La pobre gente: 19
ESCENA IV
[editar]- MÓNICA, ISIDORA, ZULMA, luego RAÚL
ZULMA. -(Regocijada.) ¡Vean!... Vean... Vean si tengo buena suerte... ¿A que no adivina, mamá, lo que traigo?
MÓNICA. -¿Qué?
ZULMA. -Adivine, pues...
MÓNICA. -No caigo...
ZULMA. -¿Se da por vencida?... La plata del lavado... Vean...
ISIDORA. -(Riendo.) Ja, ja... ¡Qué bueno!...
MÓNICA. -¿Y cómo conseguiste?
ZULMA. -¿Se convence de que más vale maña que fuerza?... Pues, muy sencillamente... Al principio me quería gritar, pero yo con mis buenos modos, le doré la píldora, hablándole de la hija que era muy mona y que tal y que cual... y acabé por prometerle que le arreglaría el sombrero a la muchacha... Y la gringa, claro está, formó con la moneda...
ISIDORA. -¡Bravo!... ¡Bravo!.. Te has portado...
ZULMA. -Y salvamos la petiza porque, hijita, hijita, yo no quería confesarte que no teníamos yerba... así es que ahora habrá mate... (Llamando desde la puerta) ¡Tita! ¡Tita!... Vení pronto... ¡Prontito!... (Volviéndose.) ¿Qué me dicen ahora?... Usted mamita, que hasta había empezado a retarme. (Cambiando de tono.) Ni me diga nunca esas cosas... Si supiera el daño que me causan...
MÓNICA. -¿Pero cuáles, muchacha?...
ZULMA. -Eso de que hago la señorita y no trabajo para ustedes (Aparece Raúl, en la puerta del foro, sin atreverse a entrar, con tristeza.)
MÓNICA. -¡Pobre hija mía!... Habrá sido sin intención... ni lo haré más...
ZULMA. -Bueno, bueno. Pasó todo... Un beso... y a mano... Pero esa chica que no viene... (Al volverse para llamar, ve a Raúl y se inmuta.) Raúl... ¿Tú acá?... ¿A estas horas?...
MÓNICA. -(Igualmente sorprendida.) Muchacho, ¿qué te ha pasado?...
ZULMA. -Entrá pues...
RAÚL. -¿No está el viejo?
ZULMA. -(Tomándolo de un brazo con violencia.) Entre, pues, amigo... ¿Qué te sucede?... ¡Pronto!... ¡Pronto!...
RAÚL. -(Con dificultad.) Me echaron del trabajo...
MÓNICA. -¡Maldito seas!...
ZULMA. -(Aparte.) Otra desgracia. ¡Dios Santo! (A Raúl) Pero, ¿por qué?... ¿Qué has hecho?... Hablá... y cuidadito con mentir, ¿eh?
RAÚL. -Yo no hice nada... Había una güelga, ¿sabés?... de todos los mensajeros y entonces unos muchachos más grandes me dijeron que si no los acompañaba, me la iban a dar de fulján!...
MÓNÍCA. -¿Y vos?...
RAÚL. -Yo les dije que sí...
MÓNICA. -¡Sin vergüenza?
ZULMA. -Déjelo que hable...
RAÚL. -Pero después le conté la cosa al capataz, pa que supiera que nada tenía que ver con la güelga y ahí no más empezó el capataz a retarme y a decirme que éramos una punta de flojos y de cobardes, que todos estábamos metidos y le íbamos con el cuento y que sé yo... y que me echaba a la calle...
MÓNICA. -¡Qué pícaros!....¿Pero te habrán pagado al menos?...
RAÚL. -Ni fósforos... Después fuimos todos los muchachos a cobrar, una patota bárbara, pero nos echaron, diciendo, que una punta de patadas nos iban a pagar... Entonces...
MÓNICA. -¿Entonces qué?...
RAÚL. -Le armamos ahí nomás un fideo, que no quedó vidrio sano...
ZULMA. -Muy bien, muy bien hecho.
MÓNICA. -¡Muchacha!... ¡Bonito ejemplo le estás dando a la criatura!... ¡Qué barbaridad!... Qué va a ser de nosotros... Dios mío... ¡Se nos amontonan todas, todas las desdichas!... Y ahora qué le damos al encargado, que mañana nos tirarán los trastos a la calle y no tenemos dónde ir... (Llora.)
ZULMA. -No se aflija. De peores hemos salvado... ¡Vaya, cálmese!...
MÓNICA. -(Exasperada, manoteando a Raúl.) ¡Y todo por culpa tuya, mocoso!... Por culpa tuya...
ZULMA. -(Apartando a Raúl.) ¡Qué ha de tener la culpa! Pobre criatura... Parece mentira... Siempre lo mismo... Idéntica música... Antes fui yo... ahora vos, pobrecito...(Lo besa.) Váyase a jugar, adonde quiera y no tenga miedo... nadie le va a hacer nada... camine... (Vase Raúl.)
MÓNICA. -Veo que de un tiempo a esta parte, estás tornando la vida con demasiada calma... ¿Qué bicho te ha picado?
ZULMA. -Ninguno, mamá... Es que me voy convenciendo de ciertas cosas, que antes no me entraban por nada en la cabeza...
MÓNICA. -Lo que es ahora, te convencerás de otras peores... Ya verás cómo, cuando andemos rodando por las calles, se te van a bajar un poco los moños...
ZULMA. -¿Volvemos, mamá?.... ¿No me había jurado hace un momento no tocar este asunto?...
MÓNICA. -No tengo la culpa si vos empezás a buscar camorra...
ZULMA. -¿Has visto, Isidora, lo que te decía?... ¿Tengo o no tengo razón?... (Isidora hace un gesto de asentimiento compasivo.)
MÓNICA. -¿En qué tiene razón? Vamos a ver... ¿En qué?...
ISIDORA. -Son pavadas nuestras... ¿No se enoja si le digo la verdad?
MÓNICA. -Decí no más...
ISIDORA. -Me contaba Zulma que usted con las desgracias que le han pasado, está agarrando un genio terrible... Usted que era tan pacífica...
MÓNICA. -Ya lo ves, hija... ¿Por nada?... Por sonceras echa mal genio uno... Se nos viene la casa abajo, y encima, nos llueven todas las calamidades habidas y por haber y he de quedarme tan fresca... así como ella... Mirá, Zulma, cuando tengas un marido como el mío, una cría como la mía, y la miseria los esté mordiendo, podrás hablar de genio... Por ahora, hijita, lo mejor que podés hacer es callarte y tomar ejemplo...
ZULMA. -No crea... Estoy aprendiendo...
MÓNICA. -Mirá, ahí viene Felipe... verás cómo se pone al saber el asunto de Raúl...
ISIDORA. -Ustedes me disculparán, pero yo me voy. Les he hecho todo un visitón, Adiós, señora...
MÓNICA. -¡Adiós, hija! No te ofrezco de nuevo esta casa, porque quién sabe dónde iremos a dar...
ISIDORA. -Adiós, Zulma... (Alejándose con ella.) Y ten juicio, cuidadito con lo que hagas...