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La gente honesta: 18

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Escena IX

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Dichos - ADELA - LUISA.


LUISA.- (Que baja corriendo.) ¡Ernesto, Ernesto! ¡Ernesto mío! ¿Qué vas a hacer?... (Estupefacción.)

ERNESTO.- (Dejando caer el revólver, asombrado.) ¡Tú, tú... tú aquí!... ¿Estoy soñando?... ¡Mi Luisa acá!...

LUISA.- ¡Oh, Ernesto!... (Solloza convulsivamente y cae desvanecida en brazos de ERNESTO.)

ERNESTO.- (La conduce hacia un banco.) ¡Señor! ¡Señor! ¿Qué es lo que me pasa? (Tiernamente.) ¡Luisa! ¡Luisa! ¡Si no ha sido nada!... ¡Una broma de amigos!... ¡Hable, mi Luisa!... ¡Mejórese, mi negrita!... ¡Mi Luisa querida!... ¡Ay, Dios mío!... ¡Se me va a morir mi mujercita!... ¡Socorro! ¡Agua!... ¡Un médico!... ¡Pronto!... ¡Adolfo!...

ADOLFO.- (Tratando de ocultarse.) Adolfo no está aquí. ¡No ha venido!...

ERNESTO.- Pero, ¿qué es lo que he hecho, Señor?. (Volviendo hacia LUISA.) ¡Luisita! ¡Luisita, mi negra querida!... Compóngase. ¡Soy yo!... ¡Ernesto!... ¿No me conoce?... ¡Su maridito que tanto la quiere!... ¡Oh!... ¡Qué infame he sido!... ¿Y ustedes que hacen que no van a buscar a un médico? (Rabioso.) ¡Muévanse pronto!... ¡Borrachones!...

ADOLFO.- ¡La olla le dice a la sartén: no te acerques que me tiznas!...

ADELA.- (Afligida.) ¡Vamos, Luisa!... ¡Ya ha pasado todo! (A ERNESTO.) ¿Ha visto los resultados de su conducta?

LUISA.- (Volviendo en sí y abrazando a ERNESTO.) ¡Ah! Por culpa tuya ¡Infame!...

ERNESTO.- ¡Sí! ¡Tienes razón! ¡Soy un perdido! ¡Un mal esposo! ¡Un miserable!

ADOLFO.- ¡Qué farsante! ¿Han visto?

LOLA.- (Acercándose a ADELA.) ¿Se ha mejorado la señora?

ADELA.- ¡Retírese usted... señora!...

LOLA.- ¡Jesús! ¡Qué delicada!... Vamos, muchachos, que ya basta de melodramas.

ERNESTO.- ¡Tú, Adelita! Dime: ¿qué ha pasado?... ¿Cómo ha podido saber?... ¡Dilo!...

ADELA.- No es momento de explicaciones. Atiende a Luisa y abreviemos el escándalo.

CONSUELO.- ¡Adiós, Ernesto! Ya sabes que mañana nos comemos el pato...

ERNESTO.- ¡Eh, señora! ¡No sea indecente!...

LUISA.- Ven, Ernesto.

ADELA.- Creo que no tienes derecho a increpar a nadie. Vámonos. Da el brazo a Luisa y apóyate en el mío si es que todavía te flaquean las fuerzas.