La danza pastoril
Apariencia
A la sombra que ofrece Un gran peñón tajado, Por cuyo pie corría Un arroyuelo manso, Se formaba en estío Un delicioso prado. Los árboles silvestres Aquí y allí plantados, El suelo siempre verde, De mil flores sembrado, Más agradable hacían El lugar solitario. Contento en él pasaba La siesta, recostado. Debajo de una encina, Con el albogue, Bato. Al son de sus tonadas, Los pastores cercanos, Sin olvidar algunos La guarda del ganado, Descendían ligeros Desde la sierra al llano. Las honestas zagalas, Según iban llegando, Bailaban lindamente, Asidas de las manos, En tomo de la encina Donde tocaba Bato. De las espesas ramas Se veía colgando Una guirnalda bella De rosas y amaranto. La fiesta presidía Un mayoral anciano; Y ya que el regocijo Bastó para descanso, Antes que se volviesen Alegres al rebaño, El viejo presidente Con su corvo cayado Alcanzó la guimalda Que pendía del árbol, Y coronó con ella Los cabellos dorados De la gentil zagala Que con sencillo agrado Supo ganar a todas En modestia y recato. Si la virtud premiaran Así los cortesanos, Yo sé que no huiría Desde la corte al campo.