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La bruja del ideal: 01

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original. Publicado en la Revista de España: Tomo VI.


LA BRUJA DEL IDEAL


CUENTO SOÑADO.


Y had a dream which was not all a dream.
Byron.


I.

El presente cuento no ha sido inspirado por ninguna de las nueve musas griegas, ni por esa otra y verdadera musa universal que se la llama la Imaginacion. Ni mi fantasía, ni mi entendimiento, ni mi razon, ni ninguna de las facultades de mi espíritu le ha concebido. Para eludir toda responsabilidad de autor, debo hacer una declaracion franca y terminante:

Este cuento ha sido un sueño.

Y no un sueño de esos que el escritor suele inventar despierto y luego supone que ha soñado. Puedo jurar que tal como le soñé le refiero, siendo sólo de mi cosecha las palabras con que le describo y los juicios con que le interpreto. Sueño fantástico en su forma, profundo en su sentido, háme parecido digno de consagrarle algunas líneas, pintándole, explicándole y ofreciéndole á la curiosidad del lector desocupado, como una muestra de esas caprichosas concepciones de un cerebro dormido. En una hipnografía, este sueño mereceria consignarse como fenómeno de una elaboracion perfecta, lógica y vigorosa de una idea desarrollada en un argumento dramático, simbólico, con condiciones literarias; y adornado con todas las bellezas de las más potentes visiones de la imaginacion. Despierto jamás hubiera concebido el asunto, ni vislumbrado las formas bajo las cuales se presentó á mi mente dormida el sueño que ahora apénas acertaré á expresar con una torpe pluma, á la que faltan los colores y la vida que animaron mi encantada vision.

Hasta dudo si tengo el derecho de firmar este escrito, de cuya inspiracion soy irresponsable. ¿Por qué no? Si la vida es un sueño que se efectúa, y el sueño una vida que se imagina; si las ideas son sueños de un despierto y el sueño ideas de un dormido; si sueño y verdad son cuasi sinónimos en una existencia en que lo real y lo ideal apénas tienen trazados sus linderos y determinada su esencia; si pensar y soñar tienen cierta identidad, son funciones de un mismo objeto, con distintos accidentes; en fin, si fué mi cerebro, mi yo el que imaginó dormido lo que ahora expongo despierto, bien puedo reclamar la gloria ó censura como autor, sin necesitar justificar la legitimidad y procedencia de mis inspiraciones.

Suponian los Romanos que los sueños verdaderos salian por una puerta de cuerno, los falsos por una puerta de marfil, y que el laurel inspiraba los sueños de la inmortalidad. Mi sueño ha entrado por la puerta de una prosáica almohada, pero me ha ofrecido una cosa más grande que la inmortalidad: la felicidad de un momento, cuyo recuerdo indeleble é inefable vivirá en mi corazón con más fuerza que el recuerdo de las más bellas realidades de mi vida. Dicho esto, vamos al cuento soñado, ó al sueño contado, que ámbas cosas puede ser.