La astronomía del espiritismo
(De la sección, DEL ESPIRITISMO)
¿Quién será de entre nuestros lectores, el que no haya puesto una vez las manos en un velador o en un sombrero buscando el movimiento, y los crujidos interiores y tras de los crujidos la voz de algun espíritu? ¿Quién será el que no haya pensado una sola vez o no haya sido arrastrado por aquel vértigo que hace catorce años nació en la América del Norte, atravesó el 0ccéano y vino a Europa a renovar la ciencia de los trípodes? Pues bien, aquel vértigo fue objeto de estudios cavilosos sino profundos, y sobre él se fundó una doctrina, un sistema, una ciencia nueva que se conoce con el nombre de espiritismo.
El espiritismo, y en cuenta que nosotros, profanos, no creemos en él, nos pone en comunicacion con los espíritus que acuden a los muebles por medio del contacto, en un primer grado de perfeccion del medium, y hablan directamente al alma por influencia en un grado superior de perfeccion; y suelen responder cuando están de humor para ello a las preguntas que les hace el medium. La doctrina espiritista, por tanto, se compone de dos partes; una que es, por decirlo así, la base, la constituyen las revelaciones mismas de los espíritus que se vienen a la mano, y la otra la han formado los espiritistas coordinando estas revelaciones y filosofando sobre ellas para darles carácter de ciencia.
Muchas veces y en diverso tono y con varios fines y motivos, hemos refutado la doctrina espiritista, y no tratamos hoy de refutarla una vez mas; queremos solo dar a conocer a nuestros lectores, lo que en astronomía, y especialmente respecto del planeta mas asombroso, de Saturno, han revelado los espíritus a mediums afortunados, que han recibido un privilegio incomprensible a nosotros los profanos.
Claro es que la doctrina espiritista se conforma con los hechos que el hombre ha espresado y demostrado a fuerza de seculares estudios; y no debemos ocuparnos de estos hechos admitidos como evidentes por la ciencia, sino de aquellos otros que son desconocidos, o que son todavía un misterio para los que no gozamos los éxtasis espiritistas. De estos, pues, vamos a ocuparnos.
No hay sistema filosófico alguno en que la astronomía tenga tanta importancia como en el espiritismo; porque éste se funda precisamente en habitabilidad de los astros, en la preexistencia de las almas y en la reencarnacion que se opera en otros planetas.
Según el espiritismo (revelaciones de Arago), los mundos tuvieron un principio y tendrán un fin, es decir, una trasformacion en la via del progreso. Cada mundo tiene su alma, que es la humanidad que le habita, y se perfecciona en lo físico súbitamente, y en lo moral gradualmente lo mismo que el hombre. Esta perfeccion depende de la trasformacion sucesiva de las moléculas, que tienden por una fuerza primaria a realizar el fin de la creacion. En el principio del mundo no habia mas que un astro, el sol, y cuatro satélites, y estos reuniéndose en un solo cuerpo en virtud de la ley de atraccion y de un fluido especial, que constituye la fuerza que mantiene ordenado el mundo, formaron la tierra. Cada astro está poblado de seres que se perfeccionan y pasan a otros planetas en sus trasformaciones; y cuando un mundo ha llegado al estado de madurez, se trasforma, separándose de él la parte etérea o fluídica que forma otro u otros globos.
El número de planetas es inmenso, y de consiguiente, lo es tambien el número de razas que los habitan. Mercurio, tiene una humanidad muy miserable y algo semejante a la de nuestra Africa. Animo feroz, pasiones terribles, vicios nefandos: esto constituye su carácter moral. Los mercuriales se trasforman unos a otros, es decir, se comen mutuamente.
Venus, está en la misma situacion que nosotros en el siglo XII; pero tiene mejores caminos y canales, y progresará mas rápidamente que nosotros. Su gobierno es teocrático, pero muy sensato; no llega al neocatolicismo.
Marte, es un planeta muy joven. La humanidad que le habita está en estado casi salvaje; vive de la caza y de la pesca, y se distingue por la blancura de la tez y por la suavidad de costumbres.
Júpiter, es un planeta envidiable. Allí todo es santa paz y armonía. El hombie no hace nada, porque animales inteligentes le sirven y trabajan por él. Las casas son aéreas y en ellas gozan todos los sentidos: el oido recibe la impresión de dulcísima música; el gusto saborea incesantemente riquísimos manjares.
Saturno, ese astro que se nos presenta rodeado de hermosos anillos y de brillantes satélites, como demuestra la figura adjunta, es un inmenso número de pequeños astros que viven en familia. Tiene en realidad solo dos anillos; el primero sólido y el segundo de un líquido semejante a nuestra agua. Cada uno de estos anillos está compuesto de otros muchos que son de una sustancia superior a la de la tierra y de una gran riqueza fluídica, de modo que su fuerza de atracción ha logrado constituir un solo y grande anillo.
Estos anillos son más blancos que Saturno, porque hay en ellos muchos desiertos; al paso que en el planeta, una civilización muy adelantada, ha cubierto de vegetación toda su superficie. Los habitantes de Saturno, son un poco inferiores a los de Júpiter; pero gozan todavía de una envidiable felicidad.
No pueden volar como estos, pero circulan y viajan por la atmósfera con facilidad, en carruajes á propósito, y andan por el suelo sin cansarse. Las noches son mas hermosas que los dias; porque el anillo y los satélites las iluminan pintorescamente; y permiten gozar de un riquísimo ambiente, con luz y sin el calor del Sol. Los animales son inteligentes y toman sobre si las faenas materiales que los humanos de la tierra hacemos con nuestras manos.
En Saturno, todos los hombres son espiritistas, y magníficos médiums; de tal modo que pasan el día y gran parte de la noche conversando con los espíritus. No se conocen allí las enfermedades contagiosas, ni las ambiciones, ni los odios; ni nada malo; reduciéndose la vida a un profundo estado de embelesamiento o contemplación.
La muerte es una fiesta de familia; cuando se aproxima este momento la familia y los amigos rodean al anciano moribundo, porque allí solo se muere de viejo, y celebran con él la partida a otro mundo superior y otra vida más feliz.
Pero los espiritistas no soto saben esto, sino que conocen a algunos habitantes de Saturno, entre ellos a Lesurques, que fue visitado por V**.
«V**, según su revelación, llegó a Saturno y penetró en un jardin lleno de árboles frutales. Los frutos son todos rojos, las hojas verdes, y las venas rojas parten desde el suelo. Descubrió en seguida un emparrado cuna cubierta de flores y de frutos, y a su estremo una construcción blanca y gris admirablemente esculpida y de una ligereza tal, que parecía de cartón. A la entrada había un hermoso pájaro de pluma verde y cola roja. Lesurques, con un cuerpo mucho mas alto que el nuestro, las piernas desnudas y vestido de una túnica blanca con manga corta, estaba sembrando; los pájaros arañaban la tierra delante de él como si la arasen.
V**, llegó después a un puente esbelto, ligero, de un solo arco; y pasó por debajo en una góndola dirigida por músicos. La estremidad del puente estaba iluminada por muchas luces dispuestas en forma de cruz; el brillo era como de luz eléctrica, y parece que le produce un metal luminoso. El puente daba a un parque inmenso, de terreno accidentado con calles cubiertas de arena brillante; muchos arroyuelos serpentean por aquella rica vegetación. Hay muchas florestas en forma de campanillas.
En medio de este parque había un estanque lleno de plantas acuáticas; y en él una habitación que no toca al agua, y sostenida, al parecer, por elegantes y ligeras columnitas; desde el agua a la puerta se eleva una escalerilla de metal bruñido. La puerta como las ventanas son ojivas por arriba y por abajo, y tienen vidrios de colores y magníficos calados luminosas. La casa tiene piso bajo y principal: es de piedra muy ligera; y las fachadas laterales salen en forma de S; tiene terrado y grandes balcones con estatuas.
V**, volvió al jardin, en cuyo centro hay un surtidor de agua templada que cae como dorada lluvia sobre un grupo de hermosas mujeres desnudas que están en el agua hasta la cintura, y con el cabello tan largo, que las cubre casi todo el cuerpo. Una de ellas está fuera del agua, vestida de una falda formada de bandas blancas y grosella, adornadas de guirnaldas; otra banda le cruza desde el hombro izquierdo al costado derecho: los brazos y las piernas desnudos.»
El lector puede conocer por esta descripción basta qué punto llega el delirio de los espiritistas en astronomía, que era lo que tratábamos de hacer ver en este artículo.
La eclíptica
La eclíptica es una curva inclinada sobre el ecuador de 23º 28' en donde el sol hace su movimiento anual, y se llama asi porque los eclipses solo tienen lugar cuando la luna se halla en esta curva o muy cerca. Cada año recorre el sol la eclíptica, por lo que se presenta seis meses en el hemisferio Norte y otros seis meses en el hemisferio Sur. Divídese la eclíptica en doce signos, que corresponde a los doce meses del año, y son: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra... etc.