La Chapanay: XXVII

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La Chapanay de Pedro Echagüe
XXVII

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Hasta el amanecer veló el franciscano, a la luz de un candil de grasa, el cadáver de Martina. Salía el sol, cuando la dueña del rancho enviada en procura del cura de Jachal, regresaba con la noticia de que, por hallarse enfermo, éste no había podido venir. Ayudó al sacerdote a preparar el entierro, y entrambos, secundados por los vecinos de la aldea, que bien pronto acudieron, depositaron los restos de la Chapanay en una sencilla fosa que Fray Eladio, cubrió con una laja blanca a guisa de lápida.

Aquella tumba, que no ha necesitado inscripción para singularizarse, es señalada todavía en Mogna a los transeúntes, y en torno suyo han brotado, como flores silvestres, innumerables leyendas que cuentan las hazañas, nunca superadas, de la varonil bienhechora de las travesías...