La niña y su madre
Apariencia
En maceta de frágil porcelana
plantó un piñón Adela,
fértil semilla de gigante pino
que descolló en la sierra.
La planta germinó. Después el árbol
brotaba con tal fuerza,
que, estrechas en su cárcel, las raíces
quebraban la maceta.
La misma Adela, niña todavía,
abrigo dio inexperta
a un desdichado amor, que en fieros celos
rompía su alma tierna.
Su madre al consolarla la decía:
-«Mis dulces advertencias
»desdeñaste ¡infeliz! y observas tarde
»cuánto anduviste ciega.
»No siembres en sutil tiesto de flores
»plantas tan gigantescas;
»ni en bellos corazones, como el tuyo,
»pasiones tan funestas.
»El alma candorosa y guardadora
»de su prístina esencia
»es, hija mía, en los combates rudos,
»el vaso que se quiebra.»-