La gringa: 16
Escena XV
[editar]- DON NICOLA, CANTALICIO, PRÓSPERO y VICTORIA.
DON NICOLA.- (Apareciendo con una escopeta a la espalda y un rollo de papeles en una mano.) ¡Cosa! ¡Cosa!...
CANTALICIO.- Nada, señor.
DON NICOLA.- Disgustos con el muchacho, ¿no?... Bueno... ¡no es malo el muchacho!... Trabajador... honrado... Está bien... Conque... aquí tenemos los papelitos, los papelitos.
CANTALICIO.- ¿Y pa qué se viene con escopeta?... ¿Piensa que soy algún bandido?...
DON NICOLA.- ¡Qué esperanza? Usted es buen hombre... un buen criollo... Traigo la escopeta por las dudas... Como voy al pueblo, ¿sabe? Siempre se encuentra una liebre... una martineta en el camino... Diga. ¿No ha visto un buey blanco en su potrero?
CANTALICIO.- Sí, y acabo de arrearlo p'acá... Güeno. Vamos a ver si arreglamos eso...
DON NICOLA.- ¡Vamos a ver si lo arreglamos! A mí me gustan los negocios derechitos, ¿sabe?... (Revisa los papeles lentamente.) Tres mil... tres mil... y setecientos... son tres mil setecientos, ¿no?... y quinientos, cuatro mil doscientos... y cuatrocientos cincuenta más... aquéllos, ¿se acuerda?, del valecito... Bueno; en total cuatro mil seiscientos cincuenta pesos nacionales del país... ¿eh?
(Mientras DON NICOLA hace su cuenta, pasa VICTORIA hacia el foro con un cernidor aventando maíz o trigo. PRÓSPERO la sigue con la mirada y a poco vase también.)
CANTALICIO.- Justito... No ha puesto nada de menos...
DON NICOLA.- Y ahora nos vamos al pueblo... dal escribano... y usted me da la platita... y se lleva todos estos papelitos... Digo, si usted me trae la platita...
CANTALICIO.- No traigo nada... Usted lo sabía mejor que yo...
DON NICOLA.- Entonces, ¿qué cosa hacemos?... Usted lo dirá...
CANTALICIO.- Una renovación... Vea... con franqueza, yo venía a pedirle que me diera un año más de plazo... al interés que usted diga...
DON NICOLA.- ¿Un año?... ¿Un año?... Mire... Usted es un buen hombre, ¿sabe?, un buen criollo... pero de negocio entiende poco... ¿Un año? Esto son cosas que no se pueden hacer.
CANTALICIO.- ¿Cómo que no?... ¿Quién le ha dicho?...
DON NICOLA.- Le voy a ser franco, ¿sabe? Si ahora usted no me puede pagar, dentro de un año me paga menos...
CANTALICIO.- ¿Usted qué sabe?
DON NICOLA.- ¡Pa!... ¡pa!... ¡pa!... Si no supiera esas cosas...
CANTALICIO.- ¿De modo que usted quiere quedárseme con el campo?
DON NICOLA.- Bueno. Para decirle la verdad... Usted tiene razón... Y eso, ¿sabe?, es el negocio que le conviene a usted. Necesito el terreno. Mi hijo, ése que estudia de ingeniero en Buenos Aires, me ha demandado que le busque tierra porque quiere venir a poner una granja o cremería, o qué sé yo... Piense bien el negocio, ¿sabe?... De todos modos... ese campito está perdido. Si el año que viene o el otro... va a tener que entregármelo, me lo entrega hoy y se gana los intereses...
CANTALICIO.- (Paseándose nervioso.) ¿Y si a mí se me antoja no pagarle ni entregarle el campo, ni hoy ni nunca?...
DON NICOLA.- (Rascándose la cabeza con socarronería.) ¿Si se le antoja?... Eso es una otra cosa...
CANTALICIO.- Y dirme al pueblo y meterle un pleito de todos los diablos.
DON NICOLA.- ¡Ah!... ¡No!... Con la hipoteca non se scherza, caro amico...
CANTALICIO.- (Aparte.) (¿Qué no?... Ya vas a ver... ¡Conozco un procurador que te va a meter cada esquerzo!... ) ¿De modo que no me espera?
DON NICOLA.- No me conviene...
CANTALICIO.- ¿Última palabra?... Bueno. Proteste, demande.. y haga lo que quiera. Yo no pago ni entrego el campo. Está dicho...
DON NICOLA.- Bueno. Pero vea que usted se perjudica, ¿no?...
CANTALICIO.- Pero del lobo un pelo... adiosito...
DON NICOLA.- Escuche, amigo... ¡Escuche!... ¡Es por su bien!
(Llegan voces acaloradas de foro izquierda. DON NICOLA y CANTALICIO se detienen.)