La indecisión
Ir a la navegación
Ir a la búsqueda
Cada vez que sin conmoverte mi tierno llanto ves correr, deplorando mi triste suerte me ofrezco no volverte a ver. Pero si acaso una sonrisa llego en tu boca a descubrir, lloro, suspiro, mi Luisa, y aquí a tus pies juro morir. Cuando el requiebro de otro amante veo que escuchas con placer, acusándote de inconstante, me ofrezco no volverte a ver: mas si hacia mí, dueño adorado, llegas tu vista a dirigir, si ves mi llanto con agrado, aquí a tus pies juro morir. Si pienso que mi ardiente anhelo de ti no puede merecer ni una palabra de consuelo, me ofrezco no volverte a ver. Mas si imagino que algún día a mi amor te podrás rendir, siento renacer la alegría, y aquí a tus pies juro morir.