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La semana

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La semana
de Félix María Samaniego


     El lunes me encontré a Juana
 y por ventura, aquel día
 para estar una semana
 se fue a casa de su tía.
 Díjele: - Salada mía, 5
 yo de irte a ver tengo gana.
 - ¡Ay, señor!, ¿qué se diría?
 Pero... venga usted mañana.
 

     Martes al amanecer
 voy donde amor me convida, 10
 píntola mi padecer,
 dígola: - ¡Mi bien, mi vida,
 yo te adoro, yo estoy loco!
 ¿No me respondes, tirana?
 - Caballero poco a poco, 15
 eso se verá mañana.
 

     Miércoles fue para mí
 el más venturoso día,
 Juana con un tierno sí
 confesó que me quería: 20
 - Dame esa guirnalda en prenda,
 que tu fe no será vana.
 - No señor, mas no se ofenda
 yo se la daré mañana.
 

     El jueves de mirto y rosa 25
 el nuevo ramo prepara
 y aún permitió cariñosa
 que en su pelo reposara.
 - ¡Ay, Dios!, sufre que tu mano
 temple el ardor que me afana. 30
 - Para mano aún es temprano,
 ya se la daré mañana.
 

     El viernes su mano bella
 entre las mías estrecho;
 mas como amor atropella, 35
 aún no quedo satisfecho.
 - Juana, la dije, yo muero
 si un beso mi mal no sana.
 - ¿Un beso?, tanto no quiero,
 quédese para mañana. 40
 

     El sábado amor me guía
 a la dicha que me toca,
 lo que prometido había
 a mi apetito provoca.
 Del labio al seno de nieve 45
 amor la senda me allana,
 cuando... ¡hola!, ¿cómo se atreve?
 Eso se verá mañana.
 

     El domingo, enardecido,
 iba yo Dios sabe dónde, 50
 esto y aquello le pido,
 mas la pícara responde:
 - Que durante la semana
 se trabaje es linda cosa;
 pero en la Iglesia romana, 55
 el domingo se reposa.