La flor de los recuerdos (México): 06
ALBUM DE VIAJE
LA FLOR Y LA PERLA
[editar]La flor de mis recuerdos –– la perla de mi amor
Están en mí arragaidas –––– en sola una raíz:
Iguales en quilates, –––––– iguales en valor,
La flor es una perla, ––––– la perla es una flor:
Amor da sér con ambas ––––– al corazon feliz.
Felices serán ambas, –––––– florones de mi amor,
Asidas mientras duren ––––– á la comun raíz,
Tan solo de mi alma ––––––– tomando su valor:
Mas antes que se aparte ––– mi perla de mi flor,
Acabe con mis dias –––––––– amor tan infeliz!
I.
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|''Y mi mayor anhelo
Es elevarte con mi canto al cielo,
Y un eterno laurel partir contigo.''
Léila, ¿por qué el jardin del alma mia
No da mas que la flor de tus amores,
Hoy que al influjo de tu amor debia
Átomos germinar procreadores,
Cuando su tierra sin cultura un dia
Generosa y feraz dió tantas flores?
Hoy vierte en ella fecundante riego
De tu amor el benéfico rocío,
Hoy de tus ojos la calienta el fuego…
Ay! y se vuelve mi jardin bravío,
Y si brota una flor se agosta luego;
Y ó sus raices el gusano hiere,
O quema el hielo su gentil corola,
O entre yerbas parásitas se muere
Falta de jugo, sin olor y sola.
¿Por qué, siendo el amor fuente de vida,
La tierra de mi sér no está florida?
¿Por qué, siendo el amor del entusiasmo,
La inspiracion y el movimiento gérmen,
En inaccion y estúpido marasmo
Mi inspiracion y mi entusiasmo duermen?
Ansia febril mi espíritu atormenta;
Honda inquietud mi corazon devora;
Duda tenaz en mi alma se aposenta,
Y el insaciable amor que en sí atesora,
La inspiracion del genio no alimenta
En mi alma en otro tiempo creadora.
Ay! bajo el peso de su férrea planta
Un génio melancólico la oprime,
La poesía mi pesar no espanta,
Me irritan humorístico antojos,
Se me arrasan en lágrimas los ojos,
Y la cancion espira en mi garganta.
Ambiciosa de luz mi inteligencia,
Va tras la luz y en las tinieblas cäe,
Y en la rabia febril de la impotencia
Lucha mi corazon consigo mismo,
Sintiendo con pavor que á sí le aträe
Del hastío mortal el hondo abismo.
¿Es que se estingue de mi fé la llama?
¿Es que se seca mi raudal de vida?
¿Es que no vive el corazon que ama,
O es que tal vez mi juventud es ida?
No ¡vive Dios! Yo siento que mi pecho
Es á mi osado corazon estrecho:
Rico de fé, de vida, de esperanza,
De su silencio é inaccion se admira,
Y su inaccion á comprender no alcanza,
Y en el silencio é inaccion suspira;
Pero no es que me falte confianza
En mi fé ni en mi amor: no es que mi esencia
Se evapora fugaz en mi impotencia:
Es que mi aflige la estrechez de Europa,
Es que me hastía su labrado suelo,
Es que me abruma su plomizo cielo
Y amarga me es de su placer la copa.
Es que en Paris, de la pereza esclavo,
Me revuelvo en un círculo mezquino,
Cual tigre jóven, vigoroso y bravo
Preso en la trampa dó á enjaularse vino.
Es que en Paris me debilito inerme
Falto del aura y libertad nativa,
Cual ave atada que en su percha duerme
Al mismo dueño que la halaga esquiva.
Es que en Paris, salvaje peregrino
Atajada en mitad de mi camino,
En la molicie sin placer me acabo,
Y su pálido sol no me dá al cabo
Un solo rayo de calor divino.
Es que la farsa ruin de sus festejos,
Sus circos de carton y de oropeles,
Monumentos de talco y rapacejos,
Son grandes ante el gas y los espejos,
Bellos por el poder de los pinceles;
Mas sus fiestas de pólvora y de viento,
Su pomposo espectáculo vacio
De fé, de corazon, de sentimiento,
¿Qué dan á corazones como el mio
Que les pueda servir de nutrimento?
Nada: la luz, la atmósfera, las flores,
Cuanto en Paris en derredor me gira,
Desde su religion á sus amores,
Todo á estraviar al corazon conspira,
Todo le induce á confusion y errores:
Eco que miente, viento que se trueca,
Agio, especulacion, farsa, mentira,
Que envejeciendo al corazon le seca.
¡Léila de mis entrañas! si del mio
Quieres guardar incólume, seguro
El hondo amor y el generoso brio,
Si quieres rodëar de eterno muro
El jardin y la flor de mis amores
Y eternizar la flor de tu belleza,
Déjame ir á buscar cielo mas puro,
Playas de mejor luz, campos mejores,
Mas rica y mas feraz naturaleza,
Donde tejer con verdaderas flores
Vívidas de color, ricas de olores,
Una guirnalda á tu gentil cabeza.
Déjame, Léila, atravesar los mares,
Y como los errantes trovadores
Buscar de inspiracion nuevos veneros
Y enviarte sin cesar nuevos cantares:
Y como los andantes caballeros
Que en nombre de su Dios y de su dama
Se lanzaban por montes y senderos
A eternizar su amor, su fé y su fama,
Con hechos de valor dignos de gloria
Que dejar a los siglos venideros
Escritos en los fastos de la historia,
Así de mar en mar, de playa en playa,
De ciudad en ciudad, de risco en risco,
Con el hechizo de mi ciencia gaya
Y al dulce són de mi laüd morisco,
Déjame, Léila, que entendiendo vaya
El éco de tu nombre berberisco.
Déjame que mi voz le desparrame
Por la region feliz del Nuevo Mundo:
Y cuando en ella sin cesar te llame
Y en el silencio virginal, profundo,
De aquel Eden cautivo entre horizontes
Que destellan el ópalo y el oro,
Y con tu nombre arábigo reclame
Las aves que en sus selvas hacen nido,
Tu nombre dulce y mi contar sonoro
Aprenderán y ensayarán á solas
Los ágiles sinsontes,
El rojo cardenal y el tocoloro:
Y de tu nombre al són jamas oido
Los fosfóricos peces del Atlántico
Llegarán á prestar atento oido
Al suave nombre y al estraño cántico,
Mostrando por encima de la olas
Los curvos lomos y movibles colas.
Sí, dejame partir á esas regiones
De inspiracion, de luz y de armonía,
Donde entienden aún los corazones
De la fé y el amor la pöesía.
Es un afan que sin cesar me acosa;
Mi corazon de libertad sediento
Necesita region mas luminosa,
Mayor y mas vivífico elemento,
Tierra y vegetacion mas vigorosa,
Vírgen, lozana, exhuberante, bella,
Que no destroce del mortal la mano,
Que no estropée del mortal la huella,
Que ostente en fin el lujo soberano
Que el Señor al crearla puso en ella.
Fé, de mi inspiracion engendradora,
Audacia de mis años juveniles,
De mi atrevida fé mantenedora,
que me arrancásteis cánticos á miles
Con delirio febril, volved ahora
Que me siento con fuerzas varoniles,
Resolucion tenaz y voz sonora:
La última vez para cantar os llamo
El Dios que adoro y la mujer que amo.
Volved: pero volved mas vigorosas,
Indómitas, salvajes,
Con las y con garras poderosas
Capaces de llevarme á otros parajes
Donde con mas vigor naturaleza
Produzca colosal cedros por rosas,
Céibas por olmos, palmas por maleza,
Lagos por fuentes, rios por arroyos,
Y donde con titánica grandeza
Cráteres de volcan abra por hoyos.
¡Gracias, genios de luz, á quien perdidos
Para siempre creí! tornar os veo
Aún á mis antojos sometidos:
¡Gracias, pues todavía no sois idos,
Pues acudis aún á mi deseo!
Fé de mi juventud, ya en mis entrañas
Tu fuego siento arder: ya el alma mía
De celestial fulgor siento que bañas:
Génio de mi exaltada pöesía,
Ya percibo otra vez que me acompañas.
¡Vamos! ya tengo luz, ya tengo guía.
¡Vamos! ceñíos mi laüd con flores
A la desnuda espalda: en vuestros hombros
Llevadme de un bajel sobre la popa,
Y vamos á buscar climas mejores.
Partamos: arrancadme de esta Europa
Atestada de crímenes y escombros.
¡A América! en su luz bañarme quiero!
Vamos á esa region de los gigantes
Donde acompañen mi cantar postrero
Las ondas de sus golfos espumantes,
El fuego de los trópicos ardientes,
Y el estridor de sus peñascos rotos
Por el ronco raudal de sus torrentes
Y el temblor de sus hondos terremotos.
De gloria y fé mi corazon sediento
Necesita beber otros raudales
De inspiracion y fé: mi osado aliento
Respirar necesita en otro viento,
Luchar con los aurados vendabales,
Y el espacio y la luz del firmamento
Disputa á las águilas caudales.
Yo necesito un mundo cual le hizo
Su Criador: espléndido, sellado
De la virginidad con el hechizo,
No este mundo servil desfigurado
Por el poder del hombre antojadizo.
Quiero una tierra donde no domine
La civilizacion con sus patrañas,
Dó la fé y la creencia no estermine
Del corazon humano, y no adoctrine
Los pueblos con hipótesis estrañas;
Una tierra de fuego y poesía,
En cuyos hondos precipicios huecos
Correspondan al són de la voz mía
Ruidos medrosos y gigantes écos;
Sembrada de peligros y de azares,
Poblada de salvajes alimañas,
De pájaros y plantas á millares,
Dó sienta bajo peñas seculares
Laba y oro correr por sus entrañas:
Donde á la faz de Dios mi pié camine
Bajo un cielo radiante que ilumine
Mares sin fin, atlánticas montañas.
Yo necesito un mar que airado ruja,
Una estacion preñada de huracanes,
Una tierra horadada por volcanes
Que con torrentes y cascadas muja
Y que á mis piés estremecida cruja
Sacudida por brazos de Titanes.
Allí, á lo menos gozaré la tierra
En todo el lujo y esplendor y encanto
Y pöesia y libertad que encierra;
Y allí en mi duelo ó mi placer estremos
Alzaré una oracion en vez de un canto,
Y á Dios veré, cuyo semblante santo
Bajo las brumas de Paris no vemos.
¡Sús! á América voy. —¡Oh Léila mia!
Si en la mar ó la América me pierdo,
Guarda el tesoro de mi amor, y fia
Que al apagarse mi postrero dia
Será tu nombre mi postrer recuerdo.