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La flor de los recuerdos (México): 19

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II.

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Mas de esta voz salvaje que, sola y á deshora,
Te envia en las tinieblas su cántiga oriental
Es mágica la historia: escúchala, señora,
Si aun no ha cerrado el sueño tu cámara imperial
Es una historia de hadas: de aquellas que los magos
De Oriente, en sus leyendas de orígen celestial,
Escuchan de la noche entre los ruidos vagos
Contar á una paloma posada en un rosal.

De aquellas que, en la lengua del árabe sonora,
Y en caractéres de oro con puntos de carmín,
Nos vienen en los libros de Alepo y de Bassora,
Y allá leen las sultanas al són del bandolín.
Es una historia de esas cuyo relato exala
De pájaro gorgeos y aromas de jazmín,
Y halaga los sentidos y el ánimo regala
Cual són de agua que corre, cual aura de jardín.

Tal es, tan delicada, la trova peregrina
Que á solas en la noche te vengo yo á cantar,
Errante é ignorado como una golondrina
Que deja el nido frágil allende de la mar.
Las sombras de Granada que moran sus palacios
Y pueblan sus florestas de mirtos y azahar,
Abriéndome del aire los límpidos espacios,
Prestáronme unas alas con que á tus piés llegar.

Mas ¡ay! como en las sierras de Elveira y Alpujarra
La harpa y la griega lira desconocidas son,
Mis versos acompaña de rústica guitarra,
Escaso de armonías, el berberisco són.
He aquí por qué, señora, mi trova solitaria
Entono en las tinieblas al pié de tu balcón;
Perdónala, sultana, si viene temeraria
A interrumpir tu sueño mi bárbara canción.