La senda sideral

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​La senda sideral​ de Antonio Domínguez Hidalgo


OBRA POEMÁTICA COMPLETA
Tomo 4
 



OBERTURA
PRESTADA


Mayo…



…irreverente mayo…



1968


 
Mayo 2


I

Perdida en vacuidades locas...
–corto circuito largo–
besar gusanos,
amar serpientes,
pasear las hienas,
atarse a buitres,
mi astronave con sus vértigos de liberada
–veloz envanecida de sus vuelos–
superando elipses,
trascendiendo hipérbolas,
afrentando escapes
y parábolas lombrices
se extravió por los espacios estelares,
lejos del sol...
y desbocada
–Pegaso no identificado–
los gases y los ácidos quemaron agoreros
su estructura cibernética.

Desprovista de ojivas
y de antenas directrices,
vuelto chatarra mi robot alado,
sin botón equilibrista de órbitas
ni zumbidos marcadores de los ápsides,
confundida en las frecuencias de su espectro
–laberinto de tornillos íntimos–
se desalaba mi astronave mente
en su aventura hetaira
de soledad a flote
sobre las distancias truncas de sus agonías
satelizadas en bacterias infrarrojas...
–cosmogénesis caóticas de tuerqueríos mecánicos–
E inconsciente de su ausencia errátil
–adormecido el pulso de su afán volante–
vuelta vacíos de inanidades combas,
distante el pedestal inútil de su base plástica
–imitación del hierro–
ante el estruendo de los decibeles
–explosión sin pirotecnias–
desintegrada
se dispersó por las esferas trémulas
de su universo plúvico
y prorrumpió en angustia los hallazgos
casquivanos
de su señal cuadrada.

Inundada de crisálidas fugaces,
abatida por meteoros recelosos,
agrietada en su orgulloso fierro de soledad blindada
quedó perdida en tanta ruta de arcas
sin propulsores
que intemporales sombras
la arrastraron a la inercia cúbica
–púbica polarizada–
viajando fantasmal por los espacios
en ronda pajarera de astronauta zozobrado.

Pero de pronto…

en un de pronto de altitud florida
–constelación de esfuerzos–
se le filtró la Vía Láctea
–impacto térmico–
y se colmó de luz...
caída...
cayendo...
para entender de nuevo el vuelo...


viajero...



el vuelo nuevo...



viajante...



–Oriones en ascenso–
 
II

Pléyades de estrellas laceradas
por milenios de ignominias
y de afrentas,
despojadas de la cósmicas sendas
de las hadas parturientas
de la fuerza
taladraron mis cabinas aturdidas de vacío
en pos de cierzo
y rasgaron la silueta de soberbia,
harta de silencios,
que me navegaba.

Sus acústicas en ayes de valles profanados
por el trueno
altivaron con hambres sus gritos enlavados
y sus cuerpos tornados fusibles de la brecha
abandonada,
derretidas las cadenas de oro,
derruyeron las sierpes egoístas
que me calcinaban.

Sus manos engarradas de láser
en temblores harapientos
me tatuaron sus oprobios descastados
y como un descubrimiento no previsto,
imprevista aparición de los infiernos,
olvidando plusvalías de amores,
paraíso usufructuado,
agrietaron sus llagas en mi carne
a pesar de la escafandra hipócrita,
como espinas sin coronas luminarias tras la venta,
como clavos sin maderos cruces para poses,
como lanzas sin longinos ciegos de sus luces...
y en preludios de rabias que despiertan
–motores cosmonautas de saetas–
extinguieron estulticias de mi mundo
desgranado en abandonos torpes,
simple nostalgia celeste de las camas.

Sus clamores cuadrafónicos tiraron bofetadas
que estrellaron hipnotismos a mis ojos apresados
en los llantos por nada...
–afectiva ficción de falo satisfecho–
–compraventa rococó de los amores vaginales–
y troncaron las efigies cursis del recuerdo
en presencias empuñadas
para encender la marcha...

Y externando vanidades en derrota
–idiota conyugal de la impotencia–
despojando egolatrías de máquina
–tan mías–
arrastrando tacitumbres de mecanos
–tan nuestras–
innovando arquitecturas galaxiales
–olvidado de microbios copuleros–
reviví mis combustibles muertos
en volcadas rebeldías armadas
y sobre mis tanques secos
se incendiaron los insólitos furores
–oleoductos–
que me revuelan...
                               ave...
nave...
astronave nueva...
más allá de los burdeles selenitas
de antiguallas agiotistas
derrumbadas piedras individualistas
sin más pistas
que sus ismos
y sus sismos istas...
 
 
III

Yo, caballero espacial,
–mi yo tan hondo–
al volátil sublimante de los ejes egoístas,
el nacido del amor enamorado,
el viviente para amar amante
–nunca amado–
velo mis armas,
–fósforo al mando–
armaduras duras contra los hechizos
del encanto blando...
y declaro tan en mí como el mí mismo
que sostiene mis vigilias,
distante de posturas cómodas,
sin esperas de erigirme monumento,
libre de incienso:
amo y amaré por siempre
la senda sideral de la simiente sana.

No la ahogada en podredumbre de dineros
ni en placeres de poder acorralado;
no la inerme paralítica de envidias
ni la insulsa moral del excremento,
sino aquella del que sabe ser
sobre el tener a cuestas;
–desrejando albedríos–
la del que busca saber
tras la mentira maga;
–antídoto del miedo–
la del que sueña en volar
sin importar las anclas
y lucha desde la oscurera noche
–acción erecta–
hasta alcanzar la luz de la auroras rojas...
Yo, caballero espacial,
declaro y digo
bajo protesta de mi silencio sobre los hechos:
amo al fuego que se labra en flor de estrellas,
amo al viento que se aroma en busca de alas,
amo al agua que se escapa en altos cielos
y a la tierra...
la tierra que nos alza multitudes de espigares
y verdores
cuando apresa nuestros cuerpos engreídos
en la loca vanidad de su esquema fugitivo
y a cada olvido
nos enyedra la memoria colectiva
delirando por mañanas prometidas
en la creída eternidad del sufrimiento
vuelta arcilla envuelta,
regresando a lo que era.
Yo, caballero espacial,
declaro y digo,
más allá de las risas esqueletos que me burlen,
más allá de la domésticas harpías que me envenenen
más allá de las sirenas discursientas que me enreden,
más allá de la confábula tramada entre la muerte
que sólo es un momento de la vida:
lucharé con los que buscan armonías
para darles a sus ojos los confines
de planetas comunales,
–a pesar de los que nada sueñan–
donde entiendan su labor cometa
constructura de caminos galaxiales.

Yo, caballero espacial,
en pie reinsisto,
no obstante los molinos arrumbados en gigantes
que no existen;
no obstante los peñascos aerolitos que me impacten
la volanza;
no obstante las malévolas Urgandas
y las ogreras carcajadas,
sobre de ellos,
destellos de mis armas lasseradas;
allí donde se impidan trayectorias,
allí donde al esfuerzo lo enceguezcan;
allí donde encadenen equidades,
allí donde tuerzan la bondad entre calumnias
esquirolas,
lucharé con los que aspiran solidarios
a forjar planetarios de justicia
y en mi lid callada
–Amadís heroico de mi espacio–
astronauta barcarola,
sobre mi rocín bucéfalo,
cabalgadura de vuelos náuticos
–cosmonauta forastero–
indestructible al gusanal de los morales inmorales,
rastreros lamepiedras de ciegos caballeros
–cubículos del odio y la carroña–
formaré los nuevos soles.

Yo, caballero de luz siluetizado,
hidalgo de rango proletario,
síntesis del águila y del tigre,
sin tristes figuras de esqueletos desahuciados
sino zompantlis florecidos de recuerdos,
me incendio y salgo;
flechador cabalgo...

 
IV

Otra vez están conmigo –volante al mando–
mis soledades antiguas –alas de estío–
opalescentes en oros –planeador de vientos–
diafanizantes de espigas –repetido encuentro–

Otra vez están conmigo –distante visión terrícola–
mis soledades de mares –copiloto hidráulico–
mis soledades de ríos –corriente electromagnética–
de arroyos y manantiales –resistencia interna–

Otra vez me vivifican –rotación de discos espirales–
mis soledades de risas –facsímil de nuevos sueños–
mis soledades de cantos –altavoz de ultrasonidos–
de músicas y sinfonías –bafles sin ecos.

Otra vez me van labrando –osciladora energía–
mis soledades de bosques –micrófonos transitorios–
mis soledades de flores –modulación de impulsos–
de capullos y raíces –frecuencia amplificada–

Mis soledades palomas –enlace a corta distancia–
mis soledades gaviotas –haz de electrones–
mis soledades cenzontles –microsurcos cuatrocientos–
y ruiseñores... -tensión de los decibeles.
Otra vez aquí conmigo –ondiolina de lo eterno–
mis soledades crepusculares –fluorescencias excitadas-
mis soledades del alba –irradiaciones despiertas–
obreras madrugadoras –constante de tiempo próximo–
que limpian mis ansiedades –magnetófono constante–
y las bañan de mañanas –magnetoscopio inmediato–
fructificando dolientes –circuitos de sintonía–
en mis huertos consumidos –condensador de cristales-
su renacer de esperanzas –combinación tricolora–
su germinar de caminos –claridad en las pantallas–
y su pulsar de cantatas –mosaico fosforescente–

Otra vez están conmigo –secuencia con memoria–
Mis soledades de luz y nácar –claridad trifásica–
¡Mis soledades! ¡Mis soledades! –transmisiones libres.
Mis soledades que fraguan –corrientes portadoras–
la nueva vida… –triunfo electrónico–
la vida nueva... –astronáutica potencia...–
 
 
V

No serás el que aúlla su victoria
entre poses de clarines desbocados
ni serás el que publique entre mentiras
su vanidad soberbia...

No serás electricista de escenarios
construidos a propósito de elogios
ni serás el artificio hecho figura
de los déspotas que yerguen sus conflictos
sobre el hombre vuelto máquina
de tanto caminar opreso
y construyen su universo diminuto
en las horas fugaces
de su poderíos inútiles.

Serás el de la lid silente
que avance sin escándalo de pasos publicistas
y entre afanes solidarios de lo justo
–elocuencias mudas de los hechos–
trascienda las atmósferas secretas
de planetas no mirados aún por telescopios.

Serás quien insonoro de pregones
–sin ágoras paternaleras–
navegue con sus alas y sus brazos
–ángel ateo–
–violento arcángel–
para amar al que sea amor
–solidaria rotación de las entregas–
y erigir sobre logros inconclusos
la algarabía de los siglos
que vendrán...
 
VI

Nacimos de galaxias que se expanden
sobre bichos eliteros
y brotamos como el agua modelada
en transparencias del deshielo...

Surgimos en auroras soñolientas de nocturnos pasajeros
y arribamos desde el caos genético
para ser la magnitud florida del jade nuevo
vuelto hazaña cúspide del fuego.

Llegamos como cauda de cometas pregoneros...
seguidores fieles de estrellas Berenices,
en pos de extraterrestres evangelios
de banderas anarquistas,
–religadores fuegos de distinta misa–
tras la lucha joven de esfumar penumbras,
destrozar las sombras
y alumbrar tinieblas eclosionándolas luz...

Emanamos de los siglos heredados de traiciones
y aquí vamos...
guerrilleros comburentes
tripulantes espaciales
vestidos de cosmámbulos que miran
los futuros planetarios sin cuadrículas
ni torres...
hallazgos de elementos combatiendo
por lograr los nuevos orbes...
 
VII

El viento adormecido sobre cuatro panoramas
gritará sus silencios reprimidos al asombro
y otro cuerpo llegará tras el presagio
de siluetas desangradas en un réquiem
que se escuche en las voces de los ecos,
que se mire en los cantos de las selvas,
que se palpe en la furia de cadenas derruidas,
que se sepa en las hieles derrotadas
y se huela en los aires solidarios...

Y en los puños liberados de miserias
se navegue
y en las risas constructoras de cadencias
se deslave
y en los ojos soñadores de justicias
se disgregue
reviviendo en el escombro de las muertes
el enigma original del vuelo humano
–predestino de guiador galáctico–
labrado en lo discreto del océano,
mas confundido por arenas movidosas
–subhumanos intermedios de las bestias–
–eslabones perdidos no perdidos–
–existentes–
y ocultado por disfraces del oleaje
–acción convenciera del ególatra–
–narciso bananero, nazi, fascista,
empedrador emperador, rey presidente,
cacique o simplemente jefe de universos enanados,
ficción manipulada de ser grande,
siendo mínimo molusco.

Y en entonces imprevistos...
las raíces prisioneras de la tierra aletargada
fugarán su libertad de polen subversivo
y derruyendo mortajas adheridas a sus ansias
–sarcófagos de máscaras cobardes vigilantes–
despojándose de cárceles íntimas de sombras
–pétalos falsificados de amoríos–
sembrarán florestas en celajes comuneros
y sobre el cascajo de la historia yerta
–mitos quinceañeros de carnales compras,
días de festivales a propósito de ventas,
sexos exclusivos de usufructos maternales,
ondas macaneras de milicias amaestradas,
héroes endiosados para tramas mercaderes,
músicas rosadas en despliegues petitorios,
vaginas convulsivas en sus ansias de ser penes,
homúnculos creídos de su azar fugaz en triunfo–
muestrario breve del derrumbe próximo,
nacerán al siglo de las nuevas sendas...
 
VIII

Allí donde les alcen los ensueños
se tejerá la frustración separatista
de los mapas
y romperá la risotada ególatra
su memoria programada de robot androide
para rehacerse humana
sobre del arma...

Allí donde enrejen cada cuerpo
más libre quedará el incendio
y los intentos de los gallos locos
sucumbirán al trueno,
porque el oráculo de azares ya previstos
lo da por hecho:
tarde o temprano
–maquinal estadística del tiempo–
Y allí...
allí donde se avaste el empedrado
para hacer más sangrantes los caminos
se elevará astronauta el pensamiento
–aún sobre la muerte–
y romperá la prisión de los mediocres
que se las dan de etéreos...
 
IX

Descendiendo capsular de las alturas,
lejano de las torres de marfiles,
un mañana inconocido en sus albores
surcó superficies despobladas
–detenidas en vicios circulares–
y alfombrando rumores herbazales
que labraban sembradíos ilímites
de verdores...
el salitre que escanciaba
la oscuridad de mi fosa entumecida
desapareció en el vórtice
de las hoces...

Al tacto de unos brazos artesanos
–alas posesas–
sucumbieron las arenas lapidarias
y bañándome con lluvias sostenidas
–rito exorcista de verano prolongado
hasta septiembre electricista–
los huesos mudaron de fantasmas
para darle a mi quebrada nave
sensación de intacta.

Y volvió entre cantares ardentinos
–a intervalos de siembras y cosechas–
la señal que presagiaba primaveras
a mitad del otoño hojarasquero
–canicular imperialismo de los yermos–
–Venus rediviva campesina–
–obrera pescadora de los puños–
en alianza de sueños dispersados–
 
X

Temblando la astronave indescifrable
se impulsó con fogatas que caían
y daban luz a nocturnos lacerados
de tantos agobios calcinados
en su afonía...

Y enjoyándose de aceros voladores,
en ímpetus de apolos encendidos,
propulsada por llamas de amor divas,
inició las aventuras de su impulso...
jornada de misterio a las galaxias
donde orbitan las verdades al acecho
de quebrar los cristales cadeneros
–disturbios antiandroides–
para darles la pista a los ejércitos
tan ciegos de su origen olvidado,
maniatado por códigos castrados
ante el miedo de perder las riquezas egocéntricas
y los aires altaneros...

¡Pléyades de estrellas laceradas
–gritaron mis voces exteriores–
detengan sus pasos humillados!
Unamos las potencias del esfuerzo
y juntos rompamos las prisiones,
a pesar de las condenas...
y las celdas

Liberemos las flamas devastadas,
aclaremos las oscuras carcomidas,
trascendamos colectivos las miserias de la tierra
enajenada por lombrices consumistas
y finquemos la senda sideral predestinada
que nos lleve a paraísos comunales
forjados al golpe de nuestras obreras marchas,
trabajados por la mente exploradora,
construidos sobre el libre vuelo
de la creación humana.

Pléyades de estrellas ultrajadas,
más no avancen sumergidas en locuras escapistas,
–juegos traidores–
–ilusiones míticas–
no se acaben también en las inercias...
marchemos sobre tumbas de mercados
sostenidos por las hambres negociadas
a costa del tejer luceros...
 
 
XI

Pequeña prisión de los enanos
opresores de lo humano verdadero,
represora conveniencia de los fetos,
tus rejas envuelven las bóvedas de ensueños
y las hacen sollozar tinieblas.

Pestífera prisión de las paredes mustias
condecoradas de injusticias aplaudidas
pronto burlarán tus telúricos guardianes
las propias llagas con que te envileces
y te harán escupir tantas patizas.

Libres quedarán los genios que enclaustraste
en tus lámparas guardianes
para destruir alfombras serviles,
para derrumbar palacios de poderes asesinos,
para sucumbir portentos elitistas
y en tu noche última,
sobre los escombros de las mil diabólicas,
infinita prisión de tantos astros,
amanecerá la magia alquímica
donde impere merliniano,
el trabajo soberano,
devastador de falsedades.
 
XII

Ya no soy el habitante de añoranzas
tejidas en la ruta del soberbio.

Mi voz ha transformado su cadencia
trajinera del silencio...

Ya no existo en un mundo sin aromas
desprovisto de calor y de siluetas,
porque un sueño se avizora promisorio
en realidades,
circundar por los límites proscénicos
de imprevistos escenarios...

Ya no soy el del fluvial antaño,
tan europeado,
donde todo es morir a cada día
y caer con los escombros de la escoria.

Hoy me vuelvo renacer a la esperanza,
tan sideral ,
de triunfar sobre lacerías
y fatigas...

Hoy mi cuerpo se reviste de armonías
y mis manos son huertos florecientes donde siembro
mis obreras equidades por ser mayo.

Hoy mi rostro se levanta en magnitudes
dispuesto a los golpes maquinarios
pregonantes de progresos
y conquistas fraternales...

Hoy mis alas deambulan por caminos
visionarios de otros logros
y otras eras...
seguras de su triunfo de aves.

Ya no soy el habitante de añoranzas
en un mundo de agonía
sino dinamia de un presente que se extingue
por un futuro en ciernes...
 
 
XIII

Este navegar se me dilata entre energías anárquicas…
pero un riel que se aferra a la Vía Láctea
lo lleva hasta mundos platinados,
sutiles planetas encubiertos por nieblas patrañeras
de otras eras enmagadas en la inercia
de la mente presa,
de la mano tersa,
de la marcha aislada,
y me fluye impidiendo que aparezcan los pretéritos
gastados
en la risa oligarca y pendenciera
de sentirse el único entronado bajo el miedo,
sobre el hambre...

Mezclado de horizontes estelares,
en ansias reflameadas de electrones,
desintegra sus moléculas de antaño
y las vuelve donación de espacios,
místico aeronauta de su entrega cuadrafónica
para alcanzar la colectiva euforia...

Este navegar que me reesparce
en labrares martillantes de universos,
surca vehemente la promesa insólita
de sentirse puño entre los puños;
rostro entre los rostros;
sueño entre los sueños,
que levanten la bandera ultravioleta
de los nuevos tiempos...
 
XIV

Anhélito solar, ansia de vuelo,
me enredo en tu estratósfera tejida
entre fugaces perlas
–estrellas volanderas–
viajeras desahogadas de su jaula
y me asfixio en tu universo de vitales alas
para matar mi muerte y revivir la vida
en el placer de la volanza unida,
triángulo dialéctico de cielos,
espiral de fogatas convencidas,
que se propone conquistar esferas
apenas si soñadas por espigas.

Anhélito solar, pulso de luces,
me fundo en tu linterna que me ciega de armonías
en búsqueda de alturas
y trasciendo cantatas egoístas
para fusionar mis notas chirimías
al arduo día de las galaxias prometidas
en otras tierras...
de serpientes y de águilas fundidas...
 
XV

Tus afanes propulsores
son los fuegos que me impulsan
–ingenio espacial humanizado–
a surcar por las alturas
en volar supraorbital
tras la búsquda callada
–trayectoria sin mecanos–
del cultivo intemporal:
Nacer de la simiente nueva...
–cinética de lo interno–

En tu incendio devorante
me supremas la energía
que reaviva la odisea
por poblar mundos extraños
remotos a la luz solar...

Mis afanes propulsores
–cruz de cosmos–
me renuevan esencias navegantes
y modulan fluorescencias escapadas
en mi aventura galáxica...

–caballero solar–.
 
XVI

De ti viene mi goce elemental,
árbol florido,
ventana abierta a las sendas siderales,
violencia química,
tangible ensoñación...

Por ti nací a la vida parturienta,
trabajo cósmico,
incesante movimiento,
infinita rotación...

De ti mi ser en murmullos solidarios
se levantó despierto al alba
–navegación ferviente–
tras las ondas agitadas
de la atmósfera encubierta...
Por ti transpondré confines ignorados
entre suaves matices de nostalgia,
victorioso de luchas sensoriales,
para ser tal como tú
–ipalnemohuani–
–tloke nauake–
creativo de amor y libertades...
 
XVII

En mis vuelos matutinos
o en mis giros de nocturno
solamente una sonrisa cosmonauta,
envuelta en su mirada navegante,
trascendiendo regiones infinitas,
trasponiendo horizontes maculados,
forjo herrero
sobre yunques de metales arduos...

Y un aliento en el incendio del conteo
por no ahogarme en tanta chispa de ansias
suspirantes de su fuego interno
de ser flor en tanto aroma errante
pido viento
sobre espacios de telares transparentes.
Un cielo desnubado de manchones tersos...
una nave de furia sobre vuelos lentos...
un canto para el ave entumecida de silencios...
un pan para el hambre de esqueletos...
quiero obrero
sobre fábricas sin miedos cimentadas.

En mis vuelos matutinos
–ruegos–
en mis giros de nocturno
–súplicas–
exijo violencias a mi cuerpo estruendo
–Dios tan mío–
que lo fundo profundo en el esfuerzo
de no hallarse arrodillado tras la espera
y me doy a lo que fui...
y me otorgo a lo que soy...
y me entrego a cada ser por el seré...
mística innovada de materia enaltecida,
sublime donación de los adentros enjaulados
 
 
XVIII

Hay tanto que hacer...
trabajador del mundo que se atisba
hazaña inminente,
labor inusitada...
tanto que amar en las fronteras de los odios...
tanto que vivir entre las rejas de la muerte...
tanto que volar sobre las anclas egoístas...
externo regocijo interno,
sendero sideral del alquimiar obrero...

Hay tanta languidez en los planetas
prisioneros de su luz prestada
que el frescor de una llovizna,
el rumor de los eclipses
puede ser la miel solar...
Hay tanto que hacer...
trabajador del mundo horizonteante
por el tiempo que nace...
por el tiempo que crece...
por el tiempo que muere...

Tanta es la labor por realizar...
encauzar cometas...
cultivar estrellas...
dirigir galaxias...
destruir las ominosas sombras
–tiranía del mal–
y prender la oculta llama abandonada
–plegaria cósmica–
donde todos solidarios unos
se congreguen en el triunfo único...
renacer excelso del amor total.
Hay tanto que hacer...
trabajador del mundo preludiado
ascender vías lácteas...
trasladar meteoros...
agitar los huecos...
tránsito perenne,
movimiento inmortal.

Hay tanto que hacer...
trabajador del mundo en ciernes...
labrador de la simiente sana
para darle el universo nuevo
a la alta humanidad que viene...
 
XIX

Ayúdame viento en mis vuelos
con la transparencia de tus vigores
que yo no dejaré caer
mis ímpetus de águila en ascenso...

Regálame lluvia tu brisa sirena
que refresque el fuego,
pero que no apague
la fuerza con que hiervo

Dame meteorito tu furor de apocalipsis,
pero no perfores mis afanes propulsores
que no voy a caer en loca elipse
sin soles

Contágiame universo con tu infinitud dialéctica
para impulsarme de dudas
y fecundarme en los rayos
de tus años luces.
Estállame trueno;
imprégname átomo,
penétrame natura los prodigios de tu orquesta,
pero no me niegues los claros de mis noches
ni las sombras de mis días...

No me quites mi afán de semilla
ni de labrador...

Alienta mi volanza indeclinable
por la senda sideral de los cometas...
alejado de antaños fustigados...
esparciendo fuegos,
derramando espigas
y diafanidad...

Ayúdame latencia
–fuerza cósmica–
cerca y junto
–energía–
a hacer de cada uno de mis días
acción concreta
para quien apenas sea vereda.
 
XX

Quiero ser labrador de la simiente sana
de la sana simiente verdadera
y en augurios de cometa que se eleva
enredarla de luceros
para que no crezca infecta
y sea como torrente ultravioleta
de rayos destructores de miserias
que detentan los microbios altivados de burócratas,
cáncer de los logros mártires,
sucias veredas de nalgas achatadas
en rastreras posturas dilatadas
tras poderes trepanados por tronos aplastados.

Quiero ser labrador de los árboles floridos,
campesino sideral
y cinegeta,
flechador del cielo…
y envuelto en mi plumaje de serpientes
lanzar a los cosmos cibernetas
presagios del sol que ya amanece...

Diestro colibrí de las alturas,
guerrillero caballero del esfuerzo,
mostrando a los sinfines oscurarios
la vera curvatura del amor sintetizado
amores colectivos,
diverso amor de los diversos amores conocidos:
buen amor.

Quiero ser labrador de celajes,
sembrador de los empíreos huertos,
hacedor de las flores galaxiales,
constructor de la arboleda cósmica
y edificar con sus presencias equiláteras
universos de portentos cuadrafónicos,
portentosos universos de universos,
cuatrocientas voces al silencio,
cenzontles destructores de la inercia.
 
 
XXI

Seguiré tus huellas
de la triste figura caballero
y en mi locura,
propulsión de tus locuras,
destruiré los ejércitos del miedo
con mi lanza de sueños recobrados
a fuerza de corazas escuderas,
de estribos voladores sobre lásser
de sables aeromóviles ligeros
y cotas de malla aluminada.

Seguiré tus intentos amorosos
caballero solar,
policisne de los mares enlunados,
espejo de las mil caballerías,
explorando auroras,
conociendo sombras,
protegiendo triunfos,
persiguiendo manchas
y sobre tu fracaso dolorido,
loquera de los cuerdos,
lucharé por tus hazañas desoladas
hasta erguir banderas,
caballero andante,
de las albas justas,
de las siembras libres,
del amor igual.

Seguiré tus huellas de conquistas,
alardoso caballero,
aventurero de epístolas doradas
y discursos de espuelas socialistas;
y en mi locura,
parto audaz de tus locuras,
encontraré la realidad que espera...
desnudar la maga sensación del egoísmo,
devastar gigantes que nos entretienen,
sofocar enanos de poderes varilleros
y acabar los hambreadores monstruos
que embellecen fatuidades
con dedales atoleros,

Seguiré tus huellas
sin soberbia hermoseadora
ni altivez aneciadora;
sin orgullos cabalgantes
ni torpedas vanidades.


De la triste figura caballero
con tu linaje de justicia a bordo,
con tu combate al patrañero débil,
con tu defensa de lindas Magalonas
y tu cuantioso valorar purezas,
paraísos nacidos de escarlatas brotes
entre el recuerdo de las botas negras,
seguiré tus huellas...

tus airosas huellas.
 
XXII

Voy a la búsqueda de la visión lejana,
lagares comunales,
vinos repartidos,
panes compartidos,
peces departidos,
labores astronautas solidarias.

Voy volátil Palmerín intrépido
tras promesas portentosas de esperanzas
ubicando las galaxias del enigma
que crece en las entrañas de la marcha,
allí donde incansable se vislumbra
el arduo laborar de las moléculas eutropas.

Voy doncel de los donceles súbitos
al encuentro de ultramares cósmicos
para sembrarlos con las luces nuevas
del despertar insólito...

Voy a la búsqueda de la visión lejana
cronométricamente cada vez,
cada vez,
cada vez,
cada vez,
cada vez,
cada vez,
más CERCANA.
 
XXIII

El cosmos se acrecienta ante mi nave,
remolino luminario entre cristales,
y surco los confines estelares
navegando en la senda sideral,
de los destellos múltiples
en mi interior alado.

Mi voz antigua se sumerge entre la fuerza generante
de mi voz presente
y lejos del monótono gemido de rituales íntimos
sufraga la soltura de mi mano manejante indómita,
peregrina de trayectos reales.

–Lanzarote vencedor de la inconsciencia–

El cosmos se acrecienta ante mi vuelo
y ebrio de estrellas
y luz,
cegado de amores laborales,
me entretejo en la Vía Láctea,
lejos de ironías harpías,
distante de pequeños terrenales,
a salvo de reptiles envidiosos.

Trabajo con la fuerza de mis alas
por llegar a los encuentros guerrilleros
que han de hacer transformarse al universo
en el magnánimo nuevo.
 
XXIV

Impávido astronauta solitario,
corazón solar de mis espacios,
me remonto a las galaxias infinitas
donde giran los módulos modelos
de la nueva humanidad
y aventurando mi nave mirífica
–Merlín alado–
fecundo mi soledad etérea,
rotación de sueños,
para conmutar los arenarios astros
de mi encuentro;
las desérticas estrellas de mi vuelo;
las tétricas atmósferas del hielo;
en sacras desnudeces cosmoramas
de la empírea transparencia que me ufana
y me deambula sus cantares rayos
en donación perpetua...

Interno astronauta de mis íntimos espacios,
corazón nuclear de mi mecano,
escapo de mis torres cristaleras
y me entrego al universo generoso
donde abundan nebulosas vírgenes que esperan
la búsqueda inmortal del gambusino fuego
que las ilumine...
y las libere...
 
XXV

Surcaré parajes cósmicos,
Tristán de las alturas,
y con mis armas de cristal y fuego
haré del infructífero satélite,
lacayo rutinario,
autónomo sendero.

Y en la marcha del martillo antorcha,
hermandad inmaculada,
visión de los olimpos rotos,
impregnaré cada noche desolada
con túnicas doradas de potencia;
construiré cada día aletargado
entre excitación de hoces
y al impacto de aerolitos
fundiré soles murientes
para hacer los nuevos soles,
soles conmutadores…
soles sin soberbia,
creadores,
solidarios,
imparciales,
soles verdaderos:

¡Hombres!
 
XXVI

Iré por los senderos siderales,
Amadís heroico del espacio,
heridor atmosférico de inmundos mundos,
destrozando abyecciones derramadas
por los cabalgantes turbios.

Iré por los senderos siderales
en búsqueda de Oriana cautivada,
señora de la luz,
para liberarla en éxtasis
de su detractor talud
y tornada emperatriz
de las crecientes nebulosas,
–aventura interior–
llevarla en mi viaje intergaláxico
venciendo los peligros ignorados
–íntimos–
y los conocidos
–públicos–

Iré por los senderos siderales,
caballero espacial,
jinete cósmico,
hasta librar a mi Oriana
que encantada se encuentra
por falsedades de hechizos
tras las regiones del humo...
 
XXVII

Navegando...
aparente hazaña sosegada
–vertiginosa en realidad concreta–
Blanco Tirante de los cielos,
hendiré las altitudes carceleras
con taladros de fuegos nacarados.

Navegando...
fingida parálisis aérea
–remolino de batallas esplandianas–
Florisando entre galaxias,
libraré luminarias opacadas
por bellacos mantones del ruin genio.

Navegando...
anhelante de expandir la vida eterna
sobre escorias de la muerte pasajera;
heridor de vacuidades densas
entre rutas de florestas llenas,
Belianís del cosmos,
furioso Orlando,
rasgaré los telares infernales
del enredo malandrín que asfixia el aire,
que ata las naves
que ataja vuelos
y nos encanta con mentira y miedo.

Navegando...
aunque se oponga el ruego,
el lodo,
el cieno...
…arribaré.
 
XXVIII

Erguido ascenderé hasta las etéreas altitudes...
erguido escalaré la verdad de los castillos,
erguido exploraré sus torres míticas
y romperé atalayas.

Profanación de vientos,

Cifar aventurero.

Erguido peinaré los planetarios,
nave atómica
y en éxtasis de amores,
desarmado,
me abrazaré a la lumbre propulsora,
constructora–destructora–constructora,
horizontes mitinarios,
para engendrar soles,
soles inmortales
aún en presencia de la noche
y sol generado,
olvido abajo,
erguido ascenderé el ascenso
junto a todos
unido a todos
y vuelto colectivo
nada que no sea amor,
nos doblegará.
 
XXIX

Cruzaremos con dardos las galaxias,
flechador de infinito,
arqueros cósmicos,
para herir los vitrales eclesiásticos
del vacío
y rotos sus ayes lapidarios,
deidad enfurecida,
destronada,
calcinar las inútiles vigilias
de los hartos.

Cupidos de los aires altaneros
doblegaremos su vaivén hipócrita
hasta hacerlos amar la sangre roja
que transforma
y avivada la flama calpulista,
sembradas las chinampas espaciales,
comunales,
existencia verdadera,
floresta de pirámides solares,
caracoles en celo,
movimiento incesante de naceres siderales,
juntos y cercanos
–Tloke Nauake–
cruzados tras la cuna igualitaria,
venceremos.
 
XXX

Seremos como los huracanes
y destruiremos a los destructores
y elevaremos penachos sobre los que sufren
para labrar en sus cumbres
laureles de ciencia,
de pan y de amor.

Seremos como los huracanes,
rugidos solidarios,
gigantes aplastando techos ilegítimos,
gritos estentóreos de pasados lúcidos,
puñales insensibles ante rocas crueles,
justicia clara para la injusticia oscura,
aliento aurora para las asfixias sombra,
grandezas múltiples para la miseria diva
y muerte en vida para lo execrable inicuo.

Seremos como los huracanes
y estrujaremos las ignominias
hasta destruir impávidos
las estériles raíces sin proezas
de los fatuos.
 
XXXI

Transparentes y volantes viviremos
cabalgantes de estratósferas concretas,
bañando de fuegos propulsores
los anhelos de planetas ignorados,
los recuerdos de esferas desoladas,
las sorpresas de galaxias encubiertas
y los soles...

Volaremos con plumajes de platino
a regiones oscureras de su cieno
y en la aventura apoteosis
de profanar la inclemencia
subyugaremos miserias,
transformaremos ropajes,
enalteceremos polvos
modelando nebulosas.

Magos del aire,
volanteros magos,
caballeros bólidos,
pernoctaremos en el claustro de la rosa,
entre sus vientos,
para continuar la lucha,
mañana inédita
de la expansión...

Y si acaso sucumbimos en el vuelo
y venenos compungidos nos derrumban,
nada borrará las importancias de la senda,
pues nuestros cósmicos giros
habrán esculpido hallazgos
de astropuños espirales
que en andante astronomía
pregonarán magnitudes
de estrellas uniformadas
en sus llamas.

Volantes viviremos,
transparentes nuestras armas,
con el sueño inexorable
hasta el final de las velas,
más allá de los celajes limitados
y de las pestes.
 
 
XXXII

Pasaremos por caminos sin más nubes
como naves propulsadas de cantatas
sin estorbos de plomo entre las alas
fogatas.

Llegaremos a galaxias sin cadenas
como vértigos de lanzas luminosas
sin el peso de maderas rotas
sobre fosas.

Poblaremos las sendas estelares
trascendiendo conflictos de cometa
sin otra voluntad que hacer la huella
de nuestra meta.

Y las sombras prisioneras,
nuestras sombras en la tierra rematada,
sin fatigas ni zozobras de su carne,
continuarán silenciosas,
mutación inaugurada,
la travesía sublime...
 
XXXIII

¡Oh cambiante edén galáxico,
impulsor de las dialécticas esferas,
has puesto en movimiento las estatuas
que nos quiebran!

Con la fricción de tus abrazos biónicos
transformaste los desiertos rojos
–huecas poses de cavernas enjoyadas–
en prodigios de energías nucleares,
propulsoras de la inmensa maquinaria
–nave renovada–
que empuja la aventura alada
–encendido itinerario–
de vuelos seminíferos de cosmos
para hacer de satélites ocultos
estrellas inflamadas en su luces
–impacto de meteoro transmutante–

¡Oh girante edén galáxico,
nos trasciendes caballeros del espacio…
nos das el escudero de tu fuerza
–constante mutación de cada praxis–
que no nos dejará en cometa errátil,
porque juntos marcharemos como uno,
volaremos como uno,
lucharemos como uno,
sin que ejércitos de odios nos consuman
o molinos de envidias nos detengan!

¡Oh cambiante edén galáxico
–árbol florido–
–construcción eterna–
tu universo nos invade
de caminos siderales
y te damos nuestro cuerpo,
ufanías de estrellas que nos giran...

–derrumbemos la bestia orangutana–

nos inspiran...

–Cese al delirio de las hienas macaneras–

nos conspiran...

–Daga al altanero gato loco de las fauces embabadas-

nos respiran...

–Marcha unida de naves libertadas-apresadas–

nos suspiran...

–En contra del androide monigote enmascarado–

nos reinspiran...

–que ostenta los cetros abusivos protegido–

nos admiran...
–y detenta contener la hazaña–

nos transpiran...

–de darle a cada quien con su trabajo–
nos deliran...

–la senda sideral del hombre pleno–

nos miran...


-¡Fuego!


¡Luces de incendios!–
y nos piran...


nos piran pira...


pira...tiran

tiran...piran...tiran...piran...
tiran...
piran...
tiran...tiran...tiran...



Cero.
Epílogo forzado

O
C
T
U
B
R
E...
O
T
O
Ñ
O...
DOS HOJAS AL VIENTO
PERPETUADAS....