La perdiz
Apariencia
LA PERDIZ.
Cesa un instante siquiera,
Cesa, avecilla, en el cauto,
Y no atraigas á los tuyos
Con tu pérfido reclamo:
El mismo dueño á quien sirves,
Te arrancó del nido amado,
Te robó la libertad,
Te desterró de los campos;
Y por complacerle ahora,
De tauta crueldad en pago,
A tu esposa y á tus hijos
Tú misma tiendes el lazo.
La voz del amor empleas,
Brindas con dulces halagos,
Cuando la tierra y el cielo
A amar están convidando;
Pero entre tanto escondida
La muerte acecha á tu lado,
Pronta á salpicar con sangre
Las bellas flores del prado...
¡Ay! deja al hombre cruel
Valerse de esos engaños;
Llamar con voz alevosa
Y vender á sus hermanos.