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La primera epístola

De Wikisource, la biblioteca libre.
La primera epístola (2007)
de Mihai Eminescu


Cuando con cejas cansadas por la noche apago la vela,

Solo el reloj recorre el largo camino del tiempo,

Porque si abres las cortinas en la habitación

La luna repliega sobre todo su voluptuosa llama,

Ella saca de la noche del recuerdo una eternidad

De dolores, que sentimos como si solo fueran sueños.


Luna, tú, maestra del mar, transcurres sobre el firmamento,

Y dando vida a los pensamientos, oscureces los sufrimientos;

Miles de desiertos se encienden bajo tu luz virginal,

¡Y cuantos bosques esconden brillo de manantial !

¡ Sobre cuantos miles de olas se extiende tu reino,

Cuando flotas sobre la soledad movediza de los mares !

¡ Cuantos países florecientes, que palacios y fortalezas,

Traspasadas por tu encanto, te muestras a ti misma !

Y en cuantas casas has entrado suavemente por las ventanas,

¡ Cuantas frentes pensadoras observas tú pensadora !

Ves a un rey que llena el globo con planes por un siglo entero,

Mientras un pobre se preocupa por el día de mañana...

Aunque el destino caprichoso les designó distintos lugares,

Igualmente obedecen al genio de la muerte y a tu rayo;

Sus vidas están gobernadas por las mismas pasiones,

¡ Sean débiles o fuertes, sean genios o necios !


Uno busca en el espejo arreglar su precioso pelo,

Otro busca en el mundo y en los tiempos la verdad,

Desde las páginas amarillas recoge miles de trozos,

Sus nombres cambiantes apunta en el catecismo,

Mientras otro reparte el mundo desde su tienda,

Calculando cuanto oro traen las negras naves.

Y ahí el viejo maestro, con su capa rota,

En un cálculo interminable añade y analiza,

Temblando abrocha su bata vieja,

Enjuto así como es, pequeño y encorvado,

El universo infinito está en la punta de su dedo,

Porque bajo su frente se enlazan el futuro y el pasado,

La noche profunda de la eternidad en sus líneas la resuelva,

Como Atlas antiguamente sustentaba el mundo en sus hombros,

Así él soporta el mundo y la eternidad en un número.


Mientras que la luna brilla sobre el polvo de los libros,

En un instante su pensamiento lo lleva milenios atrás,

Al principio, cuando no existía ser, ni no-ser,

Cuando todo era falta de vida y de voluntad,

Cuando no se escondía nada, aunque todo estaba escondido...

Cuando lleno de sí mismo descansaba el misterio.

¿ Fue precipicio ? ¿ Barranca ? ¿ Fue un ancho océano ?

No fue mundo inteligible ni mundo para entender,

Porque era un oscuro como un mar sin algún rayo,

No fue visto ni existía algún ojo para ver.

La sombra de lo increado todavía se extendía,

¡ Y serena en si misma reinaba la paz eterna !

Pero de repente se mueve un punto... El primero y el solo. Mira

Como hace del Caos madre y a sí mismo Padre...

Ese punto de movimiento, mas débil que una burbuja,

Es el rey incontestable del mundo infinito...

Desde entonces la niebla eterna se deshace en franjas,

Desde entonces son la Luna, y el Sol, y las tormentas...

Desde entonces, hasta ahora, colonias de mundos perdidos

Vienen desde valles grises sobre caminos desconocidos

Y en enjambres luminosos brotan del infinito,

Son atraídas en la vida por un anhelo ilimitado,

Y en este mundo grande, nosotros, niños de un mundo pequeño,

Construimos sobre la tierra multitud de hormigueros;

Microscópicos pueblos, reyes, soldados y eruditos

Nos sucedemos en generaciones y nos creemos maravillosos,

Moscas de un día en un mundo calculable,

En ese espacio sin fin nos movemos olvidando

Que nuestro mundo entero es un momento en suspensión,

Que adelante y atrás solo existe oscuridad.

Como el polvo que juega bajo el dominio de un rayo,

Miles de hilos violetas que cesan cuando él se apaga,

Así, en la noche profunda de la eternidad,

Todavía tenemos el momento, todavía tenemos la luz...

Cuando se apaga, todo vuelve, sombras en la oscuridad,

Porque es sueño del no-ser el universo quimérico...


En el presente el pensador no cesa de pensar,

Y en un instante su pensamiento lo lleva milenios después,

El Sol, que hoy es soberbio, lo contempla triste y rojo,

Cerrándose como una herida entre nubes oscurecidas,

Los planetas se hielan y se lanzan en el espacio rebeldes,

Escapados de los frenos de la luz y del Sol;

Y el retablo del mundo en la profundidad se oscurece,

Las estrellas caen como hojas en otoño,

El tiempo muerto estira su cuerpo y vuelve a ser eternidad,

Porque ya nada pasa en el desierto infinito,

Y en la noche del no-ser todo cae, todo es silenciado,

Porque serena en sí misma reempieza la paz eterna...

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Empezando con el más bajo estamento social,

Y subiendo la escalera hasta el trono imperial,

Del enigma de su vida están todos preocupados,

No podemos darnos cuenta quien es más desgraciado...

El uno es en todo, como la una es en todas,

Encima de los demás se levanta el que puede,

Mientras otros quedan en la sombra con sus almas piadosas,

Desapercibidos mueren en silencio como espuma inobservable,

¿ Qué le importa al destino ciego que quieren ellos, que es lo que piensan ?

Él pasa sobre las vidas como el viento sobre las olas.


Lo podrían felicitar los escritores, podría ser reconocido por todo el mundo...

¿ Que ganaría realmente de todo esto el viejo maestro ?

"Ha ganado su inmortalidad"... Es cierto que su vida entera

Se enlaza con una idea, como la hiedra y un árbol.

"Después de mi muerte - dice a sí mismo - llevarán mi nombre

Los siglos de boca en boca y así en adelante

Para siempre, en todas partes, en el rincón de algún cerebro,

Encontrarán abrigo, con mi nombre, mis escritos !"

¡ Oh, pobre ! ¿ te acuerdas tú cuantas cosas oíste,

Qué pudiste ver, lo que tú mismo hablaste ?

Demasiado poco. Por aquí, por allá, una franja de imagen,

La sombra de un pensamiento, o un trozo de papel;

¿ Y cuando tú no conoces de memoria tu propia vida,

Tratarán otros de entender como fue ?

A lo mejor un pedante con sus ojos verdes, dentro de un siglo,

Entre libros polvorientos asentándose como polvo,

El aticismo de tu estilo lo pondrá en una balanza,

Se quitará el polvo levantado en sus gafas,

Y te resumirá en dos líneas, al cabo de una lista,

En una nota improvisada al pie de una página mediocre.


Puedes construir un mundo entero, puedes destruirlo...

Puedes decir cualquier cosa, sobre todo se pone una pala de tierra.

La mano que quiso el cetro del universo y pensamientos

Que llegaron a la esencia del universo caben bien en cuatro tablas.

Caminarán detrás de tu tumba, en un cortejo fúnebre,

Espléndido como una ironía, con miradas que nada sienten...

Y encima de la muchedumbre hablará un personajillo,

No glorificándote a ti, sino dando lustre a sí mismo

Bajo la sombra de tu nombre. Esto es lo que te espera.

Ah, pero también... La posteridad es todavía más justa.

No pudiendo igualarte, ¿ piensas que querrán admirarte ?

Aplaudirán por supuesto tu biografía corta

Que demostrará que no fuiste algo grande, fuiste hombre, igual que ellos...

Encantado está cualquiera que no fuiste más grande que él. Y las narices

Se levantan en reuniones eruditas cuando se habla de ti.

Convinieron en adelante alabarte con palabras.

Así, cabiendo en las manos de cualquiera, distorsionarán tus escritos,

Mala llamando cualquier cosa que no podrán entender.

Pero aparte de eso, buscarán en tu vida

Muchas manchas, maldades, pequeños escándalos,

Todo esto te acerca a ellos mismos... No la luz

Que trajiste al mundo, sino los pecados y la culpa,

La fatiga y la debilidad, todos los males

Que son fatalmente ligados a un trozo de tierra;

Todas las pequeñas miserias de un alma atormentada

Mucho más atraerán que todo lo que has pensado.

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Entre muros, entre árboles que sacuden sus flores,

¡ Cómo difunde la luna su esplendor callado !

Y en la noche del recuerdo ella encuentra miles de anhelos,

Mitigado es su dolor, los percibimos como en sueños,

Porque ella abre la puerta de nuestro propio mundo,

Y levanta miles de sombras después de apagar las velas...

Miles de desiertos brillan bajo tu luz virginal,

¡ Y cuantos bosques esconden en la sombra brillo de manantial !

Cuantas miles de olas tu reino atraviesa,

Cuando flotas sobre la soledad movediza de los mares,

Y todos que en este mundo deben obedecer al destino,

¡ Están igualmente bajo el dominio de la muerte y de tu rayo !