La Ilustración Española y Americana/Año XIV/Embarque de los voluntarios

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EMBARQUE DE LOS VOLUNTARIOS
CATALANES.

No hace mucho que el vapor Santander aguardaba en la bahía de Barcelona al segundo batallon de los voluntarios catalanes que se disponian á partirá Cuba para contribuir con su esfuerzo ápacificar aquella hermosa isla, rico joyeI de la corona de España.

El grabado que publicamos en este número reproduce el bellísimo golpe de vista que ofrecia el Puerto Nuevo en el momento del embarque.

Los voluntarios con sus vistosas barretinas, con la alegría en el rostro, si bien con la tristeza en el corazon, abandonaban á sus familias y corrian á embarcarse para servir una vez más á la madre pátria.

Por la mañana habían formado en la plaza de la Ciudadela, y el director general de infantería, general Córdova, y la diputacion provincial, acudieron á pasarles revista.

Perfectamente equipados ya, recibieron en aquel mouento el segundo premio de su enganche, y al terminar el acto victorearon los soldados al general Córdoba y á España.

Las autoridades se trasladaron á bordo del vapor y comenzó el embarque.

Numerosas lanchas conducian á los valientes catalanes, y no eran pocos los que llevaban á sus parientes y á sus amigos.

Desde las doce hasta las cinco duró la operacion.

Los buques anclados cerca del vapor estaban llenos de curiosos y de curiosas, que tambien las señoras engalanaban la fiesta con su presencia; los muelles, los balcones de los edificios, la playa, en una palabra, todos los parajes Próximos al puerto ofrecian un cuadro animado. Voluntarios catalanes El lápiz de Padró dará una idea á los lectores de aquella animacion, de aquella exhuberancia de vida. Nada en efecto más bello que aquel cuadro en el que se reunen el mar y el cielo, multitud de embarcaciones, fijas las más, moviéndose las otras, cruzándose, entrelazándose, rodeando al magnífico vapor que va á surcar las olas para llevar con los hombres de guerra elementos de paz á nuestra rica Antilla.

Unid á esto el vistoso uniforme de los tercios, la variedad de trajes y adornos de las damas, la confusion de clases, y resultará la composicion tan interesante como encantadora.

Pero en este cuadro hay algo que no se ve á primera vista. Fijad un poco vuestra atencion en los semblantes de los principales actores de la escena, allívereis á la madre amciana despidiéndose del hijo, al hermano del hermano, á los hijos del padre, á la esposa del esposo; allí vereis un fondo de tristeza respetable. No es que las familias allí representadas no comprendan los altos deberes que van á cumplir aquellos de sus miembros que se separan de ellas: no es que les pese que vayaná sacrificar su vida por la pátria; es que la separacion, es que la ausencia es triste, es que los que acogieron con entusiasmo la idea de alistarse, comprenden entonces que les cuesta trabajo separarse de los séres queridos de su corazon, es que todos esperan con una mezcla de ansiedad y temor el cañonazo de leva.

El sol se ha puesto ya, los últimos destellos reflejándose en las nubes y en las ondulantes olas forman un breve crepúsculo, que desaparece al mismo tiempo que resuena el cañonazo.

El vapor leva el ancla, los soldados aglomerados en las galerías se despiden, desde las lanchas, desde los buques, desde los balcones, desde el muelle responden millares de personas á este adios.

Unos y otros agitan las manos y los pañuelos.

El Santander se pone en marcha, se aleja, aumenta por grados la velocidad de su movimiento, los grupos se deshacen, la gente se aleja poco á poco, las tinieblas oscurecen el cuadro lleno de luz, lleno de vida algunos momentos antes, el silencio domina.

¡Cuántas oraciones elevadas á Dios por los que se hallan á merced de las olas!

Bendito mil veces el talento del hombre: descubriendo el telégrafo, arrancando á la naturaleza la electricidad ha podido disminuir la tortura de los que de otro modo hubieran permanecido mucho tiempo sin saber nada de los viajeros, y traerá los padres, á las esposas, á los hermanos y á los amigos la noticia de que el Santander llegó á la Habana con toda felicidad, y de que los tercios catalanes fueron saludados con entusiasmo por sus hermanos de Ultramar.