La perfecta casada: Capitulo 13
Señalado en las puertas su marido, cuando se asentare con los gobernadores del pueblo.
En las puertas de la ciudad eran antiguamente las plazas, y en las plazas estaban los tribunales y asientos de los jueces, y de los que se juntaban para consultar sobre el buen gobierno y regimiento del pueblo. Pues dicen que en las plazas y lugares públicos, y adonde quiera que se hiciere junta de hombres principales, el hombre cuya mujer fuere cual es la que aquí se dice, será por ella conocido y señalado, y preciado entre todos. Y dice esto Salomón o en Salomón el Spíritu Sancto, no sólo para mostrar cuánto vale la virtud de la buena, pues a sí da honra y a su marido nobleza, sino para enseñarle en esta virtud de la perfecta casada, de que vamos hablando, qué es lo sumo della, y la raya hasta donde ha de llegar, que es el ser corona y luz, y bendición y alteza, de su marido; pues es así que todos conocen y acatan y reverencian, y tienen por dichoso y bienaventurado al que le ha cabido esta buena suerte; lo uno, por haberle cabido, porque no hay joya ni posesión tan preciada ni envidiada como la buena mujer; y otro, por haber merecido que le cupiese; porque, así como este bien es precioso y raro, y don propiamente dado de Dios, así no le alcanzan de Dios sino los que, temiéndole y sirviéndole, se lo merecen con señalada virtud.
Así lo testifica el mismo Dios en el Eclesiástico: «Suerte buena es la mujer buena, y es parte de buen premio de los que sirven a Dios, y será dada al hombre por sus buenas obras». De arte que, el que tiene buena mujer, es estimado por dichoso en tenerla, y por virtuoso en haberla merecido tener. De donde se entiende que el carecer deste bien, en muchos es por su culpa dellos. Porque a la verdad, el hombre vicioso y distraído, y de aviesa y revesada condición, que juega su hacienda, y es un león en su casa, y sigue a rienda suelta la deshonestidad, no espere ni siquiera tener buena mujer, porque ni la merece, ni Dios la quiere a ella tan mal que la quiera juntar a compañía tan mala y porque él mismo, con su mal ejemplo y vida desvariada, la estraga y corrompe.
Pero torna Salomón a lo casero de la mujer, y dice: