La convención nacional colorada

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Domingo 13 de agosto de 1916, El DIA


LA CONVENCIÓN NACIONAL COLORADA - Su importante sesión de ayer - El manifiesto del Presidente de la República - La renuncia del señor Batlle a su candidatura presidencial - Discursos de los señores Sosa, Boero, Espalter y Martinez Thedy - Resoluciones adoptadas.

Ayer reuniose, de acuerdo con los que desde días atrás se había anunciado, la Convención Nacional del Partido Colorado. Asistieron al acto delegados de todos los departamentos de la República, venidos de exprofeso a la capital.

El entusiasmo optimista que pudo notarse en el ánimo de todos, evidenció claramente la confianza con que se espera conquistar la revancha en los comicios del próximo Noviembre.

Damos a continuación una crónica minuciosa de la importante sesión de ayer.


COMIENZO DEL ACTO

El acto dio comienzo a las 17. Ya desde mucho antes el salón se hallaba lleno por los convencionales llegados de todo el país y por numeroso público que, no obstante la severa fiscalización que se ejercía a la entrad, había logrado penetrar en el local.

Presidía el doctor Arena, a quien acompañaban los miembros del Comité Ejecutivo Nacional del Partido, señores Batlle y Ordoñez, Dr. Areco, doctor Brum, doctor Espalter, doctor Soca, señores Sánchez, Labadie y el secretario doctor Vidal Belle.


LOS CONCURRENTES

En el momento de iniciarse la sesión estaban presentes los convencionales Saenz, Belinzon, Albur Querque, Buero (J.A), Mihlas, Coste Malle, Mora Magariños, Varezi, Pitamiglio................**


LA NOTA DEL SEÑOR VIERA

De inmediato se dio lectura al manifiesto político del Presidente de la República, dirigido, como se sabe, a la propia Convención Colorada.

El Documento fue escuchado con profunda atención por todos los presentes, quienes se impusieron de los propósitos democráticos del primer magistrado.

Al terminar la lectura hizo uso de la palabra el doctor Areco. En frases sobrias y rápidas propuso que la Convención se pusiera de pie, para manifestar por aclamación al doctor Viera “ que hoy como ayer se solidariza con su política, y tiene la más absoluta seguridad de que dirigirá los destinos del país con el mayor acierto, para bien de la República y para honor del partido que le acuerda el voto de confianza que solicita”.

Hablo entonces el señor Julio María Sosa para apoyar la moción del doctor Areco.

DISCURSO DEL SR. SOSA

He aquí la versión taquigráfica de dicho discurso:

Yo apoyo decididamente la moción que ha presentado nuestro distinguido compañero, doctor Areco. Las declaraciones de alta sinceridad política que formula el presidente de la República en el documento que acaba de leerse, coinciden, a mi juicio, con el sentir unánime del partido, en estos momentos de tregua, vísperas de una lucha acaso mucho más dura y decisiva, en que el deber de todos es el * líneas, reparar los errores tácticos, agrupar reservas y poner la superior estrategia de nuestros empujes colectivos al servicio del ideal único y dominante de la victoria. –(Muy bien!)

-Es necesario, como lo dice prestigiosamente el doctor Viera, que hagamos un alto en nuestra marcha, pero es necesario también que sepamos que los grandes partidos de arraigo democrático, si pueden detenerse no pueden retroceder... –(Muy bien!)

-Detenerse para reorganizarse, para unificar las fuerzas, para aunar las voluntades, es prepararse para la victoria; retroceder, señores sería admitir, contra la evidencia confortante de los votos emitidos en conjunto, una derrota que no hemos merecido, porque aún en el último comicio la mayoría del país ha consagrado a nuestra superioridad democrática. –(Muy bien! Aplausos)

-Por otra parte, la obra legislativa y gubernamental del Partido Colorado está en pie. El Partido Colorado, que solo podía enorgullecerse hasta hace pocos años de una gloriosa tradición, confundida con la tradición de la República, puede hoy envanecerse de haber agregado, como corbatas brillantes a la vieja bandera roja, las grandes conquistas de democracia y justicia que suman un ejemplo aleccionados en la legislación más avanzada de América. –(Muy bien!)

-Y no debemos perder, señores, esos prestigios conquistados en una labor fecunda y afanosa por servir el bien público; no debemos desistir definitivamente de lo que, a mi juicio, es nuestra gran fuerza moral, porque los partidos populares no solo viven de los recuerdos del pasado, sino que se alimentan y caracterizan con los ideales del porvenir. El pasado es un estimulo para hacer. El porvenir es la obra realizada ...-(Muy bien!)

-... No debemos desconfiar de nuestras fuerzas que son poderosas y que bien organizadas, serán vencedoras. Pero tampoco –y es necesario decirlo en el seno de esta alta autoridad representativa- debemos creer con optimismo exagerado que nuestras fuerzas se mueven por dinamismos espontáneos: es necesario que se inculque en la conciencia colectiva que el deber de todos, en esta hora histórica es contribuir con esfuerzos solidarios y constantes organizar mejor, a disciplinar más eficazmente, a preparar en forma más decisiva lo que hoy es nuestro fin: la revancha de Noviembre! –(Muy bien! Aplausos)

-La inercia esteriliza las mejores voluntades; y los partidos más fuertes que creen que basta con decirse fuertes para llegar a las finalidades que informan sus principios y aspiraciones, sin poner a contribución todos sus entusiasmos y todas sus energías orgánicas, -se equivocan y se exponen a sufrir reveses, como acabamos de sufrirlos nosotros, por exceso de optimismo y por exceso de confianza y por exceso de abandono. -(Muy bien!)

-Es necesario saber también que los partidos de gobierno no deben cifrar todas sus esperanzas en las influencias del Poder: es necesario, sobre todo, que se sepa dentro de un partido de arraigo popular como el nuestro, avanzado y principista, que consulta e interpreta la voluntad del pueblo, que debe empezarse y fundamentarse la organización desde abajo, fortaleciéndose y acendrandose desde abajo todas sus aptitudes realizadoras. –(Muy bien! Aplausos)

-....Debemos, señor presidente a mi jucio, ser un partido de gobierno para realizar el bien público; pero ser un partido del llano, un partido popular, para consolidar ese derecho a la victoria. –(Muy bien!)

-El doctor Viera con el doble prestigio de sus altas cualidades y de su alta investidura, nos señala los rumbos que, en estos momentos solemnes, debemos seguir. No renegamos de nuestra obra, porque nuestra obra es nuestra fuerza... –(Muy bien!)

-...pues nos detenemos, lo repito; hacemos este alto en la jornada democrática, para poder, -como sucede con los ejércitos en presencia de un revés momentáneo, -rectificar nuestras líneas, agrupar todas nuestras voluntades en el sentido de vencer. Haremos obra buena, colocando al partido en condiciones de que pueda, sin peligro de regresión a las viejas políticas fracasadas que no deben resurgir jamás, conservar, con legitimo derecho, sus formulas de gobierno, representativas de los intereses del País, frente a las formulas de aquellos que en la historia los han desconocidos o menospreciado. –(Muy bien! Aplausos)

-No veamos enemigos dentro de nuestras filas; si es necesario sacrificar sentimientos y agravios que la lucha ha engendrado, sacrifiquémoslos! –(Muy bien!)

-...El partido, en toda su vida histórica, ha dado los ejemplos más altruistas a los pueblos de américa. El partido que supo en todas las horas difíciles, aún después de derrotas que se consideran definitivas, levantarse como Anteo, con nuevas fuerzas para librar la batalla decisiva contra todos los enemigos del país, -tiene en si mismo la vitalidad necesaria, el dinamismo pujante que ha de conducirlos siempre, compacto y generoso, a la victoria en nombre de las más grandes conveniencias nacionales. –(Muy bien! Grandes aplausos)

-... Detengamos nos, pues, nuestra actividad en el sentido de la mejora de nuestra legislación y del progreso del país. Acaso hemos cometido un noble –y diré glorioso- error al creer que el medio no era tan resistente a nuestras ideas;... –(Muy bien!)

-... acaso hemos cometido el noble y glorioso error de creer que adelantándonos a nuestra época, llevábamos todas las fuerzas detrás para iluminar nuevos horizontes... –(Muy bien! Aplausos)

-...Pero, señor Presidente, si ese error hemos cometido reparémoslo sin dejar decir: la obra está en pie, lo que hemos hecho no debe destruirse porque es el más solido pedestal moral que se haya erguido para emplazar sobre él el concepto del país. Seamos más prudentes y menos confiados! –(Muy bien! Aplausos)

-Detengamos nos sin arrepentimiento y sin desaliento. Por los mismo que esta es una tregua, preparemos todas las fuerzas para reanudar mañana nuevas campañas, en días más felices, cuando el medio sea más propicio, cuando todas las hostilidades, cuando todas las calumnias, cuando todas las agresiones, cuando todos los anaconismos y todos los personalismos se hayan disipado, ante la evidencia que vendrá, luminosa como el sol, de que nosotros siempre hemos procedido bien, de que nosotros siempre hemos tenido sinceramente, sobre todas las cosas en cuenta el interes de la República, el interés de su grandeza, el interés del mejoramiento de sus instituciones, en beneficio de todos, de los ricos y de los pobres, de los humildes y de los poderosos; pero si, confesémoslo: sobre todo de los pobres y de los humildes... (Muy bien!- Aplausos)

-... porque siempre, señores, fueron los abandonados! Y el partido que tiene medula popular, que nutre su sangre con la sangre del pueblo, no podía dejarlos así en las horas del triunfo, en las horas en que creyó, inegoísta y sentimentalista, que el ambiente era propicio a todo lo bueno en favor de los pobres y de los humildes. Y atrajimos sobre nuestras cabezas todas las conjuraciones de los reaccionarios irreductibles. –(Grandes aplausos)

-Pero esto mismo, señores, revela y evidencia la naturaleza moral de nuestro partido que, arriesgo de atraerse la oposición de las clases más poderosas, realizo muchas esperanzas populares y dignifico muchas instituciones, enalteció el concepto de sus deberes, propendiendo que, así como la patria en el pasado, a botes de lanza, con empuje epopéyico, fundara la democracia sobre la igualdad social de los derechos del pueblo. –(Grandes aplausos)

-Yo terminaré, señores, aplaudiendo la franca decisión del doctor Viera. Él, como nosotros, sincero como es, ha de lamentar esta detención del movimiento colectivo; pero, dando un ejemplo de estadista, nos señala el rumbo: sacrificando mucho de lo que es su propia obra, nos dice que debemos hacer el alto, a manera del general que, con pleno dominio de la situación estratégica, rectifica el ante la necesidad y señala los nuevos movimientos que han de asegurar el éxito de la empresa.

Aplaudamos y ratifiquemos, con nuestra adhesión, el alto concepto que el doctor Viera nos merece y la alta confianza que nos inspira. Mientras el doctor Viera esté en el gobierno, tenemos la seguridad que los intereses del partido –que son siempre los intereses del país- están en buenas manos. –(Muy bien! –Prolongados aplausos)


VOTO DE CONFIANZA

Terminado el discurso del señor Sosa, la mesa invitó a los convencionales a que se pusieran de pie, para votar por aclamación el voto de confianza al Presidente. Así se hizo, en medio de un entusiasmo clamoroso.


LA RENUNCIA DEL SEÑOR BATLLE

Al terminar la lectura de este documento, la Asamblea guardó profundo silencio.

Hizo entonces uso de la palabra en nombre de los convencionales el doctor Juan A. Boero.


DISCURSO DEL DOCTOR JUAN A. BOERO

El discurso del doctor Boero fue brillante y entusiasta. Evocó en él, a grandes rasgos la acción ejercida por el señor Batlle y Ordoñez en nuestro ambiente político, desde los comienzos de su actuación ciudadana.

El auditorio aplaudió largamente los pasajes culminantes de su hermosa y vibrante alocución, que dice así:

Señor Presidente de la Convención; correligionarios:

Yo pidiera –y sería ésta mi más sincero deseo –que la Asamblea Colorada rechazara o no aceptara la renuncia que acaba de presentar nuestro jefe civil, el ciudadano Battle y Ordoñez. Yo lo pidiera y lo deseara con todo el anelo de que no ha nacido a la vida cívica bajo la advocación de las grandes ideas y de los nobles propósitos que este ciudadano, siempre grande y noble, ha incorporado a nuestra vida política. –(Muy bien!)

-Y si me inclino contrariamente a mis íntimos sentires, -ha que se acceda al deseo de Battle y Ordóñez – lo hago porque él lo pide, porque él está decidido a que así se haga, porque su renuncia es indeclinable y porque tengo fe en que ahora, como siempre, el tendrá la clara visión de los intereses y los destinos del partido –(Muy Bien! –Aplausos)

-Pero entiendo que sería indigno de los colorados que han marchado durante doce años tras de su bandera victoriosa, el aceptar su renuncia es un triste silencio... –(Muy bien!)

-Hay que hablar de Batlle; hay que hablar de la obra de Batlle, que es nuestra obra. –(Aplausos)

-Hay que hablar, señores, del hombre y del programa, que no es más que la extensión del hombre. –(Muy bien)

-Hay que decir ahora, -como en la hora victoriosa de los grandes triunfos, -que no confesamos un error y que no abjuramos de un credo político...-(Muy bien!)

-...sino que sencillamente nos plegamos ante la implacable lógica de las circunstancias y que miramos, ante todo y por encima de todo, el interés supremo y la unidad del Partido. –(Muy bien! –Aplausos)

-Batlle es la personificación del espíritu partidario colorado, en su gallardía juvenil y en sus nobles arrestos. Batlle, desde la llanura, combate contra la corrupción del partido. Batlle trata de hacerlo progresar. En el poder, le da estabilidad, le da fuerza y le da algo más que todo esto, señores: le da un programa de que carecía; incorpora todas las nuevas conquistas; lo mantiene en un estado de perpetuo devenir; no lo deja estancar nunca hasta el punto que la marcha del Partido Colorado en esos diez años es, señores, -digámoslo con orgullo- una perpetua ascensión progresista. –(Muy bien!)

-Batlle y Ordóñez consolida el orden; inicia la vida cívica; combate la abstención; aniquila la guerra civil y marca para el porvenir, inmensas perspectivas, de que es una prueba esta misma lucha; -perspectivas de franca sinceridad comicial; perspectivas de pureza democrática; perspectivas de progreso, dentro del respeto absoluto a la constitución y a las leyes. –(Muy bien! –Aplausos)

-Por él y solo por él esta el país en marcha hacia grandes destinos, y así como le han enaltecido todas las victorias cívicas que ha obtenido con el concurso unánime de la masa partidaria, se honra en este momento, en que viene a culminar su vida democrática entregando al pueblo lo que al pueblo pertenece inclinándose antes su voluntad soberana. –(Muy bien! –Aplausos)

-He dicho que no hemos venido aquí a reconocer errores, ni a abjurar nuestro credo político. Las causas que han detenido al partido en su avance progresivo son difíciles de discriminar, casi imposibles de discernir en su vasta complejidad. Pero sedme permitido apuntar que no ha sido ajena nuestra derrota a esa calamitosa crisis provocadas por extrañas guerras, que, extinguiendo las miserias por todos los ámbitos del país, han permitido que muchos ciudadanos crédulos atribuyeran alas leyes sociales lo que no es más que una consecuencia forzada de fatalismos lógicos y de circunstancias externas. –(Muy bien!)

-Es, pues, un error profundo el de aquellos que creen que las leyes sociales dictadas durante los gobiernos de Batlle han sido la causa principal de este contraste que sufrimos. Posiblemente ha habido malas interpretaciones y, quizás, malévolas intenciones. Pero el deber de los Batllistas no sería completo, señores, si no vinieran aquí a rendir homenaje al ciudadano que ha conducido al Partido a sus mejores días de gloria... –(Muy bien!)

-...al que, en el momento supremo, tiene el gesto noble de renunciar a una candidatura presidencial en la que lo prestigiaba la masa unánime, y de afirmar noblemente, ante el país, que la mayoría es contraria a sus propias ideas fundamentales. –(Aplausos)

-Lo que ocurre con Batlle, sucede con todos los hombres superiores. Como viven en la cumbre, han visto salir el sol antes que los que habitan en la llanura. –(Muy bien!)

-Pero quienes habitan en la llanura algún día verán salir el sol y, será entonces el día de Batlle, será el día triunfal del Partido Colorado. –(Grandes aplausos)

-Ciudadano Batlle y Ordóñez: El hecho de que hayais visto antes que nosotros, no significa que hayais visto mal. Solo significa que estabais más alto que nosotros. –(Muy bien!)

-Pero tengo una profunda fe, la fe de un convencido, de que antes de muy pocos años los mismos que equivocadamente se han sentido alarmados por nuestras leyes, clamarán por ellas desde la oposición... –(muy bien!)

-...y que vuestros principios, ciudadano Batlle, vendrán escritos victoriosamente en los estandartes de los partidos populares. –(Grandes aplausos)

-Podes estar orgulloso, señor de nuestra obra y podeis estar ufano también de vuestro gesto actual. Vuestra abnegación os enaltese tanto como vuestras victorias pasadas. –(Muy bien!)

-Podeis estar cierto de nuestra admiración y de nuestro respeto, y sabed que ahora, como antes, y por los tiempos de los tiempos, el Partido Colorado os considerará como el primer representante de la democracia en América. –(Muy bien! –Aplausos –Vivas a Batlle)

-Y ahora, ciudadanos, a triunfar en las urnas y para el Partido; a olvidar todo, ** ; a triunfar por el Partido y por el país, para que no se pierda lo que Batlle ha hecho... –(Muy bien!)

-...a la espera de tiempos mejores, a la espera de los tiempos en que la gente del llano vea, como Batlle, salir el sol. –(La Asamblea de pie, aplaude y viva a Batlle y al Partido Colorado)

Al terminar su discurso el doctor Boero, en la mesa puso a consideración de la Asamblea la renuncia del señor Batlle y Ordóñez, que fue aceptada.


ADICIONES A LA CARTA ORGÁNICA

Se dio cuenta de inmediato de una moción presentada por cincuenta convencionales, en la que proponen algunas adiciones transitorias a la Carta Orgánica del Partido.

Dicha moción dice: “En atención a la excepcionalidad el actual momento político, la Convención Nacional del Partido Colorado resuelve incorporar a la Carta Orgánica la siguiente imposición transitoria: artículo aditivo. Facultase al Comité Ejecutivo Nacional para que, teniendo en cuenta las conveniencias colectivas, dicte, al solo efecto de los trabajadores electorales del mes de Noviembre proximo y de los relativos a la ratificación de la obra constituyente, todas las medidas que considere necesarias, en la forma y por los procedimientos más adecuados, sobre reorganización e integración de las autoridades del partido, así como sobre aumento o disminución del número de sus miembros.”

A su respecto se suscitó una ligera discusión, en la que intervinieron los doctores Areco y Mezzera y el señor Sosa. El doctor Areco proponía que el asunto se tratara, previo un cuarto intermedio, en la misma sesión de ayer.

A ellos se opuso el señor Mezzera, invocando disposiciones reglamentarias que impedían seguir el trámite propuesto por el doctor Areco.

Se reolvió, por último , nombrar una comisión especial, que deberá estudiar el asunto. Componen esa comisión los doctores Florencio Aragón y Etchar y Francisco Alberto Schinca y el señor Martinez Thedy, quienes deberán reunirse hoy, a las diez en el local de la Convención Colorada.

El informe que dicha Comisión expida será considerado en la sesión que celebrará mañana en la Convención.

Si acepta, deberá ser ratificada en una nueva sesión que deberá celebrarse después de transcurrido a un plazo previo de ocho días.


EL PARTIDO EN LA CONSTITUYENTE

El doctor Espalter dio entonces lectura a la siguiente moción:

“En merito de no haber obtenido la mayoría necesaria para conseguir en la Convención Constituyente la implantación del ejecutivo colegiado y las demás soluciones recomendadas por la Convención, se resuelve:

Dejar sin efecto esas proposiciones y recomendar a la agrupación de colorados constituyentes y sostenga en la Constituyente todas aquellas iniciativas de reforma constitucional que mejor contemplan los intereses nacionales y estén más en armonía con los ideales y principios del Partido”.

Así mismo, propongo que en sustitución del inciso 7 del artículo C sancionado por la Convención, a que me he referido, vote la Asamblea aquí reunida el siguiente inciso: “la agrupación de colorados constituyentes se regirá por el reglamento de la honorable Cámara de Representantes”.


DISCURSO DEL SEÑOR ESPALTER

Para fundarla, el propio emocionante pronunciamiento, el expresivo y brillante discurso que damos a continuación:

Señores convencionales: -Apenas si necesitan ser fundadas y sostenidas las proposiciones que acabo de leer.

Hace poco tiempo, hace pocos días, una Convención como esta se reunía en muy diversas circunstancias: nos reuníamos para trazar el programa de acción en el seno de la Constituyente; nos reuníamos llenos de pasión y de entusiasmo, con absoluta fe en la victoria definitiva de nuestros esfuerzos cívicos. Hoy nos reunimos, no diré acongojados, pero si oprimidos por un pensamiento grave, molesto: en la jornada del treinta, la mayoría del electorado nacional no nos fue favorable.

Nuestras convicciones, sin embargo, han quedado intactas, no se han debilitado en lo mínimo; al contrario, se han fortalecido; la prueba las ha acrisolado; el oro de su verdad y su sinceridad ha salido más puro y más resplandeciente de la fragua.

No somos de aquellos que determinan la bondad de una idea o de una solución por el éxito que alcanza, de aquellos que solo juzgan grandes y bellas las cosas a que sonríen los favores de la fortuna. Nuestras convicciones están intactas. El Partido Colorado, de algunos años a esta parte, se ha dado, se ha prodigado demasiado, se ha sacrificado a sus propios principios y a sus propios ideales. Por servirlos, en beneficio del país, ha aceptado muchas veces hasta dolorosas escisiones. Pero es necesario que todas esas fuerzas, que todas esa energías que hasta ahora hemos puesto al servicio de todos, las pongamos ahora en este momento, al servicio de nuestro Partido.

Mientras el Partido Colorado entregaba todo entero, generosamente, los adversarios, pensando solo en si mismo, trabajaban solo para si mismos, -(Muy bien!)

Ha llegado el momento de la unión y de la concentración; ha llegado el momento en que nosotros también pensemos en nosotros mismos, en que volvamos al viejo hogar y retemplemos nuestro espíritu, en estos momentos, en la gloriosa tradición de nuestro Partido. –(Muy bien!) No dejamos nada en el camino; no abandonamos nada; no negamos nada; hemos echado en el surco la semilla y sabemos que la semilla ha de fructificar.

El labrador de las estepas rusas, cuando arroja al surco la cimiente sabe que ella ha de ser esterilizada por mucho tiempo por la nieve, pero así mismo la arroja, porque sabe que ha de germinar.

Nuestras convicciones están intactas y esto es lo principal.

Conservamos en nuestro espíritu los mismos propósitos, las mismas ideas y los mismos ideales. Es cierto que los vaivenes de la fortuna, que la ola incierta nos ha arrojado en estos momentos un poco más allá, nos ha separado del puerto a que íbamos y puede ser que tengamos por el momento que cambiar de dirección y de ruta, pero el puesto será siempre el mismo. La brújula está firme. El navegante que parte de regiones lejanas hacia zonas templadas, no debe acongojarse de los días grises; no de acongojarse cuando atraviesa la zona de las aborrascas, la zona de las brumas y del tiempo inclemente, porque la brújula, siembre invariable, debe ser su segura y su inmortal esperanza. –(Muy bien! –Aplausos).

Nosotros no seremos mayoría en el seno de la Asamblea Constituyente y por consecuencia, no podemos aspirar al triunfo de nuestras soluciones. Nosotros íbamos allí con un programa claro y definido: íbamos con el mandato imperativo de nuestro partido.

Nuestros adversarios, que tanto nos han censurado por nuestra actitud, van con propósitos implacables, van también con un mandato imperativo para rechazar todo lo que nosotros propongamos.

No podremos, pues, aspirar al triunfo pero seremos, como quiera, una fuerza considerable y debemos vigilar para que no se produzcan reacciones, para que no se produzcan retrocesos, para que no se destruya todo lo que se ha construido con tanto afán. –(Muy bien!).

-....Debemos, por consecuencia, permanecer allí, en el seno de la Constituyente disciplinados, como si fueramos mayoría, por lo menos para evitar el mal.

No tengo nada más que decir. –(Muy bien! –Aplausos).

Cuando el doctor Espalter hubo terminado su discurso, hablo el señor Mora Magariños, proponiendo que la parte última de la moción presentada pasara a estudio de una Comisión Especial.

Negóse a ello el doctor Mezzera, haciendo notar que la proposición del doctor Espalter se refería a la agrupación de Constituyentes Colorados y no a la Convención Constituyente, como el señor Mora Magariños entendía.

Votada la moción del doctor Espalter, resulto aprobada.


MOCIÓN DEL SEÑOR BARRETA

El señor Berreta propuso entonces que el Comité Ejecutivo del Partido se encargara de transmitir de inmediato al doctor Viera el voto de confianza del Partido.

Así lo resolvió la Asamblea.

De acuerdo, pues, con esta disposición, el doctor Arena y el doctor Vidal que lo visitaron ayer mismo al primer magistrado, a quien pusieron de la adhesión entusiasta de la Convención a sus propósitos de acción futura.

DISCURSO DEL SEÑOR Sr. MARTINEZ THEDY

Antes de terminarse el acto, el señor Martinez Thedy pronunció el entusiasta y elocuente discurso que enseguida insertamos: me parece que a pesar de la notoriedad que hanadquirido ya en todos los circulos las declaraciones de política fundamental del doctor Feliciano Viera, por su índole excepcional, por proceder de quien proceden, por significar un mensaje del primer mandatario de la República a los correligionarios que visiten, por el hecho de ser miembro de la Convención del Partido, la calidad representativa de la opinión y del sentimiento colorado, me parece que sería del caso que esa nota del doctor Viera –difundida y todo como está- circule por toda la República con el auspicio de la alta autoridad del Partido Colorado. –(Apoyados)

-...El doctor Feliciano Viera ha creído de su deber ciudadano ponerse en contacto con la Convención de su Partido para obtener la necesaria resonancia moral que en este acto ha obtenido la declaración que él suscribe ante el país.

Todos los hechos que han venido constituyendo las diversas etapas de la actividad política de nuestro partido, han tenido eco y se han difundido por toda la República con el prestigio y bajo el patrocinio del Comité Nacional Colorado. Una nota, repito, de tan excepcional importancia como la que ha dado en la política del doctor Viera, debe circular por todos los ámbitos con el mismo patrocinio y los mismos prestigios; y, concretamente, mociono para que la Comisión Nacional imprima en hoja suelta la declaración del Presidente de la República y la difundida por las Comisiones Departamentales para que llegue por vía oficial del Partido hacia todos los núcleos ciudadanos que, a fines con nuestros propósitos democráticos, se aprestan a realizar bajo la advocación de los nuevos rumbos que los sucesos nos trazan, la gran revancha cívica de Noviembre, que ha de tener por objeto acreditar la legalidad absoluta con que el doctor Viera desempeña el mandato que le confió la Convención Nacional y la energía inquebrantable y nunca batida con que los contingentes cívicos del Partido Colorado confirmarán que son mayoría en el País y que tienen, por derecho histórico y por imperio del voto contemporáneo, la autoridad necesaria para seguir gobernando a la República... –(Muy bien! –Aplausos)


EL SEÑOR BATLLE ACLAMADO

Al salir de la Convención, el señor Batlle fue estruendosamente aclamado por la compacta masa partidaria que se aglomeraba frente al local.

Y el entusiasmo popular desbordó entonces, elocuente y unánime. Los vivas al Presidente de la República, a Batlle y al Partido Colorado, se sucedieron vibrantes e interminables.

Al ocupar el señor Batlle el automóvil que debía conducirlo, se redoblaron las manifestaciones de entusiasmo.

El pueblo se agrupo junto al vehículo en forma tal que dificulto su marcha durante un largo trecho de terreno.

La muchedumbre ayer reunida pretendió llegar luego a manifestación hasta nuestra casa. Y fue preciso el buen sentido empeñoso de unos cuantos para impedir la realización de este propósito, para el que no se contaba con la debida autorización policial.