La odalisca
Apariencia
¿De qué sirve a mi belleza La riqueza Pompa, honor y majestad Si en poder de adusto moro Gimo y lloro Por la dulce libertad? Luenga barba y torvo ceño Tiene el dueño Que con oro me compró Y al ver la fatal gumía Que ceñía De sus besos temblé yo. ¡Oh, bien hayan los cristianos, Más humanos, Que veneran una cruz Y dan a sus nazarenas Por cadenas Auras libres, clara luz! Ellas al festín de amores Llevan flores, Sin velo se dejan ver Y en cálices cristalinos Beben vinos Que aconsejan el placer. Tienen zambras con orquestas Y a sus fiestas Ricas en adornos van Con el seno delicado Mal guardado De los ojos del galán. Más valiera ser cristiana Que sultana Con pena en el corazón, Con un eunuco atezado Siempre al lado, Como negra maldición, Dime, mar, que me aseguras Brisas puras, Perlas y coral también Si hay linfa en tu extensión larga Más amarga Que mi lloro en el harén. Dime, selva, si una esposa Cariñosa Tiene el dulce ruiseñor ¿Por qué para sus placeres Cien mujeres Tiene y guarda mi señor? Decid, libres mariposas, Que entre rosas Vagáis al amanecer ¿Por qué bajo llave dura Sin ventura Gime esclava la mujer? Dime, flor, siempre besada Y halagada Del céfiro encantador ¿Por qué he de pasar un día De agonía Sin un beso del amor? Yo era niña y a mis solas En las olas Mis delicias encontré; De la espuma que avanzaba Retiraba Con temor nevado pie. Del mar el sordo murmullo Fue mi arrullo Y el aura me adormeció: ¡Triste la que duerme y sueña Sobre peña Que la espuma salpicó! De la playa que cercaron Me robaron Los piratas de la mar: ¡Ay de la que en dura peña Duerme y sueña Si es cautiva al despertar! Crudos son con las mujeres Esos seres Que adoran el interés Y tendidos sobre un leño, Toman sueño Con abismos a sus pies. Conducida en su galera, Prisionera Fui cruzando el mar azul; Mucho lloré, sordos fueron, Me vendieron Al sultán en Estambúl. Él me llamó hurí de aroma Que Mahoma Destinaba a su vergel; De Alá gloria y alegría, Luz del día, Paloma constante y fiel. Vi en un murallado suelo Como un cielo De hermosuras de jazmín Cubiertas de ricas sedas; Auras ledas Disfrutaban del jardín. Unas padecían celos Y desvelos, Lograban otras favor; Quien por un desdén gemía, Quien vivía Sin un goce del amor. Mil esclavas me sirvieron Y pusieron Rico alfareme en mi sien; Pero yo siempre lloraba Y exclamaba Con voz triste en el harén: ¿De qué sirve a mi belleza La riqueza, Pompa, honor y majestad Si en poder de adusto moro Gimo y lloro Mi perdida libertad?