La ausencia (Marchena)
De la eterna manida del lamento
pálidos habitantes, malhadados
reinos a do jamás cupo el contento,
no; jamás vuestros dioses enojados
tormentos inventaron que igualasen
la ausencia a que me fuerzan ¡ay! los hados.
No plugo al crudo cielo que bañasen
de Adur las ondas mis cenizas hiertas
y plácidos mis manes reposasen.
Yace aquí un amador, yacen sus muertas
esperanzas, el túmulo diría,
su fe constante, y sus finezas ciertas.
Tal vez sobre mi tumba lloraría
ceñido de ciprés un fiel amante
de su ingrata señora la falsía.
Mi sombra en torno del sepulcro errante
sus lloros enjugara, y su quebranto
compadeciera, y su penar constante.
Bella Minerva Aglae, de tu llanto
una lágrima acaso regaría
los huesos de quien vivo te amó tanto.
¡Oh, cuál de tu dolor ufana iría
mi alma a morar en los Elisios prados,
y mi ventura alegre cantaría!
Jamás del dulce Orfeo los acordados
tonos con mis canciones se igualaran;
y fueran otra vez embelesados
del Tártaro los monstruos, y cesaran
las ondas del Leteo su corriente,
y las tremendas Furias se aplacaran.
Mas ¡ay! de ti, mi dulce bien, ausente,
ronca suena mi lira, y triste lloro
vierten mis ojos hechos larga fuente.
Estos mis cantos son: Minerva adoro;
¿dó estás, Minerva Aglae? ¿no me entiendes?
Sólo se escucha el murmurar sonoro
del Sena, y mis sollozos; ¿y no atiendes,
ingrata, a mi dolor? ¿Y yo ando en vano?
¿Y tú mi fuego más y más enciendes?
En esto que de ti me hallo lejano,
Eco responde solo a mis querellas;
yo en llanto amargo me deshago insano.
¿Por qué la Fama, di, pregona bellas
de este Sena las Ninfas tan preciadas?
¿Junto a Minerva Aglae qué son ellas?
De su hermosura así son eclipsadas,
como del alma Venus la belleza
sus émulas confunde despechadas.
El duro Amor ceñido de crueza
la sigue a todas partes; con halagos
el falso va escondiendo su fiereza.
¡Guarte, mortales tristes! ¡Qué de estragos!
¡Cuántos de letal flecha son heridos!
¡Qué días les prepara Amor aciagos!
Llévate ¡oh deidad cruda! tus mentidos
favores, y tus glorias lisonjeras,
y tórname mis bienes ¡ay! perdidos;
¡Ay! tórname mi alma y paz primeras.