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La conspiración del oro

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<< Autor: José Batlle y Ordóñez


14 de noviembre de 1891, EL DIA

Editorial

LA CONSPIRACIÓN DEL ORO


No ha terminado aun el proceso de la conspiración política del Dr. Terra, y esta ya por estallar una conspiración financiera: la de los tenedores de oro que hay en la Republica, para apoderarse de todas las fuerzas económicas de estas, en grave perjuicio de la población verdaderamente nacional.

El plan ha sido sencillo y hasta ahora eficaz. No habiendo en el país más oro del que ellos poseen, han hecho declarar por una prensa ligada a sus intereses, que el oro es la única moneda posible; y han hecho creer esto, y sostenerlo, al país mismo, contra el cual el lazo se tendía.

El calculo no podía ser mas exacto.

No existiendo más moneda que el oro y, siendo ellos sus poseedores únicos, la harian valer cuanto quisieran. Y así ha sucedido . La taza de interés ha ido subiendo o hasta llegar a extremos ruinosos. El que ha necesitado dinero se ha visto forzado a solicitarlo de ellos, directa e indirectamente, y aceptarlo en condiciones usurarias. Los resultados están a la vista: las ejecuciones se suceden ; se malbaratan las propiedades, y los señores poseedores de oro se quedan con ellas al precio que mejor les parece.

Para combatir este mal no encontrábamos nosotros más que un solo medio: la creación de una moneda nacional, que pudiéndose dar á bajo interés y largos plazos, viniera á infundir nuevos brios á nuestras indusrias y á aliviar á todos de las penurias en que se encuentra; la creación, en una palabra en un papel inconvertible por algun tiempo, y sólidamente garantido; la creación precisamente de la moneda contra la cual se alzan los señores tenedores de oro, á quienes convendría que la situación calamitosa del país se prolongára hasta que ellos se hubieran apoderado de todo su territorio, pagando uno por lo que vale diez.

Y consecuentes con esas ideas sosteniamos que el Gobierno de ninguna manera debia entregar los valiosos privilegios del Banco Nacional á Sociedades particulares. Sabiamos que la conquista de esos privilegios era un sueño de los señores oristas.

Colocados en esa posicion, libres de toda influencia del Estado, ¿quién podría detener el vuelo de sus especualaciones? El Banco Nacional se convertiría en un banco avaro, de exclusivas miras personales y egoístas, y de uno á otro extremo de la Republica no se oiría más que el martilleo de los rematadores, sacrificando la fortuna pública en provecho de unos pocos. El precio oro sería cada vez más alto; sus apologistas dominarían en toda la linea y posesionados de todas las armas, no sufrirían restriccion algunas, ni temerían ningun fracaso.

El plan que nosotros adivinábamos ya empezaba á presentarse al público. El diario orista trae a breves y concisas palabras que ponen en manifiesto las intenciones todas del grupo que representa. -“ á el gobierno le conviene producir hechos decisivos para hacer indudable que no tentará una empresa papelística que es imposible”... “y esos hechos solos podrian ser: la liquidación del Banco Nacional, que ni esta decretada, y la cesion simultánea de su privilegios á una institución séria y manifiestamente orista.” Ya se sabe cual es la institución séria, hasta la avaricia, y manifiestamente orista hasta la usura!.

No; este complot especulador no puede tener éxito. El país no puede poner toda su vida financiera y económica en manos de una institución que no ha favorecido jamás á sus fuerzas productoras; y que en la afligente situación económica que atravesamos no ha dado un solo paso para hacerla menos penosa.

El sofisma que hace llegar al diario orista á su inaceptable conclusión no puede ser más pueril. Es la desconfianza,- dice- es el temor al papel lo que hace retraer al oro y produce la crísis. Dénse los privilegios del Banco Nacional á una institución manifiestamente orista y esa desconfianza desaparecerá. Está bien, -contestamos nosotros: -Pero ¿Por qué se teme al papel?-Porque hay crisis.- Y ¿Por que hay crisis? –¿Por que se teme al papel, acaso? –No, este sería un circulo vicioso. Hay crísis porque falta medio circulante, y falta medio circulante porque el escaso que existe esta previsoriamente encerrado en las instituciones oristas... ¿Será el mejor remedio agrandar la caja de esas instituciones?.

La prueba de este sistema orista, pregonando con tanto entusiasmo por los que con él hacen su botin, es ya larga. El país a vivido dos años de penurias, haciendo sacrificios en sus altares, y cada día se ve más agobiado y más pobre, y sin esperanza de mejora.

Ahora mismo sus últimas consecuencias vienen á herir directamente al gremio que mas interesado en la conversación de la circulación á oro pudiera creerse: al comercio importador. De una ú otra manera se introduce de Buenos Aires y del Litoral argentino del Uruguay ,debido á las diferencias del cambio una enorme cantidad de artículos que vienen á hacerle competencia reduciéndolo á la inactividad. Y por otra parte, la falta de medio circulante, restringe extraordinariamente el consumo del país y por tanto el movimiento de las casas de comercio. ¿No seria para ellas más conveniente vender algo á papel que nada á oro?.

Los verdaderos intereses nacionales se van poniendo en evidencia aun para aquellos que á primera vista parecen tener intereses opuestos. Y es natural: si el país decae, su comercio no puede florecer. Abortará, pues, como la de la Union, la conspiración orista que tiene por fin apoderarse de la artilleria del grueso calibre financiero que hay dentro de los privilegios de un Banco de Estado.