La justicia del diablo

De Wikisource, la biblioteca libre.
Nuevas fábulas
La justicia del diablo​
 de Felipe Jacinto Sala



Era día de gala en el Infierno;
(también hay corte y gala en sus palacios).
Con alas de murciélago las Furias;
las Arpías con rostro ensangrentado;
las Parcas y el Terror blandiendo, horribles,
corvas cuchillas y candentes garfios,
a prestar a Luzbel pleito homenaje,
en la sala del trono se juntaron.
Legiones de maléficos espíritus
ostentaban allí blasón de heraldos,
y todos, uno a uno y con respeto,
la garra del monarca iban besando.
De Nerón, de Calígula o de Atila,
celebraban quizá el aniversario.
Mas pronto, en menoscabo del decoro,
debido allí, moviose un altercado;
y oyéronse denuestos espantosos
y como el eco de un silbar extraño.
Reñían la Serpiente y la Calumnia
por su sitio de honor, en aquel acto;
quería cada cual la preferencia,
y esta disputa motivó el escándalo;
cuestión bien disculpable si se atiende
que siempre la provocan los humanos.
La Serpiente gritaba: -«Si está escrito
»que se concedan al mayor malvado
»las honras de más prez, ¿con qué derecho
»te atreves hoy a disputarme el lauro?
»¿Pudo dañar tu lengua impía,
»como dañó mi venenoso dardo?»-
-«Ea, callad; -clamó con voz tremenda,
desde su solio ardiente el soberano.-
»Yo doy a cada cual su merecido;
»la equidad es la ley que siempre acato;
»a mayores servicios, mayor premio;
»a más perversidad, más rico pago.
»Asqueroso reptil, sé tus hazañas,
»y admiro tu crueldad; pero no tanto
»que te prefiera a tu rival. La herida
»más leve de tu arpón emponzoñado,
»entraña, es cierto, dolorosa muerte,
»por esto tu presencia causa espanto;
»pero tus tiros solamente alcanzan
»a tu vecino, al ser que está a tu lado;
»aquel que puede huirte ya no teme;
»la distancia, no más le pone en salvo.
»Mas ¿quién de la Calumnia se sustrae,
»si todo le es vecino? Los espacios,
»los montes y los mares atraviesa
»con la veloz celeridad del rayo;
»el virus de su lengua maldiciente
»de su presa infeliz hace pedazos
»y es el puñal traidor de los cobardes;
»que nadie de sus golpes se ha librado:
»ni en el cielo los ángeles purísimos,
»ni en mi reino infernal los condenados.
»Hasta se atreve a profanar los muertos
»en sus tranquilos lechos funerarios.
»Sabedlo, pues; en fiestas, y en consejo,
»la Calumnia tendrá puesto elevado;
»tras ella el Basilisco y la Serpiente;
»el mayor galardón, para el más malo.»-
El rey de las tinieblas esto dijo,
y todos acataron su mandato.





Voy a decir quizás una herejía;
¡que me perdone el cielo tal pecado!
Temo que el mundo ejerce muchas veces
la maldita justicia del Diablo.