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La gaya ciencia

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[Motto]

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Prólogo a la segunda edición

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»Broma, Astucia y Venganza«. Prólogo en versos alemanes

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Libro primero

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Libro segundo

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Libro tercero

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Libro cuarto. San Enero

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342. Comienza la tragedia

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Cuando Zaratustra tenía treinta años, abandonó su patria y el lago Urmi y marchó a las montañas. Allí gozó de su espíritu y de su soledad y durante diez años no se cansó de hacerlo. Pero al fin su corazón se transformó, - y una mañana se levantó con la aurora, se colocó frente al sol y le habló así: »¡Tú gran astro! ¡Qué sería de tu felicidad si no tuvieras a aquellos a quienes iluminas! Durante diez años has venido subiendo hasta mi caverna: sin mí, sin mi águila y mi serpiente te habrías hartado de tu luz y de este camino. Pero nosotros te aguardábamos cada mañana, tomábamos de ti tu sobreabundancia y te bendecíamos por ello. ¡Mira! Estoy hastiado de mi sabiduría, como la abeja que ha recogido demasiada miel, tengo necesidad de manos que se extiendan. Quisiera regalar y repartir, hasta que los sabios entre los hombres hayan vuelto a alegrarse con su locura, y los pobres, con su riqueza. Para ello debo descender a la profundidad: como haces tú al atardecer, cuando traspones el mar y llevas luz incluso al submundo, ¡astro sobreabundante! Debo, al igual que tú, hundirme en mi ocaso, como lo llaman los hombres a quienes quiero bajar. Así pues, ¡bendíceme, ojo apacible, que puedes mirar sin envidia incluso una felicidad tan excesiva! ¡Bendice la copa la cual quiere desbordarse para que el agua de oro fluya de ella y lleve a todas partes el reflejo de tu deleite! ¡Mira! Esta copa quiere volver a vaciarse, y Zaratustra quiere volver a tornarse hombre.«

– Así comenzó el ocaso de Zaratustra.

Libro quinto. Los que no tenemos miedo

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