La nave del mercader/Auto

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​La nave del mercader​ de Pedro Calderón de la Barca
Auto

Auto

Suena un clarín en la nave negra, y dando vuelta se ve en la proa la CULPA con espada, plumas y bengala, y algunos de marineros.
CULPA:

Suene el clarín y corte
los helados carámbanos del norte
esta trémula nave,
que siendo pez del mar, del viento ave,
al impulso violento
del Aquilón, de quien el mal proviene,
tan nueva especie en su embrión contiene
que uno y otro elemento
duda si ave es del mar o pez del viento.
(El clarín, y para de costado.)
Dígalo la divina
águila, que a los rayos se examina
del sol más verdadero,
pues viendo el monstruoso buque fiero
de áspides coronado, y por más loa,
su árbol fanal y su serpiente proa,
sobre el inquieto campo de la espuma
nadar volando, pájaro sin pluma,
delfín volar, nadando sin escama,
bestia del mar a su argonauta llama,
cuyo horroroso nombre
me empeña a que mi rumbo al cielo asombre
cuando para intimar al hombre guerra
bestia del mar la Culpa salta en tierra;
que si en sacras lecciones
las vagas ondas son tribulaciones
no para algún concepto sin disculpa
marino monstruo a atribular, la Culpa
hoy sulca de la vida los pasajes.
Y así, puesta la proa en los celajes
de aquella inculta tierra:
¡A tierra, timonel!

TODOS:

¡A tierra, a tierra!

(El clarín, y parando de costado, baja al tablado.)
CULPA:

Nadie venga conmigo,
que en ella está quien ha de ser testigo
del gran empeño que acometo grave.
Surta, pues, sobre el áncora la nave,
a que vuelva me aguarde
 (Bajando.)
sin que tema, o sea nunca o mal o tarde,
que carcoma la bruma de su brea
el húmedo vapor de la marea.
Y pues ya en tierra estoy suenen veloces
los pavorosos ecos de mis voces.
 (En el tablado.)
¡Ah de la cumbre del monte!
¡Ah del elevado risco,
parda envidia, si no verde
emulación del Olimpo!
¡Ah de la inferior esfera
del mundo! ¡Ah del mundo mismo,
árbitro dueño de cuanto
mira el sol!

(Sale del primer carro, que será un peñasco, el MUNDO.)
MUNDO:

¿En qué te sirvo?

CULPA:

Presto lo sabrás; espera
mientras los demás alisto.
¡Ah de las duras entrañas
de ese entreabierto obelisco,
volcán por donde respiran
las gargantas del abismo!
¡Ah del centro de la tierra!
¡Ah del abrasado limbo,
rey de sus sombras!

(Sale del segundo carro (que será una nube) el DEMONIO.)
DEMONIO:

¿Qué quieres,
que ya a tus voces asisto?

CULPA:

Luego lo sabrás; aguarda.
¡Ah del más ameno sitio,
que vistió la primavera
a desdenes del estío
y a desaires del invierno,
de tanto matiz distinto
que son sus flores tu imagen,
pues sensual apetito
de solo un suspiro naces
a morir de otro suspiro!

LASCIVIA:

(Sale del tercero carro (que será otra nube) la LASCIVIA.)
¿Qué intentas, que ya la errada
senda de tus voces sigo,
girasol de tu hermosura
que siempre idolatré?

CULPA:

Amigos,
pues sois los tres de la Culpa
los principales caudillos,
seguidme hasta penetrar
los intrincados caminos
de la humana vida, que es
un confuso laberinto;
porque para una alta idea,
que no sin seguro arrimo
de sacras autoridades
hoy alegórica finjo
os he menester a todos.

MUNDO:

Ya el primero yo en el sitio
que para teatro eliges
de algún mísero conflicto
la huella que dejas borro,
la estampa que borras piso;
porque siendo como soy
del ardiente polo al frío
el Mundo, monarca noble
de cuanto por varios giros
el sol a reflejos dora
y la luna platea a visos,
nadie primero que yo
se ha de ver a tu servicio
obediente, porque vea
ese celeste zafiro
que rendido yo a la Culpa
en mí a todo el mundo rindo.

DEMONIO:

Yo, que los cóncavos senos
de sus entrañas habito,
príncipe de las tinieblas
que a tus aras sacrifico,
haré también que el sol vea,
que siendo del Mundo amigo,
si él va tras ti, yo tras él;
porque tras mí al tiempo mismo
venga también la que es
alma en que los dos vivimos
como principal estrago
de potencias y sentidos.

LASCIVIA:

Esa soy yo, pues primera
cerviz soy de aquel vestiglo
sobre cuyas siete bocas
dorado veneno brindo;
porque siendo, como soy,
el más dañado cariño,
el más cariñoso daño
y el más halagüeño hechizo,
es fuerza que haya de ser
el más familiar peligro
del hombre, pues en sus venas
de su mismo humor me crío
tan doméstico gusano
que me alimento dél mismo.
Y pues ya Mundo y Demonio
y Lascivia, que enemigos
del alma, te obedecemos,
porque de nuestros arbitrios
asechanzas y cautelas
nada es lo que conseguimos
hasta que lleguen a ser
culpas en el hombre, dinos
¿a qué fin nos has juntado?

MUNDO:

¿Qué alegórico sentido
es el que nos has propuesto?

DEMONIO:

¿Qué fantástico motivo,
que yo aún no le alcanzo, intentas?

CULPA:

Oíd y sabréis mis designios.
Yo desde que victoriosa
quedé en aquel desafío
que en la florida campaña...
Pero antes de decirlo
para que os hagan más fuerza
los ojos que los oídos
valiéndome de las ciencias
que diabólica ejercito
os he de poner en ellos
la causa que me ha movido
a esta junta y a esa nave...
¿Quién en aquel pardo risco
que a mi voz se despedaza
yace?

(Ábrese el peñasco y vese en él el HOMBRE vestido de pieles, dormido, y el DESEO, despierto.)
DEMONIO:

Un hombre, que rendido
al sueño nos significa
aquel primero nativo
sepulcro que fue su cuna.

CULPA:

¿Quién con él está?

MUNDO:

A mi juicio
debe de ser su Deseo,
que aunque el hombre esté dormido
su deseo nunca duerme.

LASCIVIA:

Él es; yo le he conocido,
porque en esto de deseos
siempre a los dos me anticipo,
que si tú conjeturarlos
(Al DEMONIO.)
puedes y tú presumirlos
(Al MUNDO.)
yo saberlos desde luego.

CULPA:

Pues oíd lo que al oído
le está diciendo entre sueños
representándole al vivo
aquello en que él discurría
cuando se quedó dormido.

DESEO:

Nacer a vivir muriendo,
hombre, no es haber nacido,
sino de cadáver muerto
pasar a cadáver vivo.
Salgamos de aquestos montes
y olvidados de que fuimos
tierra en ellos y seremos
en ellos tierra, atrevidos,
vanagloriosos y osados,
vivamos lo que vivimos,
que para estar muertos harto
tiempo queda.

HOMBRE:

(En sueños.)
Bien has dicho,
Deseo. ¿Para qué nace
el hombre si reducido
a beber de su sudor
y a comer de su ejercicio
contentándose con solo
hacer número en el siglo,
malogra la vida siendo
instante tan improviso
que llega como fin cuando
se aguarda como principio?

CULPA:

Dejémosle vacilar,
pues ya en sueños nos ha dicho
lo que dijera despierto,
y pasemos a otro sitio
que en oposición de aquel
tenebroso obscuro asilo
pedazo es de cielo. ¿Quién
en él está?

(Ábrese la nube y vese en ella el MERCADER vestido de armenio, dormido, y el AMOR, despierto.)
MUNDO:

A lo que miro
otro hombre es.

DEMONIO:

Pero otro hombre
que no sé, porque me admiro
y tiemblo al mirarle.

LASCIVIA:

En blando
lecho de flores mullido,
al pabellón de una nube
que dulce sombra le hizo
del aura templada a soplos
y de la aurora a rocíos,
dormido, también descansa.

CULPA:

De modo que ya hemos visto
que el hombre que nace en breñas,
desnudo al calor y al frío,
nace capaz de gozar
gusto, paz, quietud y alivio,
pues si para él se hizo el llanto
también el gozo se hizo.

LAS TRES:

Claro está.

CULPA:

Apuremos más.
¿Quién es quien tiene consigo?

LASCIVIA:

Señas son de Amor, mas no
sé si es humano o divino.

DEMONIO:

Divino será, pues tú
no le conoces.

CULPA:

Oídlos,
que el Amor despierto está
y aún él, pues hay quien ha dicho
que aunque él duerma, el corazón
vela.

AMOR:

Heroico dueño mío,
el hombre en común llevado
de su ambición y movido
de su deseo aun en sueños
discurre a su precipicio;
acude tú a su reparo.

AMOR:

Sí haré, que es hermano mío
y en su ambición y deseo
me duelen sus desperdicios;
mas yo doraré sus yerros.

DESEO:

Despierta y ven donde digo.

(Despierta.)
HOMBRE:

Sí haré, ya que mi Deseo
fue quien despertarme quiso.

AMOR:

Despierta y ven donde yo
a su reparo te guío.

(Despierta.)
AMOR:

Sí haré, que aunque yo no duerma
me he de dar por entendido
de que aun sin dormir Amor
fue quien despertarme hizo.

(Bajan al tablado.)
HOMBRE:

Al mundo, Deseo, veamos;
poblaciones, edificios,
tratos, comercios y gentes.

DESEO:

Ven tras mí.

HOMBRE:

Ya yo te sigo;
pues yendo tras mi deseo
gozaré lo que me dijo.

DESEO:

¿Te acuerdas?

HOMBRE:

Sí.

DESEO:

¿Qué fue?

HOMBRE:

Que
vivamos lo que vivimos.

(Vanse.)
AMOR:

El Hombre tras su Deseo
va; forzoso es su peligro.

AMOR:

Acudiré a repararle,
Amor, y atiendan los siglos
que si él va tras su Deseo
yo tras mi Amor.

(Bajan al tablado y ciérranse el peñasco y la nube.)
AMOR:

Ven conmigo.

AMOR:

Claro es, que para ir yo a dar
al hombre en el mundo auxilios
solo el Amor pudo ser
quien me enseñase el camino.

(Vanse los dos.)
LASCIVIA:

Ya en dos aparentes sombras
y en dos hombres hemos visto,
hermanos según el uno
dio a entender, dos tan distintos
estados y genios como
uno en glorias y otro en riscos
ser humilde el poderoso
y el no poderoso altivo.

LOS DOS:

Saber a qué fin nos falta.

CULPA:

Oíd, ya que es para decirlo
de aquel desatado cabo
tiempo de anudar el hilo.
Yo desde que victoriosa
quedé en aquel desafío
que en la florida campaña
de un hermoso paraíso
tuve con la Gracia cuando
concibieron el ser mío
la oreja de la mujer
y de la serpiente el silbo
-porque, hija del aire, que fuese es preciso
mi madre la voz y mi padre el oído-
tan soberbia, tan ufana
y vanagloriosa vivo
que no hay instante en que no
piense mi espíritu altivo
cómo aumentar mis aplausos.

CULPA:

Y así con mayores bríos
desde culpa original
a ser culpa actual aspiro;
porque si de mi raíz
nacieron todos los vicios
del hombre, crezcan con él;
que los blasones invictos
hidrópicos de su fama
se empiezan en un peligro
y en un triunfo o una ruina
se prosiguen sucesivos;
que bienes y males, ya píos, ya impíos
no tienen más fin que tener principio.
Con esta ambición heroica
aumentarme solicito
trofeos que me coronen
a los venideros siglos.

CULPA:

Y siendo así que ya tengo
aquel primero dominio,
quisiera en una experiencia
ver si el segundo consigo.
Y es que cuando el hombre vuelva
al estado primitivo
de aquella primera gracia,
candor y yugo sencillo,
borrándole el duro yerro
que ya mi esclavo le hizo,
no sé qué ablución de agua,
que se ha de llamar bautismo,
me halle con dispuestos medios
que turben sus beneficios,
haciéndole reo de culpa
actual, por si ofendido
siquiera una vez el cielo
cerrase el piadoso oído
que al gemido adelantado
le está dictando el gemido
a Dios, que clemente, que fiel, que benigno
buscas su memoria por darle tu olvido.

CULPA:

A este efecto, viendo cuanto
su destruición solicito
diversos nombres me dan
de que son fieles testigos
tantos sacros textos como
contiene el cerrado libro
de quien habiendo, inmolado
cordero, abierto los signos
son página los arrobos,
son éxtasis los registros;
si habla de flores, soy áspid;
si de fieras, basilisco;
si de aves, soy harpía;
si de peces, cocodrilo;
si de plantas, soy cicuta;
si de árboles, espino;

CULPA:

si de yerbas, las mortales;
si de frutos, los nocivos;
si de ganados, soy lobo;
cizaña, si habla de trigos;
si de contagios, soy lepra;
si de accidentes, delirio;
si de destemplanzas, peste;
si de climas, seno libio;
si de vientos, Aquilón;
Leteo, si habla de ríos;
de tormentas, huracán;
de destemplanzas, granizo
y, finalmente, de todo
un último parasismo;
de suerte que no hay baldón tan indigno
que como él lo sea deje de ser mío.

CULPA:

Y siendo así que de tantos
infames nombres me miro
notada, del que me ofendo
más, más me injurio y me aflijo
es del de bestia de mar,
no tanto porque Juan dijo
que era sobre las espumas
aborto de los abismos,
cuanto porque ya que en ellas
monstruo me juzgan marino,
haya ánimo para que
sabiendo que las domino,
la atarazana del cielo
esté labrando un navío
para asegurar los mares
y abrir en ellos camino
a un nuevo mundo... Mejor
dijera si hubiera dicho
a nuevo cielo, según
fértil, abundante y rico
se deja antever en místico estilo
con sombras de imperio a luces de impírio.

CULPA:

A este fin, porque pirata
pueda salirle al camino,
-que también hay quién me dé
este ladrón apellido-
labré esa nave. Dejemos
asentado este principio
y vamos a otro en que yo
segunda atención os pido.
El gran doctor de las gentes
con el hombre hablando dijo:
«Hombre de tierra, terreno,
sabe que también ha habido
hombre de cielo, celeste;
y si tú con albedrío
siendo terreno te unes
al celeste, ten creído
que a celeste de terreno
subas, y él agradecido
a terreno de celeste
baje; conque a un tiempo mismo
serán en un lazo de hermandad unidos
divino el humano y humano el divino».

CULPA:

Ya estamos en el concepto;
pues a este fin solicito
ver si en esos dos hermanos
-que claro está que lo han sido,
pues se hallan en mil lugares,
bien que de partos distintos,
con los nombres de primero
y segundo Adán escritos-
pudiésemos cautelarnos
para hallarnos prevenidos
contra tantas sombras, tantas
vislumbres, rasgos y visos
como un maná hilado a copos,
un panal nevado a hilos,
un pan de proposición,
un cordero en sacrificio
y, en fin, un Belén, que quiere
decir pósito de trigo
previenen en fee de que
el primer bocado mío
tenga su antídoto en otro;
conque habiendo prevenido
por dónde nos viene el riesgo
será fácil advertirnos
por dónde salirle al paso.

CULPA:

Y así, pues ya introducidos
tenemos en las distancias
que hay desde la nube al risco
primero y segundo Adán,
veamos si nuestro artificio
entre terreno y celeste
halla algún breve resquicio
para que el altivo no
solo siga reducido
al humilde, pero que
siga el humilde al altivo;
puesto que más fácil siempre el mundo ha visto,
que no las virtudes, pegarse los vicios.

MUNDO:

No solo en particular
verás cuánto discursivo
velo en sus alcances, pero
en común no habrá nacido
mortal que el mundo no vea
a tus pies.

AMOR:

(Dentro.)
¿Que vas perdido
y sin camino no echas
de ver?

CULPA:

¡Ay de mí! ¿Qué he oído?

DEMONIO:

¿Qué te asusta?

CULPA:

Aquella voz
que en el aire al Mundo dijo
que va perdido.

DEMONIO:

No hagas
del acaso vaticinio;
y para que veas que yo
hago della desperdicio
lo que el Mundo iba diciendo
desta manera prosigo:
a la mira de los dos
siempre andaré tan activo
que ambos vengan a ti; pero
¿qué mucho cuando es sabido
que no hay camino que no
dé en tus manos?

HOMBRE:

(Dentro.)
Sí hay camino;
echa tú por aquí.

CULPA:

¿Y esto
ha sido acaso?

LASCIVIA:

Sí ha sido;
porque ¿cómo puede haber
quien diga que ni hay ni ha habido
camino que a dar no venga
a ti?

AMOR:

Yo sé lo que digo,
y que por donde yo voy
está mejor y más limpio.

CULPA:

Ya esto es mucho acaso.

LASCIVIA:

Sí es,
y poco para temido;
pues sin hablar con nosotros
los dos hablando consigo
vienen hacia aquí.

CULPA:

Atendamos
destas ramas escondidos
por si al propósito nuestro
puede importar.

LOS TRES:

Bien has dicho.

(Retíranse y salen el HOMBRE, el MERCADER, el DESEO y el AMOR.)
HOMBRE:

Ya digo que la mejor
senda es esta.

AMOR:

También digo
yo que no lo es, sino estotra.

HOMBRE:

¿Cómo puede ser si miro
que todo por ahí son breñas
escabrosas, pues no piso
planta que no sea de abrojos,
cambrones, zarzas y espinos,
cuando por estotra son
rosas, claveles y lirios?

AMOR:

Quizá por eso esta senda
va a dar a un ameno sitio,
dulce emulación hermosa
del vergel del Paraíso
y esotra quizá al despeño
de algún fatal precipicio.

HOMBRE:

¿Quién eso asegura?

AMOR:

Yo,
que como su Amor le guío.

DESEO:

También yo, que su Deseo
soy, a ir por aquí le inclino.

AMOR:

A ser deseo noble, no
fuera villano el vestido.

DESEO:

No es pobreza, que el deseo
aun entre pobres es rico.

AMOR:

Ya sé que es querer ser más
que lo que su suerte quiso
propio hábito es de villano.

AMOR:

Créeme a mí y vente conmigo;
verás las medras a que
te llevo.

HOMBRE:

¿Cuáles han sido?

AMOR:

Las que yo adquirir intento
para partirlas contigo.
Viendo esa nave...

CULPA:

Atended.

AMOR:

...que sobre campos de vidrio,
vago pedazo es de cielo,
tan segura que imagino
que la nave de aquel templo
fundado sobre macizos
cimientos de angular piedra
no es más seguro edificio...
Viendo, pues, digo esa nave
pedí al autor que la hizo
su gobernalle. Él, piadoso,
o liberal o benigno,
de mí quiso fiarla, en fee
de que a granjearle me obligo
las soberanas riquezas
de un nuevo mundo, en que he oído
que entre otros muchos haberes
hay un tesoro escondido,
preciosa una margarita
y unos frutos de infinito
precio, que a ciento por uno
rendirán a fuer de trigo,
en cuyo empleo podremos
quedar honrados y ricos.

HOMBRE:

Bueno es para mi altivez
persuadirme al ejercicio
de mercader o factor
de otro; y aunque el serlo es digno
para muchos nobles, no
para el espíritu mío.
¿Yo al páramo de las ondas
cuando puedo ir al abrigo
de las ciudades? ¿Yo a ver
tribulaciones, peligros
y tormentas cuando sé
que en las delicias del siglo
hay músicas y saraos,
banquetes y regocijos?
Vete tú si tienes esa
aplicación, que yo aspiro
a más altos pensamientos,
dueño solo de mí mismo.

AMOR:

¡Ay, que esos no son más altos
sino más desvanecidos!

HOMBRE:

Estos me dicta el Deseo,
a quien voluntario sigo.

AMOR:

A mí estotros el Amor.

HOMBRE:

Pues partamos el camino;
sigue tú el tuyo, que yo
volveré a seguir el mío.

AMOR:

Con dolor lo haré, mas no
he de forzar tu albedrío.
Dame los brazos, y adiós.

HOMBRE:

En fin, ¿vas a los precisos
riesgos del mar: huracanes,
borrascas y torbellinos?

AMOR:

Teme tú los de la tierra
en que también hay bajíos
y escollos, en que al través
dar suele el más advertido
piloto.

HOMBRE:

Eso dirá el tiempo.

AMOR:

Pues si el tiempo ha de decirlo,
adiós. Ven, Amor.

HOMBRE:

Adiós.
Ven, Deseo.

AMOR:

Ya te sigo.

DESEO:

Ya voy tras ti.

AMOR:

Aunque de ti
como hermano me despido,
quizá volveré a buscarte
como hermano y como amigo.

(Vanse AMOR y MERCADER.)
HOMBRE:

Poco te habré menester,
que quedando yo conmigo
con buen nuevo mundo quedo.

CULPA:

Pues los dos se han dividido
fuerza es que nos dividamos
nosotros; y así en el sitio
donde os convoqué os quedad
a vista dese, advertidos
de que nunca su deseo
siguiendo sus apetitos
deje de instarle; que yo
en corso del peregrino
nuevo mercader del mar
cumpliendo los apellidos
de huracán, pirata y fiera,
fiera turbaré a bramidos
las ondas; pirata haré
presa en sus tesoros ricos
y huracán, en elevados
montes de agua, a remolinos
de piélagos de aire haré
echar a pique el navío.
(Vase.)

LASCIVIA:

Ve cierta de que con él
quedan sus tres enemigos.

MUNDO:

Retiraos hasta saber
su intento.

DEMONIO:

¿Qué más sabido?

HOMBRE:

Deseo, pues que ya estamos
sin los pesados, prolijos,
austeros, vanos consejos
de mi hermano, ¡ea! a esparcirnos
y desahogarnos de tanto
triste encerrado retiro,
como en las duras entrañas
de la tierra hemos tenido
hasta este día que es
el primero que hemos visto
al sol descubierto.

DESEO:

Vamos;
mas para aqueste camino
¿qué caudal llevas? Porque
desnudos y presumidos
a la corte y sin dineros
es ir solo a ser mendigos.

HOMBRE:

¿La humana naturaleza
para comida y vestido
no dio al hombre el patrimonio
de potencias y sentidos
con que adquirirlo?

DESEO:

No son
monedas.

HOMBRE:

Necio, en sentido
alegórico monedas
son.

DESEO:

¿Quién fue quien te lo dijo?

HOMBRE:

No falta porque lo veas
a práctica reducido.
¡Ah del centro de la tierra,
primer patria de Sentidos!

MÚSICA:

(Dentro.)
¿Quién nos busca, quién nos llama?

DESEO:

En música han respondido.

(En el carro del peñasco.)
HOMBRE:

¿Ahora sabes que es el cuerpo
templado instrumento vivo
que interiormente está haciendo
al alma armonía sin ruido?
El Hombre soy.

MÚSICA:

¿Pues qué quieres?

HOMBRE:

Que ya que dese nativo
centro salgo a ver el sol
no haya de ser por resquicios.
Ausentarme de tu patria
quiero y ver de mi destino
los hados buenos o malos;
y así para este camino
como vasallos pretendo
que me deis un donativo.

(Salen los cinco SENTIDOS, que han de hacer los músicos, y trae la primera una salvilla con un bolso en ella.)
MÚSICOS:

Responde,Vista, por todos,
pues tú de todos has sido
el sentido principal
con que el Hombre al cielo ha visto.

(Cantado en recitativo.)
PRIMERA [VISTA]:

Ya que de nosotros es
fuerza que te hayas valido,
para que en esta jornada
vayas más noble y más rico
en estos cinco talentos
por todos te significo
lo que ofrecerte podemos,
pero ha de ser advertido
que son prestados, no dados,
y que a su plazo cumplido
a la tierra has de volverlos,
obligado en su recibo...

MÚSICOS:

...a que estos cinco talentos
han de ganar otros cinco.

DESEO:

Tómalos una por una
ahora y después al pedirlos
ande el pleito.

HOMBRE:

Claro está.
¿Conque a pagarlos me obligo
y a granjear con ellos? Yo
los acepto. ¿Quién testigo
de su recibo ha de ser?

PRIMERA:

El tiempo, que es el ministro
ante quien no solo pasan
de semejantes registros
las obligaciones, pero
aun el juez ejecutivo
después, de su cumplimiento.

HOMBRE:

Llámale.

PRIMERA:

(Canta.)
¡Oh tú sucesivo
reloj de la vida. Oh tú
veloz curso, que has sabido
hacer los instantes horas,
las horas días continuos,
los días meses y los meses
años, y los años siglos,
ven a mi voz!

(Sale el TIEMPO con una cartera, pluma y papel.)
TIEMPO:

¿Qué me quieres?

HOMBRE:

Que des fe de que recibo
aquestos cinco talentos
y que con ellos me obligo.

TIEMPO:

¿A qué?

HOMBRE:

A volverlos doblados
siempre que me sean pedidos,
pues a daño de perderlos
me los dan.

TIEMPO:

Así lo escribo,
y de la entrega doy fe
con aquel texto que dijo:
«¿De qué te glorías, si no es
tuyo lo que has recibido?»

ÉL Y MÚSICOS:

Y aquestos cinco talentos
han de ganar otros cinco.

HOMBRE:

Con eso y con que al fin son
prestados bienes lo firmo.
Deseo, estos talentos toma,
pues tú has de distribuirlos.

DESEO:

Desde el punto que los vi
con grandísimo cariño
los miré; ¿mas qué deseo
no se va tras un bolsillo?

HOMBRE:

Aun no contento con este
caudal, que ya está adquirido,
haré la jornada.

DESEO:

¿Pues
quién más que la tierra ha habido
que a ti te socorra?

HOMBRE:

El cielo;
que si de la tierra han sido
los sentidos, porque ella
de su materia los hizo,
el cielo ha de dar la forma
al alma.

DESEO:

Eso será lindo.

HOMBRE:

Tiempo, ven, por si pidiere
otra escritura.

TIEMPO:

Es preciso
que si a la tierra te obligas
a volver lo recibido
de la tierra, que es el cuerpo,
hayas de volver lo mismo
al cielo cuya es el alma.

(Al carro de la nube.)
HOMBRE:

¡Ah del celeste zafiro,
en quien del alma los dotes
tienen su sagrado archivo!

MÚSICOS. CORO 2:

¿Quién nos busca, quién nos llama?

DESEO:

¿También música?

HOMBRE:

¿No he dicho
ya, que esto es dar a entender
la organización que ha habido
en el templado instrumento
de potencias y sentidos?
El Hombre soy.

CORO 2:

¿Pues qué intentas?

HOMBRE:

Alejarme determino
del centro en que nací, y para
la jornada necesito que me prestéis vuestros dotes.

(Sale la MEMORIA con una salvilla y en ella un anillo; la VOLUNTAD con otra, y en ella un corazón; el ENTENDIMIENTO con otra, y en ella un cintillo.)
VOLUNTAD:

Entrando sobre ese aviso
de que son dotes prestados
y que has de restituirlos,
según el Tiempo presente,
yo la primera te asisto.

HOMBRE:

¿Quién eres?

VOLUNTAD:

La Voluntad,
que es la que desde más niño
asiste al hombre, pues no hay
infancia sin apetito.
Y para significar
la dádiva mía, me explico
en aqueste corazón,
que sobre ser el principio
de la vida también es
de la voluntad indicio.

MÚSICOS:

Y ten entendido
que donde no hay voluntad no hay delito.

MEMORIA:

Yo que la Memoria soy,
siguiendo a la edad su estilo,
si ella en ese corazón
el principio te ha ofrecido
de la vida, yo en aquestas
memorias el fin te intimo;
pues aunque viva el primero
el corazón y rendido
muera el último, al fin muere,
y así yo en mi don te aplico
al dedo del corazón
las memorias deste anillo.

MÚSICOS:

Y ten entendido
que están en tu mano virtudes y vicios.

ENTENDIMIENTO:

Yo que en más perfecta edad
soy el que a ambas encamino
con la luz de la razón
al uso del albedrío,
pues siendo el Entendimiento
soy el que las ilumino,
también en adorno tuyo
mi don te ofrezco. Este rico
círculo toma, que es
para el sombrero un cintillo
que te ciña la cabeza
por ser la región del juicio.
Y cree, si cinco talentos
fueron tus cinco sentidos
y tus tres potencias tres
que valen lo que los cinco,
que te doy uno que vale
según su precio infinito
lo que los cinco y los tres,
de que has en el finiquito,
al ajustar de la cuenta
de lo que hayas adquirido,
de traer ganado en el uno
lo que en los tres y los cinco.

MÚSICOS:

Y ten entendido
que vale un talento los tres y los cinco.

ENTENDIMIENTO:

Y pues vas de nuestros dones
ya adornado y guarnecido
y nosotros explicados
en ellos vamos contigo,
parte en paz.

HOMBRE:

Vamos, Deseo,
a alhajarnos y vestirnos.

DESEO:

¿No dirás «y a regalarnos»?

HOMBRE:

Para todo va adquirido
bastante precio.

ENTENDIMIENTO:

Sí va,
mas no hagas dél desperdicio.

MÚSICOS Y TODOS:

Y ten entendido...

HOMBRE:

Ya tengo entendido.

ÉL Y MÚSICOS:

...que donde no hay voluntad no hay delito.

TODOS:

Y ten entendido...

HOMBRE:

Ya tengo entendido.

ÉL Y MÚSICOS:

...que están en mi mano virtudes y vicios.

TODOS:

Y ten entendido...

HOMBRE:

Ya tengo entendido.

TODOS:

...que vale un talento los tres y los cinco.

(Vanse y salen los tres.)
MUNDO:

Puesto que intelectualmente
sus dádivas hemos visto
no de vista le perdamos.

LASCIVIA:

Vamos a buscar arbitrios
con que enajenarle dellas.

DEMONIO:

En uno que ya imagino
yo le haré tu amigo, Mundo.

MUNDO:

¿Cuándo tú no hiciste amigo
del mundo al hombre?

LASCIVIA:

Yo iré
también a inventar caminos,
valida de mi hermosura
antes, después de mi hechizo,
que destruyan sus caudales.

LOS TRES:

Muera, aunque lleve entendido...

ELLOS Y MÚSICOS:

...que donde no hay voluntad no hay delito,
que están en su mano virtudes y vicios,
y vale un talento los tres y los cinco.

(Suena en la nave blanca un clarín, y dando vuelta se ven en ella el MERCADER, y otros de marineros, y el AMOR.)
AMOR:

Suene el clarín y al aliento
del aura esta nave bella,
siendo a su vuelo y su huella
selva el agua y golfo el viento,
vire al mar sin que el tormento
de sus peligros impida
los empleos de mi vida;
pues por más que contrastada
llegue a verse zozobrada
no ha de verse sumergida.

AMOR:

Claro está; que el padecer
no ha de quitarla el triunfar,
siendo la estrella del mar
su norte al amanecer,
y más cuando llego a ver
que al primer sulco que yerra
las negras sombras destierra,
dando angélicas criaturas...

ÉL Y MÚSICOS:

...gloria a Dios en las alturas
y paz al hombre en la tierra.

(El clarín, y dando vuelta sale la CULPA.)
CULPA:

¿Qué salva es la que he escuchado
que temer me hace y dudar
cuando el mercader al mar
primero que yo ha llegado?
¿Quién pudo haber embargado
mi velocidad? No sé;
mas sé que una niebla fue
la que puso a mi despecho
un áspid de fuego al pecho
y un grillo de nieve al pie.
¿Qué querrá significar
esta embarcación, que el vella
no se me permitió y della
aun apenas escuchar
a lo lejos?

(El clarín, y vuelta la nave.)
AMOR:

Vira al mar
que ya de sulcar es hora.

CULPA:

El sol sus flámulas dora
y haciendo a la nave salva
nuevos pájaros del alba
son clarines de su aurora.
¿Qué rumbo tomaré?

AMOR:

Pon la proa, Amor, primeramente
en el Asia hacia el oriente,
luego hacia el septentrión
en la África; y aunque son
al poniente sus extremos
vista al América demos,
desde donde la voz mía
oiga Europa al mediodía,
que es bien que al sol imitemos
porque siendo mi farol
luz del mundo en razón fundo
el que alumbre a todo el mundo
esparciendo su arrebol
por toda la edad del sol.

AMOR:

Parte su ámbito no encierra,
que haciendo al abismo guerra
no repita en voces puras...

MÚSICA:

...gloria a Dios en las alturas
y paz al hombre en la tierra.

(El clarín y vuelta; quítanse los de la nave dejándola de costado.)
CULPA:

Aunque ansia, rabia y furor
me infundas, ¡oh nave bella!,
siendo tu norte la estrella
del mar, tu piloto Amor,
a pique echará mi horror
el fruto que en ti se encierra
por más que el cielo y la tierra
digan en blandas dulzuras...

HOMBRE:

(Dentro.)
Entre aquestas peñas duras
y a la falda desta sierra,
Deseo, te esperaré;
adelántate entre tanto.

DESEO:

¿Cuándo yo no me adelanto?

CULPA:

No en vano aquesta voz fue
alivio destotra, en fe
de que a dos genios atenta
cobre mi nave y no sienta
mientras mi horror no le alcanza
que goce el uno bonanza
pues corre el otro tormenta.

(Vase y sale el HOMBRE y el DESEO, de gala con las joyas.)
HOMBRE:

Adelántate, Deseo,
digo otra vez.

DESEO:

También yo
otra y mil que ¿cuándo no
me adelanto?

HOMBRE:

Bien lo creo.
La causa es que aunque me veo
alhajado y guarnecido
de joyas y de vestido,
en la corte no he de entrar
hasta volverme a avisar
de que me hayas prevenido
casa, alhajas y criados;
pues para sus cumplimientos
llevas los cinco talentos
a tu buen gusto fiados.

DESEO:

Pierde, señor, los cuidados
que yo haré dellos empleo
que todo tu devaneo
por bien servido se dé,
pues yo te los emplearé
a medida del deseo.

(Vase.)
HOMBRE:

Desde el punto que se fue
no hay discurso que me asombre.
¡Qué descansado está el hombre
que sin deseo se ve!
Dígalo yo, puesto que
sin él alegre y contento
a solo mi gusto atento
ningún cuidado me aqueja,
bien que aunque el deseo me deja
no me deja el pensamiento.
¡Qué de cosas en la idea
me representa a lo lejos
de músicas y banquetes,
holguras y pasatiempos!

HOMBRE:

Deje de pisar espinas
quien puede con mejor tiento
pisar rosas; deje de ir
a merced de ondas y vientos
quien puede a merced de auras
y flores sulcar amenos
campos adonde aun lo bruto
es hermoso. Este desierto
lo diga, pues desde él ya
estoy gozando festejos,
que en su fantástica escena
me representa el inmenso
autor de una compañía
que forman los elementos.

HOMBRE:

Vivir por ver se intitula
la comedia, en que el ingenio
divino, poeta hizo
tales trazas, tales versos
y tales engaños que
el vago vulgo del pueblo
deleitándose de oírlos
otra vez está pidiendo
-como a manera de aplauso
en susurro de silencio-
a las flores los amores
y a los pájaros los celos.
La tierra llena de galas,
el aire de plumas lleno
son dama y galán: ¿qué mucho
si siempre en su farsa fueron
tierra el papel de la dama
y el papel del galán viento?

HOMBRE:

Allí el del gracioso hace
despeñado un arroyuelo
que murmurando de todo
cree que es gracia el que es despeño.
Cubierto de nieve el monte
hace el papel de los viejos,
siendo aunque se ve caduco
en nunca mudarse cuerdo.
¡Qué pinturas tan hermosas
de perspectivas y lejos
en sus apariencias hace
la transmutación del tiempo!
¡Con qué varia emulación
montes y mares fingiendo
se oponen el desaliño
de las breñas y el aseo
de los jardines, en quien
las fuentes corren sirviendo
a los coros de las aves
de músicos instrumentos!

HOMBRE:

¿Más apacible camino
no es este que el de ir siguiendo
senda que apenas la piso
cuando la borro? Y más viendo
poblaciones que a lo largo
se descubren compitiendo
en dorados chapiteles
a los dorados reflejos
del sol bien como pedazos
caídos del firmamento.
¿Cómo sus gentes serán?
¿Cómo serán sus comercios?
¿Cómo sus galas, sus usos?
Sin duda que estás, Deseo,
previniéndome gran casa
pues me haces estos acuerdos.
¿Por qué vereda echaré
para salirte al encuentro,
que por presto que me halles
no ha de parecerme presto?
Aquesta elijo.

(Sale la LASCIVIA, como asustada.)
LASCIVIA:

Detente,
ignorante pasajero,
no por esta senda vayas.

HOMBRE:

¿Quién eres, prodigio bello,
rémora de hados, pues paras
la planta y el pensamiento?

LASCIVIA:

Quien de tu riesgo te avisa
por asegurar su riesgo.
Todo este monte ¡ay de mí!
poblado de bandoleros
está, siendo todo estragos,
todo muertes, todo incendios.
Si eres, como muestras, noble,
favorézcame tu esfuerzo,
ampáreme tu valor
y socórrame tu aliento.
La vida pido a tus plantas.

HOMBRE:

¿Quién eres, otra vez vuelvo
a preguntarte, prodigio
de tan contrarios afectos
que cuando pides la vida
das la muerte?

LASCIVIA:

Hablar no puedo,
que a un tiempo cansancio y susto
me han embargado el aliento.
De esa gran corte del mundo,
a quien idiomas diversos,
diversas gentes y tratos
el heroico nombre dieron
de Babilonia, hija soy;
-en esto solo no miento
pues hija es de Babilonia
la confusión de mi pecho-.

LASCIVIA:

Habiendo de ella salido
hoy con el aurora a efecto
de divertir el día en una
hermosa quinta que tengo
en la falda de ese monte,
de su emboscada salieron
los bandidos, por quien ya
dije ser teatro funesto
de lástimas y desdichas,
de penas y sentimientos.
Huyó mi familia y yo
prisionera de mi miedo
antes, y después de dos
los más principales de ellos,
quedé, con que ambos rendidos
a mi hermosura -bien puedo
sin que sea vanidad
el presumir que la tengo
cuando ¡ay infelice!... cuando
traidora contra su dueño
no es gracia, sino peligro,
no es perfección, sino riesgo-
sobre cuál había de ser
mi cruel tirano dueño
a las armas apelaron,
en cuyo reñido duelo
pude entregada a la fuga
gozar de su contratiempo.

LASCIVIA:

Y pues a las ansias mías
piadoso responde el cielo
sostituyendo el favor
en ti, que al fin sus decretos,
aunque son primeras causas
siempre usan segundos medios,
a tus pies te pido no
me desampares, poniendo
en salvo... Mas ¡ay de mí!
que desmayado el aliento,
fallecida la voz, muda
la lengua, los labios yertos,
torpes las manos, heladas
las venas, cerrado el pecho,
enflaquecida la vista,
y entre uno y otro extremo
cadáver para el sentido
y no para el sentimiento,
no puedo hablar. En tus brazos
me recibe, ya que leño
frágil escapé del golfo
a zozobrar en el puerto.

(Reclínase en sus brazos y mientras él está representando, ella le quita el corazón del pecho.)
HOMBRE:

Muerta beldad a quien llego
a recibir en mis brazos
¿cómo son yelo tus lazos
si el nudo que dan es fuego?
¿Cómo cuando absorto y ciego
nieve es lo que estoy tocando
brasas siento? Y ¿cómo cuando
darte socorro pretendo
quieres que responda ardiendo
puerta a que llamas temblando?
Mas ¡ay! que tal vez neutral
al acero considero,
pues estando frío el acero
da fuego en el pedernal.

HOMBRE:

Bien en mi experiencia igual
a igual efecto me llama,
pues cuando el pecho me inflama
eslabón es tu albedrío
que en ti se ha quedado frío
y en mí ha encendido la llama.
Leño que empieza a ser brasa
cuando el fuego le devora
por el un extremo llora
y por el otro se abrasa;
esto mismo a los dos pasa,
pues cuando el incendio temo
somos uno y otro extremo
los dos, y así al mismo paso
que tú tiemblas, yo me abraso
y que tú lloras, me quemo.

HOMBRE:

Cobrar mi deseo quería
y cuando tu beldad veo
pienso que eres mi deseo,
pues ya estoy sin la agonía
que de esperarle tenía.
Vuelve en ti, dulce o cruel
hechizo, luz fiel o infiel,
y si le has visto me di,
porque yo no sé de mí
o eres tú quien sabe dél.

LASCIVIA:

Claro está que he de ser yo
(Furiosa.)
quien dél sepa.

HOMBRE:

¿Cómo es esto?
¿Furiosa en ti vuelves?

LASCIVIA:

Sí.

HOMBRE:

¿Qué te obliga?

LASCIVIA:

Tu desprecio.

HOMBRE:

¿Desprecio yo?

LASCIVIA:

¿El que en sus brazos
llegó a verme ha de echar menos
al Deseo?

HOMBRE:

¿Por qué no?

LASCIVIA:

Porque a quien mi vida entrego
para que guarde mi vida
no ha de tener otro afecto
ni deseo ha de tener
aun para tener deseo.

HOMBRE:

Antes sí, pues para amarte
desear amarte es el medio.

LASCIVIA:

Desear amar no es amar,
y va perdido aquel tiempo
que deseando amar no ama;
y así de tu error me ofendo,
y no quiero tu socorro
que no puede de un grosero
hacerse un fino.

HOMBRE:

Detente.

LASCIVIA:

No, no me sigas.

HOMBRE:

Mal puedo
dejar de seguirte cuando
el reclinarte en mi pecho
fue abrasarme el corazón
y aun robármele, pues veo
que dél me falta.

LASCIVIA:

No intentes
cobrarle.

HOMBRE:

¿Cómo no, siendo
hurto y no dádiva?

LASCIVIA:

Yo
(Yéndose.)
le haré dádiva; y pues tengo
ya el don de la Voluntad,
esforzad mi industria puesto
que a Mundo y Demonio tocan
Memoria y Entendimiento.

(Vase y sale el DESEO.)
HOMBRE:

Oye, escucha, espera.

DESEO:

No
dirás que veloz no vuelvo
a hallarte.

HOMBRE:

¿Qué importa, ¡ay triste!,
si donde me hallas me pierdo?

DESEO:

¿Cómo?

HOMBRE:

No sé, pues sé solo
que de dos veces me has muerto;
antes porque no te tuve
y agora porque te tengo.
¿Por dónde una dama va
que con traidor fingimiento
me ha robado el corazón?

DESEO:

Las más damas tienen eso;
hacia allí va una.

HOMBRE:

A alcanzarla
ven conmigo.

DESEO:

Es vano intento.

HOMBRE:

¿Por qué?

DESEO:

Porque a damas que huyen
no las alcanza el deseo.

HOMBRE:

Tras ella iré.

(Sale el DEMONIO de bandolero con otros.)
DEMONIO:

¿Dónde vas
miserable pasajero?

HOMBRE:

Donde me lleva el destino
de mis fortunas.

DEMONIO:

Primero
que el paso adelantes rinde
las joyas y los talentos
que contigo llevas.

DESEO:

¡Malo!

HOMBRE:

Los talentos que yo llevo
y las joyas no se rinden
a las violencias del miedo,
y pues tú no has de llevarlas
si yo no te las entrego,
defenderlas mi valor
sabrá a todo trance.

DESEO:

¡Bueno!

DEMONIO:

¿El peligro de tu vida
no temes?

HOMBRE:

Yo nada temo.

DEMONIO:

Muera a nuestras manos.

DESEO:

¡Malo!

MUNDO:

(Dentro.)
Hacia allí es el ruido.

DESEO:

¡Bueno!

(Sale el MUNDO.)
MUNDO:

¿Tantos a uno? A vuestro lado
estoy.

HOMBRE:

Con el favor vuestro
todos son pocos.

DEMONIO:

Huyamos,
pues ya conseguido habemos
dejar empeñado al Hombre
por astucias de mi ingenio
a ser amigo del Mundo.

(Vanse DEMONIO y gente.)
HOMBRE:

No huyáis traidores.

MUNDO:

Teneos;
no los sigáis pues que huyen.

HOMBRE:

No lo dejaré por eso
sino porque agradecido
veáis que a vuestras plantas puesto
me reconozco deudor
de la vida, pues es cierto
que si vuestro gran valor
no llegara con esfuerzo
tal que dio a entender que en vos
venía todo el mundo entero
en mi amparo, falleciera
a sus manos.

MUNDO:

Nada en eso
hice por vos, que en el noble
obra el valor por sí mesmo.
¿Quién sois y dónde vais?

HOMBRE:

Soy un peregrino extranjero
que voy a solo ver mundo
y he visto harto en un momento.

MUNDO:

¿Cómo?

HOMBRE:

Como al primer paso
un raro prodigio bello
me ha robado el corazón,
me ha querido un bandolero
robar la vida y el alma
vos, y aun robádola, puesto
que ya para esclava vuestra
queda en mi agradecimiento.

MUNDO:

Parece que estáis herido.

HOMBRE:

En esta mano, en que tengo
memorias de ser mortal,
no sin providencia el cielo
en pequeño riesgo dando
avisos de mayor riesgo,
ha querido que me haga
la sangre segundo acuerdo;
pero no hay de qué hacer caso
que nada es.

MUNDO:

([Aparte.])
No es malo esto
de que haga desperdicio
del aviso. ([A él.]) Con todo eso
podrá ser algo si no
se acude al reparo presto
y así mientras no llegamos
a la ciudad este lienzo
será bien que en ella os ate;
llegad.

HOMBRE:

Mucho es lo que os debo.

DESEO:

En toda mi vida vi
tan honrado caballero.

MUNDO:

Porque al apretar el nudo
no os lastime entre los dedos
el anillo a esotra mano
le pasad.

HOMBRE:

Mudarle intento
a otra, pero no a la mía
sino a la vuestra pidiéndoos
me perdonéis y en mi nombre
le traigáis.

MUNDO:

Ese es exceso
que no he de aceptar.

HOMBRE:

Mirad
que no admitir tan pequeño
don sin ser exceso en mí
vendrá en vos a ser desprecio.

MUNDO:

Porque no le deis tal nombre
y por anillo le acepto,
que la antigüedad solía
al jurar dos el estrecho
homenaje de alianza
darse anillos, con que puedo
tomarle con mejor aire.
( Aparte.
Mortal, mira si el intento
de quitarte las memorias
de la muerte el Mundo, es cierto.)
¿Adónde es vuestra posada
(lo que sé pregunto, pero
para la deshecha importa)
que a ella acompañaros quiero,
no digan de mí que os libro
de un daño y que en otro os dejo.

HOMBRE:

Aun yo no la sé, porque
soy en este país tan nuevo
que a prevenir hospedaje
adelanté a mi Deseo
y él no ha tenido lugar
desde que a mi vista ha vuelto
de decirme dónde tiene
prevenido el aposento.

DESEO:

Harto estaba yo deseando
que se llegase este tiempo
de hablar en él por las gracias
que has de darme del empleo
que, en la mejor hostería
del mundo, en un cuarto bello
sobre unos jardines, hice
de todos cinco talentos.
Sígueme y en el camino
lo oirás.

(Paseando el tablado.)
HOMBRE:

Di, pues.

DESEO:

Lo primero
el de la vista empleé
en pinturas y en espejos;
el del olfato en perfumes;
el del tacto en blandos lechos;
el del gusto en generosos
vinos y manjares; luego
el del oído en criadas
y criados, todos diestros
músicos, y sobre todo
solo te alabo el portento
de su hostalera, que así
en mil amorosos versos
por su hermosura y su voz
hay quien la llame; en efeto,
ella por ver a su huésped
y ellos por ver a su dueño,
todos te están esperando
festivamente contentos.

HOMBRE:

¿Qué os parece cuán a gusto
ha sabido mi Deseo
aposentarme?

MUNDO:

Y al mío.

DESEO:

Venid, pues por aquí... pero
al entrar en la ciudad,
gran corte del universo,
en su grande Babilonia
que el tino he perdido pienso.
Volved por estotra parte;
tampoco es por aquí. ¡Cielos!,
¿si enajenó mi memoria
mi amo con la suya?

HOMBRE:

Necio,
¿no aciertas con la posada?

DESEO:

Que voy perdido confieso.

MUNDO:

Y cómo que vas perdido...
( Aparte.
significándose en esto
que en robando el corazón
la Lascivia al hombre, luego
el Hombre da las memorias
de la muerte al Mundo a efecto
de que el Mundo le encamine
al logro de su deseo.)
Dame unas señas, quizá
ya que perdido te veo
por ellas podré guiarte.

DESEO:

Si es que yo de algo me acuerdo
la hostería por empresa
que llama a los pasajeros
tiene una sirena.

MUNDO:

Ya sé cuál es, y no está lejos,
pues casi a su puerta estamos.

(Dentro instrumentos.)
DESEO:

Y si no mienten los ecos
para tu venida están
templando los instrumentos.

MUNDO:

Y aun deben de habernos visto,
pues sin llamar han abierto
esperando a sus umbrales
a recibirnos diciendo:

MÚSICA:

Venga en hora dichosa, huésped y dueño,
el que dueño y huésped traen sus talentos
a que viva a medida de su deseo.

(Salen los MÚSICOS y, entre ellos, el DEMONIO, y luego la LASCIVIA, hablando los dos aparte.)
DEMONIO:

Lascivia.

LASCIVIA:

Nada me digas.

DEMONIO:

¿Cómo no acordarte puedo
que ya que en estos palacios
que he fabricado en el viento
está el Hombre sin memorias
de la muerte, y en sus bellos
jardines somos los dos
en sus flores encubiertos
el basilisco y el áspid,
que David dijo en sus versos?
¿A la vista del encanto
dejar de acordarte puedo
que uses tu hechizo sin que
te olvides de mi veneno?

LASCIVIA:

Como para mi memoria
está de más el acuerdo,
si quieres verlo haz que sigan
tus sombras a mis acentos.

MÚSICOS:

Venga en hora dichosa, huésped y dueño,
el que dueño y huésped traen sus talentos
a que viva a medida de su deseo.

HOMBRE:

¡Cielos, qué es lo que mirando
estoy, que absorto y suspenso
no sé de mí? Éste es aquel
hermoso tirano dueño
del robado corazón.
¿Dónde -a discurrir no acierto
sin mi pensamiento- habéis
guiado a mi pensamiento?

MUNDO Y MÚSICA:

Donde viva a medida de su deseo.

MUNDO:

Y ya que en vuestro hospedaje
quedáis con razón me ausento,
pues aunque yo fuera el Mundo
a la vista de ese cielo
no os hiciera falta el día
que a vuestra esperanza dejo.

ÉL Y MÚSICOS:

Donde viva a medida de su deseo.

(Vase.)
LASCIVIA:

(Representando.)
En hora dichosa vengas,
¡oh generoso, oh ilustre
racional huésped del orbe,
que sus ámbitos discurres
(Cantando.)
a no malograr sentidos que escuchen,
que vean, que toquen, que huelan y gusten.

MÚSICOS:

(Repiten.)
A no malograr sentidos que escuchen,
que vean, que toquen, que huelan y gusten.

LASCIVIA:

(Representando.)
En hora dichosa vengas
a mi albergue, donde uses
de la gran naturaleza
los dotes sin que te usurpen
(Cantando.)
austeros retiros de senos lugubres
que al Hombre le sean los bienes comunes.

MÚSICOS:

Austeros retiros de senos lugubres
que al Hombre le sean los bienes comunes.

LASCIVIA:

(Representando.)
Aquí los cinco talentos
que el deseo distribuye
verás cuán bien empleados
con sus cinco objetos cumplen
(Cantando.)
haciendo porque no vivas inútil
que vean, que toquen, que huelan y gusten.

MÚSICOS:

Haciendo porque no vivas inútil
que vean, que toquen, que huelan y gusten.

LASCIVIA:

(Representando.)
Los espejos te retraten
porque tu vista te adule
y en países y en vergeles
arte y natural dibujen
(Cantando.)
ya en verdes esferas, ya en campos azules
luces que sean sombras, sombras que sean luces.

MÚSICOS:

Ya en verdes esferas, ya en campos azules
luces que sean sombras, sombras que sean luces.

LASCIVIA:

(Representando.)
El hibleo, sus panales
hilados al sol tribute;
el sabeo sus aromas
al sol quemadas ahúme
(Cantando.)
para que sabores mezclando y perfumes
en dos suavidades ignores la dulce.

MÚSICOS:

Para que sabores mezclando y perfumes
en dos suavidades ignores la dulce.

LASCIVIA:

(Representando.)
El tacto el catre es de pluma,
que el aura a suspiros mulle
y el céfiro halaga a soplos,
reclinado te asegure
(Cantando.)
de que ya el deseo con sus inquietudes
dormido te aflija y despierto te asuste.

MÚSICOS:

De que ya el deseo con sus inquietudes
dormido te aflija y despierto te asuste.

LASCIVIA:

(Representando.)
A las pronunciadas voces
de blandas músicas junten
sus no pronunciadas solfas
las aves, siendo a su numen
(Cantando.)
hojas que resuenen, fuentes que murmuren,
cítaras y arpas, tiorbas y laúdes.

MÚSICOS:

Hojas que resuenen, fuentes que murmuren,
cítaras y arpas, tiorbas y laúdes.

LASCIVIA:

([Representando.])
Conque a mi hospedaje, que bienes presume...

ELLA Y MÚSICOS:

... a no malograr sentidos que escuchen,
que vean, que toquen, que huelan y gusten.

LASCIVIA:

(Representando.)
Goza, pues, de tus talentos
los precios sin que te angustie
el verme por presumir
que yo tu corazón hurte
para quedarme con él,
que si conmigo le truje
fue en castigo de que cuando
en mi socorro te busque
aunque fuese por acaso
el que tus brazos ocupe
eches menos al deseo
y a mí por él me preguntes.

LASCIVIA:

¿A quien me vio en ellos queda
qué desear? Mal atribuyes
a hurto el castigo, pues fuera
de mi vanidad deslustre
que tú triunfes della y yo
de tu corazón no triunfe.
Y así peregrino huésped
ya que el hado te reduce
a pisar estos umbrales
su pérdida no te asuste,
pues para que goces libre
las altas solicitudes
de ver al mundo sin que
verle sin él te disguste,
la mano es que te le quita
la que te le restituye,
porque a mi florido albergue
que hayas venido no dudes.

ELLA Y MÚSICOS:

A no malograr sentidos que escuchen,
que vean, que toquen, que huelan y gusten.

HOMBRE:

No en vano, hermoso prodigio,
la divisa que conduce
al pasajero a tus puertas
en jeroglífico incluye
la imagen de la sirena,
que en sus láminas se esculpe
diciéndole desde luego
el peligro a que le induce
la suavidad con que atraes
y la esquivez con que huyes.
El corazón que me ofreces,
permíteme que rehúse
aceptarle, porque ya
es forzoso que se injurie
de que le quite tal dueño,
pues cuando él no lo repugne
y atento a su gran lealtad
cobrar el suyo procure
negaré yo que lo soy
porque de mí no se juzgue
que haciendo él una fineza
le haga yo una pesadumbre.

LASCIVIA:

¿Para qué le quiero yo?
(Aparte.)
Bien deste ceño se arguye
que nunca vencí con gozos
a quien con pesares pude.
Tómale, pues.

HOMBRE:

Será en vano;
que no quiero que me acuses
segunda vez de grosero
sin que enmiende o disimule
lo noble de darle yo
lo vil de que tú le hurtes.

LASCIVIA:

¿De modo que voluntario
es ya mío?

HOMBRE:

No lo dudes.

LASCIVIA:

Pues tampoco yo he de hacer
ya que tú a la enmienda acudes
pesadumbre la fineza;
y porque a entrambos sea útil
viva en ti y anime en mí;
y vosotros, porque anuncien
vuestras voces que el amor,
que dos corazones une,
consiguió que por vencidas
se den mis ingratitudes
repetid vuestras canciones.

LASCIVIA:

 (Al DEMONIO.)
Y tú, mientras él discurre
conmigo aquesos jardines
donde prevenir dispuse
las mesas, en cuya mesa
más nobles manjares guste,
trae, porque alivie el cansancio
del camino, frutas, dulces
y bebidas.

DEMONIO:

Voy por ellas.
¡Oh cuánto campo descubre
ver que primero y segundo
Adán la Culpa introduce
en su alegórica idea,
y que en su escena se junten
jardín, hombre, fruta y áspid
para que yo conjeture
en qué pararán las sombras
destas lejanas vislumbres!

(Vase.)
LASCIVIA:

Ven, pues, ven adonde veas
la pompa, el fausto y el lustre
a que te trujo el Deseo.

DESEO:

No fui yo, no, el que le truje
sino el que quiso traerle
al ver cuán perdido anduve
hasta dar con tu hospedaje.

HOMBRE:

¿Que habrá que ver no renuncie
quien ya te vio?

LASCIVIA:

Ven, Deseo.

HOMBRE:

No vengas tal, ni me culpes
tú echarle menos, pues ya
me sobra.

DESEO:

Nadie me cumple
que no me falte, que al fin
deseo cumplido, inútil
alhaja es.

LASCIVIA:

Volved vosotros
a que los ecos divulguen
mi felicidad.

HOMBRE:

La mía
no diré yo que pronuncien,
que no es capaz de la voz
por más que el eco articule.

MÚSICOS:

En hora dichosa venga
el generoso, el ilustre
racional huésped del orbe,
que sus ámbitos discurre
a no malograr sentidos que escuchen,
que vean, que toquen, que huelan y gusten.

(Al entrarse salen el DEMONIO con una copa dorada y el MUNDO de villano con un azafate de frutas.)
DEMONIO:

Aquí
lo que me mandaste truje.

MUNDO:

Siendo yo el que disfrazado
traidor amigo dispuse
que mis entrañas las frutas,
el oro y cristal tributen.

LASCIVIA:

Supuesto que como dije
no hay cosa que más angustie
que la sed al caminante
bien a repararla acuden
de mi primer agasajo
las finas solicitudes.

Toma y bebe.
(Toma la salva.)
HOMBRE:

Que la copa
sirva el cristal es costumbre
que ya se vio, pero no
se vio que de oficio muden
y sirva el cristal la copa.

LASCIVIA:

Como eso el afecto suple,
demás que a fuer de hostalera
-que así hay quien me intitule-
servir al huésped me toca.

HOMBRE:

La baja voz me disculpe
del servir para que yo
al irla a tomar me turbe.

LASCIVIA:

Pues tómala por favor
ya que no por servidumbre.

HOMBRE:

Tanto mejoras la frase
que obligas a que la mude
en obediencia. Mas, cielos,
(Bebe.)
¿qué mortal veneno infunde
en mí esta bebida que
al labio apenas la puse
cuando corrió al corazón
que solo para eso tuve?

LASCIVIA:

¿Qué veneno ha de ser? Es
el que en su aliento produce
la hidra por siete bocas
que humo exhalan, fuego escupen.

DEMONIO:

Su sangre has bebido; que esa
dorada copa que truje
aquella es con que brindando
ramera mujer discurre
el mundo.

MUNDO:

Y el Mundo quien
a este albergue te introduce
fingido amigo, porque
ser el Hombre sin virtudes
del Mundo amigo, de Dios
ser enemigo resulte.

HOMBRE:

¡Ay infelice de mí!
que aunque quejarme procure
de que el amigo me ultraje
y la sirena me injurie
no puedo, porque el furor,
la ira, la rabia, confunden
tanto mis sentidos, tanto
mis potencias destituyen
que con la luz del sol todo
me falta, todo me huye,
sino sola la razón
porque a par del dolor dure.

(Cae en brazos del DEMONIO.)
DEMONIO:

Aun esa no ha de quedarte
que pues de tu error se arguye
que de ambos heridos sean
mis lazos los que te anuden,
ya en mi poder será fuerza
porque de ella no te ayudes
que yo de tu entendimiento
también la joya te usurpe.
Y pues sus cinco sentidos
su deseo le destruye
y los tres sus tres potencias
 (Déjale caer desmayado.)
con que sin pompa y sin lustre
deshecho y postrado yace
en veloz ruina caduque
este alcázar que tu hechizo
quiso que mi magia funde.

(Terremoto dentro.)
LASCIVIA:

Dices bien, y porque más
si vuelve en sí se perturbe
el estallido le asombre,
le estremezca y le atribule,
al compás de sus estruendos
diversas voces inunden
el aire diciendo a un tiempo:

TODOS Y MÚSICOS:

Valles, montes, selvas, cumbres,
que hombre en pecado no solo
bruto es, que no discurre,
pero ídolo inmóvil, que ni hable, ni escuche,
ni vea, ni toque, ni huela, ni guste.

(El terremoto y las voces todo junto, yéndose todos, y saliendo el TIEMPO como asustado.)
TIEMPO:

¿«Hombre en pecado no solo
bruto es, que no discurre,
pero ídolo inmóvil, que ni hable, ni escuche,
ni vea, ni toque, ni huela, ni guste»?
¿Qué tiempo habrá sin dolor
al oír cómo lloraba
David cuando lamentaba
la muerte del pecador?
Bruto, ídolo, le llama.
¡Ay de ti, si cuando va
el Tiempo en su alcance está
en ese estado su fama!
Pero ¿en quién ha tropezado
de mi pie la veloz huella?

(Tropieza en el HOMBRE y él vuelve en sí asombrado.)
HOMBRE:

¿Quién mi altivez atropella,
por deshecho, por postrado
que me tenga mi cruel
fortuna? ¿Quién eres, di?

TIEMPO:

El Tiempo que cayó en ti
porque tú no has caído en él
según hoy tan otro estás
de lo que otra vez te vi.

HOMBRE:

¿Que tú eres el Tiempo?

TIEMPO:

Sí.

HOMBRE:

¿Y dónde por aquí vas?

TIEMPO:

En tu busca.

HOMBRE:

¡Ay desdichado
del que desde el pasatiempo
vuelve en los brazos del Tiempo
cayendo en los del pecado!
Pues ¿qué me quieres?

TIEMPO:

¿Conoces
estas escrituras?

HOMBRE:

Mías
son.

TIEMPO:

Pues sabe que sus días
ya han pasado.

HOMBRE:

¿Tan veloces
que apenas instante fue
su plazo?

TIEMPO:

Eso no te espante,
que todo plazo fue instante
al que cumplido le ve.

HOMBRE:

¿Y qué pretendes?

TIEMPO:

Cobrar
todo lo que recibiste
prestado y lo que adquiriste
con ello.

HOMBRE:

Para pagar
dame espera.

TIEMPO:

Pretensión
es vana, porque ha cumplido
plazo. Espera no ha tenido
del Tiempo la ejecución;
demás que aunque la tuviera
los acreedores están
ahí. Mira tú si querrán
que el Tiempo te dé la espera.
¡Sentidos del cuerpo...!

(Salen los SENTIDOS.)
SENTIDOS:

¿Qué
nos quieres?

HOMBRE:

En dura calma
estoy.

TIEMPO:

¡Potencias del alma...!

(Salen las POTENCIAS.)
POTENCIAS:

¿A qué nos llamas?

TIEMPO:

A que
espera el Hombre ha pedido.
¿Qué dices?

TODOS:

Ya ejecutado,
que a la tierra lo prestado
vuelva, al cielo lo adquirido.

HOMBRE:

Ni lo adquirido, ¡ay de mí!,
ni lo prestado dar puedo
cuando tan sin todo quedo.

SENTIDO 1.º:

Pues ¿en qué empleaste, di,
el uno y otro talento?

HOMBRE:

Mi Deseo los gastó
en alhajas que llevó
en humo y en polvo el viento.

VOLUNTAD:

¿Qué hiciste del corazón
que, Voluntad, fié de ti?

HOMBRE:

A la Lascivia le di.

MEMORIA:

Y de la Memoria el don
que de ser mortal te advierte
¿qué hiciste?

HOMBRE:

Sin él quedé
desde que al Mundo entregué
las memorias de la muerte.

ENTENDIMIENTO:

¿Y el Entendimiento, di?

HOMBRE:

Quién me lo robó no sé,
mas sé que sin él quedé,
sin su razón y sin mí.

(Todos cantando y representando.)
TODOS:

¡Ay mísero de ti,
que de un feliz has hecho un infeliz!

TIEMPO:

¿Qué medio en pagar previenes?

HOMBRE:

Solo uno, pues no hay disputa
que a quien el Tiempo ejecuta
haga dejación de bienes.

TIEMPO:

Mientras esa dejación
no se averigua cuál es,
es fuerza que preso estés.

TODOS:

Date, bárbaro, a prisión.

TIEMPO:

Yo le llevaré, pues fui
del Hombre el ejecutor.

HOMBRE:

Pues me confieso deudor
diciendo iré desde aquí:
¡ay mísero de mí!

MÚSICOS:

¡Ay mísero de ti!

HOMBRE:

¡Que de un feliz he hecho un infeliz!

MÚSICOS:

¡Que de un feliz has hecho un infeliz!

(Sale el DESEO.)
DESEO:

Pues del Hombre, aunque no fiel
criado, criado suyo fui
y él tantas veces tras mí
fue, vaya yo una tras él.

SENTIDO 1.º:

Su Deseo hacia allí veo.

TIEMPO:

Con él es bien preso esté.

(Préndenle todos.)
DESEO:

¿Preso el Deseo? ¿Por qué?

TODOS:

Porque fuiste mal deseo.

(A la puerta, DEMONIO, LASCIVIA y MUNDO.)
DEMONIO:

Acechemos desde aquí
adónde con los dos dan.

LASCIVIA:

Al rudo sepulcro van
de donde nacer le vi.

(Llegan a la reja.)
TIEMPO:

¡Ah del poderoso centro,
que fue en su lóbrega esfera
del Hombre cárcel primera!

VOCES:

(Dentro.)
¿Quién va?

TIEMPO:

Quien trae a que dentro,
hasta pagar el exceso
de sus deudas y que dé
la satisfación, esté
preso el Hombre.

VOCES:

(Dentro.)
Allá va un preso.

DESEO:

Y aun dos.

HOMBRE:

¿Qué satisfación
podré dar siendo infinito
el precio de mi delito?

TIEMPO:

Y tenga en vuestra prisión
cadenas su devaneo.

HOMBRE:

¿Qué más, ¡oh fiero castigo!,
cadenas si van conmigo
los yerros de mi deseo?

(Enciérranle en la reja.)
TODOS:

Entrad y ved que de aquí
salir no habéis hasta que
paguéis.

HOMBRE:

Mal pagar podré,
que es mucho lo que perdí.

TODOS:

¡Ay mísero de ti!

HOMBRE:

¡Ay mísero de mí!

TODOS:

¡Que de un feliz has hecho un infeliz!

HOMBRE:

¡Que de un feliz he hecho un infeliz!

(Vanse todos y salen al tablado los tres, DEMONIO, LASCIVIA y MUNDO.)
LASCIVIA:

En el sepulcro le encierra
de donde al mundo salió.

MUNDO:

Y donde decirle oyó...

CULPA:

(Dentro.)
Que nos vamos a pique.

AMOR:

(Dentro.)
Tierra, tierra.

(Dan vuelta ambas naves a un tiempo y vese en la una la CULPA y otros y en la otra el MERCADER y el AMOR.)
DEMONIO:

Las voces del calabozo
se pierden con las lejanas
voces que en el mar se escuchan.

LASCIVIA:

A lo que mi vista alcanza,
impelidas de contrarios
vientos, dos naves se hallan
corriendo las dos a un tiempo
dos fortunas tan contrarias
como la una viento en popa,
la otra deshecha borrasca.

MUNDO:

Y a lo que alcanza la mía,
según sus velas y jarcias,
la del Mercader parece
la que tranquila se salva
y la otra la de la Culpa,
oyéndose a un tiempo en ambas...

(Dan vuelta elevándose la CULPA y el AMOR en sus dos árboles mayores.)
MERCADER Y AMOR:

Buen viaje.

CULPA Y OTROS:

Mal pasaje.

UNOS:

Iza, iza.

OTROS:

Amaina, amaina.

AMOR:

Yo como, en fin, el Amor
jeroglífico es con alas...

CULPA:

Yo como quien en el aire
funda toda su esperanza...

AMOR:

Elevándome en el viento,
sobre el tope de la gavia...

CULPA:

Elevándome en mí, pues
hidra sobre hidra me llaman...

AMOR:

Reconozco que la tierra
donde nos inspira el aura...

CULPA:

Reconozco que el paraje
donde el Aquilón me arrastra...

AMOR:

Es la que busca por fin
de navegaciones tantas.

CULPA:

Es el que destina el cielo
para sepulcro a mis ansias.

(Bajan de las elevaciones.)
AMOR:

Pues pon en ella la proa
ya que al mediodía señala,
que son favorables vientos
los que nos corren del Austria.

CULPA:

Y así pues hoy tan furioso
el temporal nos contrasta
dejad a su ira las velas.

AMOR Y UNOS:

Iza, iza.

CULPA Y OTROS:

Amaina, amaina.

MERCADER Y UNOS:

Buen viaje; tierra, tierra.

CULPA Y OTROS:

Mal pasaje; al agua, al agua,
y a nado el que pueda libre
la vida, que yo arrojada
al mar pues contra mi fuego
todas sus ondas no bastan
saldré a tierra por si en ella
tienen despique mis ansias.

UNOS:

Buen viaje; a tierra, a tierra.

OTROS:

Mal pasaje; al agua, al agua.

(Dando vuelta las naves se quitan dellas las personas.)
LASCIVIA:

La nave del Mercader
favorablemente ufana
ya va entrando en la bahía.

MUNDO:

A tiempo que atormentada
de embates la de la Culpa
se va a pique.

DEMONIO:

Por si saca
della alguna gente a tierra
el vaivén de la resaca
a la orilla nos lleguemos
solicitando ampararla.

LASCIVIA:

No en vano lo intentas, pues
una persona a la playa
el reflujo de las olas
arroja.

(Sale la CULPA cayendo en brazos de los tres.)
CULPA:

Mi horror me valga.

LOS TRES:

¿Culpa, qué es esto?

CULPA:

Salir a la tierra derrotada
del mar sin haber podido
en navegación tan larga,
como es haber dado entera
vuelta al ámbito, dar caza
a esa nave que no sé
quién de mi furor la guarda
tanto que nunca la Culpa
pudo, no digo abordarla
pero ni darla el menor
alcance, según la amparan
los puertos en que se abriga;
mayormente los de España
en quien de su salvamento
tuvo mayor confianza.
El primero en que a salir
al mar del mundo se embarca
fue...

LOS TRES:

Di.

CULPA:

El de Santa María;
estremézcome al nombrarla,
porque no sé cómo pudo
salir de noche y al alba.
Tras él fui y cuando pensé
que en su golfo le alcanzara
no fue posible, porque
corrí en él tan gran borrasca
que nunca mayor la tuve,
y más al ver que pasaba
desde el de Santa María
al puerto de la Deseada
-¡oh no fuese a voces de
profetas y patriarcas!-.
Volvió al mar y volví yo
bien que él siempre con bonanza
y yo siempre con tormenta.

CULPA:

Dígalo mi ira, mi saña;
pues yendo en su seguimiento
la Margarita le ampara
en su puerto en fe de que
en él sus empleos hallaran
la margarita preciosa
más neta, pura y sin mancha.
Rico con tal prenda ¿quién
duda que desta aviada
pasaría a Puerto Rico
por tener en sus entrañas
el escondido tesoro
que allá en las letras sagradas
compró el sabio? Conque viendo
con tan segura ganancia
en tesoro y margarita
florida su confianza,
a la Florida pasó
poniendo ley a las aguas;

CULPA:

poniendo ley dije y dije
bien, pues de la despoblada
yerma antigua ley, pasando
a la Florida de gracia
y della a la Vera-Cruz
sus empleos adelanta
el puerto de Santa Fe
donde viendo asegurada
su embarcación, fue de todos
Cabo de Buena Esperanza.
En todos estos parajes
solo una vez la batalla
en un páramo desierto
le presenté cara a cara,
en cuyo duelo vencida
huyendo volví la espalda,
conque él pasó al puerto de Ostia
dejándome a mí en La Habana.

CULPA:

Ostia dije, y al decirlo
con un lazo a la garganta
y con un áspid al pecho
duda, gime y tiembla el alma,
porque no sé qué misterio
en sí incluye, encierra y guarda
ver que en el puerto de Ostia
todo su caudal reparta
empleado en trigo, cuya
semilla tanto me pasma
donde quiera que la veo
que es fuerza sentir que haya
la nave del mercader,
solo de trigo cargada,
venido desde Ostia a Cáliz,
adonde se desembarca,
porque entre Ostia y Cáliz pierda
la nave y las esperanzas.

LASCIVIA:

Aunque tienes razón, Culpa,
de afligirte en que no hayas
conseguido su victoria
consuélete el que nos hallas
victoriosos a nosotros
del triunfo que nos encargas.

DEMONIO:

Su hermano -Primero Adán
en tu idea- en tal desgracia
le hemos puesto que en un triste
duro calabozo arrastra
la cadena de sus yerros,
y pues a pagar no basta
los talentos y las joyas
que le prestaron fiadas
en sentidos y potencias
cielo y tierra, tu venganza
logra en él.

MUNDO:

Preso por deudas,
que no ha de poder pagarlas
por ser su precio infinito,
está.

LASCIVIA:

Y no temas que salga,
que aqueste es su corazón.

MUNDO:

Y estas son las olvidadas
memorias de que es mortal.

DEMONIO:

Este el laurel que ilustraba
la región del juicio, que
yo turbé.

LASCIVIA:

Y si esto no basta
al calabozo te acerca;
verás qué dicen sus ansias,
sus penas y desconsuelos
que son los que le acompañan.

HOMBRE Y MÚSICA:

(Dentro.)
¡Ay mísero de ti
que de un feliz has hecho un infeliz!

(Como oyendo a lo lejos salen el MERCADER y AMOR.)
AMOR:

¿«¡Ay mísero de ti
que de un feliz has hecho un infeliz!»?
¿Cúyo será este gemido
que me ha enternecido el alma
según lamentable suena?

AMOR:

Hacia aquella gruta, extraña
cárcel del tiempo, se oyó.

CULPA:

Aunque quiera daros gracias
no puedo, porque al mirar
que tan a mi vista anda
el Mercader tiemblo.

DEMONIO:

Pues
retírate mientras pasa.

CULPA:

Fuerza será, aunque me prive
del gusto con que escuchaba
decir lamentando allí...

MÚSICOS:

(Dentro.)
¡Ay mísero de ti
que de un feliz has hecho un infeliz!

(Retíranse los cuatro.)
AMOR:

Otra vez en mis oídos
la queja suena y mi rara
piedad no permite que
no procure remediarla.
Adelántate, Amor; mira
si es verdad que se formaba
en esa gruta el gemido.

AMOR:

Sí haré, y diga esta enseñanza
si otro adelanta al Deseo
que tú al Amor adelantas.

(El HOMBRE dentro y DESEO a la reja.)
HOMBRE:

Ponte a esa reja, Deseo,
pidiendo tú en voces altas
limosna a quien pase, en tanto
que la mía al cielo clama
en este profundo seno
desde la noche hasta el alba.

DESEO:

¡Oh tú, quien quiera que seas,
que por estos campos andas,
duélete de aquestos pobres
encarcelados que pasan
extrema necesidad!

AMOR:

¿Quién eres tú que me llamas
tan afligido?

DESEO:

El Deseo
de salir de aquí.

AMOR:

¿Qué aguardas?
Llega, señor, que aquí es
adonde el suspiro llama.

AMOR:

¿De quién?

AMOR:

Del Deseo del Hombre.

AMOR:

¿Del Deseo? ¿Pues qué causa
te tiene preso?

DESEO:

Las deudas
de mi amo.

AMOR:

Luego ¿se halla
preso contigo?

(El HOMBRE a la reja.)
HOMBRE:

Y tan pobre
que da licencia a que salga
su Deseo a aquestas rejas
a ver si de alguien alcanza
de limosna algún consuelo,
ya que su desdicha es tanta
de hambre, sed, calor y frío
como en esta obscura estancia
su desnudez siente.

AMOR:

Pues
¿qué es esto?

HOMBRE:

Miseria humana.

AMOR:

Harto me has dicho, pues todas
cuantas penas hay y cuantas
ha habido y ha de haber caben
en sola aquesa palabra.
¡Ay, hermano, lo que siento
verte en desventura tanta!

HOMBRE:

¿Tú eres? Ya siento yo más
la vergüenza que me causas
que la prisión que padezco.

AMOR:

¡Qué en otro estado te hallaras
si a mí me hubieras seguido!

AMOR:

¡Ay de su ciega ignorancia!

AMOR:

¿Qué es eso, Amor? ¿Pues tú lloras?

AMOR:

¿Quién ha de llorar desgracias
del Hombre, sino tu Amor?

AMOR:

¿Ni quién ha de remediarlas
hallándose entre un Amor
que llora, un Hombre que clama,
sino quien sabe que valen
más mis sobras que sus faltas?
¿Quién aquí te tiene preso?

HOMBRE:

Los acreedores, que tratan
cobrar sus prestados bienes
siendo para su cobranza
el Tiempo quien me ejecuta.

AMOR:

Fía del cielo y aguarda,
que presto volveré a verte.
¡Amor!

AMOR:

¿Qué me quieres?

AMOR:

Llama
al Tiempo.

(Quítanse los dos de la reja y sale el TIEMPO.)
TIEMPO:

No es menester,
que el Tiempo de aquí no falta;
que para afligir a un triste
a que le llamen no aguarda.

AMOR:

Ese hombre que tienes preso
mi hermano es; yo la fianza
haré de sus deudas, haz
tú que de la prisión salga.

TIEMPO:

¿Quién eres tú que pagar
deudas tan cuantiosas tratas?

AMOR:

¿No me conoces?

TIEMPO:

El Tiempo
a nadie conoce, a causa
de haber de igualar a todos;
que si a distinguir llegara
al pobre del rico no
muriera ningún monarca,
y así a ninguno conoce,
conque a todos los iguala.

AMOR:

El mercader de esa nave
soy; esto que diga basta
para saber que mi hacienda
es mucha. Y pues hoy te hallas
con un preso pobre ¿qué haces
en admitir la fianza
de un mercader rico? Pues
siempre es preciso que valga
más un fiador abonado
que un deudor falido.

TIEMPO:

Es clara
consecuencia, y así vengo
en que la fianza se haga,
pues tendrán los acreedores
a dicha ver abonada
su deuda; y pues ante mí
las escrituras pasadas
se hicieron, a espaldas de ellas
para empezar a otorgarla
pongo la cruz. Di tú agora
a qué te obligas.

AMOR:

Bien trazas
el que mi fianza entre
con la cruz a las espaldas.
(Escribe el TIEMPO.)
Pon que me obligo a pagar
las deudas del Hombre cuantas
se hallen en las escrituras,
principalmente la que habla
en que hice propia la ajena
deuda cargando las ansias
del Hombre sobre mis hombros.
(Escribe el TIEMPO.)
«Y obligándose a la paga
hizo propias las ajenas
deudas y de ellas se encarga».

AMOR:

Así lo firmo, Segundo
Adán.

TIEMPO:

¿Qué falta ahora?

AMOR:

Falta
que nos entregues el preso,
pues te queda en confianza
ese resguardo.

AMOR:

Bien dice,
que para que se quedara
preso el Hombre ¿para qué
había menester fianza?

TIEMPO:

Claro está. ¡Ah de la prisión,
abrid las puertas y salga
el Hombre de ella!

(Salen el HOMBRE y DESEO en una cadena.)
HOMBRE:

¿Qué quieres,
Tiempo, que tan mal me tratas?

TIEMPO:

Tratarte bien algún día;
pero a tu hermano las gracias,
que se ha obligado a tus deudas,
y así es bien las puertas abra
y la cadena te quite.
Mas ¡ay, que solas no bastan
mis fuerzas, que aunque ponerla
pude no puedo quitarla!

AMOR:

Estás muy anciano, Tiempo;
yo llegaré. Tú repara
lo que le debes, que es
su Amor quien te la desata.

DESEO:

Salto y brinco de contento;
siempre vio mi confianza
que él era hermano del cuerpo
pero tú amigo del alma.

HOMBRE:

No tanto al verme sin ella
estimo, Amor, el dejarla
cuanto estimo que me dé
lugar de echarme a sus plantas
en fe de que agradecido
siempre le seré.

AMOR:

Levanta
de la tierra y a mis brazos
llega, que de mi jornada
levantarte de la tierra
han sido las esperanzas.

TODOS:

(Dentro.)
¡La puerta de la prisión
abierta está!

HOMBRE:

Aunque me ampara
tu favor, el ver que vienen
mis acreedores con tanta
grita contra mí al mirar
la puerta abierta me espanta
y atemoriza.

DESEO:

Acreedores
tienen malísimas caras.

AMOR:

Pues verlos sientes, ya que
quedando yo no haces falta,
a mi nave te retira
y que a ella te lleve aguarda
mandamientos de soltura
con su finiquito y carta
de pago.

HOMBRE:

Vamos, Deseo,
con acciones tan contrarias
como llorar mis errores
y cantar sus alabanzas.

(Vanse los dos y salen en tropa SENTIDOS y POTENCIAS, y el TIEMPO los detiene.)
TODOS:

Sigámosle, que sin duda
la dura cárcel quebranta
pues va huyendo.

TIEMPO:

Deteneos.

TODOS:

¿Tú el paso nos embarazas
cuando tu descuido ha sido
de aquesta fuga la causa?

TIEMPO:

Nunca el Tiempo se descuida;
y porque mi vigilancia
veáis y que el irse no es fuga
sino antes suma ventaja
que de irse a tenerle preso
resulta en vuestra cobranza,
sabed que suelto y no libre
va debajo de fianza.

TODOS:

¿Qué fianza?

TIEMPO:

La escritura
lo dirá.

TODOS:

¿Quién a otorgarla
llegó?

TIEMPO:

El mercader de aquesa
rica nave; conque es clara
cosa que de vuestras deudas
tenéis segura la paga
según el grande tesoro
que quiso el cielo que traiga.

SENTIDO 1.º:

En viéndolas satisfechas
lo creeremos, y así trata
pues a pagarnos te obligas
de pagarnos.

VOLUNTAD:

Sí, que nada
dice el proverbio que hace
el que fía si no paga.

AMOR:

Sí hace en llegando la hora
de pagar.

TODOS:

¿Qué más llegada?

TIEMPO:

¿No has de pagar por él?

AMOR:

Sí.

TODOS:

¿Pues qué esperas?

AMOR:

Que aunque haya
de cumplirse la escritura
y aunque para sus instancias
el espíritu está pronto,
la carne es la que desmaya.

SENTIDO 1.º:

Pues nosotros no tenemos
espera; la tierra clama
porque el cuerpo sus sentidos
la vuelva.

VOLUNTAD:

También del alma
para el premio o el castigo
según pérdida o ganancia
el cielo por sus potencias.

TODOS:

(Al TIEMPO.)
Nuestro crédito restaura
y pues te dimos un preso
danos el preso o la paga.

TIEMPO:

Ya ves que el pueblo de tanto
acreedor contra ti clama;
págale pues te obligaste.

AMOR:

En siendo mi hora llegada.

TIEMPO:

Pues en tanto será fuerza
el que yo le satisfaga
pagándoles con un preso
la cantidad a la falta
de otro; y pues el principal
en fe del fiador se salva
fuerza es que pague el fiador
lo que el principal no paga.
Esta es su cadena.

(Pónele la cadena.)
AMOR:

¿Tú,
Tiempo, eres quien me la ata?

TIEMPO:

¿Quién puede dudar del Tiempo
ser continuas las mudanzas?
Tiempo hubo de triunfo, tiempo
de gozo, ¿qué mucho que haya
tiempo también de pasión?
Llega, Amor, para que hagas
número por el Deseo.

AMOR:

Mi fineza no lo extraña
que él no se fuera sin mí
ni yo sin él me quedara.

(Éntranle en la reja.)
TIEMPO:

Entra en esa triste obscura
prisión de la vida humana.

AMOR:

Obedezcamos al Tiempo,
y pues en esta fianza
ves, hombre, lo que me debes
mira cómo me lo pagas.

(Vanse los dos, MERCADER y AMOR.)
TIEMPO:

Ya si un preso os faltó, otro
tenéis con mejoras tantas
cuantas van de un pobre a un rico.

VOLUNTAD:

Aumentemos de sus ansias
el dolor para obligarle
a que abrevie la esperada
hora, que dos veces dijo,
que para pagar le falta.

TIEMPO:

Aflíjanle vuestras voces
que yo moveré las alas
más veloces porque corran
los términos de su instancia.

(Cantan a la puerta de la reja en tono triste y claro.)
MÚSICOS:

En esta obscura cárcel
adonde por fianza
yace el que como propias
ajenas deudas paga,
la desnudez le aflija
y al calor y a la escarcha
pan de dolores coma,
beba del llanto el agua.

MÚSICOS:

A ramales de azotes
se arrimen sus espaldas
y al levantarse sean
cambrones su guirnalda.
Duro madero forme
el lecho en que descansa
y ese con tales clavos
que hieran...

(Dentro MERCADER con voz lastimosa.)
AMOR:

Basta, basta;
que al compás de mis penas
ya en vuestras consonancias
ha llegado la hora
de consumar la paga.

MÚSICOS:

(Con voz más entera sale arrojando la cadena y abriendo la cárcel con manto encarnado.)
Y así deste sepulcro
abriendo yo la estancia
y rompiendo cadenas,
porque mi ser no aguarda
ni que el lazo me quiten
ni que la puerta me abran,
salgo más victorioso
que entré, porque empleada
la costa de la deuda
llegue el fin de la paga.

MÚSICOS:

Tiempo, ve a esa nave; en ella
hallarás cómo cargada
de trigo trae desde lejos
en sus fecundas entrañas
el pan de la vida. Dejo
que en decir pan dije gracia
y que en gracia, nave y pan,
en mil doctas, en mil sacras
frases en sí incluyen dos
misteriosas semejanzas,
y voy a que habiendo hecho
en mí la ejecución, hagas
el pago en él, para cuyo
efecto al padre le encarga
de familias, que él sabrá
darle a sembrador que esparza
su semilla por el mundo
en sus cuatro partes varias;
conque en habiendo pasado
la siembra y salido al alba
a conducir los obreros
que importen a su labranza
podrás pasando su grano
desde la mies a la parva
y de la parva a la troj,
con su precio hecha la paga
del Hombre a los acreedores,
sacarme de la fianza.

TODOS:

Somos contentos con que
en trigo nos satisfagas.

(Salen CULPA, LASCIVIA, MUNDO y DEMONIO.)
CULPA:

Brutos sentidos del cuerpo,
nobles potencias del alma
¿cómo es posible que sea
tan grande vuestra ignorancia
que en trigo os satisfagáis?
¿Puede por mucho que valga
valer infinito precio
por más que la nave traiga?
Pues siendo así que infinita
deuda es la que a Dios agravia
por ser objeto infinito
¿cómo es posible que haya
caudal en una semilla
de infinito valor?

AMOR:

Calla,
no prosigas; cesa, cesa,
monstruo horrible de las aguas,
que fueron tribulaciones
del Hombre y ya son bonanzas.
Calla, digo, que no solo
en ser su cantidad tanta
consiste el valor de aqueste
trigo; que una espiga basta
a tener precio infinito.

LASCIVIA:

Antes que crea tan rara
proposición, ni por todo
el trigo dará mi saña
su corazón.

MUNDO:

Ni la mía
sus memorias olvidadas
de la muerte.

DEMONIO:

Ni yo el juicio
que le perturbó la extraña
cicuta de mi veneno.

AMOR:

¡Hombre...!

(Salen HOMBRE y DESEO.)
HOMBRE:

¿A qué, señor, me llamas?

AMOR:

A que se te restituyan
esas perdidas alhajas
viendo pagadas tus deudas.

TODOS:

Hasta ahora no están pagadas.

CULPA:

¿Dónde el valor infinito
que en tu trigo nos declaras
está?

(Ábrese la nube y vese el AMOR con cáliz y hostia en la mano.)
AMOR:

Eso dirá el Amor,
que una fineza tan rara
obra es suya. En esta tersa,
pura, limpia, nube blanca
de la flor del pan que trajo
en pan de flor soberana
la nave del mercader,
pues perdida la substancia
de pan, aunque de pan tenga
accidentes a ser pasa
substancia de carne y sangre,
con maravilla tan alta
como estar en el pan de hostia
su ser en cuerpo y en alma.

ENTENDIMIENTO:

A tan grande maravilla
ya las potencias pagadas
están; que el Entendimiento
en virtud de esas palabras
cautivo por el oído...

VOLUNTAD:

La Voluntad avasalla.

MEMORIA:

Y la Memoria.

SENTIDO 2º:

Y con él
creyendo fineza tanta
todos los demás sentidos.

AMOR:

Pues ¿qué esperas? Pues ¿qué aguardas
si sentidos y potencias
satisfechos de la paga
están, para darle, Culpa,
por absuelto de tu instancia?

CULPA:

¿Qué he de esperar sino que
a vista de tan extraña
fineza de Amor, las rocas
que sus lóbregas entrañas
abrieron para mi cuna
para mi tumba las abran?

(Vase.)
LASCIVIA:

Yo absorta, su corazón
le restituyo forzada.
Toma, Hombre, que agora tú
eres el que me le arrancas.

(Dale el corazón y vase.)
DEMONIO:

Toma, cóbrate en tu juicio
y cóbreme yo en mi rabia.

(Dale el cintillo y vase.)
MUNDO:

Yo, que el Mundo soy, y no
tengo acción determinada,
buena o mala hasta que el Hombre
o mala o buena la haga,
volviéndole las memorias
de su frágil ser añada
que a tan alto sacramento
rinda el Mundo vida y alma.

(Dale la sortija.)
TODOS:

¿Qué esperamos, cuando todo
el mundo se ve a sus plantas?

TIEMPO:

Esperad, que una pregunta
hacer al Tiempo le falta.
Si el pan que trajo la nave
en aquella hostia se ensalza
y eleva ¿de qué la copa
sirve en que unido descansa?

AMOR:

Eso su segunda parte
presto en no menos sagrada
parábola lo dirá
si a aquesta suples las faltas.

HOMBRE:

Pues en tanto repitamos
todos en sus alabanzas...

TODOS Y MÚSICOS:

La nave del mercader,
que de su trigo cargada
embarcado en puerto de Ostia
en Cáliz se desembarca,
a primero y segundo Adán restaura
en los dos reparando deuda y fianza.