar tus plantas
los mas nobles y apuestos caballeros;
cantarán tu beldad los trovadores,
te rendirán sus cantos por trofeos,
por ti correrán lanzas los donceles,
vestirán tus colores los guerreros…
Abandóname pues. De qué el proscrito
puede servirte ya?… Baldon eterno,
baldon sobre la frente del esposo
que asesinó a su hermano Capuleto!
que se vaya arrastrando á luengas tierras
su existencia precita; y de Romeo,
de Romeo el proscrito, el asesino,
borre la estrella vengador el cielo.

JULIETA (elevando los ojos al cielo con reconcentrada pasion.)

Perdon, Señor! del ofendido amante
solo á su orgullo esas palabras debo,
las palabras de hiel que han desgarrado
mi desgarrado ya, mi triste pecho.
Yo, mi Dios y Señor, en este mundo
pobre y triste y aislada me contemplo,
pobre mujer de porvenir aciago,
pero rica, Señor, en juramentos;
juramentos de amor y de ternura
trocados ante el ara de tu templo,
perlas hermosas de un collar de amores
en mi vida engastadas por el cielo.
Piedad, Señor! Perjuro y descreido,
si él sus protestas olvidó soberbio,
feliz ó infortunado, yo á su vida
enlazada por siempre me contemplo,
y aunque infame y perjuro y asesino,
asesino y perjuro… yo le quiero!

ROMEO.

Perdónale á mi amor esas palabras
que inventó la injusticia de mis celos…
Si tu hermano cayó, cayó lidiando,
en buena lid, cruzados los aceros,
y frente a frente como cumple á un noble;
y aunque tu hermano fué, sábelo el cielo!
su muerte fué la paga de un insulto,
que nunca en vano se insultó á un Montecho.
Si enemigas las leyes de Verona
mi frente marcan con oprobio eterno,
si á empezar mi existencia de proscrito
perseguido por ellas me condeno,
tú Julieta, la vida de mi vida,
el deseo que incita mis deseos,
tú conmigo vendrás, y errantes, solos,
peregrinos de amor, caminaremos
teniendo por palacio el ancho mundo,
por tálamo nupcial el duro suelo,
por techumbre la bóveda celeste
y del proscrito el pan por alimento.

JULIETA (que oye ruido de pasos, sobresaltada.)

Cielos!

ROMEO.

Cielos! Quién es?

JULIETA (mirando hácia el fondo.)

Cielos! Quién es? Don Alvar!—Huye, esposo!

ROMEO.

Esconderme otra vez!

JULIETA (viendo aparecer á D. Alvar.)

Esconderme otra vez! Ah! ya no es tiempo!