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Justicia de Dios y desengaños de España

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Justicia de Dios y desengaños de España
de Fernán Caballero


Preliminares

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Así como cuando la guerra de África incluimos en el «Cuadro» que sobre este asunto escribimos con el título de «Deudas pagadas», las canciones que componía el verdadero soldado español, que es el campesino, incluimos aquí este romance, compuesto e impreso por un soldado natural de Almonte, cuya Patrona es la reputada Virgen del Rocío. Ensancha el alma notar el entusiasmo y simpatía con que el pueblo sencillo acoge y lee estos versos, que serían burlados en una Academia; pero cuyo espíritu es el genuino del pueblo, que aún no está corrompido por los perversos o necios enemigos del catolicismo.


Primera parte

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Salve en verso, compuesta por un soldado andaluz en las provincias del norte a Nuestra Señora del Rocío TE HANLA UN HOMBRE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, DONDE ESTA LA JUSTICIA DE DIOS EN TODO ESTO? TE PREGUNTO : DIOS TUVO PRINCIPIO? QUIEN CREO A DIOS? QUIEN CONCIBIO A DIOS? DE QUE ESTIRPE NACIO DIOS ) SI NO TIENES RESPUESTAS A ESTOS INTERROGANTES, NO OFENDAS MAS A DIOS QUE EL MISMO DICE EN LA BIBLIA QUE NADIE ES ANTES QUE EL QUE EL HA SIDO SIEMPRE Y POR CONSIGUIENTE NO PUEDE TENER MADRE. MARIA LA MADRE DE JESUS ES QUIEN LE DA LA NATURALEZA HUMANA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISATO, PARA QUE PUDIERA PADECER COMO HOMBREPOR ESTO DIOS PUSO DE SU SIMIENTE EN LA CARNE, COMO DICE EL APOSTOL JUAN " EL VERBO SE HIZO CARNE... SE REBAJO DIOS A CONDICION SEMEJANTE A HUMANA. LA GLORIA DE DIOS JAMAS PUEDE ESTAR CONTENIDA EN LA CARNE. HASTA CUANDO SE SEGUIRA MANTENIENDO EN LA OSCURIDAD DEL CONOCIMIENTO DE DIOS A LA HUMANIDAD) POR FAVOR ESCUCHN LO QUE DIOS DICE: NO SAIS COMO LOS ESRIBAS Y FARICEOS QUE NO ENTRAN AL REINO DE LOS CILOS NI DEJAN QUE OTROS ENTREN.

 
Dios te salve, bella aurora,    
placer de los afligidos,    
Madre de Dios verdadera,    
Sacra Virgen del Rocío;    
Dios, te salve, estrella clara, 
luminante luz del día,    
a quien le debo las gracias,    
pues me ha salvado la vida.    
Eres patrona de Almonte,    
paloma y cándida flor,  
siempre te tengo en memoria    
el día que entro en acción;    
en el triste campamento,    
entre la nieve y el frío,    
¡cuántas veces te he llamado  
Virgen Santa del Rocío!    
Vuelve a nosotros tus ojos,    
viéndonos tan fatigados    
frente de San Pedro Avanto,    
Portugalete y Bilbao,   
al silbido de las balas    
y al ver tantos heridos,    
dije, sacarme con bien,    
Madre mía del Rocío.    
Uno, por Dios, pide agua  
y llevarme al hospital,    
y otros dicen: compañeros,    
acabarme de matar.    
Revolcándose en su sangre    
decían los pobrecitos,  
dónde está mi padre y madre,    
y también mis hermanitos.    
Al cabo de algunos días,    
al fin, ganamos la plaza,    
que en la Reina de los cielos 
teníamos la esperanza;    
una salve te recé    
en la acción de Somorrostro;    
de lágrimas era un valle    
lo que había entre nosotros.  
Era el combate tan grande    
que se formó una mañana,    
que imploramos el auxilio    
a la Virgen soberana.    
Tal disparo de metralla 
hizo nuestra artillería,    
que ganamos la batalla    
con la ayuda de María.    
Eres la esperanza nuestra    
del ejército español,   
y por eso en las batallas    
le ayuda Nuestro Señor.    
En la Seo de Urgel,    
viéndonos tan abatidos,    
a ti todos suspiramos,  
Virgen Santa del Rocío.    
Los carlistas levantaron    
bandera de parlamento,    
les dijo Martínez Campos:    
Entregaros vivos o muertos, 
pero al fin os entregaréis    
en cuanto el agua os corte,    
porque traigo en mi defensa    
a la Patrona de Almonte.    
Tomamos la ciudadela  
y el castillo en aquel día;    
al momento dimos gracias    
a nuestra Madre María.    
He entrado en catorce acciones    
con vuestra estampa en mi pecho;  
las balas y proyectiles    
no le han tocado a mi cuerpo.    
Eres abogada nuestra,    
dulcísima medianera,    
te suplico se concluya  
esta guerra carnicera;    
por las gotitas de sangre    
que derramó Jesucristo,    
y también por tanta madre    
que llora por sus hijitos;  
nunca olvides, Madre mía,    
al pobrecito soldado,    
que bastantes fatiguitas    
y trabajo hemos pasado.    
Cúbrenos con vuestro manto, 
María, llena de gracia,    
que yo y mis compañeritos    
volvamos a nuestras casas.    
Ruego por el simpecado    
de la Hermandad de la Palma,  
que no muera yo sin ver    
a mi madre de mi alma.    
Y por aquel simpecado    
de la Hermandad de Triana,    
que vea a mi padre y madre,  
a mis hermanos y hermanas;    
tina misita te ofrezco    
y dos velas encendidas.    
Soy bautizado en Almonte,    
es mi nombre Manuel Díaz.  
¡Oh, Madre piadosa,    
Virgen del Rocío,    
mándanos las lluvias    
que estamos perdidos!    

Segunda parte

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Españoles, abrir los ojos,  
vivir con mucho cuidado,    
al cabo de siete años,    
¡cuánto, cuánto hemos pasado!    
La guerra nunca se acaba,    
el hambre y la carestía,   
desgracias y mortandades    
aumentando cada día.    
La flor de la juventud    
toda se la están llevando    
padres, madres y hermanitos  
cuántos tenemos llorando.    
Causa lástima y dolor    
anta plaza ametrallada.    
Los comerciantes perdidos,    
los artes paralizados,  
los pobres trabajadores    
cayéndose desmayados.    
Castigando está a España    
el alto Dios soberano,    
pues andamos peleando  
primos, parientes y hermanos.    
No creer en Dios,    
ni conocer los castigos,    
el lector perdonará    
si le ofendo en lo que digo.  
Tres años de sequedades    
llevamos a la presente,    
y si no continúa el agua,    
padecerá mucha gente.   
Tanto lujo y vanidad,  
toros, comedias, funciones,    
Dios quiera no llegue el día    
que no tengamos camisa;    
las cosechas son escasas,    
muchas las calamidades.  
Dios nos mire con piedad    
si siguen las sequedades.    
La Divina Majestad    
se encuentra muy ofendido,    
y es la causa que se ve  
el mundo muy pervertido.    
Tenemos las criaturas    
hoy un hablar tan grosero,    
siempre tenemos a Dios    
rodando por ese suelo.   
Si tenemos un disgusto    
o alguna desesperación,    
lo primero que ultrajamos    
el santo nombre de Dios.    
Un hablar tan deshonesto    
tenemos en este siglo,    
hombres, mujeres y niños,    
que da vergüenza el oírlo.    
Si un hombre ofende a un niño,    
aunque pueda ser su abuelo,  
la Divina Majestad    
rodando por esos suelos.    
Ya no se usa oír misa,    
ni confesar, ni casarse;    
lo que se usa es el lujo  
para salir a pasearse.    
Hijos del tiempo enviciados,    
sin rienda ni sujeción,    
sin obediencia a los padres,    
sin tener amor a Dios.  
Los niños se están criando    
que algunos pueden casarse    
sin saberse la doctrina    
ni tampoco persignarse.    
Poca educación dará  
el que no tenga ninguna,    
así creerá que Dios    
es el sol o es la luna.    
Algunos hombres no creen    
de que hay Dios en el cielo;  
entonces, ¿a qué lo ultrajan    
para que ruede en el suelo?    
No debía de ser cristiano    
aquel que no cree en Dios,    
ni tener el santo Bautismo  
porque no es merecedor.    
Mira al moro siendo infiel,    
cuál entra con atención    
descalzo por su mezquita    
y adora a su zancarrón.  
El cristiano es al contrario,    
te digo, lector amigo,    
por eso Nuestro Señor    
nos manda tantos castigos.    
Con que, amigos, a la enmienda,  
fe, esperanza y caridad,    
y se acabará la guerra,    
el hambre y la sequedad.