La niña C. D. G.

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La niña C. D. G.
de José Zorrilla
del tomo tercero de las Poesías.


Niña que creces ufana,
Flor temprana,
De la vida en el verjel,
Ostentando primorosa,
Flor pomposa,
Tus mil matices en él;


Ríe y canta mientras dura
La frescura
Y la pompa de tu abril,
Mientras luce claro el día,
¡Vida mía!,
De tu fortuna infantil.


Que de vida y de luz lleno,
Hoy sereno
Brilla espléndido tu sol,
Y con vivo lampo dora
De tu aurora
El purísimo arrebol,


Ríe y canta, que este yerto
Gran desierto
Que llamamos mundo aquí,
Aun guarda blandos olores,
Ricas flores,
Y regalo para ti.


Aun en él para tu infancia
Hay fragancia,
Calma, sombra, fresco y paz,
Sin que viento revoltoso,
Tempestuoso,
Interrumpa tu solaz.


Aun podrás colgar tu cuna
De la luna
Al tranquilo resplandor,
Mientras el aura estremece,
Y te adormece
Con su canto el ruiseñor.


Aun podrás con tu sonrisa,
Blanda brisa
Conjurar para dormir,
Sin que turbe tu contento
Un pensamiento
Del dudoso porvenir.


Aun podrás en deliciosos,
Vaporosos,
Blancos sueños delirar
Sin temer que el desengaño
Vele huraño
A tu lado al despertar.


Que los niños, mientra os dura
La ventura
De la cándida niñez,
Siempre halláis un seno amigo,
Que os da abrigo,
Calma y defensa a la vez.


Ramas de amorosa hiedra
Que a la piedra
Que os ampara os acogéis,
Pagándola en fortaleza
Y en belleza
El favor que la debéis.


¡Ah! Y podéis tornar los ojos,
Sin enojos
Ni zozobra criminal,
A buscar un tierno abrazo
En el regazo
Que os sustenta maternal.


Que sois ángeles los niños,
Como armiños
En pureza y en candor;
Dulces prendas de consuelo
Que en su duelo
Da a los hombres el Criador.


Ríe y canta, niña hermosa,
Flor pomposa
De la vida en el verjel;
Ríe y canta mientras dura
La ventura
Y la paz que hallas en él.


Ríe y canta tú, alegre primavera,
Mariposa de cándido color,
Que te meces inquieta y pasajera
De árbol en árbol, y de flor en flor.


Mientras puedes gozar, goza y delira;
Mientras en este yermo baladí
La ráfaga que abrasa al que la aspira,
Brisa te da consoladora a ti.


Goza, niña, tranquila y descuidada
Las dulces horas que de amor te dan,
Sin acordarte de la edad pasada,
Ni del dudoso venidero afán.


Goza, niña, en tan mágico embeleso
El puro halago del materno amor,
El labio atento al regalado beso,
La frente tinta de infantil rubor.


Esa es tu dicha, tu placer, tu vida,
Vivir amando, y para ti no hay más,
En el regazo maternal dormida,
Sin ver delante, y sin mirar atrás.


¡Oh! Ven, hermosa, a mis cansados brazos,
Yo quiero amarte y delirar también;
Quiero gozar tus débiles abrazos,
Besar tus labios y tu blanca sien.


¡Si tú alcanzaras a saber de un niño
Los mimos inocentes lo que son,
Y cuánto calma un infantil cariño
La amargura y pesar del corazón!.....


Ven: sentada en mis rodillas,
Tus mejillas
Amoroso besaré,
Beberé en tus ojos bellos
Cuanta vida encuentre en ellos,
Y en su luz me miraré.


Si en mis brazos arrullada,
Fatigada,
Te plugiera dormitar,
Porque duermas muellemente
Alzaré confusamente
Algún lánguido cantar.


Y si alegre, entretenida
Estás, ¡mi vida!,
Escuchándome decir,
Te contaré lindos cuentos
De fadas y encantamientos
Que te halaguen al dormir.


Te diré historias tan bellas,
Que con ellas
Sueños, niña, sin cesar;
Te diré cosas tan suaves
Como el canto de las aves,
Y del aura el susurrar.


Ríe, niña, y canta ufana,
Flor temprana
De la vida en el verjel;
Ríe y canta mientras dura
El regalo y la ventura
Y la paz que hallas en él.


Antes que tu edad contenta
La tormenta
Desgarre de una pasión,
Ríe y canta mientra inerme
En la paz del tiempo duerme
Encerrado el aquilón.


Mientras lejos de ti braman,
Y esparraman
Las venturas del vivir
Los mundanos vendavales,
Tú las dichas terrenales
Apresúrate a reír.


Ríe y canta, niña hermosa,
Flor pomposa
De la vida en el verjel;
Ríe y canta mientras dura
El regalo y la ventura
Y la paz que hallas en él.