La flor de los recuerdos (México): 09
IV.
[editar]Reina la oscuridad en torno mio:
Solo estoy del bajel sobre la popa
Pálido de emocion, yerto de frio;
Los ojos tiendo á la cercana Europa
De quien me aleja el rápido navío,
Y las tinieblas penetrar deseo;
Pero ya nada en las tinieblas veo.
Bajo mis piés el buque se estremece
Por su máquina enorme sacudido,
Y el oleaje desigual le mece
Con temeroso ruido.
Mónstruo de fuego y de rumor preñado,
Pez que nada veloz sin piel ni escama,
Ave que vuela rápida sin pluma,
Leviatan que sin voz furioso brama,
Avanza por sí mismo arrebatado
Entre la mar, los cielos y la bruma,
Dejando tras su curso vïolento
Una estela en el mar de hirviente espuma,
Y una columna de humo por el viento.
Atónito é inmóvil, en el pasmo
Que embargaba mi sér en tal momento,
Sin dejarme ceder al entusiasmo
Ni al temor admiraba yo á mis solas
Del hombre la ambicion y atrevimiento
Que domina los vientos y las olas,
Rey de la creacion, y burla osado
Y atraviesa contento
Uno y otro elemento
Para ver una fiesta ó un mercado,
Por alargar un dia su memoria,
Por una chispa de soñada gloria
O tal vez de oro vil por un puñado.
Contemplaba embebido el movimiento
De la elevada esbelta arboladura
Del Paraná que se mecia lento,
Y sobre el fondo azul del firmamento
Se destacaba móvil é insegura,
Sin cesar oscilando sobre el fondo
Del estrellado cielo y del mar hondo
La triple cruz y la ondulante cofa
De sus tres masteleros envergados,
ramilletes del mar, del viento mofa,
Cual gigante y fantástico esqueleto
Que en sus inmensos brazos
El espacio abarcar anhela inquieto,
Y entre ellos, esquivando sus abrazos,
Pasan, sin alzar són ni dejar huellas,
Del ambiente impalpable los pedazos
Y el resplandor fugaz de las estrellas.
Muy pronto esa tenaz melancolía
Que el solitario mar inspira al alma,
Mortal angustia se tornó en la mia,
Y de su paz interrumpió la calma,
Y estinguió con mi fé mi poesía,
Miré dentro y en torno de mí mismo,
Y al verme de la mar y el firmamento
Perdido ir por entre el doble abismo,
Solo, sin fé y á la merced del viento,
Temblé como un cobarde, eché de menos
La abandonada tierra, y como un niño
Que necesita el maternal cariño,
De lágrimas sentí mis ojos llenos.
Surgieron mil imágenes estrañas
En mi calenturienta fantasía,
E hirió un pesar profundo mis entrañas;
Sentí á la fé mi corazon cerrado,
Mi alma al despecho y al terror abierta,
Me arrepentí del viaje comenzado,
Y exánime, febril, desesperado,
Llorando me tendí sobre cubierta.
Y entonces ¡ay de mí! yerto de asombro
Y con hondo pavor sentí á mi lado
Tenderse, pié con pié y hombro con hombro,
Dos genios de inmortal naturaleza
Creados de los cielos en la alteza,
Mas con Luzbel caidos de los cielos:
El espíritu ruin de la la tristeza
Y el demonio rabioso de los celos.
Yo percibí, de pánico transido,
De estos horribles genios la influencia;
Sentí que cada cual por un oído
Con negras frases de infernal sentido
Vertia su veneno en mi existencia;
Y en aquel cuarto de hora de agonía,
Oí que de este modo me decía
Cada cual de los genios por su lado,
Y de cada palabra se esprimia
Una gota de hiel que me caía
Dentro del corazon atribulado.
LA TRISTEZA. | “¡Qué triste es alejarse de la tierra Donde huméa el hogar de nuestra casa, |
Mientras así decíame al oido
El espíritu ruin de la tristeza,
Yo vertia cobarde y abatido
Lágrimas vergonzosas de flaqueza.
LOS CELOS. | “¡Imbécil corazon! si como ese humo Que la vacia atmósfera se traga |
El demonio de los celos
Me decia así al oido,
Y al pesar se dió rendido
Mi celoso corazon,
Y envolviendo mi cabeza
En mi capoton de viaje,
Lloré del lento oleaje
Al melancólico són.
¡Y Dios solamente sabe
Lo que en aquellos momentos
Lograron mis pensamientos
Mi triste vida röer.
Años viví en los minutos
De una hora, y sentí en ellos
De mis sienes los cabellos
Gotëar y encanecer.
Yo miré en estos instantes
Mi salvacion y existencia
Con tan honda indiferencia,
Que mi yerto corazon
Víctima de la tristeza,
Presa infeliz de los celos,
No pensó, ingrato, á los cielos
En alza ni una oracion.
Mas Dios, que nunca abandona
Ni al infeliz ni al demente,
Hirió con su luz mi frente
Y vino á mi alma á llamar:
Al rumor de una maniobra
Volví en mí: alcé la cabeza,
Y ví de Dios la grandeza
Resplandecer sobre el mar.
La luna, de los nublados
Desgarrando el torbo velo,
Brillaba del mar y el cielo
E la azul inmensidad:
Y con las velas tendidas
Que el viento propicio hinchaba,
Ráudo el Paraná bogaba
Con serena majestad.
Yo contemplé tan magnífico
Espectáculo con pasmo,
Y al religioso entusiasmo
De su inspiracion cedí:
Y de los malos espíritus
Conjurando los antojos,
Sobre cubierta de hinojos
Postrándome canté así: